LA ORACIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Por Eliseo Martínez Usado con permiso
Propósito: Evaluar nuestras oraciones y mejorar nuestra vida de oración Introducción: Antes de revisar la oración que Cristo enseñó, conviene que hagamos algunas observaciones que nos ayudan a establecer; que esta es una oración modelo, es un patrón a seguir por todo creyente en Cristo Jesús (discípulo). Es un patrón a seguir, Mateo 6:9 dice: vosotros pues orareis así…esto significa que si nosotros no seguimos este modelo al orar fallamos. Aquí en mateo 6, forma parte del Sermón del Monte, que abarca los capítulos 5, 6, 7. Pero en Lucas capítulo11, se nos dice que Jesús enseñó este modelo para satisfacer una solicitud hecha por un discípulo. Mateo 6:5-8, nos orienta sobre algunos aspectos que no deben formar parte de nuestra vida de oración: • • • •
Se debe evitar el exhibicionismo (6:5) Tener un lugar adecuado para orar (6:6) Evitar en nuestras oraciones el uso de un palabrero sin sentido, vacío (6:7-8) Debemos ser específicos, concretos en nuestras oraciones.
Hay por lo menos dos preguntas que debemos hacernos con relación a nuestras oraciones: (a) ¿Cómo debe ser nuestra oración? (b) ¿Qué elementos debemos considerar? 1. La oración es una herramienta para alabar (elogiar) a Dios.
Alabar a Dios, es elogiarlo, es hablar bien y de acuerdo al texto es reconocer su santidad y poder. El texto bíblico dice: santificado sea tu nombre. Como hijos de Dios nos dirigimos a nuestro padre, reconociendo que él es digno de todo honor, como lo dice Matthew Henry: “procuremos que él tenga la alabanza de sus perfecciones, y obtengamos después los beneficios de las mismas”. De acuerdo a la expresión usada por Cristo, podemos afirmar que nuestras oraciones deben reconocer el carácter santo de Dios. Los atributos perfectos del ser de Dios (su naturaleza) como su omnipotencia manifestada en sus obras, constituyen su carácter. La palabra nombre precisamente habla de todo lo que es Dios, el ser de Dios. Alabamos a Dios cuando le expresamos nuestro amor por su gracia redentora en Jesucristo nuestro señor. Debemos buscar las palabras que expresen lo más hermoso posible lo maravilloso que es Dios; destaquemos lo grande que es y la grandeza de lo que hace por y para nosotros. Entre lo que nos dice el Diccionario Bíblico Ilustrado, sobre la alabanza, tomo lo siguiente: Aspecto de la adoración en que se le rinde honor a Dios. Siempre que oremos comencemos alabando el santo nombre de Dios. 2. En la oración debemos pedir que venga su reino. El texto bíblico dice: venga tu reino. Al hablar del Reino de Dios, no hablamos de otra cosa que de su soberanía. Dios es soberano, él es el rey; como rey debe gobernar su iglesia, mi vida. Este
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reinado se manifiesta en justicia, paz y gozo; leemos en Romanos 14:17 lo siguiente: “Por que el reino de Dios no es cuestión de comidas ni bebidas sino de justicia, paz y alegría en ell Espíritu Santo. (NVI) Cuando oramos venga tu reino estamos orando específicamente para que venga su justicia, la aplicación de sus leyes; se ora específicamente por la paz, el bienestar integral del ser humano, así como el disfrute del gozo que es una característica del fruto del Espíritu Santo. Venga tu reino es hacer una realidad de la cual cantamos: “Jesús es mi rey soberano, Mi gozo es cantar su loor; es rey, y me ve cual hermano, Es rey y me imparte su amor”. “Dejando su trono de gloria, me vino a sacar de la escoria, y yo soy feliz, y yo soy feliz por él”. (Himno 243, Celebremos su Gloria) 3. En nuestras oraciones, debemos pedirle a Dios que haga su voluntad aquí en la tierra como lo hace en el cielo. Así como sus santos Ángeles le obedecen y le sirven, que yo pueda sujetar mi voluntad a la voluntad de Dios. Que Dios intervenga en mí para poder vivir de acuerdo a su plan. El tiene un plan para mí. Que yo pueda vivir de acuerdo a su plan para mi vida. Que mi iglesia viva de acuerdo a la palabra de Dios. Que no sea oidor olvidadizo, sino un hacedor, que pueda tener una vida normada por la palabra. Que pueda tener una vida a la manera de José, Samuel, Daniel. Hágase tu voluntad es la oración que hizo Jesús en el Getzemaní. Si tomamos en cuenta su agonía al hacer esta oración, nos daremos cuenta de lo esencial que es la oración para que él mismo nos ayude a poder ser sumisos a su voluntad. Oremos a nuestro padre: “Capacítame para hacer lo que te agrada; dame esa gracia que es necesaria para el recto conocimiento de tu voluntad, y una obediencia total, para que no te desagrade yo en ninguna cosa que haga, ni sienta desagrado por ninguna cosa que tu me hagas”.(Mattew Henry). Esta primera parte de la oración modelo está relacionada con la oración modelo; se relaciona con la persona de Dios y su reino. Es importante para nosotros aplicar Mateo 6:33 de manera practica en nuestra vida de oración. Muchas de nuestras oraciones no son adecuadas, por que sólo pedimos para nosotros; sólo somos dame, dame, dame. Primero busquemos el reino de Dios y después lo que se relaciona con la vida. 4. Nuestras oraciones son para pedirle a Dios que nos de el pan de cada día. Oremos específicamente para que Dios llene nuestras necesidades diarias. No sólo es comida; necesito salud, trabajo para obtener la comida; educación y artículos que me permitan un mejor desempeño y una vida digna. Pedirle a Dios que cubra nuestras necesidades diarias es una manifestación de suma confianza; recordemos que muchos de nuestros afanes son por el día de mañana y Cristo nos dice que le basta a cada día su propio afán. Rosalind Rinker, en su libro La Oración, escribió: “Orar es como comer; usted debe comer por si mismo: nadie puede hacerlo en su lugar”. También Jesucristo al ser tentado por el maligno dijo: “Escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (BLA) El pan de cada día es para alimentarnos tanto física, como espiritualmente.
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5. Nuestras oraciones deben ser para que podamos mantener nuestra relación con Dios correctamente. Perdona nuestras deudas (ofensas) así como nosotros perdonamos a nuestros ofensores. La base para pedirle a Dios que nos perdone, es que nosotros ya hemos perdonado a quienes nos han dañado. Esta oración, tiene en mente las relaciones personales. Es una oración que busca un profundo compañerismo. Pedimos el perdón de Dios porque que nosotros perdonamos a quienes pecan contra nosotros. Es una gran mentira que tenemos buena relación con Dios sino podemos perdonar al que nos ofende. La comunión con Dios y entre nosotros deben funcionar juntas, como lo dice Donald L. Bubna, en su libro Como Edificar a Otros: “Es nuestra comunión con Dios lo que provee el contenido para la verdadera comunión entre nosotros los creyentes”. (Pág. 37). Debemos aceptar que no es fácil perdonar cuando con certeza sabemos que la otra persona está equivocada. Perdonar significa que renunciamos a emitir juicio sobre alguna persona; ya que es prerrogativa de Dios. Pablo en su carta a los Efesios, hablando sobre la vida que debemos tener los creyentes al habernos despojados del viejo hombre y vestirnos del nuevo dice: “Y sed amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo”. (BLA) Reiterando según el modelo de Jesús: •
Primero, alabemos el santo nombre de Dios.
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Segundo, que Dios haga su voluntad aquí en la tierra, como lo hace en el cielo.
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En tercer lugar que Dios llene mis necesidades.
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Y en cuarto lugar que él cuide nuestras relaciones, al saber perdonar a quienes nos ofenden.
En nuestro tiempo de oración, debemos considerar tres áreas: •
Nuestra relación con Dios.
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La relación con nosotros mismos.
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Y la relación con el mundo espiritual.
Esta última relación es enfocada en las tres últimas peticiones, del Padre Nuestro.
6. La oración es clave para no caer en la tentación. Esta tentación surge de nuestra propia codicia y rebelión; Santiago nos advierte: “Que nadie diga cuando es tentado: Estoy siendo tentado por Dios, por que Dios no puede ser tentado por Dios, por que Dios no puede ser tentado por el mal, y él mismo no tienda a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión”. (1:13,14 BLA). El maligno, Satanás siempre buscará atacarnos a través de nuestras propias debilidades. La Biblia sostiene que ninguno en este mundo es justo. 7. Específicamente debemos orar para ser librados del mal (maligno) Jabes oró: “Ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción”; 1 Crónicas 4:10. El texto bíblico dice Dios le concedió la petición Líbranos del malo, Satanás es la fuente de todo mal; Génesis 3:4; Juan 8:44; Efesios 6:12. El malo fue derrotado en la cruz, Colosenses 2:15, pero siempre buscará como dañarnos. Esa es la razón por la que debemos buscar en Dios el ser liberado de sus artimañas. Jesús fue claro al enseñar sobre la importancia de la oración para no caer en tentación, Mateo 26:41. “Seguid velando y orando, para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
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Hal Lindsey lo llama “El gran traicionero de la humanidad”. Con mucha razón pues se aprovecha de nuestras debilidades. Hacemos muy bien cuando reconocemos nuestra debilidad y nos fortalecemos en el poder de la fuerza del Señor, Efesios 6:11. 8. Terminemos nuestra oración, alabando. Comenzamos alaban do, terminemos alabando. La nueva versión internacional, no toma en cuenta esta afirmación, si aparece en la Biblia de las Américas entre corchetes. En la referencias explica que estas palabras no aparecen en los manuscritos más antiguos. Se supone que es un agregado, Algunos comentaristas explican que originalmente era una nota marginal y que al recopiar el manuscrito, esa conclusión fue incluida en el manuscrito mismo. Pero no contradice ninguna verdad bíblica; en Éxodo 15:18 leemos: “¡El señor reina por siempre y para siempre!” Apocalipsis 5:13 dice: “¡Al que está sentado en el trono y al cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” Tuyo es el reino, el poder y la gloria. Es una doxología que en palabras de Asdrúbal Ríos: “recoge la verdad bíblica de que el señorío de Cristo es universal, pues incluye todos los reinos del mundo; y también a el pertenece todo el poder, como lo declaró en la gran comisión; así mismo, toda la gloria es del Señor. Este reconocimiento nos lleva a rendirnos más y más a Cristo nuestro salvador y rey, para servirle y tributarle toda la honra y la gloria (Ap. 5:11-13).
Conclusión: Esta oración es modelo no en el sentido de repetir la letra. Es modelo por los elementos que la constituyen. Es una oración que nos enseña como orar.
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