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INFORMACION GENERAL
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Miércoles 9 de marzo de 2011
Por los barrios | Secretos en el corredor norte de la ciudad
Coghlan
el nuevo lugar de moda en Buenos Aires
Un entorno de veredas arboladas, calles tranquilas, casas de estilo inglés y valores accesibles impulsan la migración joven FRANCO VARISE LA NACION Un árbol de nísperos. Más allá una higuera. El club El Tábano. La casa donde vivió Roberto Goyeneche. La nueva morada del otrora ícono palermitano Diego Frenkel –cantante de La Portuaria–. Las calles calmas. Vecinos que charlan en la vereda. Esto es Coghlan: el nuevo vergel de los porteños modernos que buscan errantes su lugar en el mundo. Todo comenzó cuando alguien comentó al pasar: “Es el barrio de moda para irse a vivir”. Ajá, claro. ¿Y por qué? Es que suena curioso al oírlo por primera vez, pero después de una recorrida por allí la idea empieza a cobrar sentido. Coghlan, un cuadrilátero irregular de 1,3 kilómetros cuadrados que limita con Belgrano, Villa Urquiza, Núñez y Saavedra (corredor norte de la ciudad), podría definirse como el nuevo Palermo (no comercial). Casas bajas, pájaros, aroma a plantas y, sobre todo, muchas posibilidades de encontrar una linda casa o PH a precios de entre 1200 y 1800 dólares el metro cuadrado. “Es un barrio ubicado en el corredor norte de la Capital con muy buen entorno
y surge como alternativa lógica para los desarrolladores inmobiliarios y para las familias jóvenes”, confirmó José Rozados, director de Reporte Inmobiliario. La estación Coghlan del Ferrocarril Mitre, una joya de las antiguas edificaciones ferroviarias, el hospital Pirovano, el “obelisco” del barrio (una torre de ladrillos en la calle Washington al 2900 que servía de ventilación cloacal) y la callecita Prometeo –de apenas exquisitas dos cuadras– remiten a un barrio de clase media amasado al calor de inmigrantes franceses y vascos. Hoy, el ambiente está cambiando. Los “nuevos vecinos” llegan. Y de eso hablan quienes hace mucho viven en ese lugar, “que siempre hay que explicar dónde queda”, como acotó un vecino. “Está viniendo a vivir mucha gente joven de Palermo”, expresa Jorge Halizy, propietario de la despensa Jorge, en Washington al 3200. “Supongo que buscan la tranquilidad”, acota y, como si fuera una clave, agrega: “En la otra cuadra vive Frenkel”. Frenkel es como el típico personaje palermitano que se pasó al “coghlanismo” (ver aparte). Rómulo Naón al 3000. Alicia Bono disfruta de la tardecita en el umbral de su casa. “Acá se mantiene el barrio, salimos a tomar mate a la vereda y mis 8 nietos
cuando vienen juegan a la pelota en la calle y andan en bicicleta”, relata Alicia. Y se pregunta: “Se está viniendo mucha gente nueva... ¿Será que donde vivían ya no hay estas cosas?” A la vuelta de su casa, sobre Melián, vivió Goyeneche, el faro tanguero que aún se relaciona más con el barrio de Saavedra que con Coghlan. En el Club Social El Tábano, en Rómulo Naón al 3000, recuerdan al “Polaco” en cada foto y en los parlantes. En tren de proyecciones, podría decirse que Coghlan todavía es un barrio joven, aunque cumplirá 120 años en febrero próximo. No existe una zona comercial delimitada y sólo hay un pequeño rincón sumamente tranquilo cerca de la estación, en Pedro Rivera y Rómulo Naón, donde abrió hace poco la heladería boutique, Lucca, y el restaurante Vicente. De todos modos, Coghlan aún resulta poco accesible en términos comerciales. Max Schneider y su mujer, Florencia, reflexionan sobre mudarse a Coghlan mientras toman un helado. Hace 10 años que viven en España después de salir de... Palermo. “Es muy bonito y, es más, estamos averiguando para venirnos a vivir acá”, piensa en voz alta Max. “Estamos de vacaciones, llegamos ayer y tenemos
tiempo para tocar puertas. Hasta ahora vimos que no es tan barato –reflexionó–. Estaría bueno enfocarlo al primer Palermo con algunas tiendas en las casas con onda que privilegien la calidad al precio.” Esquina de Washington y Congreso. El lugar: Brando. Un café con mesas en la vereda cobijadas por un frondoso árbol. “Esto no es Coghlan, es Saavedra”, advierte Federico Rodríguez, que suele sentarse a esas mesas a tomar un café todas la tardes. En su error, hay algo de acierto. La avenida Congreso, que cruza el barrio de Este a Oeste, es para muchos el límite sensorial de Coghlan antes de cruzar el umbral hacia Saavedra. La fisonomía incluso cambia. Las casas de estilo inglés, con alguna influencia de Belgrano R, mutan en viviendas más pequeñas, con un pasado de inmigrantes italianos y trabajadores de clase media. “La discusión sobre dónde termina el barrio es muy común porque nadie sabe cuál es el plano oficial”, explica el vecino Lucas Sierra, y zanja la discusión: “El límite es la calle Núñez”. Y tiene razón, según el catastro oficial porteño. Para muchos antiguos habitantes del extremo norte de Coghlan, la esquina de Núñez y Balbín es una caja de recuerdos (de los buenos y
los malos). Allí estaba el café La Sirena, y muy cerca, en Tamborini y Balbín, el San Quintín: dos bares emblemáticos que, con su desaparición, enterraron sus muchas historias de la vida social de Coghlan y Saavedra. José María Donati, director general de Estadística y Censos porteño, consideró lógica la migración de porteños jóvenes hacia Coghlan. Los datos estadísticos indican que la Comuna 12, compuesta por Coghlan, Saavedra y Villa Urquiza fue una de las pocas que crecieron en el último censo de 2010. La tendencia, incluso, se notó, por la negativa, en las últimas semanas de diciembre pasado con los cortes de luz. En Edenor identificaron a Coghlan como uno de los lugares donde más aparatos de aire acondicionado se instalaron el año pasado. “Sigue siendo muy tranquilo, pero es impresionante la cantidad de construcciones nuevas y la gente que elige este barrio para vivir; es que por sus características de calles cortadas y poca conexión parece un barrio semicerrado”, expresó Florencia Alvarez, de 34 años. “La seguridad es otro punto importante, porque como es difícil de llegar, también es difícil salir tanto para los delincuentes... como para nosotros.”
La posibilidad de una isla En conmemoración de los 120 años de Coghlan, el gobierno porteño seleccionó la obra del artista Paio Zuloaga para reproducirla en una pared del barrio
La heladería boutique Lucca forma parte de la única zona comercial de Coghlan; allí, Max Schneider comenta que analiza regresar de España, donde vive desde hace 10 años, para instalarse en el barrio: “Estaría bueno enfocarlo al primer Palermo”, dice.
El barrio debe su nombre a la estación del Ferrocarril Mitre denominada John Coghlan, por el ingeniero irlandés radicado en Buenos Aires; el tren es la manera más directa de conectarse con el centro de la ciudad.
El restaurante Vicente, situado en la esquina de Pedro Rivera y Rómulo Naón, conforma, junto con Lucca, el complemento perfecto para vivir la tranquilidad de una zona de la ciudad alejada del ruido cotidiano FOTOS DE MARIANA ARAUJO
Una joya arquitectónica que no se toca No demolerán Villa Roccatagliata, una casona de 1900, que podría transformarse en un restaurante exclusivo “¿Van a demoler la Villa Roccatagliata?” La pregunta comenzó a rodar por las calles de Coghlan con amargura. Y la respuesta a esa incógnita es no, según confirmó a LA NACION Juan Carlos Fernández, dueño del terreno y de la antigua casona. La edificación de 1900 situada en Franklin D. Roosevelt y Ricardo Balbín, perteneció a José Roccatagliata, propietario de grandes parcelas en la zona, cuando aún no se había desarrollado el barrio. Desde hace muchos años el predio de 3500 metros cuadrados fue transformado en una especie de centro comercial anexado a una estación de servicio de la empresa Petrobras. Pero los vecinos comenzaron a preocuparse cuando, a mediados de noviembre, el predio Roccatagliata fue tapiado. El temor acerca de una posible demolición de esta joya arquitectónica del barrio llegó incluso a la Legislatura porteña. El ibarrista Raúl Puy presentó un proyecto de ley con carácter urgente ante la posibilidad de que el barrio de Coghlan
perdiera uno de sus edificios más importantes, “en riesgo de demolición”. En el proyecto Puy solicitó que se catalogue el lugar con “nivel de protección cautelar”. La asociación Basta de Demoler también se hizo eco del asunto, aunque, en verdad, nadie podía confirmar el destino de Villa Roccatagliata. Consultado acerca de la inquietud vecinal, Fernández, accionista mayoritario de la sociedad propietaria de la casona, Don Delfín, expresó: “Todas las alternativas de desarrollo de ese predio incluyen el realzamiento de la casa”. A lo que añadió: “Hacer una torre es criminal, la casa no se toca y no porque seamos naíf, sino porque creemos que el lugar es más valioso con esa construcción conservada”. Sin entrar en demasiados detalles, Fernández comentó que se analiza abrir un restaurante exclusivo dentro de un terreno en el que se contruirán dos edificios de no más de 10 pisos. Los vecinos podrán entonces respirar aliviados.
La construcción mantiene todos los detalles de época
Frenkel: nuevo “coghlanista” Diego Frenkel, cantante de La Portuaria y uno de los “referentes espirituales” de Palermo (antes del boom), dice que El día después, su último disco solista, estuvo inspirado en Coghlan. Allí vive desde hace algunos años. “Tiene algo de isla, de un Buenos Aires que se mantiene con una mezcla de estilo inglés y almacén de barrio. Todo el mundo me relaciona con Palermo. Es que cuando Palermo no se llamaba ni Soho ni Hollywood compré mi primer PH muy barato; después me dejó de interesar”. Frenkel dice que no quiere hacerle publicidad a Coghlan para que no se ponga de moda, y que lo apasionan los lugares con estaciones: “El tren porteño es esa posibilidad de fuga de la ciudad a la pampa; eso me encanta de este lugar”.