2
|
SÁBADO
| Sábado 28 de diciembre de 2013
Verano 2014
El ritual del encuentro: en Punta del Este, más vida social y menos playa Se agendan citas, se cierran negocios, se sale todas las noches y se pisa poco la arena; claves de unas vacaciones únicas Viene de tapa
“Se mira el lado frívolo, pero el ocio, por lo distendido, es el momento ideal para compartir. Con hijos, amigos, y con gente interesante y ocupada, que no suele estar disponible el resto del año. Aquí hubo siempre un culto a la amistad porque Punta del Este fue siempre extremadamente social, igual que los veranos europeos. Pero ojo que el ocio también puede ser muy productivo”, apunta Wally Diamante, el PR que conoce como nadie el pulso esteño. “La gente se vincula y cierra durante el verano muchos negocios. Un almuerzo estratégico puede durar cuatro horas y ser relajado. Se concreta tal vez lo que se no se pudo cerrar en Puerto Madero. Eso no sale en una foto.” Wally concede que “más de la gente que uno cree jamás pisa la playa” y que no son pocos los que buscan integrarse en determinado círculo. Las presentaciones están a la orden del día. “Hay mucho summer friendship con gente con la que uno sólo se junta en el verano. Y se multiplican las reuniones en piletas y almuerzos en las casas y restaurantes. Porque la clave del ocio es compartir.” Habitué desde su infancia de estas playas, desde hace seis temporadas que Astrid Perkins guía los destinos de marcas extranjeras en el Este, desde el paolista Hotel Fasano, a la galería francesa Xippas o el emprendimiento inmobiliario inglés Villalagos. Cuenta Perkins: “El intercambio social es el leitmotiv en el Este, está
“Hay mucho summer friendship con gente con la que uno sólo se junta en el verano” “El intercambio social es el leitmotiv en Punta del Este, está institucionalizado” institucionalizado, es de alto perfil y quien viene aquí eso lo sabe”. Para Perkins, históricamente ha sido así. “Primero fue en clubes, de tenis, náuticos, de golf, en las casas de las familias más tradicionales, en algunos míticos restaurantes y casinos. Luego empezaron a institucionalizarse algunas fiestas clásicas, donde el rey era el anfitrión. Se consolidó así un tipo de intercambio donde había anfitriones y, en otro lado del ring, invitados. Con todo el poder social que implica ser uno o lo otro. Los grandes anfitriones en el Este eran los reyes del verano. En décadas pasadas fueron tipos como Carlos Páez Vilaró, Rodrigo D’Aremberg y Franco Macri… Lentamente, y luego mucho más rápido, las marcas de lujo y de consumo masivo se fueron apropiando de ese cetro de anfitriones”, dice. Esto empujó a la vida social hacia un lugar más masivo, y a la propuesta social,aunespacioagotador.Luego, la gravitación social se fue desplazando de nuevo hacia ámbitos privados, donde poder encontrarse, sin flashes, para divertirse, lucirse, empezar un romance o sentar las bases de futuros buenos negocios. Hoy esos espacios los recuperan sobre todo los nuevos habitantes de Punta, la comunidad internacional. Personajes que llegan de Europa y Estados Unidos, muchos con intensa vida social en sus países de origen y que buscan replicar sus dotes de anfitriones en el verano. Así empiezan a intercalarse socialmente el argentino, con una cierta elite europea, una elite uruguaya y los brasileños. Nacen nuevos y diversos anfitriones, pero, sobre todo, se multiplica la diversidad de invitados. Y con esto hay nuevas propuestas, encuentros vinculados con el arte o pool parties (fiestas de moda que empiezan al atardecer y terminan al amanecer), paseos por pueblos cercanos en autos clásicos (para coleccionistas), o encuentros gourmet en casas privadas y con chefs famosos.
Cada propuesta busca superar a la otra y genera un ambiente particular y único. Empiezan a aparecer otros símbolos de estatus social que tienen que ver con “a dónde fuiste” “si fuiste invitado”, “quién te invitó” o “qué clase de anfitrión fuiste”. La socialité uruguaya Alicia Fernández, ex novia de Cristiano Rattazzi, conoce como nadie la efervescencia social esteña. “Vas a las grandes fiestas –aunque prefiero las comidas en lo de mis amigos– porque te encontrás con gente y te divertís, comés bárbaro, la organización es perfecta, el lugar y la música siempre son fantásticos y lo atractivo es que encima vas con tus hijos. A todos les gusta ser invitados y elegir si ir o no. El que diga que no, miente.” Fernández cuenta algo que se reedita todos los años en estas playas: “¿Sabés las veces que escucho: «Este año voy a descansar, leer y a levantarme bien temprano»? Tienen esa ilusión, pero después los ves en el circuito. Simplemente, no podés. Vas adonde van tus amigos”. Cuánto exhibirse y exponerse es otra cuestión bastante estudiada en estas playas. “La gente acá siempre se divierte igual, independientemente de cuál sea la coyuntura. Lo que sí, tal vez se cuide de no mostrarse tanto”, retoma Wally Diamante. El cepo cambiario, la constricción o deserción de algunas marcas con su profusión de eventos y fiestas multitudinarias imponen por estas horas alternativas de diversión. Pocos pueden pagar las cifras astronómicas que cuesta una mesa en Tequila, y para sortear la escasez y los ámbitos restrictivos, surgen otras iniciativas más abiertas. La premisa es que en el Este nadie se queda afuera. Así, se suman a las pool parties otro tipo de fiestas espontáneas en la playa de Montoya al atardecer y a la noche. El filtro lo impone el tener que registrarse primero en Facebook para poder luego obtener el precinto. La música es del DJ Negrix Bonaventura, con la participación, mañana, de artistas invitados como Maxi Trusso. “Siguiendo la tendencia europea, hoy los espacios de diversión, sobre todo las fiestas, se comparten con gente de diferentes edades. Está todo muy mezclado y es muy anticuado la sectorización. El espíritu es el del interés común: gente que quiere bailar y divertirse”, cuenta Bonaventura. A mano para agendar, por si no hay ni asado o comida de amigos (https://www.facebook.com/events/341697032638960/), ya que para los sub 25, siempre hay programa.ß
Una experiencia foodie en Manantiales ^b^b^ La gastronomía será protagonista desde el inicio de esta temporada en Punta del Este. Los foodies que mañana anden por Manantiales podrán disfrutar de una experiencia gourmet única: la Taste Food Experience, organizada por Citi. ¿En qué consistirá? Un circuito gastronómico de los que serán parte los restaurantes Fish Market, No Me Olvides, Primera Dama, El Almacén, Mitto, O’Farrell, Cactus y Pescados y Sipan, que serán intervenidos por los chefs Inés Berton, Juliana López May, Máximo López May, Yago Márquez, Pablo Massey, Hubert O’Farrell, Hernán Taiana, Rodrigo Toso y Fernando Trocca. Habrá menús especiales, tragos de bienvenida y DJ en vivo. Y para clientes Citi, un 40% de descuento. Una recomendación: reservar su lugar en el restaurante.
Las pool parties al atardecer, como las que se organizan en Laguna Escondida, serán una constante este verano
La tradicional fiesta de Lacoste, en La Huella, abrió anoche la sucesión de grandes eventos
La intensa socialización que comienza en un vuelo entre Nueva York y Ezeiza opinión Juana Libedinsky PARA LA NACioN
E
JoSé igNACio
l mejor cóctel inaugural de la temporada dura más de diez horas y no es sobre suelo uruguayo (directamente, no es sobre el suelo, habría que aclarar). Es un poco cansador y con cero glamour, pero, si uno vive afuera, es la forma más casual y práctica de encontrarse, de un solo golpe, con una buena parte de los amigos que uno siempre ve en Punta del Este, intercambiar teléfonos, ponerse al día, e ir armando el calendario de comidas, fiestas y programas para los chicos, exactamente lo que uno busca en alguna salida para ir estrenando el verano.
Es el vuelo nocturno AA 953 de American Airlines, que sale del aeropuerto Kennedy rumbo a Ezeiza el último viernes antes de Navidad. Allí, entre bebes que lloran y el “chicken or pasta”, los argentinos que viven en la gran Manzana, o extranjeros casados con o amigos de argentinos de la gran Manzana, se pasan las horas de gran charla en la zona aledaña a los baños. Buenos Aires es el paso obligado para esta parte del pasaje y el siguiente reencuentro ya es propiamente dicho en el Este. Posiblemente los argentinos que viven en el exterior y que pasaron su niñez en Punta del Este sean el público cautivo más férreo que tiene la zona. Están más alejados de los vaivenes económicos y estructurales de Buenos Aires y a la vez tienen una conexión emotiva con
esta costa, que se incrementa con la distancia. En mi caso personal encuentro curioso que, sobre todo en los años en los que hay menos turismo de la Argentina al Uruguay, me veo en Punta del Este, sobre todo, con los amigos de Nueva York, con los que estoy el resto del año. A éstos se suman amigas de la escuela que están en Estocolmo, las que se casaron con un suizo y están en ginebra o las que todavía no se casaron con el príncipe Harry, pero insisten con Londres. Y, naturalmente, mis íntimas amigas de Uruguay. Lo que se comparte son, sobre todo, pizzas caseras y asados en chacras marítimas, o tragos y medialunas a la puesta del sol en las distintas casas. Suelen ser encuentros que mezclan generaciones, porque para los que vivimos afuera, el Este mu-
chas veces es parte de la cita familiar anual. La fiesta de Lacoste es de las pocas que sigue manteniendo esta onda de reencuentro de vieja escuela, y en Mutate, a la mañana temprano, nos reencontramos para tomar cafés dobles todos los que llevamos a la plaza aledaña a nuestros niños que no entendieron que no hay que seguir levantándose a las seis. Si bien las playas aquí son fantásticas, son tremendamente parecidas a las del “Punta del Este de Manhattan”, los Hamptons, así que no tienen ese agregado de novedad para quienes viven en Nueva York. En cambio, la vida social divertida, muy, muy intensa, pero a la vez bien relajada, en ningún otro lado se consigue y es uno de los grandes atractivos del Este que nos hace volar tantas horas cada año para llegar acá.ß
Una temporada de ocio compartido y que el descanso quede para después el escenario Javier Navia LA NACioN
D
esde hace días, los mensajes de amigos que llegan al celular son casi todos, más o menos, así: “¿Ya estás en Punta? ¿Cuándo venís?”, “¿Llegaste? ¿Ya sabés dónde pasás el 31?”, “¿Che, vas a venir, sabés de alguna buena fiesta?”, “Avisame cuando llegues, el 30 hacemos algo en casa”. Ya desde mediados de noviembre, cuando el verano se acercaba inexorable y el clima invitaba a pensar en las vacaciones, conocía con certeza quiénes andarían por Uruguay a fines de diciembre o desde los primeros días de enero, y quienes optarían esta vez –muchos– por
otros rumbos. El tema surgía en cualquier encuentro de amigos y cuando algunas semanas después ya contábamos con el “calendario oficial de fiestas y eventos” ayudaba a ir programando la intensa agenda de ocio compartido que ocuparía los días, pero sobre todo las noches, en que coincidiríamos en las playas esteñas. ¿Playas? ¡Cierto! ¡Además Punta del Este tiene playa! Así como el principal argumento de seducción de Miami son las compras, y sus arenas blancas y su mar trasparente se convierten, en todo caso, en una muy buena atracción pero en segundo plano, en Punta del Este es la vida social la que concita la atención y desplaza a la playa a un mero lugar de actriz de reparto en un verano en el que la protagonista es la noche.
Es que para los argentinos que aún eligen ese destino –es cierto que cada vez menos, o precisamente por eso– Punta del Este es durante los contados días de temporada alta como un gran club de amigos y conocidos. Algo que en las costas argentinas no es inexistente, pero que tradicionalmente ha estado limitado más que nada al ámbito de los balnearios, es decir, a la playa misma. Amigos más lejanos con los que fue difícil encontrar tiempo para verse durante el año se cruzan invitaciones a comer –¡aunque quizá no vuelvan a cenar juntos hasta el verano siguiente!–; el que alquiló la casa más grande o con vista al mar la pone a disposición para encontrarse a tomar tragos al atardecer; el que consiguió acceso a una fies-
ta privada remueve contactos para lograr que sus amigos también entren... Todo se piensa en grupo, y en las pocas horas en que se va a la playa –cada vez menos– el tema de conversación será qué se arma para la noche: la respuesta puede variar según la edad de quien haga la pregunta, pero ésta siempre es la misma. Mientras en Buenos Aires la vida nocturna comienza a vaciarse al promediar diciembre –Tequila, el principal boliche para los que tienen entre 20 y 35 años, es la mejor metáfora: cierra hasta marzo, pero desborda en tres intensas semanas en La Barra–, en Punta del Este es temporada de encuentros y de diversión compartida. ¿Y el descanso de las vacaciones? De eso muy poco. Quedará para el regreso.ß