DOMINGO, 2 AGOSTO 2015
Internacional
LA VANGUARDIA 3
Europa y la inmigración
En ‘la jungla’ esperando el tren
Solidaridad, organización y fe en el campamento de emigrantes de Calais
Un grupo de inmigrantes sudaneses juegan a las cartas a la espera de su oportunidad para cruzar el Canal de La Mancha ANNA BUJ Calais. Servicio especial
REINO UNIDO
Dover
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Terminal de Folkstone KENT
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Lo llaman la jungla, y realmente lo parece. El campamento en que se encuentran unos tres mil mi grantes esperando su turno para llegar al Reino Unido, a las afue ras de Calais, dista mucho de la idea que tenemos de Europa. Cinco personas duermen en ba rracas de unos seis metros cua drados hechas de bolsas de basu ra, palos de madera y material aislante. Algunos todavía no han encontrado su sitio y descansan al raso. Tienen una manta que comparten con sus compañeros y una comida diaria para la que han de esperar horas haciendo cola. “¿Quieres saber por qué quiero ir a Inglaterra? Es muy fácil: mira esto. Esto no es bueno. Nos tratan como a animales”, dice Salamon Lamma, señalando la basura que se amontona por todas partes. El etíope, de 28 años, es uno de los que han construido una pequeña iglesia. Todavía no tienen un cura que les dé el sermón, pero siem pre hay gente en la capilla, llena
n
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Túnel submarino EUROTÚNEL
Terminal de Coquelles PASO DE CALAIS
FRANCIA
LA VANGUARDIA
de velas e imágenes religiosas re cubiertas de espumillón rojo. La que va a rezar asiduamente es una eritrea que no quiere reve lar su nombre. Tiene 17 años y lle va un mes y dos semanas inten tando saltar las vallas para subir se al tren en marcha que cruza el canal de la Mancha. Es de las po cas mujeres que conviven entre
los miles de hombres de la jungla. El resto de ellas, alrededor de un centenar, duermen con sus hijos en un albergue del ayuntamiento cercano al campamento, por su seguridad. “No es un buen lugar para una chica, ha tenido problemas”, ad vierte un amigo. Se rumorea que algunos hombres fuerzan a las mujeres que viven entre ellos a prostituirse, y los cooperantes es tán buscando a los responsables. Incluso hay una embarazada de siete meses decidida a llegar a In glaterra antes de dar a luz. “Lo hago por mi hijo, para darle un futuro”, mantiene, tapándose la cara ante las cámaras de te levisión. “La jungla” es un lugar hostil que parece un vertedero, pero también es una pequeña sociedad de diferentes naciones: Afganis tán, Sudán, Eritrea, Etiopía, Pa kistán, Siria… De noche, aseguran que el alcohol ha ocasionado más de una pelea. Pero a todos los efectos, en los meses en que han levantado el campamento (antes estaban en otro lugar) han cons
DECIDIDOS A C RUZAR EL CANAL
“Que hagan vallas más altas; aunque pongan una fila de escorpiones nosotros vamos a pasar” CÓMO ES ‘LA JUNGLA’
Hay pequeños negocios, una iglesia y clases de francés para los que opten por quedarse truido su propia comunidad. Los más emprendedores que ya han desistido de su intento de huir al Reino Unido hasta tienen negocios, como colmados en los que venden alimentos, refrescos o cigarrillos. Por ejemplo, Sikan dy Noristory posee un restauran te de comida afgana en el que co cina piezas de pollo a dos euros y medio. “Ahora ya no lo intento, porque me hicieron daño. La pri mera vez fue una paliza de la po licía y acabé en el hospital, donde
ROB STOTHARD / GETTY
me tuvieron que coser. La segun da… me caí del tren”. Uno de los responsables de esta meticulosa organización es el ni geriano Zimako Johns, que ya lle va dos años viviendo en Calais. Domina perfectamente el inglés y el francés porque en África traba jaba en un hotel. Aquí se ha con vertido en un líder: ha ayudado a construir una escuela, se ofrece para hacer tours a los periodistas que se acercan al lugar e incluso está intentando formar un equipo de fútbol. “Hemos desarrollado esto en apenas tres meses”, relata, refi riéndose a la pequeña barraca azul donde se imparten diaria mente clases de pintura, de artes marciales y especialmente de francés. Aunque la mayoría pre fiere ir al Reino Unido para no empezar desde cero con el idio ma, hay muchos que han abando nado el sueño británico y quieren aprender francés para pedir asilo aquí. Ahora lo están publicitando para que también quieran venir CONTINÚA EN LA PÁGINA SIGUIENTE >>
4 LA VANGUARDIA
I N T E R N A C I O N A L
DOMINGO, 2 AGOSTO 2015
Europa y la inmigración
El rico condado de Kent sufre las consecuencias de la caótica situación en Calais
El muro de Dover
RAFAEL RAMOS Dover. Corresponsal
F
amilias de veraneantes británicosregresandela Toscana, la Provenza o la Costa Brava con el co che cargado de vino y cerveza (que es más barato en el continente), regalos para amigos y familiares, los rostros bronceados y unos cuantos kilos de más gentileza de la paella y la sangría. Al llegar al Canal de la Mancha se encuentran con las barricadas, la policía, los in migrantesyelcaos.Ycuandoconsi guenfinalmentecruzarlo,enmedio del enorme atasco circulatorio en que se ha convertido todo el conda dodeKent,respirandealivioporvi vir en una isla y dicen: “Habría que construir un muro”. Es la postal del verano, y una tris te metáfora del mundo en que vivi mos. Sólo 150 inmigrantes han con seguido colarse al Reino Unido, pe ro los políticos hablan como si se tratara de la invasión de los hunos, y deunaamenazaparalasuperviven cia misma del Estado de bienestar que David Cameron pretende car garse. Y eso que la asistencia que perciben los asilados es de 200 eu
entre Estados Unidos y México. Se guridad, firmeza, mano dura. En vista de que el mar no parece suficiente obstáculo, y hay algún que otro inmigrante que se cuela en los camiones y los vagones del tren, Cameron ha recurrido al ejército para preservar las sacrosantas fron teras británicas. La prensa de dere chas como el Daily Mail le pide que mande los soldados a Calais, como si fuera Afganistán o Siria, para erradicar el problema. Pero persua dir al presidente socialista François Hollande de que acepte tan genero sa oferta para resolver una crisis no militar sino civil va más allá de las habilidades diplomáticas del pri mer ministro, que por el momento se conforma con enviar del otro la do del Canal alambre de púas y ma
teriales para fortificar la terminal delosferrys.Sielmuronopuedeser un lado, que sea del otro. El exministro laborista Jack Straw ha pedido la restauración de los controles fronterizos dentro de la UE, para dificultar el tránsito de los inmigrantes y disuadirles de cruzar el Mediterráneo. Es el sueño del establishment inglés (y de otros sitios): una Europa sin unidad polí tica, sin derechos para los trabaja dores y a ser posible también sin Schengen, pero con mucha flexibi lidad laboral, donde se muevan li bremente los capitales pero no las personas. No sólo la fe mueve montañas, si notambiénelmiedo.Ymientraspa ra la mayoría de ingleses se trata del miedoaunainvasióndeilegales,pa
ra los habitantes del próspero con dado de Kent es un problema muy real que ha complicado la vida de la gente. Pero no por culpa de los ex tranjeros, sino de los miles de ca miones que han convertido la auto pista M20 (la ruta natural de Lon dres al Canal de la Mancha) en un aparcamiento masivo, y asfixiado las carreteras secundarias. No se puede circular. Hacen falta horas y horas –y toneladas de paciencia pare recorrer con el coche distan cias que normalmente sólo llevan veinte minutos. Los comercios se quejan de la pérdida de clientes. Los médicos y hospitales, de que los pacientes cancelan sus visitas. Los trabajado res, de lo mucho que hay que ma drugar para ir a la oficina. Los jefes,
de que los empleados tienen excusa para llegar tarde. Las mujeres em barazadas se imaginan un parto en el coche, Se calcula que la situación enelCanalcuestaalaeconomía300 millones de euros al día. Y los políti cos le echan la culpa a los inmigran tes, ignorando que el origen de todo es un conflicto laboral en Francia. Nigel Farage y el UKIP (partido an tieuropeo) se frotan las manos. Delos318.000inmigrantesqueel año pasado se unieron a la pobla ción británica. la inmensa mayoría proceden de la UE, y no de África o Asia como los que se juegan la vida intentando alcanzar Dover. Y, mientras no se cambien las leyes, ningún muro, psicológico o real, lo habría impedido. Aun así, hay quie nes claman por levantar uno.c
Sólo 150 inmigrantes han conseguido llegar a Inglaterra, pero los políticos actúan como si fuera la gran invasión ros al mes, una de las más bajas de la UE. Aunque miles de sudaneses y costamarfileños se sumasen a las colas de la Seguridad Social, y bus casen hospitales y escuelas para sus hijos, el sistema ni lo notaría. Pero todo es una cuestión de per cepciones. Y ahora mismo la per cepción –alimentada por el gobier noesquedeesteladodeleurotúnel impera el orden, y del otro lado el caos. Que hordas de inmigrantes africanos y asiáticos quieren venir a Gran Bretaña porque es un país ma ravillosodondehaytrabajoysevive bien (en realidad Alemania y Es candinavia son los destinos preferi dos). Y que la manera de impedirlo es fortificarse, construir un muro, como en Israel, Melilla o la frontera
PETER NICHOLLS / REUTERS
Ingleses partidarios de amurallar su país manifestándose ayer en Folkestone, frente a otros que exigían el fin de las muertes en el Canal
“Sería bueno que los políticos pasaran por aquí un par de días” >> VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR
las mujeres y los niños, cuenta la maestra Jenny Flahaut: “La gente en Calais no los ve de buena ma nera porque no los conocen, pero yo sé que son buenas personas y sería bueno que los políticos pa saran aquí un par de días”. “No tenemos nada en su con tra, pero no tenemos medios. Es un problema de toda Europa”, protesta Thomas, que trabaja en
una fábrica cercana al campa mento. Sin embargo, además de las di ferentes oenegés que proporcio nan comida y servicios médicos e higiénicos, muchos particulares les ayudan como pueden. Una ve cina encantadora viene cada día para prestarles durante unas ho ras un generador eléctrico para que puedan cargar sus teléfonos móviles. Otra llevó en coche a un sudanés que se había caído de un
tren y apenas podía caminar. Durante el día conviven en “la jungla”, pero al caer la noche an dan una hora para llegar a la en trada del eurotúnel. Algunos lo intentan diariamente, otros espe ran un tiempo antes de volver. Alex, un ingeniero civil etíope de 22 años, realizó anteanoche su vi gésimocuarta tentativa. “Hoy no hay suerte. Los fines de semana pasan menos trenes, hay mucha policía y han encendido todas
esas luces, que antes no estaban”. El procedimiento es siempre el mismo. Hay unos cuatro puntos clave donde se esconden en la os curidad, esperando a que el tren lanzadera que lleva los camiones de mercancías hacia el Eurotúnel ralentice la marcha. Entonces co rren para saltar las vallas y pilllar por sorpresa a la policía. Otro método es desbordar a los agentes con una avalancha orga nizada que impide que puedan contenerlos a todos, para que al gunos consigan abrir las puertas de los camiones o subirse a lo al to. “Yo he entrado dos veces en un camión, pero en un control me descubrieron”, dice el etíope, que llegó a Sicilia hace tres meses
tras pasar un día y siete horas en una patera. Fue rescatado por una patrulla alemana que les hizo esperar en el mar porque primero tenían que atender a otro de los cuatro botes que navegaron esa madrugada. Tenía un agujero y se estaba hundiendo. “Aunque el Gobierno británico pague 30 millones de dólares pa ra hacer vallas más altas, aunque pongan una fila de escorpiones, nosotros vamos a pasar. Que pa ren la guerra en África en lugar de vender bombas a los gober nantes. No somos inmigrantes, somos personas y tenemos dere cho a vivir”, añade Alfa, que no quiere revelar su nacionalidad, después de relatar su trayecto.c