El dolor de Malvinas invade las librerías

31 mar. 2012 - historia de las islas Malvinas y los intentos de colonización desde. 1764 por el francés Louis-Antoine de Bougainville hasta el 2 de enero.
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SOCIEDAD

I

Sábado 31 de marzo de 2012

A 30 AÑOS DE LA GUERRA BOOM DE LIBROS SOBRE LA CONTIENDA DEL ATLANTICO SUR

El dolor de Malvinas invade las librerías Continuación de la Pág. 1, Col. 3 derechos humanos durante la guerra; los vuelos de siete pilotos de Aerolíneas Argentinas en busca de armas o la historia de los cinco rabinos que asistieron espiritualmente a los combatientes son algunas de las temáticas desarrolladas. De todas maneras, también pueden encontrarse títulos que encaran el conflicto con una mirada más abarcativa: es el caso de 1982, de Juan Bautista Yofre (Sudamericana, $ 109) que analiza documentos reservados del proceso en busca de cambiar la perspectiva que hasta hoy se tenía de la guerra. En esa misma línea puede encontrarse la nueva edición actualizada de Malvinas, la trama secreta (Sudamericana, $ 139), de Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo van der Kooy, un voluminoso libro que fuera publicado por primera vez en 1983. “Entre novedades y reediciones deben haber por lo menos diez títulos. Pero son tres los que siempre se han mantenido más allá de las fechas: Iluminados por el Fuego, de Edgardo Esteban; Malvinas, la trama secreta; y Los Pichiciegos, de Rodolfo Fogwill, que se vende siempre y es una obra muy leída en las escuelas”, comentó a LA NACION Noemí Bank, encargada desde hace 36 años de la Librería Santa Fe, situada sobre esa avenida, a metros de Azcuénaga. En ese local, los libros sobre Malvinas ya ocupan la mitad de una de las dos mesas con ensayos. Entre ellos, se encuentra Lágrimas de hielo, de la periodista Natasha Niebieskikwiat (Norma, $ 89), sobre las torturas y violaciones a los derechos humanos en la Guerra de Malvinas. Torturas, estaqueos, maltratos, abandono de persona y hambre, testimonios desgarradores que revelan que el enemigo no siempre estuvo en el bando contrario. Otra de las novedades es Malvinas,

Las publicaciones sobre el conflicto ocupan un lugar destacado de la librería El Ateneo de la calle Florida

SANTIAGO FILIPUZZI

A varias reediciones de clásicos sobre la guerra se sumaron nuevas lecturas sobre aspectos menos conocidos del enfrentamiento con Gran Bretaña

OPCIONAL, JUNTO CON EL DIARIO

La guerra, en una colección imperdible Desde pasado mañana y lunes por medio, LA NACION editará 20 fascículos dirigidos por Juan Bautista Yofre A treinta años de un hecho que cambió la historia argentina, LA NACION junto con la editorial Sudamericana presentan a partir de pasado mañana una colección sobre la Guerra de Malvinas, que brinda información completa y estrictamente documentada sobre todas las batallas, las operaciones que se llevaron a cabo, tácticas empleadas, los equipamientos de cada fuerza y todas las misiones diplomáticas. La colección, que aparecerá lunes por medio como un opcional ($ 24,90) junto al diario, representa una obra de referencia, específica y fundamental, con un contenido riguroso y dirigida por el periodista y escritor Juan Bautista Yofre, autor del exitoso libro 1982. La obra contará con mapas espectaculares y detalladas infografías, una presentación gráfica muy atractiva donde abundan la documentación fotográfica de medios nacionales e internacionales, cuadros (cronológicos y comparativos), cartografía rigurosa y recuadros con opiniones de expertos en el tema. La colección consta de 20 fascículos quincenales. La primera entrega, titulada “Un reclamo nunca olvidado”, comienza con una cronología exhaustiva de la historia de las islas Malvinas y los intentos de colonización desde 1764 por el francés Louis-Antoine de Bougainville hasta el 2 de enero de 1833, cuando el buque de guerra inglés Clio, al mando de John James Onslow, intimó a los pobladores argentinos y a la corbeta Sarandí bajo el comando de José M. de Pinedo, a abandonar las islas. Luego sigue un compendio sobre el escenario político: “Se inicia el derrumbe del proceso militar”, donde se detallan los problemas políticos y económicos del gobierno militar, que no hicieron más que agravarse durante el ejercicio de la presidencial de Roberto Eduardo Viola. En una Argentina “al borde del colapso” la Junta Militar necesitaba garantizar como tenían previsto los militares su continuidad hasta 1989. En este escenario, la guerra representó “el fin de una era que llevó al país a una empresa absurda”. Los documentos inéditos estarán respaldados con datos sobre los protagonistas y el escenario político de la época, con biografías y las decisiones de los responsables de la contienda bélica sumado al contexto que vivía la dictadura con Leopoldo Fortunato Galtieri al frente del gobierno de facto y de sus nefastas consecuencias. Entre las páginas de los fascículos podrán encontrarse enfoques exclusivos como el Plan 41, los puntos de vista y hasta las conversaciones de los altos mandos que nunca antes vieron la luz.

los vuelos secretos, del periodista Gonzalo Sánchez (Planeta, $ 79), que cuenta la historia de siete pilotos de Aerolíneas Argentinas que recibieron una convocatoria por parte del gobierno militar con el objetivo de transportar armas. Dos vuelos a Tel Aviv, cuatro a Trípoli y uno a Ciudad del Cabo. También editado este año, Los rabinos de Malvinas, de Hernán Dobry (Vergara, $ 85) saca a la luz la historia de los cinco religiosos que fueron enviados como capellanes para prestarles asistencia espiritual a los soldados judíos desplegados en la Patagonia y en las islas. Pero también un veterano de guerra escribió un libro para el trigésimo aniversario de la guerra con Gran Bretaña. Fue Lautaro Jiménez Corbalán que en Malvinas, en primera línea (Edivern, $ 98) describe las vivencias y anécdotas de los integrantes del Regimiento de Infantería 4 como un reconocimiento a los jóvenes que defendieron a la patria en Malvinas. Otro de los libros que fue reeditado para esta fecha es Señales de Guerra, del historiador Lawrence Freedman y Virginia Gamba (El Ateneo, $ 129), que analiza e interpreta los hechos y los mensajes que llevaron a la escalada bélica y diplomática en el Atlántico Sur. Según Noemí Bank, el público que en general compra libros de Malvinas no suele ser demasiado joven sino más bien de 40 años para arriba, lo cual encierra una lógica con la fecha de la guerra: son personas que en ese momento tenían más de diez años. “Malvinas, la ilusión y la pérdida, de Silvia Plager, una novela que mezcla lo histórico con lo romántico, siempre fue bien recibido por el público femenino”, afirma. Y cuenta que hace unos 20 días, en la mesa de recomendados, eran todos libros sobre el kirchnerismo. Ahora, que los de Malvinas sigan allí, dependerá de las ventas y las novedades de abril.

IMPORTACIONES

Celebran la marcha atrás de Moreno Satisfacción de la Cámara del Libro

Algunas páginas de la colección “Malvinas, la historia documentada”, y la tapa del primer fascículo

“Los apuntes de un conflicto que viví” El autor de 1982 incorporó documentación inédita a su recopilación personal de testimonios JUAN BAUTISTA YOFRE PARA LA NACION

Muchos me preguntan cómo investigué el desarrollo de la Guerra de las Malvinas y siempre respondo que “Malvinas no la investigué, la viví”. La historia debe comenzar, nobleza obliga, en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde trabajé entre febrero de 1969 y mayo de 1972. Entré muy joven, como asesor de Gabinete, y en esos días me topé con Eugenio Reverendo, un administrativo que conocía como nadie el viejo Palacio San Martín de la calle Arenales. El me enseñó a desplazarme por diferentes pasillos, pasadizos y puertas dobles de una oficina a otra en el vetusto Palacio Anchorena. Me fui muy enojado de la Argentina en septiembre de 1979. Estaba defraudado por la dirección que llevaba el Proceso de Reorganización Nacional. Y fue en esos años de vivir en Washington –donde, entre otras cosas, fui el vocero de Raúl Alfonsín– que aprendí a mirar la Patria desde otra perspectiva. Por supuesto que regresé, y quiso el destino que las Malvinas me estuviesen esperando el mismísimo día de mi vuelta a Buenos Aires, 11 de marzo de 1982. Esa tarde, mientras caminaba con mi querido cuñado, el

embajador de carrera Héctor Tejerina, un hombre se me acercó y me dijo con emoción: “Se viene Malvinas”. Menos de un mes después, cuando todo estaba diplomáticamente sin decidir, me encontré en un vuelo de Aerolíneas Argentinas detrás de “Canoro” Costa Méndez. Lo seguía en nombre de la agencia Noticias Argentinas y de aquellas horas de información y tensión quedan como testigos mis libretas de apuntes que desde pasado mañana abro a los lectores de LA NACION. No puedo recordar por qué y cómo comencé a escribir apuntes. Sólo digo que mis primeros apuntes –que guardo– son de 1970, mientras que los recortes de prensa que me hacía Teresa Robirosa comenzaron un poco antes. Así, cada día de Malvinas fue guardado con esmero. Las bauleras de mis diferentes departamentos parecían gritarme que tuviera cuidado. Lo hacían con razón: cierta vez, una pareja con más pretensiones de las que se merecía, casi se lleva todo para canjearlo por dinero. El archivo pudo salvarse por un oportuno aviso del portero.

El camino a 1982 Después de Nadie fue (2006), Fuimos todos (2007), Volver a matar (2009) y El escarmiento (2010), llegó el momento

de plantear a Sudamericana/Random House Mondadori que se acercaban los 30 años de Malvinas y que les debía a los lectores un 1982. Así fue como primero llegó el libro, que ahora se ensancha y cambia de forma merced a esta colección. A decir verdad –porque siempre debe decirse– consulté con Carolina, mi esposa, y “dijimos” que sí a la propuesta de estos tomos. Como le manifesté a un gran periodista del matutino, trabajar al lado de LA NACION, para mí, es trabajar al lado de “mis viejos”, porque es el diario que me enseñaron a leer todas las mañanas. Era el diario que leía todas las mañanas Felipe Ricardo Yofre, mi padre, que murió cuando yo tenía 13 años recién cumplidos. Era el matutino que discutían en mi presencia mis hermanos mayores, Felipe y Ricardo, mis “viejos” en la vida. Se preguntarán los lectores cómo llegué a juntar la documentación de 1982 y Malvinas: La historia documentada. Gracias a la confianza que supe generar, a pesar de que muchos de los que me dieron sus papeles sabían de antemano que yo no estaba de acuerdo con la decisión que se tomó el 2 de abril de 1982. Si bien la colección la hice sobre el terreno informativo que tenía guardado desde hacía años, la diferencia con otros textos míos sobre

Malvinas es que salí a buscar nuevos documentos, renovados testimonios. Muchos documentos de este trabajo son inéditos. Así lo podrán observar los lectores. También creí necesario mostrarles mis apuntes de la época. Abrir mi archivo y desclasificarlo. Que las voces que me hablaron les hablen a ustedes. Desclasifiqué algunas cosas porque sus protagonistas ya no viven, y es ésta una manera de que no pasen al olvido. Mientras que otros nombres salen a la luz porque se lo merecen. Sus opiniones fueron muy acertadas y valientes. Antes de terminar, una advertencia: para llegar a este trabajo sine ira et studio, creo, dejé casi todas mis pasiones de lado. Como una vez me enseñó Carlos Muñiz, no se puede andar por la vida cargando la mochila con frustraciones y broncas. Aunque hay pasiones y pasiones, y algunas me permití conservar, esas que inspiran y no debilitan. Están presentes aquí los “amigos” que me acompañaron con su arte en cada artículo: Merle Haggard, Johnny Cash, Waylon Jennings, Hank Williams Junior, Carl Perkins, Jerry Jeff Walker, Johnny Paycheck y varios más. Para ustedes quizá no representan nada, pero para mí son amigos, compañeros de ruta en las buenas y en las malas.

El presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Isaac Rubinzal, celebró ayer la decisión del gobierno nacional de dar marcha atrás con las restricciones dispuestas al ingreso de libros al país, al destacar que esas trabas generaron “un tema serio al consumidor”. Asimismo, Rubinzal se pronunció a favor de que las autoridades nacionales y las partes involucradas en la impresión de libros se sienten a hablar en una “forma civilizada para poder avanzar en una industria que, además de ser importante afuera, sea competitiva económicamente”. Rubinzal precisó que, anteanoche, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, se comunicó telefónicamente con él para explicarle que el inconveniente causado por los límites que se habían establecido al ingreso de las publicaciones al país había quedado “solucionado”. “El tema que preocupó a la sociedad duró unos días [pero] felizmente se llegó a la situación anterior”, expresó el dirigente, en declaraciones a radio El Mundo. La determinación de retrotraer la situación con respecto a la importación de libros fue anunciada en una nota enviada por Moreno a la directora de Técnica de Importación, Gladys Morando. “No resulta necesaria la intervención previa de la Dirección de Lealtad Comercial ni la presentación de certificación ni de declaración jurada ni documentación alguna por parte de importador, en el marco referido, para su liberación a plaza, siempre que la mercadería ingrese para uso y consumo del destinatario y su finalidad no sea la comercialización”, señaló la resolución. Rubinzal recordó ayer que las trabas al ingreso de libros desataron “más ruido de lo que el tema era en sí, pero existía, generaba un problema serio al consumidor”. El titular de la CAL señaló que la polémica medida afectaba a las publicaciones que “vienen en correo especial por hasta 1000 dólares y hasta 50 kilos, además de los envíos individuales, como, por ejemplo, gente que compra libros por Internet”.