El testamento de Leonardo La señorita Julia

La obra de Pepe Cibrián Campoy y Angel. Mahler continuará en ... ce, Duilio Marzio, Ricardo Bauleo, Max Ber- liner, María ... un lacayo llamado Juan. Esa.
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ESPECTACULOS

Miércoles 7 de marzo de 2012

I

TEATRO

BAMBALINAS

((((( BUENA

!!

POR PABLO GORLERO

EXCALIBUR

Cambios en un elenco Aquellos que quieran ver al elenco protagónico original de Excalibur tendrán tiempo de hacerlo hasta el próximo domingo. La obra de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler continuará en cartel hasta fines de abril, pero se renovará casi todo su elenco principal, con la excepción de Juan Rodó, quien interpreta al mago Merlín. El motivo fue que once intérpretes no aceptaron las condiciones para ir de gira con el espectáculo, entonces no se les renovó el contrato. Desde la semana pasada, el director está ensayando con los nuevos protagonistas para que puedan asumir sus papeles desde el miércoles 14. Aquellos que no seguirán en sus roles son Emilio Yapor (Arturo), Candela Cibrián (Morgana), Luna Pérez Lening (Guenevier), Diana Amarilla (Laria) y Leonel Fransezze (Rey Argar), entre otros. MINOTAURO

Otra forma de producir Una modalidad muy peculiar y efectiva fue la empleada por los hacedores de la obra Laberintos, el monstruo está suelto, que trata el mito del Minotauro con una mirada diferente. “Para enfrentar la producción de la obra encontramos una manera innovadora y que puede servir de mucha ayuda a quienes quieren hacer producciones y no cuentan con el dinero para llevarlas a cabo”, cuenta Martín Sciaccaluga, productor y compositor de la propuesta. “Lo hicimos a través de la página web [www.idea.me/ proyecto/99/labyrinths], una plataforma de financiamiento colectivo en la que subís tu proyecto y le pedís a la comunidad mundial que aporte capital para hacer exitosa tu idea. Por supuesto que los que ponen dinero tienen recompensas porque hay escalones de inversión. Nuestro proyecto lleva un poco más de una semana publicado y ya estamos por el 50 por ciento aproximadamente del dinero recaudado.” Aunque todavía no estrenó, el elenco de Laberintos ya fue invitado a participar del Festival de Mérida, en España. El estreno oficial será el 4 de agosto, en El Cubo. La obra de Ariel Pytrell estará interpretada por Luciano Percara, como Teseo; Daniel Elizaincin, como el Minotauro; Victoria Montes, como Ariadna; Sol Bordigoni, como Fedra; Giovanna Di Vincenzo, como Filometer, y Pedro Di Salvia, Minos. “Estamos trabajando un teatro de imagen, diferente a las propuestas actuales, donde la música y la multimedia juegan un papel más dentro de la obra”, explica Sciaccaluga. PIAZZA

Rosas tatuadas Roberto Piazza no sólo dedica mucho tiempo a los ensayos de Sexo, su nuevo music hall, sino que, además, decidió ponerle el cuerpo, literalmente, a su proyecto. Hace unos días, se tatuó rosas sin espinas que

Ahora Excalibur tendrá un elenco distinto del original

Rubén Rodríguez Poncetta, de nuevo en su país UNIPERSONAL

El testamento de Leonardo

Los chicos de Laberintos recorren desde sus hombros hasta las manos, cubriendo todas sus extremidades superiores. En su nueva propuesta, a través del blues, Piazza habla de encuentros y desencuentros; de amor y odio; de pasión y sexo, con un elenco muy variopinto y una banda en vivo. Planea estrenarlo a fines de abril en Molière.

De regreso al país, Rubén Rodríguez Poncetta creó una propuesta basada en Da Vinci AUTOR, INTERPRETE Y DIRECTOR: RUBEN RODRIGUEZ PONCETTA L DISEÑO DE ILUMINACION: ALBERTO LEMME L DISEÑO DE VESTUARIO: MERCEDES COLOMBO L DISEÑO DE ESCENOGRAFIA: DANIEL FEIJOO L DIRECCION MUSICAL: KAVERNE L SALA: TEATRO CERVANTES L DURACION: 80 MINUTOS

POSTUMOS

L

Otra de Muscari Luego de su éxito con Escoria, obra que protagonizaban actores que fueron famosos; José María Muscari ahora ya casi tiene completo el elenco de Póstumos. Esta vez, el director juntó a grandes glorias del teatro o la televisión como Beatriz Bonnet, Nelly Prince, Duilio Marzio, Ricardo Bauleo, Max Berliner, María Concepción César y Tito Mendoza para esta propuesta que se estrenará en septiembre, en el Regio. El vestuario será de Renata Schussheim, la escenografía de Jorge Ferrari y la música de Hilda Lizarazu.

Duilio Marzio

Roberto Piazza tatuado EDUARDO COSTANTINI

TEATRO s ESTRENO

((((( BUENA

TEATRO

Musical sobre la dictadura En el Espacio Cultural Urbano (Acevedo 460) se acaba de estrenar Dictadura, el musical, una arriesgada propuesta del autor y director Cristian Pantanali. Su creador, junto con Diego Nygaard, autor de la música original y de las orquestaciones, tomaron este delicado tema a través de una historia dramática, narrada según los códigos del género musical. A través de las vivencias de Julia, en su reciente mayoría de edad, se podrán ver sobre la mesa las dos caras de una misma moneda. En un centro clandestino, la protagonista es víctima de degradantes episodios. Entretanto, la búsqueda de sus padres, sus compañeras en esa reclusión forzada y sus despiadados cancerberos. El elenco de 22 artistas está encabezado por Camila Flamenco, Marcelo Curvale, Pilar García Mur, Javier Valdez, Laurentino Blanco, Bruno Quirico, Brenda Paz, Lys Maciel y Alejandro Bruno.

Un pasado de terror

PARA AGENDAR Dictadura, el musical: dirigida por Cristian Pantanali. Teatro: Espacio Urbano, Acevedo 460. Sábados, a las 21. Entrada: $ 50.

Paula Colombo, Gustavo Pardi y Josefina Vitón, un elenco heterogéneo para Strindberg DRAMA

La señorita Julia Con puesta de Marcelo Velázquez, un clásico de August Strindberg TEXTO: AUGUST STRINDBERG L VERSION: ENRIQUE PAPATINO L INTERPRETES: JOSEFINA VITON, GUSTAVO PARDI Y PAULA COLOMBO L ESCENOGRAFIA Y VESTUARIO: NICOLAS NANNI L ILUMINACION: ALEJANDRO LE ROUX L MUSICA ORIGINAL: PEDRO ROSSI L DIRECCION: MARCELO VELAZQUEZ L SALA: EL EXTRANJERO.

L

La importancia de La señorita Julia queda expuesta por el hecho de que, desde 1888 hasta la fecha fue representada ininterrumpidamente en todos los escenarios del mundo. Tiene mucho que ver la temática que desarrolla Strindberg en esta obra, en la que señala como en ninguna otra sus propias obsesiones: la diferencia de clases sociales, lo educacional y lo generacional, los conflictos entre el hombre y la mujer. De esta manera, la pieza pasa a transformarse en un análisis de los sueños y deseos de los personajes y al mismo tiempo de un innata capacidad de destrucción. En la noche de San Juan de 1874 en el estado de Count, en Suecia, la joven noble Julia, que intenta escapar de una existencia llena de costumbres sociales, decide ir a bailar a la fiesta de los sirvientes, donde seduce a un lacayo llamado Juan. Esa noche Juan y Julia consuman su amor, algo que resulta dramático

para ella, que ve mancillada su posición social, al haberse relacionado con un criado. La lucha de clases y el poder están muy presentes en la obra. Julia ejerce poder sobre Juan por su condición social; sin embargo, Juan tiene el poder sobre ella, porque es un hombre y, por lo tanto, libre de decidir su destino. El conde, padre de la señorita Julia, ejerce el poder sobre ambos personajes por ser noble y, al mismo tiempo, por ser el amo de él y el padre de ella. La importancia de la obra también se extiende a la protagonista, la señorita Julia, por su grado de dificultad interpretativa. Rayana en la locura, su condición la hace oscilar entre el capricho y la necesidad de amor, entre la soberbia y sus carencias afectivas. Personaje muy complejo que exige ductilidad y experiencia en el manejo de los sentimientos y emociones. Aunque Josefina Vitón realiza un gran esfuerzo para sostener

un texto difícil, sólo logra transmitir una interpretación lineal y externa, carente de emociones y de matices. Paula Colombo, por su parte, maneja con sobriedad los perfiles de la criada, aunque podría haber logrado más con un mayor compromiso interior. Sin embargo, estos reparos resienten la actuación, mas no la obra. Por el contrario, Gustavo Pardi realiza una interesante composición que permite mostrar con acierto esa ambivalencia que lo lleva de la soberbia a la sumisión. Una convincente transición entre las dos facetas del personaje de Juan. La puesta de Marcelo Velázquez se ajusta con precisión a las exigencias de la versión que realizó Enrique Papatino, donde toda la escenografía está al servicio del texto y se percibe que Velázquez logra el tiempo apropiado para alcanzar una efectiva dinámica.

Susana Freire

El mundo del artista Leonardo Da Vinci sigue promoviendo interés entre los teatristas de Buenos Aires y en experiencias de lo más disímiles. A La cena de Leonardo Da Vinci, con guión de Edith Margulis, le siguió Spaghetti, pieza de Mariano Cossa y Gabriel Pasquini. En ambas se hacía hincapié en el costado culinario del prohombre italiano. Esa cuestión vuelve a retomarse ahora en El testamento de Leonardo, que, en el Teatro Nacional Cervantes, está presentando el músico, escritor y actor Rubén Rodríguez Poncetta. La excusa para concebir esta dramaturgia es por demás interesante. Según parece, entre los múltiples escritos que se conservan de Da Vinci no aparece su testamento, que algunos aseguran fue redactado y firmado oportunamente. Esta ausencia le permite al autor fantasear con una historia inesperada y con tramos escalofriantes. Da Vinci afirma en escena que toda la obra que se le adjudica no fue creada por él y, mientras prepara unos espaguetis al tuco, va narrando aspectos de su vida. Y como su mayor pasión está en la cocina es en ese ámbito donde develará una serie de patrañas

que fue concretando para poder apoderarse de unos honores que fueron, en definitiva, los que le dieron trascendencia. El texto es rico por su inventiva y, sobre todo, porque va construyendo intrigas que promueven una continua y sostenida sorpresa. Por acumulación, los momentos que describe van tornándose cada vez más intensos, y el espectador no podrá más que descubrirse escuchando un anecdotario maldito, siniestro, que se transforma en una gran ironía que finalmente termina divirtiendo. Desde lo actoral, Rubén Rodríguez Poncetta narra con solvencia esos múltiples retazos de la vida de Leonardo, que su imaginación le ha disparado con fuerza. Se apoya mucho en el texto y esto, por momentos, lo lleva a dejar de lado cierta tensión que puede construir con mayor severidad si se pusiera más en la piel de su personaje. Aun así, la experiencia es atractiva, sobre todo, por lo sorprendente de ese mundo que construye y que en nada se aproxima a la imagen que se tiene del gran Leonardo Da Vinci.

Carlos Pacheco

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