Giuseppe Tornatore diseña un enigma a la italiana

10 jul. 2014 - baÑeros 4: Los romPeoLas (ar- gentina/2014). ☆ mala. dirección: Rodolfo Ledo. guion: Salvador Valverde. Calvo y Salvador Valverde Freire.
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espectáculos

| Jueves 10 de Julio de 2014

Giuseppe Tornatore diseña un enigma a la italiana estreno. El director de Cinema Paradiso presenta La mejor oferta, su nuevo film Viene de tapa

Lo que sí continúa acompañándolo es la repercusión que en 2013 tuvo La mejor oferta, para cuyos roles principales contó con Geoffrey Rush, Sylvia Hoeks y Donald Sutherland, y que se estrenará hoy en la cartelera local. Subastas y sentimientos La mejor oferta entabla una distancia del realizador también con el cine italiano, porque si bien la producción es peninsular, la ambientación apunta al laberinto del mercado de arte centroeuropeo. Por lo demás, la película está íntegramente hablada en inglés, como lo fue, antes, La leyenda de 1900 (1998). Rush personifica a Virgil Oldman, un experimentado operador de subastas de arte y antigüedades, una suerte de “rematador estrella” de Sotheby’s, solo que la casa subastadora del film no está en Nueva York sino en una ciudad europea no especificada. Virgil Oldman es un millonario frío y expeditivo en su oficio, de una edad coincidente con los 62 años de Geoffrey Rush, el actor australiano que asombró componiendo al perturbado pianista de Claroscuro y luego fue nominado al Oscar por El discurso del rey. Cotizadísimo en su métier, Virgil es convocado un día por la enigmática Claire (a cargo de la bella holandesa Sylvia Hoeks, una de las más solicitadas actrices europeas actuales), para tasar y subastar el patrimonio que han dejado sus padres, ya muertos, en la imponente mansión que ocupa, sola. Claire, que por cierto no hace honor a su nombre, precipita a Virgil en un intríngulis que se convierte en enigma: la hierática personalidad del subastador se verá sacudida por los sentimientos. Este planteo argumental, concebido por el propio realizador, roza climas de un thriller, pero –según se anticipa– genera también resonancias dramáticas y hasta románticas. “No estoy seguro de haber incursionado en dominios del thriller, porque aquí la sangre y los disparos están ausentes –señaló el propio Tornatore–. Me gusta esa imprecisión de género que a veces marca mis películas”, indicó el realizador, requerido por la

prensa porque le habían asignado el Globo d’Oro, el premio anual de la Stampa Estera, un galardón que en Italia equivale a los Globo de Oro de Hollywood. En la docena de títulos de su filmografía, varias tramas de Tornatore, es cierto, están signadas por la ambigüedad, ya desde aquel pseudothriller que fue Una pura formalidad (1994), su cuarto film, en el que el escritor Depardieu era interrogado obsesivamente por el comisario Polanski (aquí como actor). Esa inquietante ambivalencia contrasta con la otra vena del realizador, un sentimentalismo que sedujo audiencias, del mítico Cinema Paradiso (de 1990, ganador del Oscar), a Malena (2000). Una vez más, Tornatore cuenta con la música del maestro Ennio Morricone, de quien se afirma que apeló a unos coros que le dan un aire como de catedral a las recovas y columnatas de la mansión de Claire. Morricone compartió con Tornatore los premios Davide di Donatello (seis en total) y los Nastri d’argento adjudicados a esta producción. La crítica, por su parte, destacó la ambientación, debida al escenógrafo Maurizio Sabatini, quien, en su rubro, se alzó con esos mismos galardones. En la elección de locaciones se insinúa la proverbial consideración de Tornatore por los espacios fílmicos y, como en La desconocida, por la indeterminación geográfica: nunca se dice dónde transcurre la acción central, aunque el letrero luminoso que reza “Steirereck” delata al más famoso restaurante de Viena. Entre las muchas firmas de cuadros que se subastan, desfilan Il Raffaello, Durero, Goya, Renoir, Rossetti y un Nacimiento de Venus de William-Adolphe Bougereau. Como ocurre con el misterio de Claire, que el propio Virgil trata de desentrañar, no siempre se detecta de entrada una falsificación. Pero, como afirma el excéntrico subastador, “en toda falsificación siempre hay algo de auténtico”. Y de personal, podría agregarse. Resta verificar si a las “falsificaciones” que propone su propia oferta, Tornatore las ha dotado de su sello personal.ß

Geoffrey Rush interpreta al complicado Virgil, en el film que se llevó seis premios David de Donatello en su país

cine

Para paladares entrenados La mejor oferta (La migLiore offerta, itaLia/2013; habLada en ingLés). ★★★ buena. dirección: Giuseppe Tornatore.guión: Giuseppe Tornatore.fotografía: Fabio Zamarion.edición: Massimo Quaglia. música: Ennio Morricone.elenco: Geoffrey Rush, Jim Sturgess, Sylvia Hoeks,

Donald Sutherland, Philip Jackson, Dermot Crowley, Kiruna Stamell, Liya Kebede. distribuidora: Alfa Films. duración: 131 minutos. calificación: apta para mayores de 13 años con reservas.

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stá claro desde Cinema Paradiso (1988), su segunda película y, hasta ahora, su más famosa. El cine de Giuseppe Tornatore es un cine al que las sutilezas le son ajenas. Y esto no se señala necesariamente como falla. Es, simplemente, y a estas alturas, una constatación: la opción por los tonos fuertes, las emociones intensas, las historias que suelen beber en el melodrama como fuente privilegiada. Es un cine que se convulsiona, que arrebata. La mejor oferta no llega a las alturas abrumadoras de La desconocida (2006) –un thriller singular en su ferocidad tierna, en su velocidad y en su truculencia– pero también juega a la intensidad desde la descripción

inicial de su personaje, Virgil Oldman (nótese el apellido) es un dealer de arte, un rematador, un conocedor de primera línea, veterano severo y de éxito incuestionable, sardónico, seguro, showman en lo suyo. Claro, en lo profesional. En su vida privada parece lo contrario: ermitaño o incapaz de conectar, solitario o simplemente solo. Y Tornatore lo cuenta con gruesas pinceladas: la soledad total y enfatizada por la situación en el restaurante, los guantes con los que (no) conecta con el mundo, su obsesión por la pulcritud, su gran salón oculto lleno de obras de arte, exclusivamente retratos femeninos (más claro imposible). Y nos vamos acercando a

los otros personajes: un joven con gran habilidad manual para reparar cosas y para relacionarse, y una mujer misteriosa que vive aislada y recluida en una mansión que llama a Oldman para que vaya a tasar su cuantiosa herencia de obras de arte, muebles y objetos varios. La mejor oferta combina una actuación operística y acorde con la propuesta de Geoffrey Rush con la presencia del carilindo y confiado Jim Sturgess y un error de casting como Sylvia Hoeks, que debería ser arrebatadora y misteriosa cuando recibe esos acercamientos de la cámara que la van a descubrir, casi como en una película de terror, y no está a la altura. Donald Sutherland aparece en un papel secundario y últimamente –ver Los juegos del hambre– siempre parece pasarla bien actuando. Los actores viven en encuadres y lugares de un notable artificio, fotografiados con aplastante seguridad y convencimiento estético, y casi cada plano es una exhibición de un poderío escenográfico des-

comunal. La ciudad de la acción es una “ciudad europea” de forma absoluta: una combinación idealizada de estilo, grises, armonía, encanto y arquitectura. Praga como Praga, pero también Viena y ciudades de Italia montadas para formar algo así como la imagen urbana europea de libro de cuentos (perversos). Sumemos al menú la música del impar Morricone, una enana misteriosa, vestuario para el frío, mucho dinero, objetos de lujo, un autómata –inevitable pensar en el Hugo de Scorsese– que se arma de a poco. Y, claro, emociones que se van intensificando hasta terminar en lluvia intensa, golpes diversos en modo metáfora y en modo literal, frases con relieve y (demasiado) peso sobre la vida y el arte y alguna sorpresa: tenemos otro melodrama –en inglés– al estilo Tornatore, es decir, con avidez narrativa, un poco frankensteiniano y, a la vez, mayormente disfrutable si se tiene el paladar entrenado para este tipo de propuesta.ß Javier Porta Fouz

cine

cine

Así en la realidad como en la ficción

Regreso con pocas ideas y menos humor

me Perdí hace una semana (argentina-hoLanda/2012). ★★★★

AlfA films

muy buena . dirección:

Iván Fund. guion: Iván Fund y Eduardo Crespo,

con la colaboración de Santiago Loza. fotografía: Iván Fund. montaje: Lorena

baÑeros 4: Los romPeoLas (argentina/2014). ★ mala . dirección:

Moriconi. dirección de arte: Adrián Suárez. vestuario: Araceli Castellanos Gotte. música: Mauro Mourelos, Juan Nanio. elenco: Eva Bianco, Juan Nanio,

Rodolfo Ledo. guion: Salvador Valverde

Yasmín Malanca, José María “Michi” Espinoza, Hugo Fund. duración: 70 minu-

Calvo y Salvador Valverde Freire. foto-

tos. calificación: apta para todo público

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n un momento de Me perdí hace una semana, el Michi, un tarotista gay convertido provisionalmente en vocero de la conciencia que regula el cine de Iván Fund, cuenta lo que él siente: “hay una desconexión entre lo que uno es y la ficción”. Allí está cifrada una clave fundamental de esta película pequeña y provocativa que es también la crónica de un fracaso. O de dos. El de la joven pareja protagónica, en un lento proceso de descomposición que la película acompaña al mismo ritmo, y el del propio proyecto de filmación, puesto en cuestión por casi todos los que rodean a Fund durante el rodaje, como el propio director se encarga de dejar en evidencia. Y es justo que sea el Michi –que también aparece en AB, la otra película de Fund estrenada esta semana– el personaje a cargo de la revelación. Porque unos segundos después, travestido, se luce con una sentida versión de “Amor entero”, una melodramática canción romántica de la puertorriqueña Lucecita Benítez. Con él habrá también una

Michi Espinoza y Eva Bianco

grafía :

muy buena escena que transcurre en una noche de copas en la casa de la pareja en conflicto. Con una cámara inestable que es reflejo no sólo del presente de los personajes, sino también de la relatividad de los límites entre ficción y documento en su cine, Fund logra momentos más verdaderos que la mayor parte de los que el cine mainstream argentino produce cuando se pone serio. En la película aparecen también una mujer policía (Eva Bianco, quien ya había estado en Los labios, codirigida por Fund y Santiago Loza, con quien la actriz trabaja habitualmente) y su hijo, conviviendo en una subtrama deliberadamente desdibujada en la que una vez más aparecerá involucrado el Michi, médium de otra convicción del director: “Yo sigo adelante, no me interesa. Si se viene el mundo abajo, que se venga”. La frase sintetiza muy bien la obcecación de Fund en seguir su propio sistema. Esas historias donde los vínculos, los géneros y las etiquetas son necesariamente imprecisos.ß Alejandro Lingenti

Gastón Guisado. edición: Sergio

Zótola. música: Claudio Walerguss. elenco: Emilio Disi, Mariano Iúdica, Pachu Peña, Karina Jelinek, Pablo Granados. distribuidora :

Fund y Koefoed centran su mirada en una amistad a punto de romperse

cine

Enfrentar un duelo anticipado ab (argentina-dinamarca/2013). ★★★

buena . dirección,

producción y fotografía: Iván Fund y Andreas Koefoed. elenco: Ara-

celi Castellanos Gotte, Belén Werbach. guion: Iván Fund, Andreas Koefoed, Santiago Loza. edición: Eduardo Crespo, Milton Secchi. dirección de arte: Araceli Castellanos Gotte, Belén Werbach. sonido: Guido De-

niro. música: Trentemoller. duración: 67 minutos. calificación: apta para todo público.

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B se filmó gracias a una iniciativa de coproducción del festival CPH:DOX, el más importante dedicado al género documental de Escandinavia y el mismo que apoyó la realización de El escarabajo de oro, la película de Alejo Moguillansky y la sueca Fia-Stina Sandlund que ganó la competencia argentina del último Bafici. En este caso, Iván Fund trabajó asociado al director danés Andreas Koefoed en una historia simple y emotiva, la de dos amigas que viven en un pequeño pueblito de provincia cuya vida cotidiana es sosegada, muchas veces gris. Una de ellas,

Belencha, planea mudarse a la gran ciudad, lo que despierta algún recelo en Arita, su compinche de toda la vida. Recurriendo una vez más a un tono que oscila entre la ficción y el documental –algo que Fund ya había probado con éxito en Los labios, codirigida por Santiago Loza–, la película va exhibiendo los modestos avatares del día a día de ese lugar donde casi todos se conocen y las novedades no son demasiadas. La trama argumental arranca a partir de un hecho anecdótico: la perra de una de las protagonistas tuvo cría y se impone la necesidad de repartir los cachorritos. Con

esa excusa, las dos amigas visitan a una serie de personajes del lugar, casi todos simpáticos, algunos un poco más bizarros, y en ese recorrido se va armando una postal inacabada pero más de una vez elocuente sobre ese micromundo que, como todos, tiene sus propias reglas. Ya más cerca del final, en el último cuarto de hora, Fund abandona el asunto de los cachorros para adentrarse en una coda filmada en 3D más orientada a la contemplación del paisaje y puntuada por un texto poético escrito por Loza. El verdadero tema de la película es ese duelo anticipado que Arita y Belencha enfrentan como pueden para mitigar el dolor de una separación. La suma de la ambigüedad en el registro y una progresión dramática tenue, alejada de sucesos impactantes, da como resultado un film que plantea un alto nivel de exigencia para el espectador.ß Alejandro Lingenti

ción:

Buena Vista Internacional. dura-

90 minutos. calificación: apta para

todo público.

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n 1987, y con Los bañeros más locos del mundo, se inició una serie de películas en la que un grupo de salvavidas vivían alocadas aventuras. Debido al éxito de público, sus productores realizaron dos films más (Bañeros 2: la playa loca, de 1989, y Bañeros 3: todopoderosos, de 2006). El tema, sin embargo, pareció no agotarse y así llega ahora a las pantallas la cuarta producción que, con distintos intérpretes (salvo Emilio Disi) vuelve a tener a las playas de Mar del Plata como escenario. La historia (o, más bien, la historieta) se centra esta vez en cuatro empleados de un restaurante convocados por el encargado de un balneario marplatense para trabajar con él, ya que la propietaria lo amenaza con despedirlo si no lograba el favor de los turistas. Los amigos aceptan el encargo, aunque no saben nadar ni estuvieron jamás cerca del mar, mientras que un ambicioso empresario tratará de apoderarse del lugar para construir allí un gran casino. El director Rodolfo Ledo construyó su film apoyado en figuras humorísticas de la TV, pero el proyecto se ve malogrado por un guión carente de originalidad, en el que gags tan antiguos como el cine sirven de apoyatura para que los cómicos intenten con gestos, sonidos escatológicos y un llamativo nerviosismo arrancar alguna tímida sonrisa a los espectadores.ß Adolfo c. Martínez