Otra lesión que duele y preocupa

10. Miércoles 19 de agosto de 2009. RUGBY. Otra lesión que duele y preocupa. Felipe Gutiérrez O'Farrell, jugador de CUBA, se quebró dos cervicales y se ...
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Miércoles 19 de agosto de 2009

RUGBY

Un nuevo caso angustia al ambiente

Otra lesión que duele y preocupa Felipe Gutiérrez O’Farrell, jugador de CUBA, se quebró dos cervicales y se sumó a la lista de serios afectados en los tiempos recientes en el plano local; el fullback del seleccionado de Buenos Aires, que ayer cumplió 26 años, volvería a caminar en un lapso de seis meses a un año

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o le faltó afecto, por el contrario. Sí fue, ayer, un cumpleaños muy diferente –el 26°– el que pasó Felipe Gutiérrez O’Farrell. Internado en la clínica Fleni, de Belgrano, con dos vértebras dañadas y ansioso por su futuro; acompañado por familiares y amigos que le entregaron su cariño a borbotones. Un afecto hoy más necesario que nunca, que debe ser bien explícito para que Trapo sostenga ese buen humor que le es innato, en una situación difícil, brava, de ésas que vienen ocurriendo demasiado a menudo en el rugby local. Gutiérrez O’Farrell, fullback de CUBA, jugaba el sábado pasado en Rosario ante Atlético por la 4ª fecha del Top 14 de la URBA, pero a los 15 minutos debió dejar la cancha como nadie quiere: en camilla y con un collar de Filadelfia. Días después, ya pasó por el quirófano, debe volver a hacerlo y... esperar. Todo se desencadenó por una desafortunada acción de juego. El Nº 15 fue detenido por un adversario y, al caer, practicó la maniobra que se conoce como “la casita”, en la cual el jugador tackleado protege el balón con el torso por delante de la pelota, la cabeza contra el suelo y la cadera alta, más las piernas abiertas para que otros hombres del mismo equipo tomen la pelota por detrás. De un lado presionan los rivales; del otro, llegan los compañeros, que también forcejean. Y el poseedor original de la guinda queda atorado entre fuerzas opuestas. El aluvión de cubanos y la presión de rosarinos en esa acción lastimaron las vértebras de Felipe. Trapo quedó tendido en el ruck, dolorido en el cuello y sin poder mover los brazos ni las piernas, pero nunca perdió el conocimiento. Enseguida lo llevaron al sanatorio Los Arroyos, de la ciudad santafecina, donde fue asistido por el personal médico del club de Plaza Jewell (el local) y el equipo de neurocirugía del centro sanitario. Pronto se supo que al tres cuartos lo aquejaba una luxofractura cervical de nivel C5/C6, que comprometía a las vértebras quinta y sexta, y lo trasladaron, por decisión familiar, a la porteña clínica Fleni. Al mediodía del domingo se le efectuó una cirugía de descompresión y fijación, con un muy buen resultado. Y hay otra intervención programada para mañana, en la que se realizará un abordaje de la zona desde atrás para otorgarle una doble fijación y, con ella, más estabilidad. Afortunadamente, no peligra la médula espinal, esencial en la sensibilidad y los movimientos. De a poco, Felipe fue mejorando y ayer podía mover, aunque levemente, algunos dedos y también alimentarse por sí mismo. “En lo neurológico está muy bien”, describió a LA NACION Jorge Paviolo, secretario de la subcomisión de información de la entidad de Villa

Compañeros y allegados al cuerpo técnico de CUBA retiran de la cancha de Atlético del Rosario a Gutiérrez O’Farrell

Begino: “Estamos tranquilos para lo que viene” “Por suerte zafó de lo peligroso. Estamos tranquilos para lo que viene”, se alivió Gonzalo Begino, el capitán de CUBA. El plantel azul y negro pasó el año pasado por una situación delicada: el fallecimiento de Juan Cruz Migliore.

El fullback de CUBA encara en Plaza Jewell, el sábado pasado; después vendría la lesión

de Mayo. Y en el espíritu está muy bien este tipo extravertido, alegre, bromista. Un muchacho querido en esa camada de rugbiers a la que apodan “Los Chanchos”, y que componen también Felipe Aranguren, Santiago Acevedo, Alejandro Quadri y Tomás O’Gorman. Todos integran el plantel superior, en el que Trapo se desempeñó durante seis temporadas, desde el debut en 2003. Flaco y alto, hábil y veloz, actuó en el Campeonato Argentino por el seleccionado de Buenos Aires, y fue citado también para el conjunto nacional de seven que interviene en el circuito mundial, aunque nunca fue parte de los Pumas (el equipo de 15). En otras palabras, el back cubano fue un jugador ya formado físicamente, no un principiante de cuerpo aún no desarrollado. Y se dice “fue” y no “es” porque no resulta dable pensar que Gutiérrez O’Farell seguirá siendo rugbier. Los pronósticos médicos prevén que, si no hay contratiempos, la recuperación exigirá entre seis meses y un año y le permitirá volver a caminar. “Felipe está mejor que lo que uno puede esperar”, según comentó un allegado al plantel. “Hay que ver cómo responde la médula, pero él es joven y cuenta con todas las chances de mejorar. Tiene un gran sentido del humor”, agregó la fuente. Es que si dependiera sólo de su ánimo, caminar nuevamente sería algo garantizado para Felipe Gutiérrez O’Farrell.

// FOTOS DE M . GA RC IA

Entre mayores y juveniles

Varios casos en los últimos años Son años difíciles para el rugby doméstico en cuanto a situaciones delicadas. Lesiones muy graves y hasta muertes golpean al ambiente de un deporte tan rudo como leal. La de 2008 fue la peor temporada, con tres decesos. El más recordado es el de Juan Cruz Migliore, novel wing de 20 años del plantel superior de CUBA, que falleció en junio tras quedar aprisionado en un ruck. También tuvo un desenlace fatal Alvaro Costa, tercera línea de 18 años de SIC, que pereció en noviembre luego de un partido de menores de 19. La otra muerte fue la de Andrés López Astigarraga, medio-scrum de 30 años de la intermedia de Almafuerte, hallado sin vida en su auto horas después de su última actuación, en septiembre. En el mismo año Rodrigo Cortés, apertura de 23 años de Curupaytí, quedó cuadripléjico; esta temporada, Iñaki Benítez Cruz (17 años), de Deportiva Francesa, sufrió una seria lesión cervical. La fundación Rugby Amistad registra, ahora con Gutiérrez O’Farrell, 25 lastimados en esa región de la columna, a un promedio de uno por año.