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Domingo 27 de mayo de 2007
Fallo contra la venta ambulante
Los condenaron a donar dinero a una maternidad Son empresarios que comercializaban de manera ilegal Por Hernán Cappiello De la Redacción de LA NACION Los 11 integrantes de una organización dedicada a la venta ambulante ilegal en Once, en la Costanera Norte, en las canchas de River y Argentinos Juniors, y en la puerta del Hospital Español y del Francés fueron condenados a donar 113.600 pesos a la maternidad Sardá y quedaron inhabilitados para ejercer el comercio en la ciudad, luego de que reconocieron sus actividades ilícitas ante la Justicia. Los acusados son empresarios, poseedores de automóviles cero kilómetro y de depósitos y locales comerciales en Once, donde acopiaban la mercadería que era distribuida por vendedores, a los que, al principio, se les retenía el DNI para asegurarse de que al final del día devolverían el carrito que se les daba para la venta y la mercadería que no habían comercializado. El fallo fue dictado por el juez en lo contravencional de la ciudad Gustavo Letner tras la investigación realizada por el fiscal Adrián Martín. Los condenados son José Carlos Mello Duarte, Enrique Angeramo, Lilian Vicente Fuentes, Hebert José Arena, Fernando Gabriel Mello Duarte, Isidro Moreno Panadero, Abraham Guillermo Rocotovich Eidelstein, Roberto Patricio Botta, José Daniel Pérez Fuentes, Jorge Antonio Ruefli y César Ramón Silveira Urrutia.
Depósitos en Once La organización, según el fallo al que accedió LA NACION, tenía su centro logístico y de distribución en los depósitos situados en Sarmiento 2935/7 y 2902/12/18 y en dos locales de la avenida Rivadavia al 900, todo en la zona de Once. Allí se guardaban los carros de venta de maní, garrapiñadas, panchos, helados y garrafas. Y también allí tenían balanzas, freezers y cámaras frigoríficas. Desde ese lugar se entregaban garrapiñadas, helados, salchichas, panes, gaseosas, hamburguesas y café a una red de cientos de vendedores ambulan-
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La maternidad Sardá deberá recibir $ 113.600 para comprar equipamiento
tes que luego las vendían en la calle. Por ejemplo, en el caso de los helados, se les entregaba la mercadería, las heladeritas y el uniforme, y debían ser vendidos a 50 centavos, de los cuales el heladero se quedaba con 15 centavos, descontando el hielo seco. Las actividades de la organización se descubrieron porque la comisaría 7a. labraba actas contravencionales, pero la venta seguía adelante. Se convocó a dos vendedores a declarar, los que revelaron cómo funcionaba la empresa. Y se allanaron los depósitos. Los vendedores describieron que se les entregaban termos de café que debían reintegrar al final del día, cuando se les medía la bebida que faltaba, la que debía ser pagada, más el costo de los vasitos.
El financista Los depósitos allanados pertenecían a Carlos Mello, uruguayo, conocido como “Manchado”, quien, según los testimonios, era el financista del negocio y controlaba a pie los puestos para ver cómo trabajaban sus vendedores. Durante los allanamientos se encontraron, además, facturas de importantes empresas de helados, salchichas y maní, a las que la or-
ganización fantasma tenía como proveedores. En algunas de esas facturas constaba como domicilio del cliente: “cancha” o “Costanera Norte”. Los vendedores eran llevados hasta allí en camiones. Algunos de los condenados son considerados coorganizadores de la empresa y encargados de los depósitos. Botta fue sindicado como el contador de la organización, que tenía una oficina en un entrepiso del depósito, donde trabajaba. Los acusados, en un trámite de nominado de juicio abreviado, reconocieron su responsabilidad y pactaron con el fiscal una pena que es la que ahora impuso el juez contravencional Letner. La condena es por “organizar actividades lucrativas no autorizadas en el espacio público, en volúmenes y modalidades similares a las del comercio establecido”, y se fijaron multas que quedan en suspenso y una inhabilitación para desarrollar el comercio. Además, se impuso la donación a la maternidad Sardá, institución que, según las averiguaciones realizadas por el fiscal Martín, necesitaba adquirir nuevos equipamientos. La donación se hará efectiva sólo cuando quede firme la sentencia.
LA NACION/Página 25