8 LA VANGUARDIA
I N T E R N A C I O N A L
MARTES, 28 JUNIO 2016
Europa en crisis
SouthendonSea, un pueblo turístico de jubilados ingleses, es un ejemplo del voto melancólico del ‘Brexit’
Nostalgia imperial
seis millones de turistas cada año. Sus residentes permanentes son tories de clase media que se pueden permitir una casita en primera lí nea de mar. Como Spencer y Hillary, de 84 y 63 años, que se trasladaron aquí cuando él se jubiló de su compañía de seguros. “La Unión Europea es tá llena de leyes estúpidas, estoy en contra de en lo que se ha converti do. En los setenta nos iba mejor. Y ahora encima querían que los tur
Los jóvenes lamentan que sus abuelos hayan decidido “por venganza” un futuro que no vivirán
Un grupo de señoras mayores en silla de ruedas pasean por SouthendonSea con sus cuidadores ANNA BUJ Southend-on-Sea Enviada especial
Aunque cuatro de cada diez habi tantes de SouthendonSea aposta ron por permanecer en la Unión Europea, parece casi imposible en contrar a alguien en el paseo marí timo de la pequeña ciudad del con dado de Essex que el jueves pasado marcara la casilla del Remain. Es el comienzo de la temporada turísti ca, pero este refugio al este de Lon dres ya empieza a llenarse de jubi lados que peregrinan desde otras partes de Inglaterra. “No quiero volver a los tiempos
delimperio,peroantes,cuandomi rabas el mapa, tres cuartos eran nuestros.Estosignificaquenosvaa ir muy bien solos”, aseguran Terry y Jew Lack, que llevan viviendo en Southend desde hace un cuarto de siglo. ElprototipodejubiladodeEssex adora a Boris Johnson porque es tudió en Oxford con una beca y no con el dinero de sus padres como el “niño rico” de David Cameron, lee The Sun con avidez y cree que los refugiados de Siria acabarán con la Europa que conocemos. “Tú no te acuerdas, pero cuando acabó la guerra Londres estaba completa mente destruido”, le dice el abuelo asunietaHannah,de16años,quesi hubiese podido habría votado por
“Antes tres cuartos del mundo eran nuestros, nos va a ir muy bien solos”, dice uno de los jubilados de Southend la permanencia. “¿Y ahora hemos de dejar que nos gobierne Alema nia?Leshemoshechounfavoralos jóvenes”. Su nieta, como el 75% de millen nialsde entre 18 y 24 años que votó por Europa, se siente traicionada por una generación que ha tomado una decisión con la que “no va a te ner que vivir”. Holly Gibbins, de 26
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IN PICTURES / GETTY
años, y su novio, Mike Parker, de 25, se “mueren de rabia” por tener que levantar fronteras en tiempo de globalización y porque sus ma yores hayan dibujado el futuro “desde la venganza del pasado”. Aunque estudian en Sheffield, han venido a Southend a visitar a la fa milia, y de paso a disfrutar de su oferta recreativa de pubs y discote cas,casinosdeneónymontañasru sas de aparente dudosa seguridad. Southend era un pueblo de pes cadoresempobrecidoporlasmalas conexiones con Londres, pero des de la construcción del ferrocarril y que la princesa Carolina visitó su embarcadero en el siglo XIX pasó a ser un lugar de veraneo de referen cia. Hoy en día recibe alrededor de
cos viniesen”, dice Spencer. “Mira lo bien que hemos decidido que hasta Holanda o Polonia están ha ciendo cola para copiarnos”, ríe. Su prima, Christine, de 72 años, ha venido a visitarlos desde Kent, que se divisa desde la punta del es pigón. A ella lo que menos le preo cupa es una posible independencia de Escocia, que insta otro referén dum tras haber votado en una di rección completamente opuesta a la de sus vecinos del sur. “Que les jodan, nos irá mejor sin ellos, que viven a costa de los ingleses. Sus medicamentos los pagamos noso tros con nuestros impuestos”. En el Neptune’s, el bar de al lado, Andy y Jeff, dos transportistas reti rados, tienen muchas ganas de ha blar de la Unión Europea, aunque reconocen que hasta hace poco no sabían muy bien cómo funcionaba. “Lo que me molesta son todas estas regulaciones. ¡Que le den a Bruse las! En Londres han votado que darse porque son unos pijos y les han convencido sus amigos pol acos. Está lleno de inmigrantes que casi no pagan impuestos”, promete Andy. En el brazo izquierdo luce un tatuaje de la bandera inglesa. “Esta gente no viaja, vive en su burbuja y nunca ha salido de Sou thend, y se ha creído con el derecho de robarnos la oportunidad de mi rar al mundo”, lamenta Cassie Le on, una turista londinense de 26 años. Dice que por comentarios co mo este, su generación ya no se en orgullece de la identidad inglesa y apenas se definen como británicos, sino como “cosmopolitas o ciuda danos del mundo”. Pero sigue co miendo su fish and chips con gui santes y salsa de mantequilla. Además de las distracciones del paseo marítimo, SouthendonSea tiene una larga calle de compras, la Universidad de Essex y una esta cióndetrenqueenapenasunahora lleva al centro de Londres. Aunque Chloe y Zoe, de 20 y 22 años, nacie ron y viven en Southend, aseguran haberlo cogido en pocas ocasiones. “¡A la mierda Londres! Sólo les preocupa el resto del país cuando les interesa”, escupe Chloe. “Yo vo té irnos aunque no sabía muy bien qué votaba. Pero leí en una página web que tendríamos más seguri dad en las fronteras frente a los ru manos y los sirios. Y por eso puse Leave”, esgrime, orgullosa.c