Viajar para correr, una etapa obligada en el camino de

a mi mismo en la primera maratón de nueva York, la de no fallarme. co- rrer es algo ... jefe de producto de Mizuno, firma que se destaca por la innovación en.
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SÁBADO

Conocer el mundo con el propósito de superarse opinión Víctor Hugo Aufgang PARA LA nAciOn

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Los corredores cruzan el puente Verrazano-Narrows, parte del circuito de la mítica maratón de Nueva York

archivo

Deporte

Viajar para correr, una etapa obligada en el camino de la pasión runner

i primera maratón fue en 1997, y elegí que fuera una mítica, la de nueva York. Viajar llegó como un objetivo para correr y fue el comienzo de una pasión que no había imaginado. nueva York marcó una línea de largada y una meta que, desde ese entonces, necesité repetir una y otra vez. Después de esa carrera seguí entrenando y así llegó Madrid y le siguieron más de veinte ciudades más. Sin pensarlo, completé las World Marathon Majors –Londres, Berlín, chicago, Boston y nueva York–. Me queda pendiente Tokio, que se agregó en 2013. corrí en lugares que conocía y en otros que no, en los que la maratón era el objetivo, y descubrir una ciudad nueva, la consecuencia. con casi 20 años como corredor, la rutina es siempre más o menos la misma: llegar a destino tres días antes de la carrera, correr un poco para sacarme la pesadez del vuelo, aclimatarme, reconocer el lugar. Después, ir a la feria a retirar el kit. Ahí vienen los nervios, que siempre están. El próximo 29 de junio voy a correr mi maratón número 50 en Rosario, y sigo sintiendo lo mismo que el primer día: es que cada nuevo desafío impli-

ca renovar esa promesa que me hice a mi mismo en la primera maratón de nueva York, la de no fallarme. correr es algo muy personal, muy íntimo: entrenás, te preparás y llegás a la carrera, y sos vos y nadie más. Viajar para correr es la combinación justa entre deporte y placer, y en esto, sostengo la idea de que el placer siempre viene después de correr, jamás antes. Hasta el día que corro, estoy tenso, no puedo disfrutar de nada, mi cabeza está en la maratón. Después, todo se disfruta el doble, desde lo que uno come hasta cómo percibe el lugar. con el tiempo fui sumando millas y anécdotas: París es mi lugar favorito por la belleza del circuito; en nueva York, el ritual después de correr es pasear por la ciudad con la medalla y la gente te felicita por la calle como si fueras un héroe. A Viena volé dos días antes y llegué acalambrado a la meta. Fue una carrera que padecí, como la de Ushuaia, quizá por lo solitario y agreste del paisaje. chicago es la que recuerdo con más alegría: ahí hice mi mejor marca en 2002: 3 horas y 12 segundos. correr ha sido un viaje para mí. De hábitos, de vida. Una pasión que hasta me llevó a escribir un libro y a motivar a otros no sólo a correr, sino a fijarse metas. A creer en ellos mismos y en que todo es posible.ß Maratonista, autor de Entre máquinas y zapatillas

Gastronomía

El placer de compartir mesa con extraños llega a los restaurantes Antes visto como un sello de bodegón, ahora se resignifica como un detalle de alta cocina que promueve la interacción entre las personas Soledad Vallejos LA NACION

Ya no resulta curioso, raro ni extravagante. Sentarse a comer con extraños en una mesa comunal pasó de ser un capricho de la moda foodie a una situación frecuente en muchos restaurantes porteños. En Europa son tradición, y en Buenos Aires se expanden cada vez más.Incluso (algo impensado hace una década), hoy se ven tanto en restaurantes de lujo como en hoteles cinco estrellas. Cuando Alain Coumont, el fundador de las panaderías Le Pain Quotidiane, abrió su primer local en Bruselas, la única mesa que tenía en el pequeño salón era larga y es-

trecha, y la había comprado en una casa de antigüedades. Tan inusual era la mesa que hasta el dueño del anticuario belga estaba sorprendido de haberla vendido. “Aunque la mayoría de la gente pensaba que era una mesa muy poco práctica, Alain vio una buena oportunidad para reunir a sus clientes en su nueva panadería –recuerda Karel Van Beek en un texto que puede leerse en el tarjetón de presentación de Le Pain Quotidien–. Desde entonces, este tipo de mesas se conservan en el centro de cada uno de los locales como una invitación para que la gente se anime a compartir la compañía de otros mientras disfruta de una comida”.

Los corredores combinan actividades laborales y familiares con maratones en todo el mundo Sebastián A. Ríos LA nAciOn

“Viajaba mucho a nueva York por trabajo y, desde que empecé a correr, siempre llevaba en la valija las zapatillas para hacer los 8k del central Park. Hasta que en 2011 vi que un viaje que tenía previsto coincidía con una media maratón: me anoté y la corrí”, cuenta Eduardo caamaño Rial, de 44 años, licenciado en administración de empresas. Ahora, Eduardo no sólo corre cuando viaja por trabajo: viaja para correr. En 2013 hizo 3.59 horas en la maratón de chicago y está inscripto para correr el 2 de noviembre en la de nueva York, donde la meta es clara: bajar ese tiempo. Viajar para correr es, para muchos runners, un estadío casi necesario y lógico de su pasión. “Los pasos que generalmente sigue un corredor son, primero, entrar en un running team; empieza con carreras cortas –5, 8, 10 kilómetros–, luego corre la media maratón y después los 42. Entonces, empieza a acumular este tipo de carreras, realizándolas en distintas ciudades, y como último paso están las carreras de aventura, que implican viajar”, afirma Fermín Amezqueta, jefe de producto de Mizuno, firma que se destaca por la innovación en tecnología orientada al running. claro que pasar de llevar las zapatillas en el equipaje de trabajo a viajar para correr implica todo un salto, en el que el runner pasa

de hacerse un rato en su agenda para salir a correr a organizar la agenda en función de las carreras. Así, muchos hacen malabares para acoplar las responsabilidades laborales y familiares con los fechas de las carreras, para las cuales es necesario anotarse con bastante anticipación. “Para correr en nueva York me anoté en marzo, y desde entonces me tuve que poner a organizar el tema del aéreo, bookear un buen hotel cerca de la largada y entrenar –cuenta Eduardo–. cuando te ponés objetivos de velocidad son casi 6 meses de entrenamiento estricto. Lo ideal es llegar lo mejor preparado posible para no tener el muro, que en chicago me apareció entre los 38 y los 39k”. El muro, vale aclarar, es el momento de la carrera, generalmente después del kilómetro 30, en la que el corredor se enfrenta psicológica y físicamente a la sensación de que no puede seguir. Una Babel de runners Los preparativos, en especial en carreras de aventura como el cruce de los Andes, por ejemplo, implican equiparse con calzado e indumentaria especializada. “Para las carreras de calle solo es necesario unas buenas zapatillas y entrenar, pero para las de aventura se necesita un equipamiento específico”, dice Marcelo Verón, de 49 años, que este año viajó a San Martín de los Andes para correr los 21k de la north Face, y luego al norte para el Raid

de los Andes, que en tres días corrió 24, 22 y 10k, respectivamente, entre los paisajes de Salta y Jujuy. “El boom del running ha llevado a que las marcas de indumentaria especializadas desarrollen tecnologías orientadas a dar respuesta a las distintas condiciones climáticas en las que tienen lugar estas carreras”, afirma Mercedes Soraide, analista de marketing de columbia Sportswear. Esa marca cuenta, por ejemplo, con indumentaria que disipa la transpiración, pero retiene el calor corporal (Omni-Heat), para climas fríos, o por el contrario prendas que facilitan la disipación del calor (Omni-Freeze), para correr en lugares calurosos. El calzado del runner viajero también tiene sus bemoles. “no se trata solo de que el calzado esté adaptado al tipo de pisada y el peso del corredor, sino que el calzado para carrera de aventura no es tan blando como para las de calle, la suela debe tener mucha más tracción y la capellada es más cerrada, más protegida, con mucho más refuerzo en la puntera y en los costados, para proteger al pie del roce con piedras y ramas”, advierte Fermín. Otro aspecto a preparar antes de armar las valijas, agrega Marcelo, es el de la alimentación durante la carrera: “El kit con los geles, frutas secas, membrillitos o queso y aceitunas, eso va con el gusto de cada uno, pero es impresindible en las carreras de montaña, armarse la

vianda para ir consumiendo en cada etapa de la carrera”, dice Marcelo, que sueña con correr la Transvulcania, en las islas canarias, de donde es oriundo su padre. En todos los casos, el esfuerzo puesto en viajar para correr devuelve momentos inolvidables. “En mi primera carrera de aventura, el circuito bordeaba el lago Lácar y ascendía durante los primeros 6 kilómetros –recuerda Daniela Dini,de 30 años, periodista–. Fue duro llegar hasta arriba, pero lo más motivador estaba alrededor: el lago y el bosque acompañando metro a metro. Antes de empezar a descender, me acuerdo frenar, mirar el paisaje imponente y no poder creer que estaba ahí. Me largué a llorar. Fue una emoción indescriptible, mezcla del esfuerzo, el agotamiento, la belleza del lugar, el aire, la naturaleza.” Pero no sólo el paisaje es el que hace de correr lejos de casa una experiencia enriquecedora más allá de lo deportivo. “correr te permite conocer incluso las partes no turísticas de una ciudad, lugares que si no fuese corriendo jamás conocerías en un city tour”, asegura Eduardo, y agrega: “En carreras como las de chicago o nueva York, la ciudad se prepara los días previos para la carrera y se convierte en una fiesta. Los corredores se reconocen en las calles, que se convierten en una Babel con gente de todos los continentes. Uno ahí no deja de sentirse el representante de su país, y eso te llena de orgullo.ß

Por qué nos gusta tanto Game of Thrones Con 18 millones de espectadores por capítulo, el final de temporada la reafirmó como la más elegida por la gente batido la piratería con decisiones como la transmisión simultánea en EE.UU. y Latinoamérica, la cadena ve la ilegalidad desde un punto de vista pragmático. El presidente de programación, Michael Lombardo, reconoció que las bajadas ilegales de la serie son una “suerte de elogio”.

PARA LA nAciOn

“Todos los hombres deben morir” era la frase promocional de los posters para la cuarta temporada de Game of Thrones. Más allá de lo ominoso de la sentencia, la oración representa algo usual para los que leyeron las novelas y vieron las temporadas anteriores. Porque después de cuatro años, la adaptación de la saga Una canción de hielo y fuego, escrita por George R. R. Martin, no tiene ningún reparo en matar personajes principales y hasta al protagonista en su primera temporada. La batalla por sentarse en el Trono de Hierro, que representa el gobierno central del mundo imaginario de los Siete Reinos comenzó antes que la serie (y los libros) mismos, con un regicidio que abrió las oportunidades para que varios herederos se arrogaran el derecho a ser monarca. Desde que la serie comenzó en 2011 con una audiencia de dos millones para el primer capítulo, el público fue acompañándola cada vez más. A pesar de que muchas de las vueltas de tuerca se encuentran en los libros, la audiencia creció hasta superar en rating histórico del canal HBO a Los Soprano. Sólo en los Estados Unidos, el último capítulo de la cuarta temporada fue visto por más

Sólo en los Estados Unidos, 7 millones de personas vieron el final de la cuarta temporada de siete millones de personas. En total, y contando repeticiones y plataformas (tablet, streaming, etcétera) tuvo un promedio de más de 18 millones de espectadores por capítulo. Según la revista Forbes, cada capítulo de la cuarta temporada genera

medio millón de tuits con el hashtag #GameofThrones. El segundo más popular es #Winteriscoming (se acerca el invierno), en referencia al título del primer episodio de la serie y la frase que dominó los posters de la segunda temporada en adelante.

claro que cuanto más popular es una serie, más pirateada es. Y Game... no se queda atrás... Según el sitio TorrentFreak, el último capítulo tuvo un millón y medio de bajadas ilegales en las doce horas siguientes a su emisión. Si bien HBO ha com-

Adrián Teosta (con gorra) y Juan Iglesias (de verde) en la mesa comunal de Le Pain Quotidien Desde entonces, muchos señalan a Coumont como uno de los impulsores de la tendencia, y en Le Pain Quotidien, las mesas comunales son el espíritu de la marca. “Siempre creímos que en Buenos Aires funcionaría esta propuesta, y es algo que comprobamos cada día. Por lo general, la gente no tiene inconveniente en sentarse en la mesa comunal. Es más, incluso cuando hay mesas individuales vacías y el cliente viene acompañado, muchos eligen sentarse aquí”, confiesa Fátima Cebral, responsable de las relaciones institucionales de la marca. Allí están para demostrarlo Paula y Débora, amigas y confidentes, que eligieron la cabecera de la mesa comunal en Le Pain Quotidien para sentarse a almorzar. “Venimos acá, justamente, por la mesa comunitaria. Nos encanta y nos parece divertido compartir la mesa con otras personas. Y muchas veces se genera una charla superinteresante”, dice Paula. Su amiga Débora aporta su reflexión: “Te abrís a estar con otros, algo que hoy no es usual, la gente vive muy aislada. Y me gusta que esto sea cada vez más frecuente en Buenos Aires”. En la otra punta de la mesa eligió sentarse la sueca Cecilia Rycling, que destaca la posibilidad que le ofrece la mesa comunal para charlar, conocer gente y practicar el español. “Me gusta sentarme acá, aunque no estoy acostumbrada a ir a lugares así porque en Suecia no tenemos esta costumbre. Ya me estoy yendo de la Argentina, y creo que voy a extrañar el hábito.” Cinco estrellas y comunitario En Elena, uno de los nuevos restaurantes del renovado Four Seasons, “La Mesa” ubicada frente a la cocina abierta del restó es protagonista. Allí cuentan que su uso depende de la ocasión. “Cuando está reservada con anticipación, es para grupos, cumpleaños, reuniones familiares y de negocios. Si está libre, siempre se usa para que compartan. Se mezclan locales con extranjeros,

Estudios culturales

Sebastián Tabany

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| Sábado 21 de junio de 2014

| Sábado 21 de junio de 2014

Mucho más que dragones La habilidad de los creadores de la serie, el escritor David Benioff y el guionista D.B Weiss, no es solamente tener la tarea hercúlea de adaptar más de cuatro mil páginas de las novelas de Martin (se han publicado cinco de las siete planeadas), sino también sobresaltar las relaciones entre personajes dejando un poco de lado el tono fantástico que remite a un nicho más nerd que a un público general. Si bien la fantasía sobrevuela la serie, no es el elemento principal. Recién en el último capítulo se puede decir que Game of Thrones ha pasado a un estadio más fantasioso que antes. como sea, la serie ha tenido éxito en un género que antes fracasó. La fantasía medieval nunca fue demasiado popular en la televisión y uno de los pocos productos que resultaron más o menos viables fue hace veinte años con Xena, la Guerrera, que estaba enfocada más en la comedia y en las peleas cuerpo a

cuerpo que en una épica. El escritor argentino Ramiro San Honorio (que coescribió junto a Jorge nisco El Séptimo Bastón de Dios y a fin de año lanza su nueva novela, Argentum), es un admirador del género. Habiendo leído las novelas de Martin, explica el amplio éxito etario: “El secreto es que la serie tiene su base en las tramas generadas por los personajes. Martin es muy inteligente al haber generado personajes muy desarrollados, aun los secundarios. La gente se enganchó porque Weiss y Benioff presentan la fantasía en forma contextual, no principal. Y eso atrapó al público que no era afín al género y sí veía otros como el melodrama, la tragedia, el romanticismo y hasta fanáticos de la historia”. Lo cierto es que Game of Thrones ya terminó su cuarta temporada y, como los libros, los creadores tienen planeado hasta la séptima. Si Martin no escribió la última novela para dentro de tres años no importa. El barbudo de gran porte ya les ha contado a Weiss y a Benioff cómo termina todo. Benioff, de hecho, admitió que ya están mapeando la estructura hasta el gran final y que a pesar de que faltan muchas muertes más por venir, es altamente satisfactorio. O por lo menos eso es lo que Martin les hizo creer.ß

Game of Thrones Hoy, a las 23.45 por HBO. Repetición último capítulo de la cuarta temporada Sábado 28/06, a partir de las 12.00. Maratón cuarta temporada completa (desde el capítulo 1 al 10)

en algún lugar del mundo Nathalie Kantt

Las orquídeas todavía sobreviven en París

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PARíS

on las once de la mañana y la boutique de Jean-Paul Margueritte está vacía. Rodeado de orquídeas, el dueño lee el diario y aprovecha el instante de tranquilidad. Sabe que, en breve, su local se llenará. El domingo es el día de los turistas. Entran y contemplan en silencio la centena de variedades de orquídeas que propone Jean-Paul, de distintas formas, colores y tamaños. Sacan fotos tímidamente con cara de culpa porque un cartelito bastante visible pide lo contrario. Quieren capturar ese momento único: un local dedicado exclusivamente a la venta de esta planta mítica y delicada que evoca el lujo. La calma de este refugio, situado enfrente del Sena, sobre la Ile de la Cité, contrasta con el ajetreo de los alrededores. Esta es una ciudad en la que se consigue de todo. Sólo basta observar y dejarse llevar. Matrioskas de talla humana en el barrio de Saint Germain, flores artificiales en la galería Vivienne, insectos comestibles en el Marais, o una perfume-

ría cerca de la escuela de Bellas Artes que propone fragancias, velas, polvos y cremas elaboradas según una técnica centenaria y con esencias descubiertas en el monte Athos o en la selva amazónica, y en donde los peines japoneses de madera de boj (un arbusto) alcanzan los 300 euros. Muchas veces

La boutique de Margueritte vende únicamente estas flores desde 1988 cargados de historia, estos lugares especializados subsisten gracias al consumo de una franja sólida de parisinos de alto poder adquisitivo. Una clientela que no escatima frente a la calidad y que mantiene sus costumbres. Los turistas ya habituales suelen detectar esas boutiques históricas que vuelven a ver a lo largo de los años. La orquídea no estaba todavía de moda –no se veía en las publici-

dades al hojear cualquier revista– cuando, en 1988, Jean-Paul decidió dejar atrás esos 15 años en un banco y montar su emprendimiento. Podría haber elegido margaritas, que hacen juego con su apellido. Prefirió las orquídeas. Los primeros años fueron difíciles, pero hoy renueva el stock cada diez o quince días, lo que representa alrededor de 2000 plantas cada mes. Su clientela reúne a coleccionistas que se acercan en busca de alguna variedad que todavía no tienen (hay 28.000), empresas que quieren decorar salas de reuniones, parisinos que organizan comidas, casas como Chanel, que ambientan sus probadores y recambian todo el tiempo, o chocolaterías de lujo que adornan sus salones. También turistas, como unos rusos que cada seis meses se llevan 7 u 8 plantas por 700 euros. El gasto promedio por compra es de 55 euros. La boutique de Jean-Paul es la única que vende sólo orquídeas. Le propusieron instalarse en otras ciudades, como Marsella o Lyon, pero no aceptó. Su negocio sólo puede existir en París porque necesita de muchos clientes que aseguren la rotación. Los parisinos no son amantes de las cadenas ni de agrandar su estructura. Si lo que tienen funciona, se conforman. Eso les permite un control directo y tiempo para otras cosas. A principios de mes, con motivo de la conmemoración de desembarco en Normandía, la reina de Inglaterra visitó este mercado de las flores, que desde entonces lleva su nombre. Esa vez, fue Jean-Paul el que sacó algunas fotos.ß

gente joven y más grande, distintas profesiones y estilos. Y a medida que avanza la cena la gente se anima a conversar, y se divierten mucho”, aseguran en Elena, aunque luego reconocen que, entre los comensales argentinos, siempre hay más resistencia. “Nosotros preferimos la individual, creemos que los otros siempre van a parar la oreja para escuchar la conversación ajena. Al extranjero eso no le preocupa, está más acostumbrado. Pero cuando los locales rompen esa barrera, te puedo asegurar que lo disfrutan más que nadie.” Para la socióloga Carola Chaparro, directora de la agencia Prensa Gastronómica, la comida y las formas de compartirla con otros son manifestaciones culturales que dicen mucho de un grupo social y de su época. “¿Cómo pasó la humanidad de las mesas comunitarias, los grandes banquetes en donde los comensales chocaban codo con

Dónde sentarse con extraños b Camping. en las terrazas del buenos aires design b Cocu. malabia y Gorriti, Palermo soho b Elena. Posadas 1086 b Pizza Cero. Libertador, esquina Tagle b Le Pain Quotidien. armenia 1641 b Le Blé. Álvarez Thomas 899 b Mineral. reconquista 757

codo –incluso a veces bebiendo de los mismos vasos– a las mesas para dos? Un análisis de la importancia de las comidas grupales con largas mesas compartidas muestra el valor social que se les daba a estos convites, en donde estar cerca de los influyentes podía generar ventajas, alianzas, negocios, matrimonios. El espíritu individual típico de la modernidad todavía era algo desconocido para el que veía en lo comunal su propio sentido”, señala Chaparro. Como especialista en los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los seres humanos, Chaparro opina que “el hombre actual, que en el marco del restaurante como escenografía pone en juego mucho más que la necesidad de saciar su apetito, busca un lugar donde mostrarse, apto para mirar y ser visto, para sentirse incluido o para valerse de un símbolo de estatus. La mesa de dos, el uso individual o para pocos de los bienes y los servicios es la forma de apropiarse de un sentido del mundo y de una forma de pensarlo. Buenos Aires, en este aspecto, no es el lugar en donde más proliferan las mesas comunitarias, como esa vieja costumbre ancestral de los hombres reunidos en la misma tabla unificadora. Si bien en los Estados Unidos y en Europa la moda parece imponerse sin que a nadie le incomode, acá la gente prefiere relacionarse con quienes ya conoce, y no utilizar la comida como lugar para nuevos vínculos”. Sin embargo, los referentes locales de esta tendencia gastronómica creen que sí, aunque siempre van a estar aquellos comensales que prefieren esperar a que las mesas individuales se liberen antes que compartir una comida con extraños. En Pizza Cero, como parte de un proyecto de renovación del grupo, llegó la incorporación de las mesas comunitarias. “En el local de Libertador y Tagle armamos una mesa alta con banquetas, como una manera de continuar la barra. Pero como la

ideas y personas Hernán Iglesias Illa

Ganar, pero no a cualquier precio

E

l New York Times publicó en estos días una encuesta en la que le preguntaban a personas de varios países por cuáles selecciones hinchaban a favor en el Mundial y, también, por cuáles hinchaban en contra. La segunda pregunta, más interesante, mostraba la histórica antipatía entre japoneses y coreanos, que se hincharán en contra mutuamente, la previsible impopularidad de los Estados Unidos en México y Rusia, y, un poco más dolorosamente, que la selección menos querida en Colombia, Chile y Brasil es la selección argentina. Incluso los costarricenses, un grupo simpático y aparentemente incapaz de resentimiento, nos dedicaba un casillero, después de México, como su segunda selección menos favorita. ¿De qué te sirve ganar si no es para que te quieran? Es una pregunta cuya respuesta, creo, revela mucho del carácter de una persona o de una sociedad. Hay gente que necesita el éxito por sí mismo, aun si su manera de triunfar o so-

breponerse genera desconfianza e irritación en adversarios y espectadores. La victoria genera, para este tipo de personas, una sensación tan placentera que supera el antagonismo generado en los demás. Se justifican estos halcones, a veces, diciendo que los demás no los detestan a ellos sino a su éxito.

La selección menos querida en Colombia, Chile y Brasil es la argentina Los perdedores fingen estar escandalizados con su personalidad y sus triquiñuelas, susurran los ganadores, pero en el fondo nos tienen bronca porque nosotros ganamos y ellos pierden. Para otras personas, ganar es insuficiente si impide una conexión o un entendimiento con quienes miran desde afuera. La victoria sólo vale la pena si uno obtiene, al mismo tiempo, el respeto (o, en los

fernando massobrio

gente se copó con la idea decidimos incorporar una mesa baja con el mismo concepto, y ahora estamos evaluando agregar otra más –dice Ezequiel González, director culinario del grupo–. Al mediodía, sobre todo, viene mucha gente sola, y la mayoría prefiere compartir mesa antes que sentarse solo. Aunque no charle con nadie, es una manera de estar acompañado.” Eso mismo observa Anaïs Gasset, dueña del restaurante Cocu, en la esquina de Malabia y Gorriti, en Palermo Soho. “Mandamos a construir la mesa a medida, y decidimos poner dos bancos largos en lugar de sillas individuales. Mucha gente llega con su computadora y se sienta a trabajar. Prefiere esta mesa porque es más espaciosa, aunque esté llena de gente. Yo percibo que a los argentinos les gusta, aunque algunos se muestren más resistentes.” Con un concepto más radical nació Camping, el primer beer garden de Buenos Aires, como se autodefinen, que abrió sus puertas en las terrazas del Buenos Aires Design en marzo pasado. Con bebida y plato enlozado en mano, uno va hacia las mesas (acá todas son comunitarias) y elige dónde sentarse. Tal como indica su nombre, “la idea primordial es volver a la naturaleza, habitar el espacio exterior, relacionarse con el otro desde un lugar noble, de compañerismo. Un lugar común, de todos”, aseguran los creadores de Camping. Dicen que compartir una comida con otros comunica valores, activa relaciones, promueve la solidaridad y la confianza dentro de un grupo. “Pero el ritmo de vida y el individualismo urbano pueden transformar incluso a las redes sociales en meras plataformas del hombre aislado, que busca mostrarse, pero no compartir. Una mesa larga es una invitación a compartir en tiempo real con otro, es suponerse de algún modo en el mismo universo. Un enigma que vale la pena poner a prueba”, considera Chaparro.ß

mejores casos, el cariño) de los demás. O, también, si uno contribuye a mejorar las reglas y las costumbres del juego que está jugando. Ganar es importante, sugieren estas palomas, pero el proceso por el cual se alcanza la victoria es igual de importante: triunfar haciendo trampa, ofendiendo a los rivales o traicionando a los aliados sirve de poco, porque la alegría durará un instante. Si sólo el éxito calma tu ansiedad, entonces serás miserable cada vez que pierdas. Si, en cambio, te concentrás en aprender, estarás orgulloso de tu equipo aun perdiendo. Por temperamento estoy más cerca del segundo grupo que del primero. No estoy convencido de que sea la postura más acertada en una competencia profesional y tampoco creo que haya dos únicos polos opuestos. Es una escala con varios puntos intermedios, desde el ganador insoportable al perdedor hippie y bienintencionado. Pero me sale más naturalmente respetar los procesos y prepararme para perder que agarrar la lanza y pensar después en los heridos en combate. ¿De qué sirve ganar al fútbol si uno al mismo tiempo degrada al fútbol? O, de la misma manera: ¿de qué sirve ganar en política si uno destruye la política? En el pasado, a la selección argentina le gustó ser abucheada, se sintió crecer cuando la colocaban en el lugar del campeón malvado, como un villano de Titanes en el Ring. A mí, en cambio, me importa qué opinen los demás de nosotros. Quiero ganar, pero no a cualquier precio. Quiero que nos quieran.ß