Caracas viernes 16 de enero de 2009
El personaje de
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Asegura que con 17 años fue uno de los que vio a Gardel cuando se presentó en la estación Caño Amarillo en 1935
Es devoto de la orden Rosa Cruz del siglo XV pero dice que no es masón
EL FOTÓGRAFO QUE ERA BOXEADOR
“Yo pegaba durísimo” PEDRO DUIM cuidó enfermos mentales
en el Hospital Psiquiátrico de Caracas y trabajó como obrero en una empresa petrolera hasta que decidió que lo suyo era la fotografía y otras artes ANTONIO DÍAZ ESPEJO
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FOTOS MIGUEL ACURERO
s fotógrafo de profesión pero también sigue siendo pintor y ceramista. En sus tiempos de atleta fue ciclista del club Venezuela; también boxeador peso welter (147 libras) y en otras, levantador de pesas. Un diploma fechado el 31 de marzo de 1951 le reconoció el mérito de haber levantado en aquel entonces, 440 libras. Pedro Duim tiene 90 años y aún se mantiene en forma. Luego de trabajar como portero, ingresó al Manicomio en 1941, pero para cuidar a los enfermos mentales. En ese entonces el director era el psiquiatra Raúl Ramos Calles. A su edad, asegura que no le gustan los bastones. “No quiero llegar a viejo. Yo con viejo no me reúno”, dice. Vive en Lídice, pero no el poblado de la extinta Checoslovaquia que fuera bombardeado por los nazis durante la segunda guerra mundial. No. Se trata del populoso sector de la parroquia La Pastora, en Caracas inaugurado en 1943 como “urbanización obrera municipal”. Allí vive desde 1957.
E
LA FOTO DE LA FAMA
Al señor Duim siempre le gustó “fotografiar todo lo que se movía”. Siempre “iba por mi cuenta. No era que me mandaban”, confiesa. También recuerda que cada vez
que “había una fiestecita lo invitaban para que hiciera las fotos”. Desde 1947 a 1954 trabajó como obrero en el laboratorio fotográfico de la concesionaria petrolera Creole Petroleum Corporation, para entonces ubicada por los lados de la plaza Morelos. Allí confirmaría su pasión por las fotos. Una AGFA que le costó cinco bolívares fue su primera cámara. El rollo le costó dos con cincuenta (de los de antes). Su primera imagen: el Bolívar ecuestre de la plaza Bolívar. Desde entonces, “me emocioné y seguí tomando fotos”, comenta con satisfacción. Sin embargo, menciona la ingratitud del oficio. “Cuando uno toma una foto buena, te dicen: ¡ay, qué cámara tan buena! Pero cuando sale mala, dicen: ¡ay, qué fotógrafo tan malo! Ahora, si de estilo se trata, Duim tiene el suyo propio. “Soy fotógrafo popular”, recuerda. La foto de la fama, la que lo dio a conocer y por la que se ganó 200 bolívares en 1952, fue una puesta en escena. ¿La gráfica? Un mendigo borracho. La imagen muestra un cuarto roído por una oscura soledad. Casi sin ropa,
frente a un cuadro del corazón de Jesús, un indigente duerme la noche del 24 de diciembre. Se encuentra acostado boca arriba, casi yace, sobre un resorte metálico de una cama sin colchón, montada sobre cuatro bloques. El señor Pedro se autorretrató en ese montaje fotográfico que tituló “la navidad del mendigo”. Para lograrlo, dado los recursos tecnológicos de la época, conectó un cable disparador a una cámara dispuesta para congelar el momento. Sólo dos tomas fueron necesarias.
ÍNTIMO
Un lente de peso
Gracias a sus condiciones físicas, el señor Pedro camina erguido. Siempre ágil. Y sus pasos denotan parte de su época de púgil. En su haber boxístico cuenta con 17 peleas profesionales, de las cuales, reconoce 11 derrotas. Entre éstas, una con Ernesto “el gato García”, por knocout técnico en el octavo round. Para que no queden dudas y con la firmeza del humor, se cuadra con sus guantines McGregor ¿Quieres probar? y advierte: “Yo pegaba durísimo”. LA TINAJA DE LA VIDA
UN WELTER QUE ES PINTOR
Es miércoles y viste pantalón azul a rayas de uno de sus fluxes, zapatos tenis para seguir caminando. Entre los 11 frescos que decoran las paredes verde manzana de su casa, dos cuadros fechados en 1967 sobresalen: una réplica de la última cena de Da Vinci y otro que lleva por nombre “mundos gemelos”. Ambos, son obras del Duim pintor en su afición por el arte del pincel, otro de sus talentos.
Al mejor estilo de las viejas casas de antaño de siglo veinte, el señor Pedro tiene su tradicional filtro de agua. Un tinajero que él mismo hizo con una piedra de Santa Cruz de Aragua, carbón animal y cemento blanco. “Yo no tomo agua de chorro. Tomo agua filtrada”, destaca. Y si de estrategias para mantenerse en forma se trata, Duim tiene su propia receta. “Respiración y mente”, dice. “Soy Rosa Cruz y yoga. Respiro
Pedro Pablo Manuel de La Cruz Duim Pacheco Alvarado es el menor de 13 hermanos. “Soy el único que queda, los demás salieron malos”, dice. Nació en Río Claro, estado Lara el 29 de abril de 1918. Es jubilado del Seguro Social por el extinto Ministerio de Energía y Minas. Su obra fotográfica de más de 500 fotos (entre negativos y originales) fue adquirida por Pdvsa y luego donada al Museo Jacobo Borges. Las imágenes las hizo con una cámara Minolta rolyflex speed graph de la época. En 2004 se editó el libro “Hechos y fábulas de Pedro Duim”. El paso de una Caracas rural a la modernidad es parte del legado de este lente aficionado en el periodo 1947-1960.
mucho. La mente es lo que lo guía a usted a ser una persona honorable y justa. Y la respiración para las enfermedades”, completa. “Don Pedro”, como le dicen algunos vecinos del sector, muestra cómo respirar. Con un dedo, se tapa el orificio nasal izquierdo. Se inspira. Cierra los ojos y exhala el dióxido de carbono por la otra fosa. Diez veces al menos, todas las mañanas, recomienda quien comenzó a pelear a los 20 años. Pero eso no es todo. También bebe y “come de todo”, pero sólo dos veces al día, más una meriendita en las madrugadas. “No perezco de nada”, afirma, mientras confiesa que diariamente se toma una copita de sangría “pasodoble light” o un vinito sansón. Hoy, la cotidianidad de este fotógrafo aficionado transita entre salir a caminar, escuchar alguna emisora AM en su tocadiscos marca horse electrophonic-cartucho incluido- y jugar dominó de vez en cuando con una vecina. “Doy vueltas por todo Lídice. A veces, voy y vengo al centro caminando”.
EL MUNDOY SUS VUELTAS
El misterio de la maleta desvalijada ue las maletas se pierdan o se esfumen en los aeropuertos, es un axioma reconocido hasta el cansancio, al suceder millares de veces en los terminales aéreos del planeta. Los viajeros narran historias de llorar, y uno no podía ser la excepción, al habernos sucedido el percance en tres ocasiones en los últimos tiempos. El más memorable, un viaje Madrid-Londres. La valija jamás llegó y nunca se supo de ella. Se fue al éter, al espacio interestelar, al paraíso de los equipajes adormecidos y me sentí despojado a orillas del Támesis. A lo largo de mi existencia he sido indigente en ocasiones, y en esos días lo fui con creces.
Q
El suceso es anécdota ya. Son gajes de la profesión. Ser periodista lleva parejo estar de Medina a la Meca como peregrino musulmán. La última pérdida ha sido un mazazo. Una de las maletas no quiso, no pudo o no le dio la gana de detenerse en Maiquetía, o sí lo hizo y un alma en pena la desvalijó en toda regla. Y es que los cacos de gollete blanco, unos resabiados de la pillería electrónica, se las traen. Son cráneos malévolos a la hora de planificar la ratería. Lo narraré como lo hice a la línea aérea que, igual al pasajero, padece lo suyo, pues al final son paganinis de los desfalcos a los bultos a ellos confiados. Salí en Iberia de Valencia, España, el domingo 11
de enero hacia Madrid, en conexión a Caracas con Air Europa. Una de las maletas no llegó. Tras bajar y subir al aeropuerto de Maiquetía en dos ocasiones, a la tercera la tuve en mis manos. La sorpresa sucedió al llegar a casa y, al abrirla, contemplar la falta de varios objetos de relativo valor: un reloj Ebel envuelto en un recuerdo sentimental y una latop marca Acer Aspire 2930, cuyo peso es casi el de una pluma. Los forajidos dejaron la batería Ión Litio. No la vieron. No todo fue ganancia. ¿Ocurrió el revés en Barajas o en Maiquetía? Aquí estuvo horas en el depósito. Abrir una maleta plastificada, es fácil. Es suficiente una hojilla y el recubrimiento sale completo. Lo demás es pecata minuta. En esta rapacería ha maniobrado una mafia, co-
RAFAEL DEL NARANCO
menzando en la persona delegada de revisar con rayos X las valijas, la cual indica a su compinche las cosas de valor; éste las lleva a una oficina y realiza la “operación limpieza”, y por último, la “desinteresada” colaboración de un jefe paniagua haciendo vista gorda y recibiendo a cuenta parte de lo sustraído. Aún así, debo agradecer a la maleta el haberme procurado el tema banal de la crónica de hoy.