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SÁBADO
| Sábado 2 de agoSto de 2014
Vida profesional
Trabajar en casa: libres... pero estresados Idealizado por la falta de horarios y jefes, el teletrabajo crece a pasos agigantados; sin embargo, muchos admiten que esta modalidad resulta más complicada que la oficina: incertidumbre, demanda familiar y dispersión son la contracara de la tendencia Viene de tapa
Según Sarah Damaske, una de las autoras del estudio de la Universidad de Pennsylvania, en la oficina hay reglas tácitas de comportamiento: no hay gritos ni portazos ni llantos, en tanto uno pretenda conservar el puesto y el respeto de sus colegas. “Además, aunque en el entorno laboral los compañeros más cercanos nos cuenten sus problemas, no nos afectan porque no los tomamos como algo personal. En casa, en cambio, el estrés es contagioso. Uno no puede poner pausa y decirle a su hijo de dos años: «Mamá necesita un recreo».” Lo sabe Verónica Frágola (36), madre de tres hijos pequeños y licenciada en Publicidad. “Trabajé varios años en relación de dependencia como asistente de marketing. Pero al poco tiempo de casarme y mudarme a Tigre sucedieron dos cosas: me quedé sin empleo y me enteré de que estaba embarazada de mellizos. Buscar un trabajo con horario de corrido, tener que viajar al centro y encontrar una niñera que no renunciara era algo bastante difícil, así que mi elección de ser freelance fue más bien algo forzado. No me quedaba otra”, confiesa Frágola, que hoy tiene tres hijos de cuatro y cinco años, y destina las mañanas (y muchas madrugadas también) a sentarse a escribir notas de belleza para distintas revistas, postear nuevos consejos en su blog getglam.com. ar, o redactar artículos para el sitio web de la firma Falabella. Homeworking vs. niños Según los expertos, es aconsejable no teletrabajar en aquellos días en los que hay algún problema familiar o niños a los que cuidar en la casa. “No se puede asumir una responsabilidad laboral para terminar en casa si uno tiene que cuidar a los hijos. En mi caso, mientras están en el jardín durante la mañana o a la noche, cuando ya se durmieron, me siento a escribir. Organización, ése es el secreto”, coincide Frágola, que supo administrar los tiempos luego de algunos años de ensayo y errores constantes. Y reflexiona: “La clave está en saber negociar con uno mismo la propia libertad. Es decir, si por alguna razón dejo de hacer algo que estaba entre los must de ese día, debo tener la responsabilidad de quedarme despierta y trabajar a la madrugada. Me banco acostarme a las 3 de la mañana si sé que después puedo dormir un poco más. Es un tira y afloja constante”. Melamed advierte que la opción de poder trabajar desde casa suele resultar muy tentadora, una ilusión. “Hay gente que lo ve como una gran oportunidad, pero no está preparada para hacerlo. El homeoffice puede tener muchas ventajas con respecto a las libertades y la flexibilidad de los horarios, pero mal utilizado es un gran generador de estrés. El remedio termina siendo más caro que la enfermedad”, dice el experto. Pablo Fernández es el fundador de Jomofis.com, un sitio que nació como un proyecto para “reunir a la comunidad de quienes trabajamos en casa, desde freelancers hasta pequeños emprendedores. Apuntamos a pasarlo bien mientras hacemos el trabajo que más nos gusta”, dice Fernández, que, a pesar de definirse como un heavy user de la tecnología, ubica como mejor aliado a su cuadernito de papel. “Allí anoto los pendientes. Lo ideal es definir dos o tres prioridades y tacharlas con la lapicera a lo largo de la jornada. El resto del día se llena de tareas más pequeñas, pero relevantes. Y como no creo en el multitasking [hago mil cosas en una semana, pero no en el mismo momento] la clave es el foco.” En Jomofis.com, los post de recomendaciones y consejos en primera persona abundan. Y con respecto al dilema de combinar el trabajo con el cuidado de los chicos, Esteban Glas, que pasó los últimos años jomofiseando para Lenovo, AbilTo y Futura Networks/ Campus Party, asegura que una puerta siempre es amiga. “Una puerta cerrada indica que adentro se está en reunión o concentrado. Cuesta varios intentos explicarles a los chicos que tienen que hacer de cuenta que uno no está si la puerta está cerrada. Pero con chicos de menos de seis años las cosas pueden salirse de control. Pretender que entiendan completamente la responsabilidad de su papá o mamá es injusto con ellos. Para esas ocasiones en las que los angelitos deciden entrar en un raid de destrucción –en casa pasa seguido– es bueno poder contar
Ricardo Levy, productor de contenidos audiovisuales, comparte con su mujer, bailarina y coreógrafa, la casa como espacio de trabajo con un lugar para escaparse. En mi caso, es un café que queda a unas pocas cuadras.” Palabras más o menos, todos los consultados opinan igual: el bar siempre es un buen recurso, y suele funcionar como una vía de escape conocida y segura. Por su parte, la opinión de Rafael Kichic, jefe de la Clínica de Ansiedad del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia de Ineco, puede ser reconfortante para muchos. “Sabemos que el impacto del estrés se puede amortiguar si la persona percibe que es capaz de lidiar con los diferentes desafíos, presenta una red de apoyo y una alta autoestima. Y tener control de cómo y cuándo realizar las tareas puede favorecer comportamientos saludables, como más tiempo para dormir, hacer ejercicio físico o llevar a un hijo al médico cuando lo necesita. En el caso de los freelancers, esta flexibilidad es una forma de trabajar y no una excepción aprobada por el supervisor.” Todos coinciden en este punto y nadie discute esos beneficios. Pero hay una palabra que los preocupa, los inquieta y los estresa: incertidumbre. “Todos ven la cara positiva, pero la imprevisión es una de las cuestiones que más nos preocupan –reconoce Ricky Levy, casado con Bárbara Waldhorn (29), que también es freelancer y comparte con él varias horas dentro del espacio casa-trabajo–. Mis amigos en relación de dependencia tienen certezas que yo no. Pueden planificar sus próximos pasos en muchos aspectos, como irse de vacaciones. El año que viene se termina nuestro contrato de alquiler, y hoy no sé si tengo que buscar algo más grande o si vamos a tener que achicarnos. La palabra «estable» no existe. La plata nunca entra del 1° al 5 ni del 1° al 10. Con viento a favor, los trabajos se cobran a 90 días.” El director de Freelancer.com para América latina, Sebastián Siseles, asegura que esta modalidad de trabajo es una tendencia global que crece a pasos agigantados y está sostenida por dos pilares interrelacionados: la inclusión de los millennials (o Generación Y) como fuerza laboral y las herramientas tecnológicas, que permiten trabajar en forma remota. Siseles está convencido de que en la balanza pesan más los beneficios. Aunque por lo bajo, confiesa: “Estás más solo, es cierto. Hay algo del lugar físico de una oficina que a veces se extraña. El mate o el café que compartís con otros, por ejemplo, aunque sean horas laboralmente improductivas. Pero es así, la frazada siempre es corta por algún lado”.ß Producción de Lila Bendersky
Claves para no fallar en el intento Espacio Identificar un lugar de la casa como el rincón de trabajo. Puede no ser una habitación exclusiva, pero sí debe estar acondicionado para trabajar y, sobre todo, lejos de posibles distracciones Comodidad Luz, ventilación, silencio, buena señal para los dispositivos móviles y una mesa o escritorio, y algo fundamental, una silla bien confortable Soporte y tecnología Una PC o portátil confiable, buena conexión a Internet y soporte tecnológico a mano Prioridades y pendientes Hacer una lista diaria de prioridades y tareas pendientes. Hay tres categorías: debo hacer, podría hacer y si lo hiciera Hacer o eliminar Al fin del día, repasar la lista y, antes de transferir esa misma tarea de un día a otro, evaluar. ¿Es importante o lo elimino de la lista? Vestido para el éxito No es aconsejable caer en la tentación de trabajar en pijama. Aunque uno no salga de su casa, lo mejor es vestirse como para salir a la calle
ignacio coló
Cuando el homeworking es enredo antes que solución OpiniOn Gloria Cassano PARA LA NACION
E
l estrés es una manifestación del organismo –de tipo indiferenciada– que produce síntomas tales como cansancio físico, falta de energía, dificultades de concentración, alteraciones del sueño y, en ocasiones, cierta depresión e irritabilidad para las relaciones interpersonales. En otras épocas se denominó surmenage y ahora también se asocia con el síndrome de burnout (estar quemado) cuyos síntomas, similares, conducen al agotamiento emocional y surgen de la presión laboral, sobre todo, en profesiones que exigen relacionamiento con variadas personas. Estos síntomas, si perduran, pueden manifestarse en enfermedades diversas. Por eso, las empresas tratan de prevenir las situaciones que perjudican a sus empleados. Analizan beneficios y métodos para minimizarlas y salvaguardar la salud de su personal. Dentro de esos beneficios está el trabajo desde casa (homeworking), que permite no ir a la oficina algunos días
y trabajar en casa. Pero parecería que a muchas personas eso no las favorece. Escucho a diario decir que “es imposible lograr dedicarse en el hogar a actividades referidas a su puesto laboral”. Son fundamentalmente mujeres quienes sienten y dicen esto. Los motivos suelen ser que sus hijos –viéndolas presentes– demandan su atención. Si es uno, hace “berrinches” que impiden concentrarse. Si son más, buscan peleas, en las que ellas intervienen, para evitarlas. Cuando se instala esa situación los niños pequeños impiden que la mamá pueda ejercer su labor. ¿Qué pasa con los que van a la escuela? Queda más espacio y tiempo para la mujer en cuestión, pero la falta de datos implica continuos llamados a la oficina para solicitarlos, el correo electrónico no basta para cumplir, en tiempo y calidad, el resultado buscado. Por otra parte, y esto ya no tiene diferencia de sexo, trabajar desde el hogar requiere una personalidad capaz de desentenderse de temas cotidianos y dedicar algunas horas al trabajo sin buscar motivos para distraerse. Y aquí está el punto. El celular y las redes sociales, buscar un café, mirar algo en TV, recordar que el auto está sucio y “habría
que lavarlo”, el amigo que llama... son todas hermosas excusas para que el tiempo pase y la tarea no se haga. Por eso, depende de la personalidad. Si le ofrecen trabajar desde su casa lo primero que debe hacer es reflexionar sobre sí mismo y analizar hasta qué punto está capacitado para dedicarse a sus funciones sin permitir interrupciones propias o de terceros. Sucede que muchas personas están manifestando síntomas de estrés porque no llegan a los resultados y se sienten presionadas con el tiempo y consigo mismas. Las sobrecargas de trabajo cuando se es responsable son estresores directos, reconocerlos ayuda a evitarlos. La madurez emocional favorece la capacidad para hacer frente al estrés. Para lograrlo es necesario analizar, evaluar y encontrar los puntos que favorecen nuestro bienestar. Equilibrar nuestras responsabilidades laborales y personales es el principio de la salud mental, y las organizaciones necesitan de personas dispuestas al cumplimiento de los objetivos empresariales. Es difícil poner límites a los demás si no reconocemos los propios.ß La autora es Lic. en psicología
La realidad del freelancer no es (tan) rosa Opinión Elena Paoloni PARA LA NACION
“H
ola, ¿qué tal? Te llamo para consultarte sobre un pago a nombre de Elena Paoloni, la factura es la 112, de mayo de 2014…” –Hmmm, no tengo nada para vos, estoy sin firma. Llamame la semana que viene. Mi mañana arranca a las 8 AM, pero esa conversación recién puedo tenerla a las 10.30, cuando abre tesorería en la oficina de uno de mis clientes. Hoy me toca reclamar pagos y mandar las facturas de este mes, que voy a cobrar, con viento a favor, en 60 días. Ser freelancer tiene un solo truco: administrar bien. Primero tu dinero, claro, pero, sobre todo, tu tiempo. Desdeafuera,nuestromundoesalgo así como sentarnos con la notebook en un bar, almorzar en Palermo, ir
al gimnasio al mediodía, tener la casa impecable y no madrugar nunca. Pero no, la realidad no es tan rosa. Este mes, por ejemplo, volvió a subir la obra social, tengo tres entregas el lunes y me escribieron mal el apellido en un cheque que no se acreditó en la cuenta. ¿Aguinaldo y vacaciones pagas? Para mí, son como Papá Noel y los unicornios. Lo bueno es que en esta vida no hay rutina. No me aburro nunca, aunque soy responsable de no quedarme quieta, de siempre estar buscando nuevas oportunidades, porque si no trabajo, no cobro, así de sencillo. Y así como hay días larguísimos que terminan a la madrugada y domingos completos de trabajo; también hay tardes libres para tomar café con una amiga o ir al gimnasio, aprovechar las promos de los bancos y tomar turnos ridículos en el médico, siempre y cuando haya ganado la batalla contra el jogging y esté lista para interactuar con el mundo. Preparo un mate y vuelvo a che-
quear mi agenda. Llevo un calendario minucioso con todas mis reuniones, fechas de entrega, cobranzas y trámites, junto con mis compromisos personales. Una nota, una clase de yoga, una reunión con un cliente y un cumpleaños comparten el mismo espacio, porque todo mi tiempo es uno. Cualquier horario puede ser “de trabajo”, pero siempre hay tiempo para un almuerzo casero y una caminata al sol. No me acuerdo de cuándo fue la última vez que corté a las seis de la tarde, es verdad, pero tampoco tengo la obligación de estar ocho horas frente a una pantalla ni cruzar la ciudad para sentarme a contestar mails en un escritorio de fórmica. Y si bien por ahora no soy mi propia jefa porque dependo de mis clientes, ver los frutos de las decisiones que tomo cada día me hace sentir libre. En fin, creo que mañana voy a dormir media horita más. Ah, no, cierto que viene el plomero.ß La autora es redactora freelance