El Yasuní en la encrucijada por el petróleo Sustentator POR JOSEFINA FERNANDEZ - 30 AGOSTO, 2011
En diciembre se cumple el plazo que definirá el destino del Parque Nacional Yasuní en la Amazonía ecuatoriana, una de las reservas naturales más importantes del planeta. Se pone en juego además la corresponsabilidad ambiental internacional y el debate sobre la sustentabilidad de las prácticas extractivas de petróleo. En el mes de septiembre próximo, el presidente de Ecuador Rafael Correa buscará apoyo en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York para una iniciativa que parece no tener precedentes en la historia: conseguir que los países ricos del mundo paguen para evitar la explotación de recursos petrolíferos equivalentes a 846 millones de barriles descubiertos bajo tierra en el Parque Nacional Yasuní en la Amazonía ecuatoriana. Ecuador presentó en 2007 este proyecto a partir de la cual se compromete a no extraer el petróleo existente en el Parque Yasuní a cambio de que los países desarrollados paguen una compensación de 3.600 millones de dólares, que se estima sería la mitad de las ganancias que se obtendrían por la explotación comercial de esas reservas. La propuesta fue impulsada originalmente por el ex ministro de energía ecuatoriano, Alberto Acuña, sustentada en la idea de que la conservación de esta gran reserva natural significa un beneficio y responsabilidad a nivel planetario. De esta manera se presenta por primera vez un Plan de Acción sobre la base de lo que ya muchos vienen discutiendo: que el impacto sobre una zona específica de la Tierra tiene consecuencias globales que exceden ese territorio. Significa además un paso adelante en la discusión acerca de la soberanía de los países sobre los recursos naturales y sobre la valoración económica de los servicios ambientales. El Plan A El objetivo de Ecuador es recaudar en 12 años la suma de de 3.500 millones de dólares, en compensación por evitar la explotación del petróleo, que estiman tendría un rédito para el país de 7.000 millones de
dólares. Para ello el plan establece un fondo fiduciario que acepta donaciones de gobiernos, entidades públicas y privadas, organizaciones inter-gubernamentales y no-gubernamentales, e individuos. La administración del mismo estaría a cargo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y sería monitoreado por un Comité de Dirección compuesto por el gobierno, representantes provenientes de los contribuyentes y la sociedad civil ecuatoriana. El proyecto fue diseñado como parte del Plan A del gobierno respecto del Yasuní que tiene que ver con abandonar la lógica extractiva y cambiar la matriz energética del país – que depende del petróleo para cerca de la mitad de sus ingresos de exportación- a través de inversión en el desarrollo de energías renovables y ambientalmente sustentables. Para que esta propuesta se materialice, el presidente Correa estableció que se debe alcanzar la suma de 100 millones de dólares antes de diciembre, aunque hasta ahora lo recaudado apenas se acerca a esa cifra. Entre los países colaboradores al momento se encuentran Chile, con una oferta de 100.000 dólares y España con 1,4millones. Alemania, por su parte ofreció inicialmente unos 50 millones, aunque luego retrocedió en su iniciativa. Si no se logra este objetivo para fines del 2011, se daría lugar al plan B, a pesar de las múltiples posturas en contra. Éste consiste en la extracción de petróleo en los campos Tiputini y Tambococha, que se encuentran fuera del Parque Nacional, sin llegar al campo Ishpingo, una zona denominada territorio intangible por ser paso obligado de los pueblos en aislamiento voluntario. Existen grupos ambientalistas que, priorizando el objetivo de la conservación, critican el manejo político y los plazos definidos por el gobierno. Afirman que la protección del Yasuní debería darse aún cuando no se consigan los aportes internacionales. También critican la credibilidad de un mandatario que hace depender una decisión de tal magnitud en la obtención de aportes monetarios ¿Por qué evitar la explotación? Optando por el plan A y manteniendo el petróleo bajo tierra, se estaría evitando la emisión de 407 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, resultado de los trabajos para su extracción y la quema de los mismos. Además, los expertos consideran que el daño por la explotación será irreparable, ya que los campos de Tiputini y Tambococha están en la zona de amortiguamiento y son esenciales para la conservación del parque. El parque es considerado una de las reservas naturales mas importantes del planeta. Estudios científicos demostraron que una sola hectárea en él posee mayor diversidad de especies de árboles que todo Norte América. Lo habita la mayor cantidad a nivel mundial de diferentes especies de anfibios, reptiles y murciélagos. Sobre todo, tiene un rol crucial como parte de los pulmones planetarios, inhalando enormes cantidades de gases de efecto invernadero y manteniendolos fuera de la atmósfera. La opción por la conservación significa además cambiar el modo de pensamiento reinante, al privilegiar las necesidades a largo plazo de nuestras especies por sobre las ganancias económicas en el corto. Alberto Acosta, el ex ministro que diseñó el plan, ha definido –en declaraciones mediáticas- este momento como un punto de ruptura que cuestiona la lógica del desarrollo extractivista que ha llevado a una destrucción de las especies. Tal como explica Johann Hari en el diario británico The Independent, es un intento de revertir una de las más grandes difunciones en el sistema económico mundial en el que el mercado considera que la diversidad de especies, el clima y los bosques son externalidades, es decir, factores que no son afectados
por los mecanismos de precios y ganancias y por lo tanto, irrelevantes y prescindibles. Un sistema que, dice Hari citando a Oscar Wilde, “conoce el precio de todo y el valor de nada”. ¿Esperando el milagro? Muchas controversias rodean esta iniciativa. Están quienes cuestionan si es genuina la intención del presidente de proteger el ambiente así como quiénes se preguntan por el destino que tendrán los fondos ya recaudados si no llega a implementarse el plan. Sin embargo, es difícil negar la importancia de esta propuesta pionera, inédita en la historia de un país en desarrollo y dependiente del petróleo, que propone un modelo efectivo, cuantificable y verificable de disminución de carbono. Habrá que esperar para saber si llega el apoyo necesario. Más información: http://yasuni-itt.gob.ec/ http://mdtf.undp.org/yasuni/es