CAPITULO CUARTO EL CONCIERTO DE LOS DISCURSOS Y LA ÚLTIMA CAMPAÑA DEL FRENTE NACIONAL
1. D e n u e v o elecciones Se trataba de la jomada electoral más intensa e interesante en lo corrido del siglo, y por supuesto la más cara. Las elecciones de 1970 preludiaban el regreso por la vía electoral de un tirano. Todo presagiaba un triste final del Frente Nacional. Primero con los laureanistas como socios principales y al final con el ospinismo, el liberalismo había sido el gran triunfador del pacto bipartidista, tal como lo había previsto Gilberto Álzate Avendaño. La selección del último candidato del Frente Nacional tuvo parecidos con la del primero. Tanto en 1958 como en 1969 el proceso estaba condicionado a pactos previos y en ambas oportunidades su incumplimiento puso en entredicho su feliz continuidad o culminación. El 28 de octubre de 1969 los dos partidos tradicionales firmaron un acuerdo político en La Casa de Moneda. Tal acontecimiento había estado precedido de una laxa unión del conservatismo. Aunque el acuerdo fortalecía dicha unidad, el pueblo raso del conservatismo ha debido sospechar de sus bondades. Según su texto el conservatismo: [...] en su condición de partido alternante, por intermedio de su Convención estatutaria convocada para el cinco de noviembre, ejercerá el derecho de iniciativa en la presentación de candidato y el Partido Liberal por intermedio de su convención estudiará con plena autonomía dicha propuesta. La convención liberal elegirá, por la mayoría absoluta de sus miembros, a quien haya de recibir posteriormente el apoyo de los partidos, y lo comunicará a la convención conservadora1. Además del Acuerdo, los líderes del bipartidismo aprobaron una nueva Plataforma Programática. Ambos documentos fueron entregados al presidente Lleras 2 . Puesto que el último período del Frente Nacional le correspondía a los conservadores, le correspondía también a este partido iniciar el proceso de selección de su candidato. Durante mucho tiempo sonó la candidatura del expresidente Mariano Ospina Pérez. Aunque estaba muy desgastado para otra campaña presidencial era la única salida para que los precandidatos conservadores pudieran unirse alrededor de u n nombre fuerte capaz de restarle votos a Rojas. De todas maneras su peso e n la coalición como socio mayor le daba la posibilidad de poner el candidato en caso de no aceptar su propia postulación. Sin embargo, era remota la posibilidad de que el libera1. Véase El Siglo, octubre 29 de 1969, p. 1. El documento fue firmado por el expresidente Ospina Pérez, Alvaro Gómez Hurtado, el designado Julio César Turbay Ayala y Augusto Espinosa Valderrama. 2. El texto de la Nueva Plataforma puede verse en El Siglo, octubre 29 de 1969, pp. 6, 7 y 8. 103
lismo aceptara la candidatura de Ospina, la cual interesaba a la oligarquía. En cuanto al pueblo, el favoritismo estaba con Rojas, ya que el asesinato de Gaitán y la violencia de mediados de siglo estaban muy asociados al nombre de Ospina. A menos de seis meses de ser elegido candidato Ospina Pérez era visto como el más posible. Un periódico de provincia por tal razón tituló uno de sus editoriales Ospina y Rojas. El texto es interesante considerando su origen liberal: La opinión que está satisfecha con lo que existe, tiene hasta el momento como candidato a la Presidencia de la República a los doctores Belisario Betancur, Misael Pastrana, Evaristo Sourdís, José Elias del Hierro y Hernán Jaramillo Ocampo [...]. A última hora la Convención Conservadora proclamará como candidato de unión al doctor Ospina Pérez, quien, aun cuando ha prometido que no acepta nada, se verá forzado a aceptar ante la realidad mortal de media docena de candidatos dentro de su grupo político...Pero sucede también que la inmensa y poderosa fuerza de opinión pública que no esté de acuerdo con las actuales injusticias sociales y humanas y que ardientemente desea un cambio, tiene como candidato único a la presidencia al General Rojas Pinilla3.
El editorial llamaba a la decencia de los grandes rotativos nacionales en su manejo de la contrapropaganda hacia Rojas teniendo en cuenta que el personaje había sido reivindicado por la misma justicia colombiana: "Continuar vilipendiándolo después de haber sido declarado inocente por la unanimidad de todos los altos tribunales de justicia, sería un irrespeto al derecho y a la ley e incurrir en el innoble delito de calumnia. Además, no sería esto ni humano, ni decente; y, al contrario impropio..."4. 2. Los puertos de llegada del discurso del general Rojas: la demagogia social y la conciliación Mientras en el bloque del bipartidismo oficial todo era inestabilidad e indefinición, en el bipartidismo popular de la ANAPO el orden y la obediencia eran superiores. Después de las elecciones de 1968, Rojas había reorganizado su movimiento. Para ello disolvió el Gran Consejo y conformó un nuevo Comando Nacional, integrado por cinco miembros de cada vertiente. Alberto Zalamea y Benjamín Burgos, liberal el primero, conservador el segundo fueron nombrados presidente y vicepresidente respectivamente de la nueva campaña electoral. En la instalación del Congreso de la República el 20 de julio de 1968, los parlamentarios anapistas habían lanzado la candidatura presidencial de Rojas, lo que significaba una revivificación de actividades encaminadas a la proyección de su imagen y la de su movimiento para la campaña. En la celebración del octavo aniversario de la creación de ANAPO, Rojas manifestó en su tradicional tono conciliador, que de ser elegido sería "un padre justo para el rico y el pobre"; y señaló que su futuro gobiemo sería "nacionalista y social-cristiano". "Soy sincero en decir -apuntaba Rojas- que quiero dar todas las garantías tanto para el capital como para el trabajo"5. 3. 4. 5.
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Editorial de Diario del Pueblo publicado en: Anales del Congreso, agosto 19 de 1969, p. 522. Ibid., p. 522. El Tiempo, marzo 15 de 1969, p. 6.
¿Era aquel un nuevo Rojas Pinilla? No. Era el mismo de siempre, pero nadie mejor que él para hacer uso de una demagogia llena de contenidos sociales y de un poder de convocatoria y de convencimiento históricamente constituidos. Hacía 12 años -desde su caída en 1957- había empezado a trazar una parábola que llenaba todo lo que decía de una aura de credibilidad, dando a entender que fue la oposición la causante de no haber logrado los cometidos de su programa de gobiemo. La parábola que abarcaba su historia personal de mártir, perseguido, acusador de la oligarquía y nuevamente habilitado para el ejercicio de la política, legitimaba los excesos del discurso demagógico. Consciente o no de esto, Rojas le dio rienda suelta a una demagogia social jamás vista en la historia política de Colombia. Para el General todos los problemas, absolutamente todos, tendrían solución durante sus próximos cuatro años de gobierno. Esa pareció ser, en aquella oportunidad, la estrategia electoral: Todos los hombres de este país disfrutarán de empleo estable y bien remunerado, todos los puertos serán libres. Vamos a implantar en todo el territorio nacional la educación gratuita en la escuela, en el colegio y en la universidad [...] vamos a tener consultorios médicos y odontológicos y hospitales gratuitos para que el pueblo recupere su salud6. Rojas se comprometió con la suerte de maestros, estudiantes, militares y empleados bancarios: "Soy el insobornable defensor de los derechos de la mujer, también manifiesto que soy el insobornable defensor de los militares y de los estudiantes y del gremio de los maestros que cada vez que el gobiemo habla de superávit se cogen el estómago (...). Por eso les puedo decir que del siete de agosto en adelante les serán pagados los sueldos puntualmente, como lo hice durante mi primera administración; y lo mismo anuncio a los pobres empleados bancarios, que sufren todos los días el suplicio de Tántalo, manejando millones de pesos que pasan por sus manos y con sueldos de miseria, que del siete de agosto en adelante, tendrán derecho a las participaciones en las utilidades de los bancos" 7 . Empero, esta demagogia a simple vista pueril, tenía condiciones históricas y sociológicas que le garantizaban la adhesión popular. El periódico liberal Diario del Pueblo no tuvo problema en escribir acerca de las promesas de Rojas: No se conoce todavía el posible programa de gobierno del doctor Ospina. Conocemos sí el decálogo o programa del General Rojas y nos atrae vivamente. Nos emociona, por ejemplo, su solemne promesa de ir al gobierno sin ningún ánimo de retaliaciones y sin siquiera el más leve asomo de recriminación alguna. Nos parece sencillamente extraordinario su franco propósito de establecer la educación enteramente gratuita en escuelas, colegios y universidades, para que así puedan estudiar sin costo alguno todas las juventudes colombianas. Nos asombran sus matemáticas y precisas conclusiones para hacer bajar inmediatamente los altos costos de la vida. Nos parece digno de todo elogio su firme resolución de recortar en un sesenta y setenta por ciento los altos costos de la burocracia y acabar, sin ninguna excepción con todos los vehículos oficiales, lo que le hace economizar al Estado cerca de seis mil millones de pesos. Consideramos de la más alta conveniencia humana y social su propósito de crear, con servicios casi gratuitos, grandes clínicas y decentes hospitales para la clase media, obrera y campesina8. 6. 7. 8.
Aleña, septiembre 15 de 1969, p. 9. Ibid., p. 9. Diario del Pueblo. Tomado de Anales del Congreso, agosto 19 de 1969, p. 522. 105
Día a día, Rojas insistía en resolver los que él creía eran los principales problemas del pueblo. Los enunciaba llanamente: costo de vida, impuestos, devaluación, hambre, bajos salarios, desempleo. Pero no había un ápice de reflexión sobre la forma de resolverlos, simplemente enfatizaba que durante su próximo gobierno tendrían solución inmediata: "Nosotros sostendremos la lucha, no claudicaremos porque un impuesto más es una devaluación más y un aumento más del costo de vida; y por consiguiente angustia, lágrimas y sufrimiento en todos los hogares"9. En su conjunto la ANAPO venía trabajando a favor de avances de la infraestructura del país. Parlamentarios, diputados y concejales habían demostrado estar a tono con los problemas más sentidos de la población. Es posible que el pueblo haya tenido esto en cuenta a la hora de decidir sus preferencias políticas. Pero más que esto lo que importaba era lo que cubría la figura política de Rojas Pinilla. Todo parecía favorecerle, incluso el que proliferaran precandidaturas conservadoras, pero ninguna con el capital axiológico y el respaldo popular que envolvía la suya. En un momento en que todavía las encuestas no eran usadas con la asiduidad y cuando aún no tenían el poder temerario de hoy, el general Rojas salió ampliamente favorecido en julio de 1969 en una encuesta realizada por Radio Piloto de Barranquilla en los barrios más populares de la ciudad10. 3. Belisario Betancur, el disidente El lunes 19 de mayo de 1969 El Nacional reportó que Belisario Betancur había aceptado su postulación a la Presidencia de la República11. Al aceptar la candidatura presidencial ofrecida por un grupo de conservadores, Betancur se autodenominó el candidato de los marginados, bandera que podría pensarse, intentaba arrebatarle al general Rojas, pero que en Colombia era más bien patrimonio del discurso populista criollo. Dadas las condiciones de Colombia, el que existieran varias candidaturas con las mismas banderas significaba que el problema de la marginalidad en el país era preocupante. El ser planteado desde el conservatismo también era importante porque revelaba un avance de ese pensamiento. En ambas campañas era amplia la comprensión de los marginados: allí estaban no sólo los obreros y los campesinos, sino también los estudiantes, los intelectuales, los pequeños comerciantes e industriales y los marginados propiamente dichos, los desplazados de entonces. Sin embargo, para quienes adhirieron a su campaña la marginalidad tenía una connotación distinta, hablaban ante todo de la marginalidad a que estaban confinadas sus regiones y el desplazamiento de las vías del progreso. Dondequiera que hubo belisarismo, los belisaristas expresaron estar relegados del desarrollo material de sus localidades. Por eso, realmente, esta candidatura se acercaba también a la del político costeño Evaristo Sourdís. Pero, mientras que éste expresaba los intereses regionales propios, Betancur expresó los de todas las regiones del país. 9. Alerta, septiembre 15 de 1969, p. 10. 10. El Nacional, julio 25 de 1969, pp. 1 y 2. 11. El Nacional, mayo 19 de 1969, p. 4-
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Así las cosas, mientras que en Betancur se expresaban además de marginalidades regionales o geográficas las de individuos sin posibilidad de juego político en el interior de los partidos tradicionales, en Rojas se trataba ante todo de una marginalidad de la gente de abajo. Rojas evocaba una marginalidad del barrio en construcción, del barrio de invasión que a pulso salían a flote. La de Rojas se refería a la lucha que en came propia padecían y afrontaban los sacerdotes rebeldes del grupo Golconda, que mientras transcurría la campaña política la alta jerarquía de la Iglesia intentaba expulsar de los barrios La Florida y La Floresta en la región del noroccidente bogotano de Engativá. Se trataba de los sacerdotes Rene García y Luis Currea. El primero había declarado entonces: "Si nos hacen fuerza y nos obligan a salir, yo acato la orden, pero seguiré en sectores populares, con los hombres que tienen hambre y frío, porque no podemos dejar que sigan imperando la división de clases, los explotadores y los explotados. El evangelio es claro, hay que bajar del solio a los poderosos para ensalzar a los humildes"12. La candidatura de Betancur obtuvo rápida acogida en la provincia colombiana. Desde la población de San Gil, Santander, el célebre ex golpista rojista y ex anapista Paúl Duran Reyes puso su semanario El Momento al servicio de la campaña de Betancur13. Desde su edición del 27 de abril de 1969 el periódico promovió esa candidatura como la de las centrales obreras, la de las clases trabajadoras y la del socialismo moderno14. Duran Reyes buscó en Betancur su propio ideario, el mismo que había encontrado en sus años de militancia en el anapismo. Hablaba de Betancur como un hombre de cualidades cristianas que lucharía a favor de las clases menos favorecidas, que atendería las necesidades de los destechados, e impulsaría una reforma agraria respetando el derecho a la propiedad privada. Betancur aparecía como un candidato antioligárquico que haría una patria mejor, más amable y más colombiana y liberaría al país de los imperialismos extranjeros15. La campaña electoral que se desarrollaba en 1969 tenía como telón de fondo la celebración del sesquicentenario de la Batalla de Boyacá, es decir del episodio que 12. El Siglo, diciembre 3 de 1969, p. 3. 13. El Momento salió a la luz pública el 9 de noviembre de 1968. Empezó como la mayoría de los periódicos locales: "Lucharemos incansablemente por obtener la meta deseada: el mejoramiento social, político y económico de los hombres de trabajo que laboran en la provincia, y de ésta por su resurgimiento en el panorama nacional. No podemos continuar marginados en la prospección del progreso; no vamos a permitir, en nuestras posibilidades, se nos siga relegando al olvido inmisericorde... Esta será la tribuna de quienes quieran adelantarse en el bien común, en la ayuda mutua, en la colaboración incesante para aunar fuerzas que logren sobreponerse al ostracismo en que se nos ha colocado". Un año después estaba completamente politizado al lado de Betancur. 14. Entre los organizadores de la campaña de Belisario en Santander estaba, además de Duran Reyes el ex anapista Reinaldo Hernández. El grupo del departamento de Santander se autodenominó De Abogados y caudillos del pueblo al Dr. Belisario Betancur en una misiva de invitación que le hacían al candidato para que visitara Santander: Alfonso Marín Morales, Bernabé Prada, Carlos Pérez Martínez, Arturo Prada Otálora, Dioselina Perilla Gutiérrez Gutiérrez, Jaime Martínez Reyes, Alfredo Serrano Sanmiguel, Roque Julio Ferreira Sarmiento, José Ángel Ferreira Sarmiento, Gilberto Barajas, Gratiniano Flórez, Hugo Mantilla Correa, Eusebio Zafra, Jorge Arturo Ramírez Lozano, Anselmo Elizande Prada. 15. El Momento, mayo 11 de 1969, p. 5.
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selló la gesta libertadora. Esta efeméride se reflejó en el curso del debate. Los belisaristas la aprovecharon para legitimar las posturas del candidato frente al problema de la dependencia económica como culpable del subdesarrollo colombiano. El Momento escribió: Corridos ciento cincuenta años, otros imperios nos sojuzgan y limitan nuestra libertad. La independencia peligra ante el Barreiro extranjero; el pueblo se debate en la miseria de una esclavitud más deprimente, más humillante; las cadenas limitan nuestros pasos y los grillos carcomen nuestros corazones con la mordaza del conformismo en esta vendimia de conciencias, pagadas al precio que recibió Judas por la traición a su propio Redentor... El imperio del capitalismo nos ata al cadalso de una tributación fiscal que limita nuestra acción presupuestal entregada a cubrir el empréstito usurero de las potencias allende los mares del Caribe. El verdugo nos impone sobre nuestras cabezas, no el hacha o la guillotina asesina, sino el bolso impermeable que recoja el sudor y la sangre que destila nuestro cadavérico comercio, nuestra flemática industria, nuestra rudimentaria agricultura, en la que los azadones de nuestros campesinos, solo han cambiado con el tiempo, de marca, pero no de modelo16. Los belisaristas dejSantander se organizaron en el movimiento Acción Política Social que lanzó la Declaración de Palonegro. El nuevo documento llamaba a votar por candidatos comprometidos con el desarrollo de la comarca. Señalaron que lo importante n o era la paz sojuzgada que se tenía e n Colombia sino la justicia social. Los firmantes anunciaron: Lanzamos esta voz de alerta desde los cerros pelados de Palonegro, no para fomentar la lucha entre hermanos de la misma condición y desesperación sino para pedirles que nos unamos y venzamos democráticamente a los responsables de la postración del pueblo colombiano17. El documento legitimó sus argumentos en una situación de pobreza, abandono y precariedad que vivía la población santandereana. Los belisaristas retrataban su sociedad contemporánea en el mismo lenguaje de denuncia que utilizaban los políticos anapistas: Los arrendamientos se cotizan a precios elevadísimos, y consideramos que los principales responsables de ellos son las agencias de arrendamientos en una competencia desbordada por obtener las más grandes utilidades mediante el porcentaje que cobran; y, por la otra, el Estado, a través de la gobernación, incapaz de adelantar una severa investigación tendiente a sancionar a quienes han infringido las disposiciones vigentes sobre la congelación de arrendamientos... Los alimentos escasean en los hogares por los altos precios, y los especuladores no son sancionados porque se han convertido en una clase poderosa capaz de corromper las conciencias al igual que ellos la tienen, para evadir la acción de la justicia18.
16. El Momento, agosto 9 de 1969, p. 4. 17. Eí Momento, mayo 18 de 1969, p. 1. 18. El Manifiesto de Palonegro. Editorial de El Momento, mayo 18 de 1969, p. 4 108
3 . 1 . Belisario Betancur: el campesino vencedor. Sus aportes al discurso de la demagogia social Belisario Betancur Cuartas, 37, Laureanista Conservative. Energetic and prominent leader in his faction. Has come up from the masses and has known hunger and poverty. Very cooperative with our Embassy19. La estrategia publicitaria de la campaña de Betancur explotó hasta la saciedad los orígenes campesinos del candidato, sus penurias y sacrificios para formarse y salir adelante. Betancur fue presentado como un ganador en medio de la marginalidad en que vivían en Colombia los campesinos y los pobres de los centros urbanos. Las dificultades por las que había pasado eran la mejor prenda de garantía para cumplirle a todos los marginados de la sociedad. Mostrar las virtudes de un hombre que había pasado por lo que estaban pasando millones de colombianos parecía ser el pasaporte ideal para acceder a la presidencia de la República y desde allí resolverle a cada uno de los colombianos sus problemas. He aquí una muestra de esa presentación: Hoy se presenta en el país un hijo del sufrido pueblo de Colombia, nacido en una sus tantas olvidadas veredas, formado en el fragor de la miseria y en el arduo y penoso trabajo del campo, que como tal conoce más que nadie la realidad del país y vibra con ella, porque por sus venas corre sangre de colombiano auténtico, y porque ha logrado vencer por esfuerzo propio todos los obstáculos que para muchos son insalvables, con el anhelo infinito de proyectarse nacionalmente como una solución al problema de los suyos; ese hombre es Belisario Betancur20. Su militancia conservadora de toda la vida, su formación religiosa y su confeso cristianismo lo convertían en un candidato que inspiraba la confianza que no advertía gran parte del electorado conservador en la candidatura de Rojas, que cargaba con el peso de la sospecha de establecer una segunda versión de la dictadura. De ahí que Betancur incluyera en sus giras las visitas a las casas cúrales. Incluso algunos medios de comunicación al servicio de su campaña lo denominaron el candidato de la Iglesia. La estrategia dio resultados. Cuando Doña Bertha, la controvertida esposa del ex presidente Ospina Pérez, descalificó a Betancur por sus orígenes campesinos, el candidato, además de recibir u n plebiscito nacional de respaldo legitimó lo popular de su candidatura. A partir de entonces sobraron elementos para considerar la candidatura de Pastrana de élite. El Momento de San Gil editorializó así: Vamos a llevar a la presidencia del país a un dignísimo hijo de nuestra vilependiada raza colombiana de la que no gusta la familia Ospina; vamos a luchar denodadamente por un presidente que se haya desvinculado de privilegiadas posiciones sociales, vamos a impo19. Informe confidencial de la Embajada Norteamericana en Colombia de noviembre 10 de 1960 que caracteriza los líderes políticos colombianos. Archivo del Departamento de Estado de los Estados Unidos, NWD 959039, p. 2. 20. El Momento, julio 12 de 1969.p. 3.
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ner un caudillo de inteligencia superior, vastago sí de humildes labriegos y obreros antioqueños, pero superior y muy capaz de hacer de Colombia un país para sus hijos, un país sin distinciones sociales, un país en donde puedan compartir el pan todos cuantos han surgido para servirla"21. Betancur desarrolló su campaña sin el visto bueno de los grandes directorios del conservatismo. Ataviado de múltiples denominaciones: candidato nacional, candidato de los marginados, el Gaitán conservador, Belisario es necesario... se dedicó a recorrer el país. En los inicios de julio visitó los municipios boyacenses de mayor concentración de población: Tunja, Sogamoso, Paipa, Duitama y Paz del Río. A finales del mismo mes estuvo en Bucaramanga y San Gil. La forma como fue recibido en Santander indicó que el candidato revestiría de fiesta su campaña. El espectáculo primó sobre el discurso ideológico. Los santandereanos recibieron al candidato de los marginados con comparsas, música de viento, danzas folclóricas, conjuntos musicales espontáneos, ciclistas vestidos con la bandera tricolor, desfile de taxistas y demás transportadores. En medio de manifestaciones políticas y competencias deportivas, Betancur habló en Bucaramanga, Piedecuesta, Floridablanca. En San Gil lo recibieron sus simpatizantes de la comarca: Charalá, Barichara, Villanueva, Cabrera, Galán, Curití, Socorro, Mogotes, etc. Aquí fue bautizado como eí Gaitán conservador. Se dijo incluso que superaba al inmolado tribuno liberal por su inteligencia, el cultivo de las letras y la literatura universal y en su origen campesino22. Había algo de cierto en lo anterior. Era la primera vez que un candidato conservador le hablaba a liberales y conservadores con el concepto de pueblo, con un discurso de naturaleza socio-biológico. Era la primera vez que la curiosidad del otro partido se volcaba sobre un hombre conservador que se les parecía mucho. En la medida en que avanzaba la campaña electoral hubo mayores razones para la comparación. Al ser acogido el nombre de Pastrana por la gran prensa liberal y por los gremios económicos, los belisaristas acudieron con mayor énfasis a revestir la campaña de atuendos gaitanistas. Betancur representaba una simbología extraña: era ya un hombre de éxito, su condición de campesino estaba superada, el solo hecho de ser candidato presidencial constituía el climax de su carrera, en caso de perder ya había ganado bastante. En contraste, Rojas representaba otro sentir: buscaba su reivindicación y si la lograba miles serían los reivindicados, si perdía no tendría otra oportunidad sobre la tierra. Para muchos líderes del bipartidismo de la provincia colombiana Belisario era una altemativa frente a Rojas a quien no podían seguir por impedimentos incluso histórico-culturales. Seguir a Betancur que a la larga estaba más cerca de Rojas que de Pastrana o de Sourdís era obviar el peso de los significados de la dictadura. Por tal razón no es sorprendente que la candidatura de Betancur en Santander estuviera liderada por dos experimentados ex anapistas: Paúl Duran y Reinaldo Hernández, maestros en la organización del espectáculo de la política. Realmente, para Santander, un departamento relegado y de esencia campesina el discurso de Betancur era seductor. El candidato les prometió salvaguardar la propiedad privada, más aún tratándose de la tierra. Criticó la reforma agraria del gobiemo y 21. El Momento, septiembre 13 de 1969, p. 4. 22. Eí Momento, julio 12 de 1969, p. 8.
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se comprometió con parcelación de tierras para los campesinos, sin violentar la estructura actual de la tenencia. Prometió acabar con el analfabetismo, capacitar a los campesinos, aumentar para todos los habitantes su capital privado y eliminar los empréstitos extranjeros para que el capital rentable se quedara en manos de hombres colombianos a fin de producir riqueza y trabajo. Prometió también convertir los cuarteles en escuelas y el servicio militar obligatorio en un servicio civil para evitar el despoblamiento de los campos. Desde las montañas santandereanas Betancur se comprometió a desmontar el bipartidismo y en su lugar establecer un sistema de partidos que le diera cabida a la democracia cristiana, al socialismo y al laborismo entre otros. Aprovechó dicha oportunidad para sintetizar su nacionalismo económico: Si hace ciento cincuenta años obtuvimos nuestra independencia política, ésta no se logró en el campo económico, en el que dependemos, exclusivamente, del imperio extranjero. Es así como se explican las anteriores consideraciones, porque al hombre colombiano, siendo especialmente capaz, se le ha limitado su libre ejercicio de comercio, mediante la imposición de una serie de cargas tributarias que le restan toda posibilidad de incrementar un desarrollo armónico que beneficie el fisco nacional. C u a n t o produce, va al Estado, y éste n o le revierte su sacrificio y su lucha, por cuanto el Estado está comprometido en el pago de cuantiosas sumas representadas en capital e intereses al extranjero. Es tanto como el comerciante abocado a la quiebra e n razón de compromisos impostergables que debe cumplir, para terminar en bancarrota, habiendo consumido una vida, trabajando para los demás 23 .
3.2. Elliheralismobelisarista A la campaña de Betancur comenzaron a llegar también los liberales. Algunos hablaron de la necesidad de un relevo generacional en su partido y se montaron al carro belisarista para desde allí tener la resonancia que no habrían tenido en otra candidatura. Uno de los casos más interesantes lo constituyó el joven santandereano Benjamín Ardila Duarte24. Comprometido con su región de San Vicente de Chucurí, Ardila venía abriéndose espacio en medio de un liberalismo todopoderoso y excluyente sobre todo a partir de la unión de ese partido en 1967. Ardila se identificó con los belisaristas conservadores de Santander en su apreciación sobre el olvido del oriente colombiano por parte del poder central: "Cada santandereano sabe que este es el 23. El Momento, agosto 2 de 1969, p. 5. 24. Benjamín Ardila Duarte lideró durante la campaña el movimiento Relevo Liberal que presentó ante la opinión pública de su departamento una plataforma de 10 puntos: 1. Rescate de las mayorías liberales de Santander; 2. Relevo de los directivos que le hayan fallado al partido liberal y al departamento; 3. Disciplina consciente contra despotismo centralista; 4. Equidad tributaria contra Estado alcabalero; 5. Adecuada inversión pública en el departamento de Santander; 6. Desarrollo económico de las provincias olvidadas y vigorización de las células municipales; 7. Política agraria justa con estímulos crediticios y sin amenazas; 8. Incorporar a Santander en el Plan vial, en los proyectos de electrificación que la nación adelanta como base para nuestra industrialización; 9. Política social basada en la educación, la vivienda popular y el combate contra el alcoholismo y las enfermedades tropicales; 10. Honestidad administrativa contra el tráfico de influencias. Tomado de volante distribuida en Santander durante la campaña electoral.
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Departamento más abandonado de la Patria. Los malos hijos de esta tierra, en altas posiciones administrativas, se olvidan de la comarca natalicia y se dedican a medrar en los altos cargos, cuando no llegan al borde de los grandes negociados..." 25 . Realmente Ardila tenía razón. Ad portas de 1970, Santander aparecía ante los ojos de los colombianos como una región detenida en el tiempo, era como si los meridianos del desarrollo se hubiesen alejado demasiado. Mientras el occidente del país progresaba con pujanza y se ensanchaban y modernizaban las vías carreteables, el oriente empeoraba, sus gentes lucían empobrecidas. Así, ningún suelo mejor abonado que Santander para sembrar y cosechar inconformidad. N o sólo se trataba de inconformidad venida de un pensamiento propiamente de izquierda. Del interior de los partidos tradicionales emanaban las corrientes tanto de jóvenes como de hombres de mediana edad sin ninguna posibilidad en sus agrupaciones y que aprovechaban la situación de abandono de sus regiones para proyectarse a partir de sus problemas. El periódico, semanario o quincenario fue la expresión de esta angustia. Al principio salían con la justa razón de jalonar el progreso y el civismo, pero la centralidad de la política en Colombia para resolver todo los convertía rápidamente en voceros de algún movimiento disidente del bipartidismo de importancia nacional. Por eso los escritos de Ardila aparecían en volantes, algunas insertas entre las páginas de El Trópico de San Vicente de Chucurí o en escritos que le publicaban en El Momento de San Gil. Relevo Liberal, el movimiento que aspiraba liderar Ardila no sólo reflejaba el afán de figuración de nuevas generaciones liberales sino también los pírricos resultados de la unión liberal no expresados en el progreso de Santander. La combatividad del emerrelismo santandereano sirvió apenas para la promoción personal de la élite del movimiento. El gran premio de la unidad lo recibió Alfonso Gómez Gómez, ungido como el gobernador de las esperanzas, pero truncas a poco tiempo de su posesión. Por eso n o es casual que Ardila escribiera lo siguiente: Hay jefes liberales que profesan por lo menos las dos terceras partes de la doctrina conservadora y que sienten rubor y pena de profesar nuestros principios y se han alejado del estilo que le dio sus mejores días a la colectividad [...]. Hace 25 años que el liberalismo, como filosofía, se siente lejos del mando y sólo se le ha dado participación burocrática pero no hay una programación nacida de nuestra doctrina que se haya convertido en vértebra de la Constitución o en ley de la República. Hombres aislados han llegado, a nombre del liberalismo, al parlamento y a la administración pero nuestros principios yacen en los archivos o en la conciencia silenciosa de las mayorías olvidadas del partido26. Betancur fue acompañado por célebres figuras del liberalismo reunidas en un grupo denominado Integración Liberal. Allí estaba el exdirigente de la Línea dura del MRL Alvaro Uribe Rueda, quien ofició de Presidente; otro emerrelista santandereano hizo las veces de vicepresidente: Mario Olarte Pinzón. El denominado Partido Laborista colombiano 27 y una parte significativa de la democracia cristiana se alistó en la cam25. Texto de Benjamín Ardila Duarte difundido en hoja volante con fotografía de Belisario sobre un fondo rojo. 26. Texto de Benjamín Ardila Duarte distribuido en hoja volante durante la campaña electoral 1969-1970. 27. El Partido Laborista colombiano había sido fundado por Luis Alfonso Perdomo, Secretario General de la UTC en 1969.
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paña belisarista. En el Valle del Cauca el líder liberal Francisco Eladio Ramírez proclamó el nombre de Betancur en la convención regional de ese partido. El emerrelista Ramiro Andrade también suscribió la candidatura de Betancur, lo mismo que Jorge Uribe Márquez y Bernardo Gaitán Mahecha. Por lo anterior, se puede afirmar que Rojas no tenía el monopolio de la demagogia social, pues ésta también hizo parte del discurso electoral de Betancur: Las puertas de la Caja Agraria se abrirán de par en par para dar crédito y herramientas baratas a los campesinos, vinculación del capital colombiano a la industrialización del país; más viviendas, más trabajo, más salud, más comida para los colombianos. No queremos un país de pobres sino de más ricos. Son algunos de los programas de gobierno del doctor Belisario Betancur, a partir del próximo 7 de agosto, cuando se posesione de la Presidencia de la República28. Claro, fueron las manifestaciones del general Rojas las que avivaron la demagogia y volcaron a los periódicos de provincia a referirse negativamente a sus programas cuando deliberadamente habían ignorado el nombre de Rojas en sus análisis. Por ejemplo Eí Momento de San Gil que tenía circulación regional amplia se había enfrascado en demoler la candidatura de Pastrana, a quien consideraba el principal enemigo de la candidatura de Betancur, hasta que se dio cuenta que el adversario de aquel no era Belisario sino Rojas29. Los seguidores de Betancur realizaron su convención en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional el 31 de octubre de 1969. Fue una fiesta política dentro y fuera del Capitolio. Los simpatizantes hicieron la fiesta en la Plaza de Bolívar donde conjuntos musicales amenizaban la concentración popular. En su discurso de aceptación Betancur acuñó su propuesta política en cuatro palabras: educación, salud, vivienda y trabajo, las cuales hasta ese entonces eran consignas emerrelistas. "El pueblo entra en escena", enfatizó. Reivindicando la esencia popular del Partido Conservador señaló que ese partido había tomado la decisión de llegar del brazo del pueblo liberal y de las nuevas formaciones de la Democracia Cristiana y del laborismo al Palacio del San Carlos el 7 de agosto de 1970"30. Entre las celebridades de la política nacional que acompañaron a Betancur se contaban el ex leopardo Augusto Ramírez Moreno y el ex presidente Guillermo León Valencia que ofició de jefe de campaña31. Empañaba un poco la imagen de Betancur la presencia de Valencia. Sobre todo porque el ex presidente se empecinaba en la continuidad del sistema del Frente Nacional, contrario a lo que muchos de los seguidores de Betancur pensaban. Además, Valencia con su adhesión a Betancur enviaba el mensaje al presidente Lleras de que sus programas de gobierno podrían tener más continuidad con este líder que con Pastrana, como equivocadamente pensaba Lleras. Los anapistas se sintieron tocados por los ejes del discurso belisarista, a la larga concomitantes con los suyos. Octavio Belalcázar publicó un artículo en Aíerta titula28. Texto de una hoja volante que se distribuía en las manifestaciones de Betancur. 29. El Momento, editorializó el 7 de marzo de 1970: "La danza de los millones rojistas" para desprestigiar al candidato de la ANAPO. 30. Véase Eí Siglo, noviembre l 9 de 1969, p. 11. 31. El Tiempo, noviembre l s de 1969, p. 6.
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do "Oposición y mala fe". Según él se trataba de una patraña de la oligarquía colombiana para desviar la votación popular por Rojas: Este disidente táctico de la oligarquía pretende quitarle votos al candidato de la clase popular, pretende repetir la comisión de la oligarquía que desempeñó López Michelsen. Para eso lo ha lanzado la oligarquía y le ha asignado un coro de antiguos servidores suyos. Afortunadamente, la treta oligárquica por lo vieja y rastrera, no engañará a nadie en esta oportunidad, y la oposición de verdad, la que sí cambiará la situación en favor de la patria y de su pueblo, la oposición revolucionaria, nacionalista y popular, dará la batalla y la ganará, porque el pueblo es la mayoría32.
4 . Las ediciones de la democracia cristiana Esta vez el Partido Social Demócrata Cristiano decidió de nuevo salir a la palestra pública. Ligó su futuro político al nombre de Belisario Betancur. En el semanario Eí Momento de San Gil encontró espacio para sus pronunciamientos. Por lo menos aquí no se diferenciaron sus intervenciones de las antirrojistas. Sorprendidos por la fuerza de las concentraciones de la ANAPO, Rodrigo Anaya Jerez, uno de los voceros de la Democracia Cristiana no vaciló al escribir el siguiente texto: Si Belisario Betancur fuera derrotado por Rojas sería la demostración científica de que el pueblo colombiano es masoquista: le gusta que lo engañen, lo exploten y lo torturen. Sería el principio de una nueva violencia, no por culpa de Rojas sino por intereses personales de sus más allegados. Recordemos que toda reelección es funesta. El Partido Liberal sería perseguido sin misericordia pues bajo el mando de Turbay, los Espinosa, los Lleras declararía la oposición cerrada al régimen. En este caso tendría dos caminos solamente: haría un gobierno anapista o un gobierno conservador ultraderechista. En el primer caso, el anapismo, como nuevo partido en Colombia, con perjurio le habría robado al Partido Conservador el derecho de gobernar a Colombia de 1970 a 1974- Inmediatamente Rojas enfrentaría una fuerte reacción conservadora. En el segundo caso Rojas sería el jefe de la reacción conservadora y también el retroceso más horrible: masacres, depredaciones, abuso, dictadura, tráfico de influencias, etc. Pobre patria [...]33. Sin embargo el 12 de marzo de 1970, un sector escindido del Partido Social Demócrata Cristiano, el Movimiento de Izquierda Cristiana (MIC) anunció su apoyo a Rojas. En un amplio comunicado denunció la actitud política de los dirigentes del partido al apoyar el sistema del Frente Nacional en contradicción a sus principios ideológicos lo mismo que al ejecutivo central por su parcialidad y respaldo a uno de los candidatos de la contienda electoral. En uno de los apartes del comunicado se anotó: El MIC convencido de sus principios y de la necesidad de participación activa en la lucha que sostienen las clases desposeídas ha decidido en Plenum Nacional, tomar la bandera de combate y ha escogido la bandera del pueblo. En la actualidad esa bandera está con Alianza Nacional Popular no porque represente plenamente nuestros principios ideológicos sino por la esperanza que le ha puesto el pueblo para poder iniciar el asentamiento de 32. Alerta, enero 20 de 1970, p. 11. 33. El Momento, abril 18 de 1970, p. 3. 114
las ideas socialistas y comunitarias que el pueblo desea y que son la meta de la nueva sociedad socialista, humanista y autóctona que pretendemos en favor de nuestro pueblo34.
5. Las convenciones oficiales de los partidos Han contado, y así dicen muy llana y sencillamente, que en la Casa de Moneda una "convención" hicieron para elegir presidente! Tanta labia para nada, pues hubo "parto de montes" para alumbrar un ratón... Con los ojos muy abiertos de susto y admiración, la opinión dijo asombrada: "esto sí es transformación". En la Casa de Moneda acuñaron la moneda y sólo salió un ratón!35. Ambas convenciones estaban programadas para celebrarse en noviembre. La liberal inmediatamente después de concluida la conservadora para ratificar el candidato salido de allí. Así que no sólo los conservadores esperaban con impaciencia este acontecimiento sino todo el país. La ambientación estuvo a cargo de los periódicos voceros de los distintos grupos en que se encontraba dividido ese partido. El Centro de Estudios Colombianos editó el libro Una Política conservadora para Colombia con artículos de sus más importantes políticos e intelectuales 36 . Eí Siglo editorializó "Ante todo la unión", para enfatizar en la necesidad de un candidato capaz de afrontar la otra candidatura, la de Rojas: No debe olvidarse que, según todas las probabilidades, a ese candidato le corresponderá competir en el certamen comicial con otras fuerzas ya organizadas, cuyo triunfo implicaría serios peligros para la estabilidad de las instituciones. En la medida en que aumentan los riesgos, mayor debe ser la capacidad del candidato para vencerlos. Y esa capacidad proviene, no sólo de los méritos intrínsecos, sino del auténtico respaldo popular37. El cinco y seis de noviembre de 1969 sesionó la Convención oficial del conservatismo, presidida por Mariano Ospina Pérez y Alvaro Gómez Hurtado en la presidencia y 34- Alerta, marzo 15 de 1970, p. 12. El comunicado estaba firmado por Mario Gómez Botero, Pedro Pietro, Carlos Álzate Giraldo, Martín Acevedo y Gustavo Rincón. 35. Versos de la poetisa anapista Anita Díaz. Véase Alerta, abril 5 de 1970 p. 3. 36. Escribieron allí: Alvaro Gómez Hurtado, Belisario Betancur, Misael Pastrana Borrero, Lucio Pabón, Evaristo Sourdís, José Elias del Hierro, Alfredo Vásquez Carrizosa, Hugo Palacios Mejía, Rodrigo Llórente, Mario Laserna, Alvaro H. Caicedo. Los editores confiaban que del contenido de los textos se elaborara la nueva plataforma política del partido conservador. 37. El Siglo, noviembre 5 de 1969, p. 4-
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vicepresidencia respectivamente, lo que le daba al partido aura de unidad al menos en dos de sus vertientes. Asistieron a la Convención cerca de 600 delegados. Los belisaristas no concurrieron. Por supuesto no faltaron los choques y las tensiones; quemas de fotos de Pastrana en varias oportunidades y confrontaciones entre partidarios de una u otra candidatura, pero también había ambiente de fiesta, sobre todo en los alrededores del Capitolio. Aunque José Elias del Hierro y Hernán Jaramillo Ocampo estaban entre los precandidatos, los escrutinios se polarizaron entre Sourdís y Pastrana. En la primera ronda realizada el día cinco Evaristo Sourdís obtuvo 276 votos y Misael Pastrana 272. Al día siguiente, en la segunda ronda, se produjo un empate dramático e increíble: 278 votos para cada uno de los candidatos. Lo que significaba que ninguno de los dos aspirantes había conseguido la mayoría estatutaria, no obstante que Ospina además de múltiples presiones había logrado que la segunda votación no fuera secreta sino pública, lo que le valió silbatinas, saboteos y hostilidad dentro y fuera del Salón Elíptico. Empantanada la escogencia del candidato oficial del conservatismo, Ospina Pérez rechazó la posibilidad de una nueva Convención para dirimir el conflicto y dejó la suerte del partido a los resultados de la Convención Liberal a celebrarse inmediatamente después de la conservadora. El alvarismo a través de El Siglo rechazó esta fórmula por considerarla antidemocrática e impositiva y anotó en uno de sus editoriales: "La legitimidad de la candidatura del Frente Nacional desaparece, creando la peligrosa imagen de que sólo uno de los partidos participa con títulos en la nominación de la persona que pudiera ser ungida a la jefatura del Estado"38. Realmente los liberales estaban aprovechando la situación para pescar en río revuelto. El Tiempo empezó a presionar para que el candidato conservador fuera escogido, de veras, por la Convención Liberal a lo que El Siglo respondió negativamente: "No es concebible que el conservatismo abdique a su legítimo derecho ante el primer contratiempo. Sería una lamentable situación"39. No podía faltar la opinión del reconocido Calibán: "(...) los conservadores que votaron por Sourdís son los más marcados. Los más sectarios. El verdadero candidato nacional es el doctor Pastrana. Y por esto sin duda lo escogerá la Convención liberal. Como lo hubiera acogido también aun cuando hubiera resultado en minoría"40. El Siglo denunció las presiones de la dirección liberal y la de su prensa para la escogencia de Pastrana con el pretexto de que sólo él garantizaría los derechos del liberalismo. Vinieron las tensiones expresadas en cartas cruzadas entre Alvaro Gómez y la Dirección Nacional Liberal (DNL), entre José Elias del Hierro y la DNL y entre ospinistas y alvaristas. Un conservador de Boyacá hizo un curioso comentario: "No recuerdo otro caso en la historia del país, en que un candidato a la primera magistratura se apoye en el partido opuesto al del aspirante. Tal es el caso del doctor Pastrana que confía más en el apoyo liberal que en el de su propio partido"41. En fin, multitud de comentarios y análisis inundaron los espacios de la vida pública colombiana. Los resultados de la votación conservadora son el reflejo de la profun38. El Siglo, diciembre 2 de 1969, p. 4. 39. El Siglo, noviembre 7 de 1969, p. 440. El Tiempo, noviembre 7 de 1969, p. 441. Declaraciones del conservador boyacense Luis Sánchez Correa a Eí Siglo, diciembre 2 de 1969, p. 15.
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didad de la histórica división del conservatismo. No se trataba ni siquiera de disidencias sino de conglomerados diferentes que se peleaban una sola personería jurídica. Mariano Ospina Pérez se le midió a la propuesta de la votación abierta y la defendió con una oratoria convincente para los oídos del conservador joven o incondicional, pero sus palabras legitimaban posturas de toda una vida política y su comportamiento para nada había tenido en cuenta su deber de neutralidad. Podría decirse que con su comportamiento en la histórica convención, Ospina cenaba tristemente su carrera política. Aunque lucía viejo y decrépito tenía fuerzas suficientes para imponer su autoridad de expresidente y su peso como socio mayor del Frente Nacional. A tal nivel llegó su autoritarismo de patriarca senil que sus más cercanos amigos, el expresidente Urdaneta Arbeláez y el ex ministro José María Villarreal le recriminaron su posición frente a la violencia de los seguidores de Pastrana, los mismos que habían sido suyos. Los acontecimientos revelaban también la situación del conservatismo, ponían de presente la fuerza del pasado y la incertidumbre para su futuro. La historia le pasaba su cuenta de cobro a ese partido por un negocio mal hecho: el pacto del Frente Nacional. Ambos partidos habían entrado a él divididos, pero el liberalismo había logrado la unidad de 1967 que supo capitalizar en beneficio propio mientras que el conservatismo no había podido conseguir durante el curso del pacto frentenacionalista superar su histórica división. Sólo Ospina y sus amigos habían usufructuado con mayor ventaja las prebendas de poder pactado. La dinámica de la reunión conservadora impidió que cerrase actividades y en su lugar continuó sesionando un día más. Finalmente, Ospina y José Elias del Hierro fueron comisionados para escoger candidato. No obstante largas conversaciones entre los dos dirigentes no se logró ningún acuerdo. Sólo si Ospina aceptaba ser el candidato los dos precandidatos hubieran renunciado como en efecto se lo sugirieron42. Ospina tenía todas las posibilidades para ser de nuevo candidato a la Presidencia, pero era consciente de que su nombre causaba mucha resistencia más que entre los convencionistas liberales, entre la militancia de ese partido que lo identificaba con el nueve de abril y con la violencia de mediados de siglo. De haber sido Ospina el candidato, la Convención liberal se habría visto obligada a ratificar su nombre de acuerdo con los últimos pactos. Y esto además de producir un impacto negativo en las filas de todo el liberalismo habría volcado el electorado hacia la candidatura de Rojas y a lo mejor la elevada cifra electoral a favor de la ANAPO hubiera impedido el fraude del 19 de abril. Ospina, en cambio, propuso entregar a la Convención del Partido Liberal una lista amplia de candidatos encabezada por Pastrana y Sourdís. A lo que Del Hierro se negó por cuanto, según argumentaba, iba en contra del pacto de unión celebrado el 18 de marzo de 1969 y del acuerdo celebrado en la Casa de Moneda que estipulaban la escogencia de candidato único43. 42. La flor y la nata de los convencionistas conservadores en carta solemne pidieron a Sourdís y Pastrana que renunciaran a sus candidaturas para dar la salida a la crisis. 43. El pacto de Casa de Moneda firmado entre los dos partidos rezaba así: "El entendimiento para la proclamación de candidato de la coalición del Frente Nacional se hará de partido a partido, a través de las directivas legítimas, de los voceros autorizados y de las convenciones oficiales de ambas
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Así terminó el sábado ocho de noviembre el histórico certamen del conservatismo. Mientras los conservadores salían del Salón Elíptico del Capitolio, los liberales cambiaban las insignias conservadoras por las suyas propias para dar inicio a la Convención del partido que eligió a Turbay Ayala jefe de esa colectividad. A la mesa de las discusiones llegaron los nombres de Sourdís y Pastrana propuestos por Ospina Pérez para que el liberalismo decidiera. José Elias del Hierro, por el contrario, explicó los pormenores del asunto y en su defecto desautorizó al patriarca conservador44. Guillermo León Valencia puso a disposición de los liberales el nombre de Belisario Betancur. La Convención, que tan solo deliberó seis horas, delegó en su Mesa Directiva y en los expresidentes liberales, la facultad de encontrar con el conservatismo una fórmula amplia de acuerdo sobre el candidato presidencial. Empero, anotó: Y que si ello no fuere así por circunstancias atinentes al Partido Conservador, el liberalismo tomando en cuenta todos los factores políticos y ante la imposibilidad de dejar vacante la candidatura del Frente Nacional, procederá a entenderse con los sectores de aquel partido que garanticen la ejecución de un leal y franco acuerdo dentro del espíritu del Frente Nacional para impulsar sin pausa, como se convino en la plataforma de la Casa de Moneda, la política de cambios sociales y desarrollo económico45. Finalmente la Convención entró en receso indefinido. El Siglo propuso para su partido un replanteamiento político como única salida de la crisis. Es decir bonón y cuenta nueva. La clase política liberal se sintió amenzada. Héctor Charry Samper evaluó las cosas con excepcional dramatismo: Si llegamos divididos a las elecciones de 1970 el sistema se derrumbará... en un momento convulsionado de la vida de América en el cual existenriesgosinocultables como los que se aprecian en varios países en que se ha roto la constitucionalidad. Insisto en que hay que encontrar un gran acuerdo para salvar el sistema democrático y los propios partidos colombianos46. Ospina sin embargo fue reacio a continuar las conversaciones con sus copartidarios y expresó en un comunicado que no cambiaría su posición y que solo se entendería con los liberales47. Esto produjo malestar en el partido y ahondó las contradicciones con Guillermo León Valencia su cercano aliado de siempre. Valencia advirtió éí cambio de tono que tenía ahora Ospina para con los liberales, contrario a la entonación con que lo hacía en épocas anteriores: "Si esta hubiera sido su conducta en tiempos pasados, algunos conservadores habríamos perdido la oportunidad de escuchar sus sabias enseñanzas, pero el diálogo con los liberales que hoy desea tan vivamente, y colectividades, y se llegará a él mediante la siguiente tramitación: a) El partido conservador, en su condición de partido alternante, por intermedio de su convención estatutaria, convocada para el cinco de noviembre, ejercerá el derecho de iniciativa en la presentación de candidato!...]". Eí Siglo, noviembre 9 de 1969, p. 11. 44. Un libro interesante que puede consultarse al respecto ha sido escrito por su hija: Del Hierro Santacruz Carmen. Deí Hierro: un forjador de historia. Bogotá, Cargraphics S.A., 1995. 45. Numeral quinto de la Declaración final de la Convención Liberal. Véase El Siglo, noviembre 10 de 1969, p. 10. 46. Véase Eí Siglo, noviembre 11 de 1969, p. 7. 47. Véase El Siglo, noviembre 14 de 1969, p. 15.
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que rechazó entonces, le hubieran evitado infinitas desgracias a la Patria"48. Y Eí Siglo le dijo al expresidente Ospina que el compromiso suyo con el doctor Pastrana "ya había sido cumplido en forma exhaustiva y excesiva"49. Un amplio grupo de personalidades conservadoras del Valle solicitó a Ospina y a Del Hieno la designación de un tercer candidato. Conservadores de importancia nacional se dirigieron en varias oportunidades a Ospina y a Gómez para reunir de nuevo la Convención del partido, propuesta que no tuvo ningún eco50. A mediados de noviembre regresó al país Alberto Lleras Camargo con el claro propósito de interceder en la solución a la crisis del Frente Nacional, como ya lo había hecho en el pasado. La lectura de la crisis que se hacía desde las sociabilidades políticas democráticas era distinta. El líder popular del Atlántico Deláscar Juvenal evaluó los resultados de las convenciones del bipartidismo como la bancarrota del Frente Nacional y escribió para El Nacional, que sólo la candidatura del general Rojas, "la del /rente popular, estaba profundamente arraigada en las masas, era totalmente anticontinuista y la única capaz de sacar a Colombia del pantano donde la han llevado los primates del mal llamado Frente Nacional"51. 5.1. Caeeltelón Todo el país estaba pendiente de la Convención Liberal que escogería el candidato del Frente Nacional. El ambiente en el que se desarrollaron las deliberaciones del cinco de diciembre de 1969 en el Capitolio Nacional, era de engaño. Dos días antes, Evaristo Sourdís dirigió una carta a la DNL solicitando no considerar su nombre en la Convención de ese partido por considerar ese proceso irregular y anómalo52. A su vez, un grupo liberal liderado por Enrique Pardo Parra y Alfonso Palacio Rudas advirtieron sobre las consecuencias nefastas para el liberalismo y para el sistema del Frente Nacional la escogencia de candidato conservador en la forma como se iba a proceder. Consideraban apresurada la unificación alrededor de un solo candidato conservador. Escribían al respecto que: La subsistencia de tres candidaturas adictas al sistema constitucional del gobierno conjunto de los partidos frente a una del sector rojaspinillista, adverso a cuanto se ha logrado en civilización en los últimos doce años, constituye una amenaza electoral que sería necio menospreciar, a no ver o subordinar al orgulloso sentimiento de imperio de altos jefes políticos por eminentes que sean53. Aproximadamente doscientos convencionistas se retiraron liderados por Alfonso Palacio Rudas, Francisco Eladio Ramírez, Enrique Pardo Pana, entre otros. Lo mismo hicieron los delegados de las centrales obreras. El ex emerrelista Carlos Restrepo Arbeláez, quien adhirió a Betancur y Emilio Lébolo de la Espriella, entre otros, se mani48. 49. 50. 51. 52. 53.
lbíd.,p. 11. El Sigb, noviembre 15 de 1969, pp. 4 y 11. Véase El Siglo, noviembre 28 de 1969, p. 11. El Nacional, noviembre 18 de 1969, p. 4El Sigb, diciembre 4 de 1969, p. 1. El Sigb, diciembre 4 de 1969, p. 11.
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festaron en contra de las maquinaciones de la DNL. Sin embargo, de los 900 convencionistas liberales 512 votaron por Pastrana54. Alfonso Palacio Rudas, en su columna dominical de El Espectador, explicó su retiro de la Convención: Abandoné tan augusto mitin, porque me incomodan las maquinarias políticas, los trapícheos, las imposiciones. Viendo que una convención declarada en receso, reanudaba sesiones con distintas caras, con personal parcialmente remozado, con nuevas credenciales, opté por retirarme[...]. El candidato estaba acordado de tiempo remoto, por los pontífices y mandarines del Frente Nacional. Esto no lo pienso yo solamente, es también lo que cavila el vulgo, lo que alambica y divaga sobre el particular55. De esta manera quedó configurada la lista definitiva de candidatos a la presidencia: Misael Pastrana -46 años-; Belisario Betancur -46 años-; Evaristo Sourdís -64 años- y Gustavo Rojas Pinilla -69 años-. La competencia entre cuatro candidatos conservadores, tres de ellos venidos del Frente Nacional significaba que el tristemente célebre pacto llegaba a su final completamente resquebrajado. Ospina le fallaba a los conservadores en la última campaña del Frente Nacional de la misma manera como Laureano les había fallado en la primera. La jefatura del conservatismo terminaba sometida al embrujo del liberalismo que finalmente se había salido con las suyas: diezmar a su adversario de siempre e imponerle sus condiciones56.
6, El candidato de la imposición Misael Pastrana Borrero, 37, Ospinista Conservative. Lawyer and economist. Has had a brilliant official career, including 3 years as Counselor of Embassy at Washington. Very friendly and cooperative. Has strong Liberal ties trough his life, who is daughter of Carlos Arango Vélez, Liberal candidate for the presidency in 194057. La inconveniencia de la candidatura de Mariano Ospina Pérez provocó que el sustituto fuera Misael Pastrana Bonero, formado por él pero sin la simpatía necesaria para arrastrar las demás candidaturas. No fue casual que se hiciera popular durante la campaña como eí candidato de la imposición: impuesto por el liberalismo a los conservadores y por Ospina a los demás candidatos de ese partido. Sin embargo, los pastranistas liberales, ante todo, organizaron su campaña como la del candidato legítimo del 54. Veinte convencionistas votaron por Betancur y dos por Sourdís. 55. Véase El Sigb, diciembre 15 de 1969, p. 6. 56. Ospina como lo había hecho Laureano en su tiempo elaboró una lista de candidatos que envió a los liberales donde por supuesto estaba el nombre de Misael Pastrana Borrero, este no era liberal como lo era Alberto Lleras en 1958, pero Pastrana era como si lo fuera, además el candidato de la élite liberal frentenacionalista. Véanse las Memorias citadas de José Elias del Hierro en su tomo iv. 57. Informe confidencial de la Embajada Norteamericana en Colombia, op. cit.
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Frente Nacional. Pastrana defendió las reformas de Lleras Restrepo y prometió continuarlas. ¿Continuación? Pocos creyeron. ¿Y el Grupo de la Ceja, su trabajo, sus ideas, su periódico? Al parecer, en el momento de las decisiones no se tuvo en cuenta la labor ideológica y las propuestas de este grupo. Prevalecieron los intereses políticos con trasfondo económico. Los ideólogos del encuentro liberal desaparecieron durante las discusiones de las célebres convenciones. Ellos habrían sido los únicos que hubieran podido interceder para que en el debate pesara lo ideológico. Nada tenía Misael Pastrana para mostrar al lado de Belisario Betancur. No se le conocía un libro al candidato oficial, ni una postura coherente sobre los grandes conflictos que preocupaban al mundo. La clase política de provincia veía con desagrado la candidatura de Pastrana. Siendo también de provincia, el candidato oficial había hecho cañera política de la mano del expresidente Ospina Pérez. No tuvo necesidad de ir a un concejo municipal ni a una asamblea departamental, no fue Senador ni mucho menos Representante. Siendo Secretario durante el gobiemo de Ospina había ascendido a los ministerios claves durante el Frente Nacional. Había optado por emparentarse con los liberales contrayendo matrimonio con una hija del patricio liberal Carlos Arango Vélez, y en el establecimiento aparecía como la figura más maleable para el tránsito al sistema político del libre juego de los partidos. Lo que más importaba a los liberales no era que Pastrana continuara las reformas sociales de Lleras sino que fuera lo suficientemente dócil a sus propósitos. Muchos políticos intermedios de provincia rechazaron su nombre, lo identificaron con el centralismo bogotano y prefirieron adherir a Sourdís, eí candidato del regionalismo. Por eso es importante anotar que para el último cuatrienio del pacto frentenacíonalista amplios sectores del conservatismo aspiraban a una candidatura regional. En el abanico de precandidatos alcanzaron a promover sus nombres José Elias del Hieno y Hernán Jaramillo Ocampo, entre otros58. El nombre del primero llegó incluso a debatirse en la Convención conservadora y su adhesión a Sourdís tiene explicación no sólo en su origen laureanista sino también en el anhelo de conservar la autonomía del conservatismo ante el liberalismo y en sus aspiraciones regionales. Otros de estos políticos intermedios adhirieron a Belisario en quien sentían más reflejada su región. En la elección de una de estas candidaturas pesaban las posturas regionales y los compromisos para con la región, ya que a finales de la década de los sesenta la provincia colombiana se encontraba en abandono. La costa, el oriente, el sur, el noroccidente, los territorios nacionales pedían a gritos su redención. Empero, mientras que Betancur y Sourdís hablaban de regiones para ganarse la provincia, Rojas era recibido (para sorpresa del mismo candidato) por multitudes. Así lo comprobó en su visita a Puerto Asís, San Andrés y Providencia, y Puerto Wilches, en noviembre de 1969. Cubrir las remotas provincias fue una de las estrategias adoptadas por la ANAPO en la campaña. La estrategia de la candidatura oficial del Frente Nacional fue robustecerse con el descrédito de la candidatura considerada la única peligrosa: la del general Rojas. 58. Al respecto véase Carmen del Hierro Santacruz, Del Hierro, un forjador... op. cit., p. 266 en adelante.
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No se hizo otro llamado a los adherentes de Sourdís y Betancur que el de la amenaza rojista. Belisario entendió la patraña y le salió al encuentro. Defendió sus postulados y dijo: [...] este recurso no funcionará. El pueblo colombiano conoce el truco y no está dispuesto a dejarse tramar por quienes de una parte aparentan prepotencia, pero por otro lado muestran su debilidad al utilizar el recurso del terror para llevar a los electores a votar como borregos y continuar así el imperio que tantos atropellos les han patrocinado y tantas amarguras ha deparado a los humildes. La tesis de que si no se vota según los dictados de ciertos intereses, Rojas va a triunfar, no prevalecerá59. Los pastranistas utilizaron la bandera nacional como símbolo de la campaña, lo cual produjo ira entre los sourdistas. Una flamante bandera nacional llevaba el rostro sonriente de Pastrana acompañado de las fechas 1970-1974. El símbolo se utilizó en gallardetes, banderines, carteles y vallas, no obstante ser prohibido por el reglamento de protocolo y ceremonial militar en su artículo 21: "Debe tenerse presente que está prohibido el uso del pabellón y demás símbolos nacionales como medios de propaganda para anuncios, manifestaciones públicas de cualquier índole...."60. En contraste, la imagen que mayormente difundía el anapismo era la fotografía de Rojas ataviado de insignias nacionales en su época de gobernante. Probablemente el colorido de su bandera tricolor: azul, blanco y un rojo que saturaba todo, no permitió advertir tales insignias. Una vez definidas las candidaturas, Pastrana empezó a contar con la maquinaria oficial de la que disponía el Frente Nacional en el centro y en la provincia. Toda la prensa que seguía al establecimiento, la conocida Gran prensa liberal y sus satélites en las regiones, se convirtió en vocera de dicha candidatura. En Bogotá adhirieron los diarios El Vespertino y Eí Espacio. También hicieron parte de la campaña los ex integrantes de la Junta Militar de 1957 Rafael Navas Pardo y Rubén Piedrahíta Arango, integrando el Comité Honorario de expresidentes que respaldaban la candidatura de Pastrana. El presidente de la República, junto a sus subalternos del poder ejecutivo a nivel nacional no tuvieron reparos en mostrar su afecto por la campaña electoral de Pastrana ni en apoyarla y ganar adeptos. Sus contradictores denunciaron en varias oportunidades sus intromisiones y atropellos. Por otra parte, la intensidad de la campaña electoral en la que estaba inmerso el país opacó el impacto entre los colombianos de la llegada del hombre a la luna y la celebración del gol número mil del Rey Pelé. 7. La campaña de Evaristo Sourdís La campaña de Sourdís tuvo realmente un amplio respaldo político reflejado en los nombres de los denominados jefes naturales de su partido: José Elias del Hieno, Alvaro H. Caicedo, Hernando Sorzano González, Raimundo Emiliani, José María Villarreal, Hugo Escobar Sierra, Roberto Gerlein quienes conformaron el comando 59. El Momento, septiembre 6 de 1969, p. 5. 60. Véase El Sigb, diciembre 23 de 1969, p. 1.
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central de la campaña. En la plana mayor del sourdismo estaban el expresidente Roberto Urdaneta Arbeláez, los ex quíntuples Deogracias Fonseca y Gabriel París; Alfredo Araújo Grau y Hernán Jaramillo Ocampo, Alberto Dangond Uribe y César Tulio Delgado, entre otros. La campaña contó además con la activa y juvenil participación de su hija Adelaida de 27 años. La mayoría de los diarios de la Costa respaldaron esta candidatura: Eí Heraído de Barranquilla, aunque liberal, puso por delante el hecho de una candidatura regional: "No votar por Sourdís es traición a la Costa" rezaba una de sus consignas. Aquí mismo Sourdís contó con Diario del Caribe y La Voz del Cesar. El Siglo e influyentes rotativos regionales como Occidente en Cali se sumaron también a la campaña. Un anuncio de Eí Siglo rezaba: "Con su voto denotaremos a la imposición oficial". Sourdís recibió el 19 de noviembre de 1969 un gran acto de desagravio en la ciudad de Bananquilla. Una multitudinaria manifestación sirvió de ratificación de su candidatura. Con él estaba además del grupo señalado aniba, los dirigentes Alvaro Gómez y Castor Jaramillo Anubla. Aludiendo a una popular canción del maestro José Barros que todos los colombianos entonaban y bailaban, la campaña de Sourdís pasó a conocerse con el nombre de La Piragua, lo que cubrió sus conerías de un ambiente de festividad vallenata. Aunque paulatinamente la campaña sourdista tomaba las formas de una candidatura regional es de suponer que el hecho de que José Ignacio Vives, senador por el Departamento del Magdalena no hiciera parte de ella quería decir que la radicalidad costeña no era uno de sus fuertes. De igual manera, gran parte del liderazgo costeño opositor al establecimiento había optado por la candidatura Rojas. 8. María Eugenia quema la Constitución Nacional Aunque el presidente Lleras había anunciado en noviembre de 1966 no acceder a las presiones del Fondo Monetario Internacional FMI para devaluar el peso, en marzo de 1967 empezó a ceder con la expedición del Estatuto Cambiario (Decreto 444) que consagró como norma legal la totalidad de las pretensiones del FMI a cambio de luz verde para algunos empréstitos. Más tarde, en 1968 se presentó un proyecto de ley por el cual se aprobaba la creación de un sistema basado en derechos especiales que ampliaba la intromisión del Fondo en el manejo de la economía nacional. En septiembre de 1969, los parlamentarios de la ANAPO salieron a la pelea y se pronunciaron contra el sometimiento del país a los dictados de esa entidad. Consideraron que ese organismo era perjudicial para los intereses de todos los países en vía de desarrollo por cuanto a través de las denominadas cartas de intención se pactaban las devaluaciones sucesivas, estancamiento de los salarios, las retenciones cafeteras, la utilización de divisas y, en síntesis, la hipoteca de la soberanía nacional61. Entre los acuerdos pactados por el liberalismo y la ANAPO para la aprobación de la Reforma Constitucional de 1968, estaba el de la participación de las minorías en las mesas directivas de las corporaciones de elección popular, como quedó fijado en el último inciso del artículo 83 de la nueva Constitución. Pero fue precisamente allí 61.
Anales del Congreso, septiembre 24 de 1969, p. 770 y Alerta, septiembre 30 de 1969, p. 11.
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donde se rompieron los acuerdos a la hora de elegir nueva Mesa Directiva del Senado en octubre de 1969. Ni la norma ni los supuestos pactos fueron respetados por el liberalismo, no obstante el debate que promovió el Senador José María Rojas Nieto, rememorando cómo los parlamentarios anapistas que hacían parte de la Comisión primera del Senado salvaron la reforma de Lleras. María Eugenia Rojas colocó sobre la curul del senador Augusto Espinosa Valdenama una Constitución en llamas: "Senador Espinosa, aquí le entrego la Constitución", le dijo la parlamentaria62. La elección de la mesa directiva se realizó sin la participación de la ANAPO, y en su lugar, fue presentada una constancia sobre violación de la Constitución Nacional: "Que interpretamos tal acto como la iniciación de una cadena de arbitrariedades y atropellos contra la oposición propiciados por los altos directivos de la coalición con el objeto de influir comiptoramente en el próximo debate electoral"63.
62. Anales del Congreso, octubre 2 de 1969, p. 83463. Ibid., Véase además intervención al respecto del senador José María Nieto Rojas del primero de octubre de 1969 en: Anales del Congreso, diciembre 10 de 1969, pp. 1.300-1.301.
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