La alternativa al puritanismo no es el desenfreno

9 may. 2009 - “una queja común de Occidente contra el islamismo ra- dical: ¿Por qué tienen que seguir preguntándole a Dios? Bueno, es mucho más difícil ...
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LITERATURA | ENTREVISTA

Kureishi “La alternativa al puritanismo no es el desenfreno” Rebelde e ingenioso, el gran autor de Intimidad regresa con Algo

que contarte, una novela con dos protagonistas excluyentes: el sexo y el multiculturalismo. De esas y otras pasiones habla en estas páginas POR RACHEL DONADIO The New York Times - Londres, 2009

U

na de las visiones más reveladoras en la historia social reciente de Inglaterra está en Mi hijo, el fanático, la tierna y oscura película que Hanif Kureishi (Londres, 1954) dirigió en 1997. Es de mañana en una ciudad sin nombre al norte de Inglaterra, y Parvez, un inmigrante paquistaní taxista laico, advierte que Farid, su cada vez más devoto hijo en edad universitaria, vende su guitarra eléctrica. “¿Dónde se va tu guitarra?”, le pregunta Parvez a Farid. “¡A ti te encantaba hacer esos ruidos terribles con ella!”. Farid mira a su padre con irritación: “Tú siempre dijiste que había cosas más importantes que ‘Escalera al cielo’ –dice impaciente–, y no podías tener más razón”. Este intercambio aparentemente casual va al corazón de casi todo lo que ha creado Kureishi en sus cerca de tres décadas como dramaturgo, guionista, novelista y ensayista. Éste es, después de todo, el hombre que coeditó The Faber Book of Pop y cuyas películas y novelas –incluyendo Intimidad y El Buda de los suburbios– están llenas de sexo, drogas y rock’n roll. Pero éste también es el hombre que tuvo la visión para pasearse por las mezquitas inglesas a fines de los años 80 y a principios de los 90, el hombre para quien algo nacía ahí. Y de hecho así era. Su novela El álbum negro, situada en 1989 y llamada así por un disco de Prince, exploró el creciente descontento y radicalismo de algunos jóvenes musulmanes británicos. No mucha gente prestó atención cuando salió en 1995, pero diez años después, cuando un 7 de julio las bombas retumbaron en el centro de Londres, la conciencia colectiva empezó a ponerse al día. El caso incluye a la monarquía. Esta primavera, Kureishi visitó el Palacio de Buckingham, donde la reina lo nombró comandante del Imperio Británico. Nada mal para un chico que creció mirando sitcoms en Bromley, un suburbio de clase media de Londres, hijo de un padre paquistaní y una madre inglesa en una época en que los matrimonios mixtos todavía eran raros. A Kureishi le encantó la distinción; él y sus tres hijos fueron al palacio vestidos de etiqueta y su esposa usó un espléndido sombrero de plumas. “¿Sabes qué dice en la medalla?”, 10 | adn | Sábado 9 de mayo de 2009

TODA UNA INSTITUCIÓN. La reina de Inglaterra lo nombró Comandante del Imperio Británico

STEVEN LEE

pregunta Kureishi. “Por Dios y el Imperio. No puedes conseguir nada mejor que eso. Las únicas causas son las causas perdidas o las que no existen.” Con sus intensos ojos oscuros y el pelo gris, Kureishi siempre parece tomado por sorpresa, como si acabara de chocar con una ráfaga de aire helado. Más reservado que extrovertido, a menudo se resiste a responder algunas preguntas; lo que prefiere, en cambio, es evitarlas con oscuras y cómicas burlas a sí mismo. La última novela de Kureishi, Algo que contarte, es su libro más ambicioso después de El álbum negro. Ambientado en Londres, se centra en Jamal, un psicoanalista anglo-paquistaní que se enfrenta a ciertas preguntas sin resolver sobre su pasado. En el camino, su mejor amigo, Henry, se interesa en la hermana de Jamal, Miriam, una insignificante traficante de drogas y distribuidora de videos porno, entre otros ítems. Todo el mundo se deja llevar por una ola de perversiones. Durante nuestra conversación en un café de Sheperd’s Bush, Kureishi describe la novela como “una crítica de la noción de placer ilimitado”, un reexamen de la revolución sexual. “¿Es esto lo que pensamos que seríamos en los años 60, cuando bailábamos con flores en el pelo y deseábamos una vida más erótica y más sexual?”, dice, mientras bebe su té con pimienta. “Si la sociedad ya no te instala los valores, tu felicidad y tu placer dependen completamente de ti; tú tienes que trabajar y ganarte tus propios valores morales.” Esto, apunta, tiene que ver con “una queja común de Occidente contra el islamismo radical: ¿Por qué tienen que seguir preguntándole a Dios? Bueno, es mucho más difícil crear tus propios valores morales que recibirlos impuestos por otra gente o por el sistema”. Las cosas eran “miserables” antes de la revolución sexual, dice Kureishi, pero ahora “nos hemos movido de la represión a la no represión”, que viene con sus propias dificultades. En la visión de Kureishi, el islamismo radical y la sexualidad radical intersectan. “Se producen una a la otra, de alguna forma”, dice. Su trabajo está lleno de padres inmigrantes que no se sienten completamente en casa, muy alejados de la India y el Pakistán de su juventud. A su vez, los hijos descubren que Inglaterra tampoco los acepta del todo. En muchos sentidos, la Inglaterra de Kureishi no está lejos de la de V. S. Naipaul. Pero a diferencia del decano de las letras británicas poscoloniales, que operaba dentro del modelo conradiano, marinando los personajes en sus propias ironías mientras permanecía apartado del ruido y los rankings musicales, Kureishi está más en la línea de Nick Hornby, un voraz consumidor de cultura pop. Él dice que creció leyendo a Balzac, Beckett y Kafka, pero también mirando comedias clásicas populares inglesas de los años 60 y 70, como un gran admirador de James Dean, Marlon Brando y los Beatles. Cuando las películas y escritura de Kureishi apare-