El precio de ser un discípulo de Cristo
“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”. Marcos 8:34-35 La pregunta que debemos hacernos es: ¿Soy yo un discípulo de Jesús? El filósofo social y moralista norteamericano Abraham Edel, escribió un libro titulado: Juicio Moral, en donde unos versos de este libro dicen: “Todo depende de donde estás, todo depende de cuándo estás, todo depende de cómo te sientes, todo depende de cómo te criaron, todo depende de qué se aprueba, lo que hoy está bien, mañana está mal, alegría en Francia, tristeza en Gran Bretaña, todo depende del punto de vista, Australia o Tombuctú, en Roma haz como los romanos, si los gustos coinciden, habrá moralidad, pero cuando las tendencias están en conflicto, todo depende, todo depende”. Un discípulo de Cristo nunca va a estar de acuerdo con estos versos, porque es una forma de relativizar la vida, expresa un deseo de vivir la vida sin sentido, sin compromiso y sin dirección. El texto bíblico que hemos leído establece tres condiciones para ser un discípulo de Cristo: 1) Negarse a sí mismo ¿A qué se refería Jesús con esta condición? No se trata de negar nuestra personalidad, nuestras capacidades, o nuestra propia identidad. Tampoco Jesús aquí se está refiriendo necesariamente a las prácticas o deleites de la vida, es decir a los efectos, sino más bien a las causas o raíces de los verdaderos problemas del ser humano. Jesús se está refiriendo a que debemos negarnos a la autosuficiencia, la arrogancia, el mal carácter, el odio, el rencor, la avaricia, la lujuria, las relaciones ilícitas y tantas cosas que la sociedad sabe que no están bien, e insiste en tales prácticas.
2) Tomar su cruz Bonhoefer, fue ejecutado por Hitler, pero antes de morir escribió un libro que se llama: El precio de nuestro discipulado, en el cual dice: “Cuando Cristo llama a una persona, la llama a morir, eso es morir a su egocentrismo para que pueda seguir a Jesucristo”. Dice John Stott: Una de las paradojas del discipulado cristiano es que la manera de vivir es morir, la manera de ser libre es servir, la manera de hallarnos a nosotros mismos es perdernos. Jesús decidió cargar la cruz de manera voluntaria, en obediencia a su Padre Celestial. 3) Y seguirlo Es el peregrinaje permanente tras Jesús por los senderos de la vida diaria y en compromiso con su reino. El discipulado no es un programa de inducción en las primeras etapas de la vida cristiana; es un proceso educativo hacia una permanente conversión que nunca termina. Harold Segura. El libro “Conversión y Discipulado” escrito por Orlando Costas, presenta siete criterios que Jesús aplicó cuando llamó a sus discípulos: 1.
Seguir a Jesús sólo se podía hacer por una invitación.
2. Hacerse discípulo de Jesús implicaba una formación práctica que abarcaba todo el estilo de vida de uno. 3. La invitación que hacía Jesús para seguirlo se fundamentaba en una relación personal. 4. Seguir a Jesús era un don de la gracia. 5.
El discipulado de Jesús exigía un compromiso absoluto.
6.
Con Jesús la vida de discipulado era una realidad comunitaria, él y sus discípulos constituían un grupo íntimamente unido.
7.
El discipulado de Jesús era permanente, la invitación era de por vida. Harold Segura dice: El discipulado ha de entenderse, entonces, como un proceso dinámico y permanente cuya prioridad sea la transformación integral de las personas como individuos y de la iglesia como comunidad, a la imagen de Cristo, en un ambiente de interacción dialéctica entre las personas y la realidad, donde se le dé importancia al desarrollo de las capacidades espirituales, intelectuales, afectivas y a la conciencia social.
La tradición enseña que los siguientes discípulos de Cristo tuvieron que morir como mártires, como resultado de su compromiso y entrega a su causa. 1. 2. 3. 4.
Mateo: Fue muerto a espada en Etiopía Santiago hijo de Zebedeo: Fue decapitado en Jerusalén Santiago el hermano del Señor: Fue lanzado a tierra desde el pináculo del templo. Felipe: Fue colgado de una columna en Hierapolis
5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17.
Andrés: Fue martirizado en una cruz en Acaya. Tomás: Fue muerto de un lancetazo en la India Tadeo: Murió a flechazos Simón el Zelote: Fue crucificado en Persia Pedro: Fue crucificado cabeza abajo Juan: Murió de muerte natural pero ya había sido hervido en aceite Pablo: Fue decapitado en Roma Esteban: Murió lapidado en Jerusalén Marcos: Fue arrastrado y despedazado por el populacho de Alejandría Lucas: Fue colgado de un olivo por los idolátricos sacerdotes de Grecia Timoteo: Lo golpearon a palos de manera tan terrible que expiro dos días después Bartolomé: Fue desollado vivo Bernabé: Lo mataron en el año 73 D.C.
Conclusiones
La última recomendación que Jesús les dio a sus apóstoles fue que hicieran discípulos en todas las naciones, pero este no siempre ha sido un énfasis para las iglesias. Parece que hay una competencia por los números, es decir por el crecimiento cuantitativo.
El Señor desea que nos convirtamos en sus discípulos y no sólo cristianos que tenemos una filiación con una iglesia o denominación, en la cual nos congregamos regularmente.
El discípulo es alguien que vive sometido al señorío de Cristo, es obediente, dócil, disciplinado, sirve por amor y vocación, no por un mero protagonismo, vive un compromiso de por vida con su Señor.
Las iglesias podrían causar un mayor impacto en sus comunidades, si todas las personas que se congregan decidieran convertirse en discípulos de Cristo.
“Si los cristianos vivieran su cristianismo, yo sería cristiano”, Mahatma Gandhi
Lic. Isaú Chávez Coordinador Regional de Canales de Esperanza Visión Mundial para América Latina y El Caribe www.obrerofiel.com. Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.