POLITICA
Domingo 12 de junio de 2011
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Fondos bajo sospecha | Cómo se formó la empresa que tiene en la mira al ex apoderado
El origen del imperio Schoklender Compró Meldorek para quedarse con dos aviones, en una compleja operación en la que intervino su piloto HERNAN CAPPIELLO LA NACION Meldorek, antes de ser la constructora de Sergio Schoklender, era una empresa que no hacía nada. Su dueño era un financista, ahora investigado por la Justicia, que tenía en su patrimonio una Ferrari, una camioneta Porsche, departamentos, un barco de 1 millón de dólares y dos aviones. Lo más atractivo que tenía esa compañía era que entre sus objetos sociales estaba la posibilidad de brindar servicios de taxis aéreos. En los papeles, Meldorek era en 2008 en un 5 por ciento de Daniel Laurentis y en un 95 por ciento de la
sociedad uruguaya Tivenwest, que a su vez está controlada por otra firma argentina: Monetización. Allí manda el financista José Fernando Caparrós Gómez. Esa empresa se usó para cambiar cheques de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y ahora está siendo investigada por la Justicia. Gustavo Serventich, el piloto de Schoklender, fue quien lo conectó con Caparrós. Schoklender quería comprar un avión y Caparrós, venderlo. Serventich conoció a su futuro socio cuando fue a buscar con un avión a un pasajero a Pinamar en enero de 2008. En la pista solitaria lo esperaba un hombre en bermudas y musculosa. Era Schoklender.
TELAM
El secretario de Comunicación, Abal Medina, ayer, en Lobos
Abal Medina: “Es un chanta, un delincuente” Juan Manuel Abal Medina fue el primer funcionario nacional en abrazarse con Hebe de Bonafini en medio del escándalo por el desmanejo de fondos públicos administrados por la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Es también uno de los hombres de mayor confianza de la Presidenta. Y ayer pasó a encabezar la lista de los que más fuertemente se distanció de Sergio Schoklender, el polémico ex apoderado de las Madres. “Querer ensuciar a las Madres porque hubo un traidor, chanta y delincuente como fue y es Schoklender es no respetar nada”, fustigó el secretario de Comunicación Pública. De esa manera, equiparó el supuesto accionar delictivo de Schoklender con la actitud de los medios de comunicación que in-
forman sobre lo que ocurría con la administración de esos fondos. “Es una maldad imposible de calificar pretender empañar el prestigio de Madres de Plaza de Mayo, dado que Hebe de Bonafini puso su vida en juego mientras esos mismos medios disfrutaban del poder y se quedaban con Papel Prensa y el país”, enfatizó durante un acto político en la localidad de Lobos. El hombre que se encarga de la comunicación del Gobierno y que gestiona los medios estatales apuntó a Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, y a los opositores: “Está cada vez más claro que si la oposición se dedica a complacer a Magnetto en lugar de proponer una iniciativa superadora de la del Gobierno, la gente no confiará en ellos y nunca podrán gobernar”.
En el vuelo se hicieron amigos y así Serventich se convirtió en su asesor aeronáutico. Cuando había pasado una hora del aterrizaje, lo convocó a una reunión en la sede de la fundación para que le aconsejara si era mejor alquilar aviones o comprarlos para recorrer las obras de las Madres en todo el país. Serventich le aconsejó comprar el Pipper Cheyenne II LV- MNR, de Meldorek. Eso le permitiría a Caparrós traer de Estados Unidos el Cessna Citation que tanto quería. Antes de comprar el avión, Serventich aconsejó alquilarlo para los vuelos de Schoklender, probarlo y asegurarse de que no tuviera problemas. A los
seis meses, cuando se iba a concretar la operación, Schoklender le pidió que averiguara por un segundo avión, dado el trabajo creciente que tenía la fundación. Serventich le aconsejó el Citation. Era más conveniente comprar directamente la sociedad con los dos aviones que las aeronaves por separado. Schoklender pagó 1.160.000 dólares por la empresa con los aviones incluidos, de los cuales 630.000 dólares ya habían pagado con anterioridad las Madres en concepto de alquiler de una de las máquinas. Meldorek es en un 90% de Schoklender y en un 10% de Serventich (que prefirió acciones a cambio de sus
honorarios). Las dos máquinas volaron de obra en obra, y Meldorek les facturó a las Madres unos 60.000 dólares por mes por ese servicio, señalaron allegados a la firma. Serventich nunca pudo cobrar las ganancias que le hubieran correspondido por sus acciones. Meldorek, que ya era una activa constructora y su patrimonio no paraba de crecer, seguía sin inscribirse. Como la escisión de Meldorek se demoraba, Schoklender les terminó firmando un poder a los anteriores dueños, representantes de Caparrós, para que vendieran sus otros bienes, incluida una Ferrari y un crucero Sirius de 1 millón de dólares.
En crecimiento ➔ En busca de alas. Schoklender
compró Meldorek para poder acceder a dos aviones que, decía, necesitaba para recorrer las obras de las Madres en todo el país.
➔ Constructora. Esa empresa
se convirtió en 2010 en una pujante constructora. Hacía casas móviles e intervenía en el proyecto de levantamiento de barrios de las Madres de Plaza de Mayo. Schoklender ocultaba que era el dueño.
➔ El sueño latinoamericano.
Schoklender llegó a tramitar un crédito y permisos oficiales en el Estado para levantar una fábrica de casas móviles. Su idea era exportarlas por el Mercosur. Llegó a obtener la cesión de un predio en el Mercado Central, gentileza de Guillermo Moreno. No llegó a empezar las obras porque se hizo público el escándalo.