Caracas viernes 7 de noviembre de 2008
El personaje de
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Era fanático, siendo niño, de la historieta del personaje de madera mentiroso; sobre todo de la que escribía Leoncio Martínez a principios de siglo y se la traían los arrieros “cuando viajaban a San Jacinto, hacia Caracas...”
EL PINOCHO QUE HACE GLOBOS EN EL HATILLO
“En Venezuela, todos son gente buena” HERIBERTO GONZÁLEZ diseña los
riódico que a la televisión.
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FOTOS PEDRO LARA
a marioneta de palo que diera vida al niño Pinocho es el apodo con el que los vecinos del pueblo de El Hatillo, en Caracas, reconocen a quien hace los globos de papel de seda, en diciembre y en las fiestas patronales del municipio capitalino. Su casa color naranja es la número 0-8, ubicada al final de la calle Bolívar. No tiene timbre y desde una puerta metálica entreabierta color verde que abre hacia afuera, se observan algunos destornilladores y herramientas de electricidad. Heriberto González es electricista de oficio pero el arte de los globos de colores que pone a volar por el cielo caraqueño es parte de una tradición familiar que data de más de 70 años. Un acento entre pueblerino e ibérico marcan su ascendencia isleña del viejo mundo. A sus 81 años su postura es un poco encorvada. Pero el achaque no será impedimento cuando en las mañanas se le vea caminando, por el pueblo con alguna prisa, buscando los materiales para poner a volar otro de sus globos o resolver algún problema eléctrico de alguna de las casas del sector. Confiesa que no utiliza lentes para leer y para mantenerse informado prefiere un vistazo al pe-
L
Del pregón a las nubes
Cuenta que el infantil apodo lo tiene desde que tenía diez años, cuando se sentaba en la plaza Bolívar del pueblo a leer el libro de cuentos “Pinocho” que para la época costaba dos centavos. Pasó “un tipo” y le llamó por el nombre del cuento. Desde entonces, a finales de los años treinta del siglo pasado, todo el mundo lo llama como el desobediente muñeco de madera. Su afición por la historieta -rememora- le hacía pedirle el libro de cuentos a los arrieros del pueblo cuando viajaban al mercado de San Jacinto, en el centro de Caracas. Del autor del libro recuerda su seudónimo: “Leo”. Porque la historieta de la época estaba a cargo del humorista y caricaturista venezolano Leoncio Martínez “Leo” (1888-1941) pero conservando la influencia del diseño original del periodista italiano Carlo Lorenzini (Collodi), creador en 1881 de la historia de la marioneta de madera. La picardía del Pinocho original suele brotar en la personalidad de Heriberto. Cuando a ratos sonríe y esconde el rostro en señal de pena por una pregunta que lo ruboriza, deja salir el niño interior de quien nació asistido por Carmelita León, la partera del pueblo, en la vieja casa de su papá a comienzos de siglo veinte. “Aquí todo el mundo nacía con partera”, recuerda.
aerostáticos en el sureste caraqueño desde hace más de 70 años ANTONIO DÌAZ ESPEJO
ÍNTIMO
VUELO DE TRADICIÓN
El oficio de hacer globos lo aprendió de su papá don Gregorio González, a la edad de siete años y su primer aerostático lo puso a volar el 4 de septiembre de 1942 siendo un adolescente de 15 años. Desde entonces y por tradición, cada 4 de septiembre, las fiestas patronales del municipio, en honor a Santa Rosalía de Palermo, dejan surcar por el cielo mirandino uno de los globos tricolor que él diseña. Uno o dos días le tomará hacer el aerostato. Papel de seda, alambre, pega y el hilo pabilo para la base que denomina “candileja” será el combustible necesario para elevarlo. Mientras más fuego, más alto vuela. González afirma que nunca ha medido la altura a la que puede elevarse uno de sus ejemplares pero asegura que el tiempo de vuelo estimado podría ir de tres a cuatros horas, eso sí, “si no se cae” o tropieza con alguna montaña de la zona. El despegue siempre lo hace desde la plaza Bolívar, frente a la iglesia. “Primero se infla, luego lo enciendes con la candileja y lo dejas libre”, relata. Sobre el precio de venta, González prefiere no dar detalles y aclara que, “se lo regala a la virgen, peronopongasesoahí pa’quenose acostumbren” (los clientes).
EL SECRETO MEJOR GUARDADO
El artesano aerostático asegura que no le crece la nariz por decir mentiras como al muñeco italiano, aunque afirma que “alguna mentira uno tiene que decir” y,
UN PINOCHO DE CARNE Y HUESO
“Ponle ahí Pinocho porque nadie me conoce por ese nombre” (Heriberto González). En su cédula de identidad firma primero con el apellido: “González Heriberto”. “Antes se acostumbraba mucho”, comenta. Recuerda con precisión haber nacido “el primer domingo de cuaresma, a las tres y media de la tarde”, un 16 de marzo de 1927. Estudió hasta un sexto grado, que no concluyó, en la Unidad Educativa Nacional Conopoima en El Hatillo, fundada en el gobierno de López Contreras. “Cuarto grado era lo que ahora es un doctorado. Enseñaban demasiado”. El artesano del aerostático asegura haber trabajado como pregonero del diario Últimas Noticias en el centro de Caracas por los años 40. González tiene tres hijos (todos electricistas, como él), 13 nietos, tres bisnietos y los tataranietos “vienen rodando, pero no todavía”, dice.
desde la reserva prefiere no decirlo todo. Por eso, ante la curiosidad por conocer el precio de uno de los seis globos que vendió este año, responde: “No pongas precio porque me vas a echar a perder la varilla”. Los globos del “Pinocho” de El Hatillo hoy despegan tres veces al año, pero destaca que en 1958, luego de estrenada la democracia, durante el gobierno provisional del vicealmirante Wolfgang Larrazábal, fue cuando vendió más las aeronaves de aire caliente. Contabiliza 46 y las vendió “sin publicidad” a cuatro Bolívares, “de los viejos”, dice. Así como el globo que se va y se pierde por el cielo de la capital, González también quisiera viajar por su propio país, así como lo hace su artefacto volador, no sin antes agregar desde el humor precoz que lo caracteriza que “todos son gente buena en Venezuela”. Por lo pronto vuelve a sonreír, se despide y regala una frase impregnada de su peculiar optimismo: “¡Echa pa’lante”!
EL MUNDOY SUS VUELTAS
Del “tengo un sueño”, al “sí, podemos” n esa asombrosa caterva de palabras meritorias esparcidas entre los pueblos del planeta, con motivo del triunfo electoral de Barack Obama, reflejo del avance afroamericano tras dos siglos de luchas espeluznantes en Estados Unidos, y encaminadas a obtener los respetos más elementales, dos discursos abren y cierran la voluta de esta descomunal disputa. La primera de esas alocuciones, razón de la larga marcha de los negros americanos desde la esclavitud hasta la Casa Blanca, la pronunció el 28 de agosto de 1963, sobre las escalinatas del Monumento a Lincoln en Washington, ante un millón de personas, el líder del movimiento a favor de los derechos civiles, Martin Luther King.
E
Fue necesario el transcurrir de 45 años – tiempo largo cuando se trata de vidas y quimeras de seres humanos – para que la respuesta llegara con la fuerza titánica de un vendaval, y es que las primeras palabras de Obama, pronunciadas en Chicago tras ser reconocida su aplastante victoria de manera hidalga por John McCain, entrelazan en un nudo gordiano el Alfa y Omega – principio y fin - de los auténticos ideales de libertad demandados por Luther King, y el renacer de una nación que encara, como ninguna otra, los valores intrínsecos de la raza humana por encima de indignas acciones contra colectivos y minorías estrujadas. La frase “¡Hoy tengo un sueño!”, del viejo defensor de la piel bruna oprimida, y el “Sí, podemos”
gritado por Obama bien entrada la noche del martes en el Grant Park de Chicago, es un río interminable “cuya victoria, en sí misma, no es el cambio, es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio”, expresó el flamante presidente electo. El descendiente de negro africano sabe que el sendero a seguir es largo, tortuoso y repleto de obstáculos, “pero os prometo que llegaremos como una sola nación, como un solo pueblo”. Ignoramos quién trabajó con Obama en éste su primer discurso de líder, acaso su esposa y algunos estrechos colaboradores de su círculo íntimo, pero sin duda han sido unos cuatro folios esperanzadores. Nos hizo recordar a John Kennedy con sus antorchas ardiendo y los clarines sonando mientras
RAFAEL DEL NARANCO
anunciaba el nuevo cambio y aseguraba la supervivencia y el triunfo de la libertad. “Llega un nuevo amanecer en el liderazgo estadounidense. A aquéllos que quieren destruir este mundo, les decimos: os venceremos. A aquéllos que quieran la paz, os daremos nuestro apoyo”, dijo Obama. Hay, en esta hora turbia, una luz brillante en lontananza.