Artículo publicado en el diario Gestión, sección opinión del martes 26 de octubre del 2010.
El desarrollo económico y sus consecuencias José R. Stok, Profesor del PAD Día a día, la prensa escrita nos muestra datos que reflejan el crecimiento económico del Perú, así como la consideración y reconocimiento que merece en el ámbito internacional. Inclusive, se está llegando a hablar, lo que me parece no solo prematuro sino imprudente, del milagro peruano.
Mes a mes, se incrementan las ventas de diferentes productos de consumo, con guarismos que sorprenden. Por ejemplo ¡ya a setiembre se han vendido 85,000 nuevos vehículos, y se estima que para fin de año serán cien mil! Dado que buena parte de esos vehículos estarán en Lima y no se concreta el retiro de unidades obsoletas, ¡se imagina usted cómo estará el tránsito! ¿Serán adecuadas las medidas que se van tomando para ampliar algunos carriles en vías muy transitadas o para hacer by passes en otras?
No hace falta mucha imaginación para ver que se va muy por detrás de la necesidad. Sigue siendo imperioso que el Estado tenga una decidida actitud para incrementar la infraestructura, pero para esto no es necesario que él la pague; basta tan solo promoverla, y que los particulares asuman estas actividades. Pero, ¿cuál es el motor de todo este crecimiento? Ya no podemos hablar del precio de los minerales, que sí fue un factor clave que arrastró a un desarrollo económico en los últimos diez años. Se suele sostener que el desarrollo proviene porque se genera una demanda que satisface las necesidades, y como el Perú tiene ingentes necesidades, estas presionan a ser satisfechas.
Para que sea realidad este razonamiento, le falta un elemento fundamental: la capacidad adquisitiva. Solo cuando la necesidad cuente con capacidad adquisitiva podrá demandar; mientras tanto se quedará en necesidad insatisfecha y frustrada. Y, a Dios gracias, el chorreo de hace años, se ha ido dando, y como tierra reseca se ha absorbido, satisfaciendo, en primer lugar, lo más imprescindible.
Ahora, pasados unos años y con los bolsillos con algo de dinero, sale en busca de nuevas cosas. Pero su capacidad adquisitiva se multiplica ya que comienza a ser sujeto de crédito; o al menos así lo consideran las instituciones financieras, que ven aquí una magnífica oportunidad para colocar tanta liquidez con la que cuentan.
Llama la atención que, en las encuestas sobre percepción de confianza, la mayoría de los consumidores se expresa cautelosa y como no muy esperanzada en el futuro. Sin embargo, como hemos señalado y se observa, se actúa como si no existiera el más mínimo temor al futuro, basados en unos ingresos permanentes.
El Ministerio de Economía y el BCR, quieren limitar ese crecimiento para que no sea desmedido: para lograr como dice el dicho popular, no estirar el brazo más que la manga. Así se incrementa la tasa de referencia, se pretende limitar la disponibilidad de la CTS, etc.
Son medidas, en mi opinión, parciales y por esto, ineficaces. Como cuando se pretende resolver el problema de la violencia en las barras sólo con medidas represivas; se deja de lado el origen: ¿qué pasa en la familia, en los valores?
En el caso que nos ocupa, también hay que ir a ese origen, la familia, que es escuela de valores. Y el valor fundamental que hay que inculcar y enseñar a vivir es el ahorro.
El ingreso individual solo tiene dos destinos: gasto o ahorro. No se puede pretender poner freno al gasto con medidas de tipo represivo: la economía de mercado se resiste. Más bien hay que fomentar el ahorro.
El ahorro es, en una familia, una genuina apuesta por el futuro. Entre las noticias de crecimiento, hay una que no debe pasar inadvertida: es la que destaca que el sector con mayor crecimiento en los últimos meses ha sido la manufactura. Y es doblemente importante porque esta no depende de la coyuntura de precios internacionales de los minerales, y porque genera estabilidad y consistencia en el entramado productivo nacional.
Tres aspectos para resumir:
1. Nos alegra el crecimiento económico general, especialmente porque en este tiene parte importante la manufactura.
2. Creemos que más que restringir la demanda de consumo, hay que fomentar decididamente el ahorro.
3. El Estado, a nivel nacional o municipal, debe promover inversiones magnánimas en infraestructura con ánimo audaz y esquemas de mayor participación privada.