Orhan Pamuk: «En Occidente se asocia el islam a fanatismo y

Afirma Pamuk que la prensa occi- dental asocia el islam con el fana- tismo y la antimodernidad, pero advierte del peligro que existe en es- tas manifestaciones ...
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ABC JUEVES 3-1-2002

CULTURA

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Orhan Pamuk: «En Occidente se asocia el islam a fanatismo y antimodernidad» El escritor turco publica en España su nueva novela, «El libro negro»

MADRID. Antonio Astorga

El autor islámico es un ferviente defensor de las libertades en un régimen, el turco, que él denomina «semidemocrático». Puede criticar, dice, al Gobierno y a la guerra de Afganistán, pero no al Ejército, ni al Corán. Orhan Pamuk, gran admirador de Borges, publica en España «El libro negro» (Alfaguara) y habla con ABC del presente y futuro de su país.

MADRID. ABC

firma Pamuk que la prensa occidental asocia el islam con el fanatismo y la antimodernidad, pero advierte del peligro que existe en estas manifestaciones, pues «en las naciones pobres no occidentales, la mayoría de la gente considera esto como una guerra contra las naciones pobres, contra los que no pueden hacer su propia historia, comandados por la hegemonía de los Estados Unidos. Muy poca gente en el mundo islámico, por ejemplo en Turquía, se identifica con Osama bin Laden o este tipo de terroristas. Pero cuanto más continúe esta guerra, más polarización habrá entre este tipo de horribles representantes del islam y horribles representantes de Occidente». Orhan Pamuk, cuya novela «El Libro Negro» ha sido considerada por Juan Goytisolo «un acontecimiento mayor» en la literatura, se siente identificado, como defensor de la libertad de opinión, con otros escritores perseguidos como Salman Rushdie o Arundhati Roy: «Rushdie vive en Inglaterra y se dirige la mayor parte del tiempo a los lectores occidentales; Arundhati se dirige a lectores occidentales, pero también a indios que leen en inglés. Yo, en cambio, me dirijo a la gente de aquí».

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«TURQUÍA, UNA SEMIDEMOCRACIA»

En «El libro negro», Estambul se convierte casi en el principal protagonista de la novela. Una ciudad con vida propia, que combina ingredientes de los mundos islámico y occidental, y que se está abriendo cada vez más a este último. «Aún tenemos espacio para hablar de los problemas, aunque no completamente -afirma-. No puedo criticar al Ejército, la religión o el Corán. Pero sí puedo criticar al Gobierno o decir lo que quiera sobre esta guerra. Si sabes cómo arreglártelas, puedes sobrevivir. Este país es una semidemocracia, donde los medios están en manos de uno o dos ricos protegidos por el Gobierno. Uno está censurado por los principales periódicos, pero tengo muchos lectores y puedo hacer algún tipo de oposición de vez en cuando». Su posición privilegiada le permite hablar más que otros: «Si otros en la parte oriental de Turquía dijeran muchas de las cosas que yo digo, serían inmediatamente enviados a prisión». A menudo han comparado a Pamuk con Borges, por los muchos recursos que utiliza en sus novelas. Él se muestra agradecido por la comparación con alguien a quien admira

tanto: «Borges fue uno de los más grandes pensadores y hacedores de literatura, pero era ensayista y cuentista. Yo estoy influenciado por Borges, en el sentido de que para mí la ficción es también una especie de metafísica, es un juego de inventar las reglas de la vida. La ficción no es un reportaje o un comentario social, sino un encontrarnos a nosotros mismos y encontrar una especie de espacio geométrico donde localizar nuestros espíritus en el mundo. Ésas son las cosas que aprendí de Borges; se preocupaba de la literatura total». —¿Cómo ve el futuro de la literatura turca? —No sé. A los 20 ó 30 años yo solía pensar con conceptos como literatura turca, poesía turca, ficción turca, pero ahora los he dejado de lado. Me veo a mí mismo perteneciendo a una especie de secta como la gente de «El libro negro», una secta de escritores de ficción. Me dirijo a la gente que se preocupa por los problemas de la ficción, que sólo pueden ser tratados por la escritura, por el uso del arte de la novela. Considero que pertenezco al mundo del arte de la novela. Trato de evitar ser categorizado como parte de la literatura turca. Pero por supuesto que soy parte de ella y que estoy en su corazón. Las fallos de la literatura turca son también

Silva publica una novela cuyo final decidieron sus lectores

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Orhan Pamuk

mis fallos, en el sentido de que nuestros lectores quieren que hablemos de los problemas sociales. —¿Usted cree que todo esto es importante para la gente en su país? —Por supuesto. A los lectores turcos les importa la política, Borges, lo que pasa en el mundo... Pero en todos los países hay diferencias entre gente que lee libros y que le importa lo que pasa en el mundo, y gente semiiletrada. Yo tengo unos 200.000 lectores en Turquía. Éste es un país de 65 millones de habitantes, por lo tanto es muy limitado el porcentaje de lectores, pero esto es igual en casi todos los lugares.

Marcel Proust dejó escrito que la lectura es comunicación en el seno de la soledad. Lorenzo Silva acaba de dejar escrita una maravillosa intriga «compartida»: «La isla del fin de la suerte» (Círculo de Lectores). La novela apareció originariamente en seis entregas, entre mayo y julio de 2001, en la web de Círculo de Lectores (www. circulo.es). Pudo leerse en línea a medida que crecía. Silva ofrecía cada capítulo con tres posibles finales y cada opción marcaría un rumbo distinto a la historia. El novelista tuvo que cambiar de piel y alterar radicalmente su forma de escribir: cambió el principio de necesidad por el principio de posibilidad: «No me cabía afrontar la narración como si se tratara de una historia única e ineludible, sino como una baraja de historias alternativas. No creo que el oficio de escritor sea solitario. Y aunque es cierto que alberga componentes de soledad, se trata de una soledad acompañada». EL ALQUIMISTA PACIENTE

Silva ha sido un escritor paciente que ha escrito con la máxima libertad para que el lector tuviera la máxima libertad al leer y elegir. En cada capítulo proponía tres posibles finales. Los lectores decidían, con sus votos, el hilo del que debía tirar el autor de «El alquimista impaciente» para proseguir la trama: «Ha sido una especie de juego para compartir en el que los lectores siempre me sorprendían. La historia de la novela es muy malvada. Es una especie de ajuste de cuentas a nuestra idea del triunfo y de la suerte. En una isla recala un grupo de personas llamadas triunfadoras. Muchas gozan de afortunadas posiciones económicas, algunas son celebridades y diversas atesoran poder económico...». En ese desolador islote del Báltico, los triunfadores se estremecerán por una mente perversamente traviesa, dispuesta a hacerles pasar una extravagante prueba de muertes y asesinatos. Esa serie de extrañas circunstancias hace que cada uno reflexione sobre el triunfo... En un capítulo, los lectores eligieron la víctima; en otro, los detectives, y en la traca final, el asesino: «Yo no habría elegido el final que escogieron», confiesa un autor que no aprueba el estilo de la dama del género negro, Agatha Christie, «con su psicologismo utilitario y abstracto, ni las ventajas que se toma sobre el lector». Comparte, eso sí, Silva en gran medida lo que de ella escribió el maestro Raymond Chandler, que la acusaba de hacer trampas para sorprender.

ABC (Madrid) - 03/01/2002, Página 51 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.