Un Shakespeare en tecnicolor

texto, que aggiornó con el voseo. “En la traducción siempre se pierde un poco la musicalidad original. Pero cuidé mucho que mantenga la poesía, lo metafórico ...
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ESPECTACULOS

Martes 23 de agosto de 2011

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TEATRO

TEATRO s ESTRENO

BUENA

Un Shakespeare en tecnicolor Una versión de Noche de reyes en clave de musical y referencias al cine de los años 50 “Disfraz, oh, disfraz, grande es tu seducción. Y tu malicia”, invoca Viola en la obra escrita por Shakespeare para la noche de Epifanía de 1601 o Noche de reyes, como se conoce en su traducción al español. Vestida de mensajero, consiguió el amor de una mujer cuando deseaba a un hombre. Se enfrenta así al nudo de la comedia escrita por la infinita pluma del dramaturgo isabelino, que volverá a verse en Buenos Aires con una puesta muy particular: situada en un set de filmación de los años 50, que emula al cine en tecnicolor, y atravesada por cuadros musicales. “Creo que Shakespeare nos daría la licencia para hacer esta puesta”, sonríe algo nervioso y consciente de su arriesgada empresa Jorge Azurmendi, el ideólogo y director de este proyecto que subirá a escena esta noche en El Cubo. Cinéfilo apasionado, de esos que no pueden describir una situación sin referirse a una película, hacía tiempo que quería vincular el cine, el jazz y su amor por Shakespeare en una misma obra. Al autor de Romeo y Julieta lo conoce desde su adolescencia, cuando se obsesionó con Hamlet. Luego se perfeccionó con la Royal Shakespeare Company y hoy se conoce los parlamentos más sofisticados de memoria. Tanto que asumió la responsabilidad de hacer su propia adaptación del texto, que aggiornó con el voseo. “En la traducción siempre se pierde un poco la musicalidad original. Pero cuidé mucho que mantenga la poesía, lo metafórico y lo artificioso del texto, que no es cotidiano. No se puede improvisar”, explica. La marquesina llama la atención por sus brillantes colores y una gráfica de show. Pero también por su elenco ecléctico: Laura Azcurra, Felipe Colombo, Florencia Otero, Germán Tripel, Luz Kerz, Ana María Castel, Melania Lenoir y Rita Terranova. “Es raro ver tanta gente conocida junta, que viene de distintos ámbitos. Unos tienen un repertorio más clásico y otros vienen del musical”, admite Azurmendi, orgulloso con la predisposición de todos para montar este espectáculo. “Están todos muy enamorados del texto, y eso hace que estén ahí de una manera más verdadera. Tratando de enamorar y de enamorarse. Tienen una relación de pudor y pasión con el texto que

Ignacio Rodríguez de Anca, en escena DRAMA

En el campo

Drut dirige una trama llena de vericuetos AUTOR: MARTIN CRIMP L INTERPRETES: IGNACIO RODRIGUEZ DE ANCA, CAROLINA TEJEDA Y CECILIA CZORNOGAS L VESTUARIO Y ESCENOGRAFIA: CECILIA ZUVIALDE L DISEÑO DE LUCES: ALEJANDRO LE ROUX L MUSICA ORIGINAL: IGNACIO CZORNOGAS L DIRECCION: CRISTIAN DRUT L SALA: SHA L DURACION: 75 MINUTOS L

El elenco: Laura Azcurra, Felipe Colombo, Florencia Otero y Germán Tripel me encanta. Nunca limbo antes de retomar terminás de enconel camino marcado trar a Shakespeapor Shakespeare. re: siempre está “La música cuencomo en proceso ta el ánimo de los y el temor revepersonajes, no da rencial que todos información de la sienten con él es historia porque lo que más me eso se cuenta con el emociona”, defitexto de Shakespeane. “Es bastante cure”, agrega. “Interferioso que un sistema rir la obra con el cine de cooperativa tenga de los 50, relacionarlo tantos actores y de este con otros lenguajes, es algo ALEJANDRO DI CIOCHIS peso”, agrega Felipe Colombo, que el texto permite. Es un que interpretará a Sebastián, riesgo. Pero me lo planteé Jorge Azurmendi, el hermano gemelo de Viola, después”, dice el director, el director encarnada por Florencia Otero. y vuelve a reír, entregade esta inusual Para él, es el primer musical de do a su “experimento”. puesta teatral su carrera, que siempre pivoteó En su cuasi laboratorio, Azurmendi incluyó entre el éxito televisivo y el teatro de texto. Ella ya superó la decena. Sin un elemento más, para suembargo, la formación de ambos les brayar sus estudios shakespearianos: permite coincidir en este proyecto sin algunos personajes masculinos serán dificultad. “Se combinaron un par de interpretados por mujeres. Revierte mundos que a veces suenan alejados. así la regla original del teatro isabeYo no quiero ser del off o no del off. lino, en el que las mujeres no podían Quiero actuar”, sentencia Felipe. pisar las tablas y las Julietas eran Sonará Cole Porter y Nat King Cole. hombres disfrazados. Las identidaCantarán “Singing in the Rain” y “Cheek des superpuestas cobrarán así otra to Cheek”. Bailarán y entrarán en un dimensión: “Creo que el discurso

masculino puede ser soportado por un cuerpo femenino sin que eso altere el sentido del texto porque no se interpone en la lectura. Lo que les pasa a los personajes es universal”. En la obra, dos hermanos, una mujer y un hombre, son separados por un naufragio. Viola se viste de varón y va a la corte de un duque, de quien se enamora, pero debe ayudarlo a conquistar a otra mujer que, creyéndola hombre, se deslumbra con ella (y es el amor de su hermano perdido). El disfraz enreda “el nudo que no se puede desatar”. Y el amor hace que los tórtolos bailen “Cheek to Cheek” en un estudio de cine. “El público será el que complete la obra.” Con esa frase duchampiana, Azurmendi se prepara para escuchar a su único juez.

María Silvina Ajmat

PARA AGENDAR Noche de reyes: de Shakespeare, con puesta de Jorge Azurmendi. Teatro: El Cubo, Zelaya 2053. Funciones: martes, a las 20.30.

Son pareja, pero podrían no serlo. Ya no se buscan, se ríen poco; en cambio sí, se miden, se provocan, se enfrentan en una batalla en el que las palabras aparecen como navajas. Pero son un matrimonio y tratan de seguir siéndolo. Hay algo, más allá de esos hijos que duermen o de ese granero que han convertido en hogar, que quieren mantener inalterable. Pero se les cuela la realidad, ésa que él trata de ocultar y ella se empeña en no ver. Una noche, Richard (así se llama él) llega a casa con una joven que supuestamente encontró desmayada en el costado del camino. Pura solidaridad de buen médico que es. Esa pieza que se les ha metido en el tablero desestabiliza el frágil equilibrio que habían conseguido cuando se mudaron al campo desde la ciudad. La presencia de la joven empieza a develar una trama repleta de giros inesperados. Cristian Drut, el director, pone toda la atención en esos personajes que, paradójicamente, nunca se encuentran en escena al mismo tiempo, lo que llena de inquietud al par que sí entra en juego. Uno duerme, ya salió o está por volver; ese no estar implica un potencial peligro. Así, este juego de presencias y ausencias aumenta el suspenso. Ya no es el amor lo que importa, ya no es la mentira o los celos los que llevan adelante la acción. Hay una subtrama más oscura que va ganando lugar y que les quita a

todos cualquier atisbo de inocencia. Más allá del buen trabajo de Drut en la dirección de sus actores, son ellos los que terminan por redondear a esos personajes difíciles, crípticos, escondedores –aún a plena sonrisa– que les tocó en suerte. Si bien el trabajo de los tres corre por carriles muy parejos, no puede uno no volver a sorprenderse con lo que Carolina Tejeda consigue en escena; ella hace que su Corinne (así se llama su personaje) se transforme dramáticamente con extrema sutileza y suavidad. En esto está muy bien acompañada por Ignacio Rodríguez de Anca. Sin dudas el director también se apoya en la música para crear los climas que busca; lejos de ilustrar, el trabajo musical de Nacho Czornogas construye dramaturgia por sí solo. Tampoco la escenografía es lineal o ilustrativa. Si fuera así, nada tendría que hacer ese fondo abstracto que remite más al océano que al campo, pero bien plantado está allí ese juego de telas que imaginó la escenógrafa Cecilia Zuvialde para darle una vuelta de tuerca más ajustada a cierto toque onírico y delirante que emana de la puesta. Aquí, la luz de Alejandro Le Roux es otro acierto. Todo aporta a ese aire frío y enrarecido que creó el dramaturgo inglés Martin Crimp para hablar del desamor.

Verónica Pagés

TEATRO s NUEVO CICLO

Cervantes en el Cervantes Cuando los mismos trabajadores de la sala copan el escenario Una nueva actividad del Teatro Nacional Cervantes involucra directamente a parte de su personal. El Cervantes en el Cervantes es un ciclo que permitirá a los empleados dar cuenta de sus capacidades artísticas personales. Dos actividades abren el programa. Por un lado, una muestra del artista plástico Lionel Pastene denominada Ser imaginario para sobrevivir a la realidad, que puede visitarse diariamente y, en lo estrictamente teatral, los miércoles a las 21, subirá a escena Extraño juguete, pieza de Susana Torres Molina que cuenta con dirección de Enrique Iturralde. El elenco está conformado por Cecilia Bruza, Magalí Meliá y Marcelo Méndez (Iturralde y Meliá pertenecen al área de prensa, y Méndez, a la de producción). El espectáculo tiene música de Azul Infinito, diseño de iluminación de Demián Lorenzo (área de iluminación), diseño de vestuario de Ana Clara Uhrich (área dirección técnica). La asistencia artística es de Aída Giacani (área de prensa) y la de dirección, de Enrique Velay. La dirección de arte está a cargo de César Domínguez. Si bien la actividad de Iturralde se reparte hoy entre la actuación, su trabajo en la oficina de prensa del Cervantes y sus estudios de la licenciatura en comunicación social, su labor en los escenarios se remonta a la década de los 80, cuando vino a Buenos Aires desde Córdoba a formarse en el Conservatorio de Arte Dramático. Vivió a pleno la era del “teatro underground” porteño. Tenía un unipersonal, El bequerequeque, que mostró en múltiples espacios. Y hasta también se animó al periodismo, colaborando brevemente en La Prensa y El Porteño. Aportó su trabajo, también, en el Celcit y en Fundart, y hasta participó de Teatro Abierto 82, junto con Julio Tahier. “Creo que estuve en todos los momentos en los que había que estar”, dice el actor, director y locutor. “Mi actividad teatral no se detiene –agrega–. Hago dos o tres espectáculos por año. Como hago prensa, me cuesta involucrarme con los periodistas desde el lado del actor, prefiero que el espectáculo del que participo los convoque. He tenido la suerte de trabajar con muchos directores importantes, como Jai-

Enrique Iturralde, actor y empleado del Cervantes FERNANDO MASSOBRIO

me Kogan, Norma Aleandro, Jorge Lavelli, pero hay dos a los que les estoy muy agradecido. Uno es Daniel Mancuso, con el que participé de muchos trabajos en la Escuela Municipal de Arte Dramático, y el otro es Julio Ordano. Un día me llamó y no para hacerle prensa, sino para ofrecerme un personaje dentro de la obra Camellos, de Luis Sáez, y luego me convocó para El petiso orejudo. Fueron dos experiencias realmente importantes, de ésas que te posibilitan aparecer en el imaginario de los directores. Te empiezan a ver, a conocer como trabajas.” Este multifacético creador, que en dos oportunidades fue nomina-

PARA AGENDAR Extraño juguete: de Susana Torres Molina, con dirección de Enrigue Iturralde. Teatro: Cervantes (Córdoba y Libertad). Funciones: los miércoles, a las 21. Entrada: libre y gratuita.

do a los premios ACE y que hoy reparte su labor actoral entre Cyrano, un vodevil franco-argentino, con dirección de Pablo Bontá, y los ensayos –con la dirección de Román Caracciolo– de Monogamia, de Marco Antonio de la Parra, se apresta a estrenar en su ámbito laboral Extraño juguete. El considera que se trata de un clásico: “Si les preguntás a cinco actores, cuatro hicieron este texto, aunque sea en clases de taller”. La pieza muestra a dos mujeres solitarias que un día reciben la visita de un vendedor ambulante. Entre ellos comenzarán a desarrollarse una serie de situaciones inesperadas. “La obra expone una especie de campo de relaciones de fuerzas que todo el tiempo están en disputa –explica Iturralde–. Yo adoro este texto porque resiste cualquier tipo de debate artístico/ estético. Aunque la obra fue escrita en 1977, hoy resuena con fuerza.”

Carlos Pacheco