POLÍTICA | 5
| Miércoles 6 de agosto de 2014
Para la memoria, canción escrita por Ignacio Hurban (Guido) para el último 24 de marzo Con la carroña apiñada, los nudos de otra madera // Apuran chispas hirientes y encienden lumbres de ojeras // Cargando en ancas los hombros se van quedando los años // no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño. Fantasma viejo y roído, capullo de los rosarios // cuando se postran las sombras detrás del abecedario // si lapidando al poeta se cree matar la memoria // qué más le queda a esta tierra que va perdiendo su historia. Camino al sol, que hace la sombra de todo igual // si al estrujar el viento contra un pecho labriego // ya no hay heridas que marquen los brazos de un hombre entero // ni hay canciones que apañen lo que no guarda en el pecho. Es la sutil diferencia de un cromatismo de negros // lo que separa el anverso en la palma del mismo dueño // cual si eso fuera importante en una caligrafía // dejando sentado en blanco cosas que el negro diría... Surten menguar las ideas pues que se frena la clara // con dos monedas de cobre cubriéndome la mirada, // Cargando en ancas los hombros se van quedando los años // no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño.
Foto del perfil de Facebook de Hurban
polÍtica Edición de hoy a cargo de Jorge Liotti | www.lanacion.com/politica
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la lucha de las abuelas | 114 jóvenes recuperados
Estela de Carlotto encontró a su nieto después de 36 años de búsqueda
El joven se había sometido voluntariamente a un estudio de ADN el mes pasado; es hijo de Laura Carlotto y Oscar Montoya, otro joven desaparecido; se dedica a la música y vive en Olavarría; la titular de Abuelas se mostró emocionada por la noticia
Una conferencia de prensa cargada de recuerdos y emoción Rodeada de nietos y abuelas, Carlotto contó cómo se enteró de la noticia y cómo reaccionó
Carlotto saludó en el balcón de la sede de Abuelas, donde se la vio exultante por la novedad
Hernán Cappiello LA NACION
Después de 36 años de búsqueda, Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, encontró a su nieto nacido en cautiverio cuando su hija Laura era prisionera durante la última dictadura militar. El joven, llamado Guido al nacer, hoy tiene 36 años, fue anotado el 2 de junio de 1978 como Ignacio Hurban, es pianista de jazz y director de una escuela de música municipal en Olavarría, provincia de Buenos Aires. “Ésta es una alegría enorme que me brinda hoy la vida. Es un premio para todos, ya tengo mis 14 nietos conmigo”, dijo Carlotto en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, en Montserrat, donde se festejó la noticia como si fuera una fiesta familiar, con aplausos, gritos de alegría y una multitud que invadió las oficinas, la calle y la vereda (ver aparte). “No quería morirme sin abrazarlo, y lo voy a hacer”, dijo emocionada. Fue el muchacho quien se acercó a Abuelas el 21 de julio pasado para hacerse un estudio genético porque tenía dudas sobre su identidad, y ayer se conocieron los resultados de esos análisis de ADN. Ocurrió luego de una campaña donde las Abuelas se fotografiaron con jugadores del seleccionado con la leyenda: “Los buscamos desde hace diez mundiales”. Era parte de su campaña para que mas gente con dudas se hiciera análisis genéticos.
Carlotto sostuvo que su hija Laura, una militante de Montoneros detenida ilegalmente en el campo de concentración de La Cacha, en La Plata, y asesinada por la dictadura tras dar a luz, le estará diciendo desde el cielo: “Mamá, ganaste una batalla larga”. Carlotto no escuchó aún la voz de su nieto recuperado. Ayer el muchacho le “mandó un mensaje” a Claudia, otra hija de Estela que es coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), donde le decía: “Estoy muy feliz, muy emocionado, muy bien”, según dijo Claudia. Estela Carlotto dijo que sabe quién es el apropiador de su nieto y contó que murió. Dijo que lo crió en el campo una buena familia a la que se lo entregaron de buena fe, sin saber su origen. Ayer Carlotto, que se embanderó con el kirchnerismo en la última década, se cuidó de no teñir con colores partidistas la recuperación de su nieto: “Agradezco a Dios y al pueblo que piensa, nos ayuda, nos comprende y nos respeta”, y también “a la democracia, porque en estos años hemos podido caminar en libertad”. “En los últimos años la bandera de derechos humanos fue muy clara. Los organismos nos han respondido con la mayor celeridad y esto demuestra que hay cosas conseguidas donde no interesan los votos, y hay que mantenerlas”, dijo. Reconoció que la llamó la presidenta Cristina Kirchner para felicitarla y que llora-
ron juntas por teléfono (ver página 7). Con el hallazgo del nieto de Estela Carlotto, Abuelas de Plaza de Mayo encontró ya 114 nietos hijos de desaparecidos o asesinados, nacidos en cautiverio. Aún resta hallar unos 400 niños más, según explicaron ayer las Abuelas. Abuelas de Plaza de Mayo se convirtió en una organización reconocida en todo el mundo por su lucha por la identidad y Estela Carlotto fue nominada para recibir el Premio Nobel de la Paz. Fue la jueza federal María Servini de Cubría, la primera magistrada en reintegrar hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio en 1977, quien le dio a Carlotto la noticia del hallazgo de su nieto. Es que en el juzgado de Servini tramita una causa desde hace casi 20 años donde se buscaba al muchacho. “Estela, podés venir al juzgado”, la llamó Servini, y Carlotto fue al despacho de la magistrada a las 13. Hacía una hora que habían llegado los resultados del cruce de ADN realizado en el Banco de Datos Genéticos que confirmaban el caso. Carlotto llegó sola a Tribunales. –Recuperamos otro nieto –le dijo la jueza. –Qué alegría, qué alegría... Otro nieto –dijo Carlotto. –Éste se llama Guido, es tu nieto –le dijo Servini, y Carlotto se desarmó en los brazos de la jueza, temblaba de la emoción y se abrazaron, relató a la nacion un testigo del encuentro.
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En el expediente judicial se habían incorporado los datos de un caso que lleva el juez Horacio Cattani en la Cámara Federal, con la identificación del cadáver de un desaparecido. Era el cuerpo de un joven y su ADN se correspondía con los de Hortensia Ardura y José Montoya, de Caleta Olivia, que habían dado su sangre para el banco. Era su hijo Oscar. Cuando la información genética de Ignacio Hurban fue comparada con los datos del banco, se encontró que se correspondían en un 99,99% con el ADN de Oscar, su papá, y de Estela Carlotto, su abuela. Ésa también fue una novedad para la familia, pues no se sabía a ciencia cierta quién era el padre de Guido, producto de una relación amorosa que mantenían Laura y Oscar en la clandestinidad de su vida montonera (ver página 6). Ayer en el juzgado de Servini de Cubría buscaban al nieto recuperado para citarlo a declarar y seguir la causa penal. Se busca determinar quiénes fueron sus apropiadores, para juzgarlos.ß
del editor: qué significa. El hallazgo del nieto de Carlotto corona la larga lucha de Abuelas. Era una noticia que se esperaba hacía tiempo y que ya parecía imposible.
Las paredes de la sede de Abuelas de Plaza de Mayo no bastaban para contener tanta alegría. Ni tampoco a tanta gente que se agolpó en las oficinas, las escaleras desde el primer piso, el hall de entrada del edificio y toda la cuadra de Montserrat. Estela de Carlotto estaba rodeada de su familia, sus hijos, la mayor parte de sus 13 nietos. Pero también de algunos de los 114 nietos recuperados, de las otras abuelas compañeras de lucha y de un centenar de periodistas argentinos y extranjeros, funcionarios y militantes, antes quienes dio la noticia del hallazgo de su nieto Guido en una conferencia de prensa. “Él me buscó; ya lo he podido ver, es hermoso”, dijo Carlotto, llorando por momentos. “Yo no quería morirme sin abrazarlo”, dijo Carlotto, que ante el hallazgo de cada nieto se alegraba como si fuera el suyo propio. “Quiero compartir con ustedes la alegría enorme que me brinda hoy la vida de encontrar lo que busqué, lo que buscamos”, afirmó, y dijo que quería que su hija Laura “sonría desde el cielo y me diga y repita: «Mi mamá no se va a olvidar de lo que me están haciendo»”. “Esto es un premio para todos, ya tengo mis 14 nietos conmigo”, agregó. El ministro de Justicia, Julio Alak, apretujado entre la gente, había quedado a cinco metros de la mesa donde hablaba Carlotto, junto al secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, y su hijo, el diputado kirchnerista Remo Carlotto. “Esto es una reparación para él, para nuestra familia. Quiero abrazarlo, tocarlo y ver si es como yo lo soñé”, dijo, y agregó: “Se parece a nosotros”. “Esto es para los que dicen basta, que se preguntan si hacemos bien, que pretenden que demos vuelta la página”, y agregó: “Esto es una reparación para él (por su nieto), para nuestra familia y para la sociedad en su conjunto”, dijo. Carlotto destacó además que su nieto se acercó voluntariamente a las Abuelas porque tenía dudas sobre su identidad. “Él nos buscó. Al final pasó lo que siempre dijimos, ellos nos iban a buscar a nosotras en el afán de hallar su identidad”, dijo. Guido –que lleva el nombre del padre de Laura– se enteró por su tía Claudia Carlotto, como presidenta de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), de quién es su abuela biológica. La historia del nieto de Carlotto guardaba un secreto que se supo ayer: quién era el padre del chico, pues la madre, Laura, estaba embarazada de dos meses de un mi-
litante de Montoneros del sur del país al que nadie conocía, pero cuyos familiares fueron la clave para poder encontrar a Guido. El padre es Oscar Montoya, de Caleta Olivia, que –perseguido– viajó en la clandestinidad a La Plata, donde conoció a Laura Carlotto, contó Estela a la prensa. Carlotto supo que su hija estaba embarazada cuando la secuestraron y se enteró por sobrevivientes de que la joven había dado a luz a un bebe, al que le puso de nombre Guido. Carlotto explicó quién era el padre del Guido: “Era un compañero de Montoneros, como Laura, de los que dieron la vida sabiendo lo que hacían. La historia completa no la sabemos todavía, tenemos mucha información. Esto es muy fuerte para una persona. Él [por el nieto recuperado] le mandó recién un mensaje [a Claudia Carlotto] y le dijo que estaba bien y muy feliz, que ya pronto nos íbamos a ver”. Carlotto evitó entrar en detalles sobre el proceso de acercamiento y revinculación con el muchacho y la familia que lo crió, al sostener que debían ser prudentes y cautos. Sobre todo considerando que su nieto
“Esto es una reparación para él, para nuestra familia. Quiero abrazarlo, tocarlo”, dijo Carlotto se había enterado ayer mismo a la mañana de que era hijo de desaparecidos y nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. “A los nietos les decimos que con su identidad los espera la libertad, el amor. Nadie les va a decir que no quieran a alguien”, le dijo. Carlotto contó que en estos años reunió una colección de camisetas de cada lugar donde lo buscó y que ahora se las iba a entregar a su nieto. Contó que, como músico, Ignacio Hurban (el nombre con el que fue anotado su nieto) participó de uno de los recitales de Música por la Identidad. Y relató que ayer a la mañana la visitaron León Gieco y Raúl Porchetto, que le contó que su mamá había fallecido recientemente, pero que le dijo que desde el cielo iba a ser un ángel que la ayudaría en su búsqueda. Rosa Roisinblit, la abuela más grande, con 95 años, le hizo una broma. Contó que cada vez que recuperaban un nieto brindaban con champagne y que ella siempre hacía un brindis especial al finalizar para que el próximo fuera por la recuperación del nieto de Estela. “¿Ahora por qué voy a brindar?”, se preguntó a carcajadas, festejadas por todos en medio de la fiesta que significó la recuperación del nieto 114.ß Hernán Cappiello