El hombre que cree en la cigüeña

18 sept. 2010 - En 1971, junto con su socio de enton- ces, el arquitecto Guillermo González. Ruiz, Shakespear diseñó un sistema de señales de tránsito capaz ...
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DISEÑO

El hombre que cree en la cigüeña En los últimos 50 años, Ronald Shakespear y los miembros de su estudio le pusieron un sello a la ciudad; casi todo lo que se ve en Buenos Aires es obra suya, desde los nombres de las calles hasta los carteles de las salas de

ANA ARMENDARIZ

parto en los hospitales

BARBA Y PIPA. Ronald sigue siempre fiel a su estampa. El sentido del humor es su marca en el orillo. Dice que sus hijos, Lorenzo, Juan y Bárbara, se han transformado en sus jefes, en el estudio de San Isidro

10 | adn | Sábado 18 de septiembre de 2010

POR MARINA GAMBIER De la Redacción de La Nacion

D

etrás del mostrador del quiosco Los Tres Soles, Gladys responde todos los días, unas quince veces, la misma pregunta: –Señora, ¿esta calle es Bonifacio? ¿Y Calasanz? ¿Es para allá? –Usted está en Bonifacio y Calasanz –contesta una y otra vez Gladys, improvisada guía de turismo desde que hace cinco años alguien se llevó de recuerdo los carteles correspondientes a esa esquina de Caballito. Cosas como ésta, que se repiten mucho en Buenos Aires, le causan pena a Ronald Shakespear. En 1971, junto con su socio de entonces, el arquitecto Guillermo González Ruiz, Shakespear diseñó un sistema de señales de tránsito capaz de guiar al habitante hasta su destino sin necesidad de preguntarle nada a nadie. Aquel Primer

Plan Visual de Buenos Aires logró ordenar la información del paisaje urbano y hacerle así la vida más fácil a la gente. Ese objetivo ha sido motor y fuente de inspiración de Diseño Shakespear, que en los últimos 50 años se dedicó a transformar el espacio público mediante proyectos de señalización destacados por el uso de un lenguaje visual simple y las tipografías de formas puras. Entre sus carteles institucionales y sus logos publicitarios de grandes marcas, se puede decir sin exageraciones que las calles de Buenos Aires son tal como las vemos por obra de Shakespear. Quizá la obra que mejor lo representa es la señalización de la red de subterráneos porteños, elaborada a lo largo de más de una década a partir de una profunda investigación de las necesidades, costumbres y afectos de los casi dos millones de usuarios que usan cotidianamente las distintas líneas. Pero la estética de Shakespear también está presente en los pasillos de los hospitales (que diseñó con su hermano Raúl), en marquesinas de comercios, bancos, empresas de correos, shoppings, museos, paseos, parques y hasta en las canchas de fútbol, en todo el país. Un muestrario completo de esos símbolos, desde los carteles del peaje hasta los postes con manitos amarillas de las paradas de taxis, decora su estudio de San Isidro. Allí trabaja un equipo liderado por sus hijos, Lorenzo, Juan y Bárbara. Ronald dice que ahora ellos son sus jefes. La editorial Paidós acaba de reeditar su libro Señal de Diseño. Memoria de la práctica, en el que este pionero del diseño en América latina, que viste pantalón con tiradores, fuma en pipa y habla con