REPORTAJE
INEA
Un proyecto de agroecología La encíclica del papa Francisco Laudato si’, publicada en mayo de 2015, ponía sobre la mesa no solo la ecología en general, sino la ecología inserta en la vida de la Iglesia y engarzada con lo más genuino del cristianismo: la persona en el centro y la ecología unida a la fraternidad y la justicia social. Es lo que el Papa llama la «ecología integral».
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ACE unos doce años en INEA, Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola de la Compañía de Jesús en Valladolid, nos fuimos dando cuenta de que los contenidos que enseñábamos en Ingeniería agrícola no colaboraban de la manera que queríamos a mejorar el futuro de la humanidad. La agricultura intensiva, que deriva de la revolución verde (más fertilizantes, mejores semillas, más pesticidas, más producción), no ha contribuido de manera decisiva a erradicar el hambre en el mundo. Y, sin embargo, ha dado lugar a una gran contaminación ambiental, al uso masivo de combustibles fósiles y a muchos casos flagrantes de injusticia social y explotación, sobre todo en los países empobrecidos. Ha resultado que la revolución verde era un negocio, sobre todo, aunque haya tenido contribuciones decisivas al mundo en el que hoy vivimos. Desde esta sencilla reflexión va naciendo una nueva opción para nuestro proyecto, que es la apuesta por lo que el papa Francisco llama la «conversión ecológica». Intentamos ponernos en el otro extremo de lo que es la tendencia productiva de hoy, y desde ahí tirar de la cuerda con el ánimo y la ilusión no de que todo el mundo se venga donde nosotros nos vamos a poner, pero sí de ayudar a equilibrar un poco el sistema productivo de alimentos de este
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mundo. O, al menos, mostrar que hay otras maneras de hacer las cosas. Donde está, por cierto, el 90% de los campesinos y campesinas de este mundo. Eso ha dado lugar en los últimos doce años a diversos proyectos. Todos ellos unidos por esta misma filosofía, y que son los que detallamos a continuación en este artículo.
Escuela de Ingeniería Agrícola
Queremos aprender y queremos enseñar agroecología, una forma respetuosa y sostenible de relacionarnos con la Naturaleza para producir alimentos de forma natural, sana y de calidad. Eso supone un profundo conocimiento de cómo se comportan el suelo y las plantas, de cómo influye el clima y de cómo la ingeniería y la tecnología pueden contribuir a esta apuesta de una nueva agricultura. Pasamos de una agricultura de receta, industrial, que cualquiera puede hacer, a una agricultura de aprendizaje, donde la experiencia personal del trabajo y la observación siguen siendo insustituibles. El alumnado no siempre lo entiende o está de acuerdo, pero termina la carrera sintiendo un gran respeto por la agroecología y con un horizonte más amplio. La formación del Grado en Ingeniería se extiende a la Formación de
postgrado, en la que impartimos un Máster online en Agroecología…
Huertos ecológicos
En la finca de INEA hay hasta 430 huertos para personas mayores y otros 200 huertos dirigidos a personas desempleadas a través de diversos proyectos dinamizados en la ciudad de Valladolid. A lo largo de todos estos años hemos ido acumulando una experiencia muy importante: la unión del trabajo de la tierra y el cuidado de las plantas con situaciones humanas y sociales sensibles de diversos co-
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lectivos que han participado de los huertos (parados, mayores, enfermos mentales, drogodependientes, inmigrantes, personas que cumplen trabajos sociales en la Comunidad, asociaciones, voluntarios…). Todo ello en el mismo marco de relación: la tierra, la agricultura, la ilusión por tener un huerto y criar plantas. Es ahí donde se gestan historias todos los días. Historias que hablan de relación, de amistad, de colaboración y de solidaridad. Los huertos son una escuela para todo aquel que se acerca y, sobre todo, para las personas que participan.
Comercio justo
La agroecología lleva de una manera directa a entrar en contacto con el comercio justo. No podemos producir de una manera y poner los productos en manos de los de siempre, aquellos intermediarios que explotan y exprimen a los productores maximizando el beneficio de un trabajo que no han hecho. Así que empezamos a entrar en contacto con organizaciones de comercio justo y con comunidades que producen en cooperativas en
terceros países. Pero también con pequeños productores de nuestra tierra, pioneros de la agricultura ecológica y que luchan con ilusión por sacar adelante su producto comercializándolo de una manera justa y en proximidad. Y de esa relación que quiere ser una relación de ayuda, nace en unión con un buen grupo de amigos una cooperativa que se llama Come Sano Come Justo Sociedad Cooperativa. La cooperativa pretende contribuir a construir un mundo mejor comercializando productos ecológicos y de comercio justo; una cooperativa
dispuesta a competir en este mundo comercial, pero sin ánimo de lucro y que apuesta por las personas con discapacidad y por revertir sus beneficios de forma social. Entre sus proyectos está la importación de café de Chiapas, proveniente de las comunidades indígenas Tzeltales para distribuir en España (www.batsilmaya.org). Es la participación en la vida ciudadana de un grupo de personas que dedican parte de su tiempo y esfuerzo a que Come Sano sea una realidad.
Ecología y espiritualidad
La espiritualidad está al principio, en el medio y al final de este viaje. Qué motivaciones nos llevan a ir tomando decisiones en este sentido, qué nos sostiene en el trabajo de cada día… y cómo lo que hacemos nos retroalimenta, nos enriquece y nos nutre espiritualmente. Desde ahí van brotando con naturalidad manifestaciones que nos ponen en contacto de una manera explícita con nuestra fe y nuestro compromiso. Por eso nuestro centro también está abierto a retiros, encuentros, charlas, celebración de la Pascua (Ecopascua) y semanas de espiritualidad en torno a la conversión ecológica para la vida religiosa. Félix Revilla
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REPORTAJE
En camino de «conversión ecológica» Abiertos a que la ecología afecte a nuestra espiritualidad, se llevan a cabo diferentes retiros, encuentros, charlas, celebración de la Pascua (llamadas Ecopascua) y también semanas de espiritualidad en torno a la conversión ecológica para la vida religiosa. Este es el tesimonio de Susana Nieves Moreno, hcsa. El año pasado, durante el mes de agosto, participé en un encuentro de estos organizado por INEA. Al terminar, nos despedíamos quienes habíamos participado y compartido la vida durante un tiempo del todo especial, con un sentimiento de profunda gratitud y gozosa esperanza. La ex-
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periencia que hemos vivido ha superado con creces lo que traíamos en nuestra mochila desde que nos pusimos en este camino de «conversión ecológica». La invitación que nos hicieron Conchi Peláez, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y José Eizaguirre, con el apoyo del Área de Justicia y Solidaridad de Confer, se ha transformado en una preciosa muestra de la biodiversidad y la fraternidad: una comunidad de quince personas, de las cuales doce éramos religiosas y tres laicas, de muy diferentes edades. La resonancia de la primera edición de la Semana eco-solidaria, fue un excelente punto de
partida y quizá en algunos de nosotros una buena intuición para confiar en esta iniciativa. En esta segunda edición, el sello de la encíclica Laudato si’, ha sido la mejor confirmación de que aquella experiencia primera estaba siendo el germen profético de «conversión ecológica» a la que el papa Francisco, después, nos ha invitado con su «carta magna» de la ecología: «Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo (en nuestro mundo), pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica
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permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida» (202). La vida consagrada no puede quedar al margen de este nuevo paradigma que es la ecología: todo conectado con todo; todo en relación. Todos co-responsables. Y es que el cuidado de la Creación y el compromiso con los excluidos y empobrecidos de nuestra «casa común» −la «madre Tierra»−, son las dos caras de una misma moneda. Pues bien, ¡este es el sustrato que nos ha alimentado estos días! Nuestro amigo y hermano José Eizaguirre, el alma mater de la Semana, radicalmente convencido de que «la transmisión del conocimiento a través de las ideas no es suficiente para la conversión, sino aprender a vivir de otra manera», nos ha ofrecido esta oportunidad de integrar teoría y práctica. Así hemos hecho en todo este tiempo, vivir de forma distinta «siendo más conscientes de las repercusiones de nuestra forma de vida −inmersa en una crisis cultural y ecológica de dimensiones globales y con consecuencias locales−, profundizando en nuevas pautas de comportamiento –personal, comunitario e institucional− y compartiendo criterios y recursos que nos ayudan a vivir de maneras más sostenibles, solidarias y saludables, más sencillas». Y todo ello a través de talleres prácticos en los que aprendíamos los contenidos teóricos (consumo justo, desarrollo sostienible, banca ética, trabajo cooperativo y en red, etc.). Ecología, espiritualidad y justicia social han marcado esta búsqueda y descubrimiento de nuevas formas de vida, de numerosas iniciativas «hacia otro mundo mejor posible». Nos hemos
iniciado en cambios de hábitos domésticos: comer con lentitud, de forma vegetariana, ecológica y con productos de Comercio justo; nos hemos aseado con jabones de fabricación propia; hemos usado detergentes caseros para la limpieza de las instalaciones y hemos disfrutado orando de una for-
«La transmisión del conocimien to a través de las ideas no es suficiente para la conversión, sino aprender a vivir de otra manera», José Eizaguirre. ma nueva, a través del yoga y la meditación, acompañadas por la madre naturaleza. Hemos vivido un ritmo doméstico que ha fluido con la misma espontaneidad que fluye la naturaleza. Todo ello gracias a la excelente disponiblidad de todos y de todas. El entorno que nos acogió, INEA, la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola de Va-
lladolid, a cargo de los jesuitas, rodeada de huertos ecológicos y otras plantaciones ecológicas, nos ha ayudado a profundizar y sentir individualmente y como comunidad ecosolidaria la llamada del papa Francisco. La creatividad del Espíritu se ha hecho palpable en estos días. ¡Cuánta gente buena! ¡Cuántos cómplices del Espíritu en conexión y dando lo mejor de sí mismos para que nuestro mundo camine hacia el mejor mundo posible. ¡Gracias, Señor de la Vida, Creador de todo cuanto existe, por todos los caminos que tu Espíritu va trazando! Todos ellos caminos hacia la comunión −con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y contigo−, caminos que hacen creíble tu sueño, tu gloria: que todos y todas podamos vivir felices y «en abundancia», como tu hijo Jesús nos reveló: «He venido para que tengáis vida…» (Jn 10, 10). susana nieves HCSA