Las fiestas de la New York Fashion Week compiten con la pasarela

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SÁBADO

| Sábado 14 de Septiembre de 2013

Estilo

Las fiestas de la New York Fashion Week compiten con la pasarela Diseños en vivo, celebrities y diversión confluyen en estos eventos que, para muchos, son incluso más interesantes que los desfiles Juana Libedinsky PARA LA NACION

NUEVA YORK.– Lo más importante es que no parezca que es importante. Uno puede postear en su blog largos párrafos sobre la excitación que sintió al abrir el sobre y ver la invitación (gris o plateada, como corresponde a una primavera-verano 2014 que se viene relativamente sobria; o flúo, que es el look alternativo aceptable). O también puede poner miles de fotos de lo que, en principio, pensaba ponerse y luego descartó, así como las opciones varias que reemplazaron al vestidito de Philip Lim o vintage Oliver Theyskens original. También hay que subrayar online cómo al final la decisión fue los pantalones de la última colección de Victoria Beckham: después, de todo, quien todavía piense que es una Spice Girl que no sabe diseñar (ni cantar) se quedó totalmente en los 90. Y los accesorios, claro, son un tema aparte y digno de “instagramear” a todos los conocidos con lo más nuevo que se está considerando: ¿qué tal la cartera de Yliana Yepez, la próxima Louis Vuitton?, ¿les gusta este cubre iPhone en animalinstincts (nunca jamás llamarlo animal print) de Milly? Finalmente está el tema de cómo llegar: la realidad es que con el tráfico de la Gran Manzana, la única forma confiable de moverse es el subte. Pero “antes muerta que sencilla”, como bien decía la canción. Las tradicionales limusinas de Nueva York quedaron prácticamente para turistas cursis, con lo cual hay que

conseguir una cuatro por cuatro negra con chofer que también parezca guardaespaldas, aunque lo más cool es que tenga acento inglés y abdominales marcados sin estar inflado de esteroides. En última instancia, siempre se le puede pedir al conductor del humilde taxi amarillo (mucho senegalés que ama a Maradona esta temporada) que estacione discretamente... a la vuelta de la esquina. Eso sí: lo que nunca, nunca, hay que hacer es mostrar ninguna emoción o alegría por estar entrando a una de las exclusivas fiestas de la New York Fashion Week. Es más, a veces con la simple cara de aburrido no basta: según una nota que incluso The New York Times sacó al respecto, ya es casi de rigor quejarse, el signo último de que uno es claramente un insider del mundo de la moda. La realidad es que para muchos los eventos que acompañan a la Fashion Week se han vuelto incluso más importantes que los desfiles en sí. Son, además, la posibilidad de ver mucha de la ropa de los diseñadores en vivo y en directo, es decir, en movimiento real, antes que sobre la pasarela. ¿La causa? Muchas de las invitadas top suelen llevar la ropa del anfitrión como una cortesía, con el claro objeto de hacerle propaganda al ser retratadas en las revistas del momento. Por otra parte, aunque sólo se pueda reconocer por lo bajo, estas celebraciones suelen ser divertidísimas. La semana de esta redactora, por ejemplo, empezó con el tradicional almuerzo que el Couture Council

Theo y Sasha Spielberg, en el evento de Diane von Furstenberg

Glenda Bailey (izq.), de Harper’s Bazaar, llega al Lincoln Center

La modelo Regina Sil, en el after party de Proenza Schouler

La DJ Elle Dee animó la fiesta de Courtney Love

del Fashion Institute of Technology realiza anualmente en honor a algún diseñador magnífico. Este año, el elegido fue Michael Kors. En el comité de honor estaban Iman (cada día más espectacular, por cierto), Hilary Swank, Anna Wintour (of course) y Karolina Kurkova. Entre la gente de sociedad había representantes de las familias Kennedy y Rockefeller. También aristocracia europea (Elizabeth von Thurn und Taxis, columnista de Vogue y visitante frecuente de la Argentina) y del rock and roll (Alexandra y Theodora Richards, hijas del Rolling Stone). El menú, mientras tanto, era una copiosa ensalada de la cual, en general, las invitadas comieron sólo la parte de hojas verdes. Cuando llegó el postre de torta con helado y confites de chocolate, se levantaron como si la mesa se hubiera puesto

en llamas, pero aparentemente ése es un comportamiento habitual en Nueva York. Aquí los carbohidratos son el Anticristo y siempre hay que salir corriendo hacia otro evento marcado en la agenda. Por supuesto, siempre hay alguna excepción: como no había podido probar bocado al tener que posar para tantas fotos, la presidenta del Couture Council y gran socialite latina, Yaz Hernández, tranquilamente esperó a que se fueran todos y se llevó a su glamoroso circulo íntimo a comer hamburguesas al bar de enfrente. La agitadísima semana terminó el jueves por la noche, tras el último desfile, en la megadisco que armó Calvin Klein para celebrar los diez años de su diseñador, Francisco Costa. Fiel al espíritu de la marca, se realizó en un espacio industrial en Chelsea, todo minimalista y urbano, pero a la vez muy sexy.

Rooney Mara, cara de su nuevo perfume, estaba im-pe-ca-ble. Los grandes editores de revistas, casi todos convertidos en celebridades en sí, tenían en cambio ya algo de círculos oscuros bajo los ojos después de unos días bien intensos, pero lo cierto es que en ese contexto tan downtown, el look gastado quedaba muy bien. Entre las fiestas que hubo en el medio, el fotógrafo argentino y gran habitué de la noche neoyorquina, Sebastián Faena, señala que lo mejor fue el ágape en el Fours Seasons para celebrar el éxito del documental sobre la ex directora de la Vogue francesa, Carine Roitfeld. Dicho sea de paso, vale la pena mencionar que allí Roitfeld hace frecuentes menciones a su joven fotógrafo de cabecera, “sensible y talentoso”. En plena simbiosis, editora y fotógrafo luego fueron juntos a un show superexclusivo de Lady Gaga en la fiesta de V

Diseño

generarle a la leyenda más y originales remates y, por supuesto, nuevos soportes. Hay varios emprendimientos en el mundo que aprovechan la explosión de la frase y como ejemplo vale citar la experiencia de una firma de remeras española. “El poster Keep calm and carry on se ha convertido en todo un ícono pop en los últimos años. A nosotros nos encanta, así que en Lola Camisetas hemos creado toda una colección Keep calm”, explican los hacedores de este emprendimiento. “En esta línea se puede encontrar tanto la camiseta con el mensaje original Keep calm and carry on, como algunas otras invenciones nuestras, Keep calm and Voodoo Child, un particular homenaje al gran Jimi Hendrix, entre otras inscripciones.”

María Florencia Musante y Grau Laura Ivaldi PARA LA NACION

Cómo llegar de la Segunda Guerra Mundial a una vidriera de Palermo en pleno siglo XXI. Ésta es una pregunta que sólo puede responder hoy el cada vez más famoso y omnipresente “Keep calm and…” (“Conserva la calma y…”). Los puntos suspensivos cumplen sólo una función: rellénelo con lo que a usted más le guste o con la frase que tenga su propio objeto impreso con ella. Desde hace un tiempo esta leyenda aparece en una infinidad de objetos que van desde remeras, manteles, tazas, posters, calcos... y la lista podría ser interminable. Resulta pintoresca, decorativa y muy graciosa en función del remate que se le asigne, pero detrás de ella hay una historia muy particular que pocos conocen, Hacia 1939, en los inicios de la contienda mundial, cuando en Gran Bretaña sobrevolaba el temor a una invasión por parte de la Alemania nazi, el rey Jorge VI pidió a sus colaboradores que le presentaran gráficos con eslóganes atrayentes que tendrían como objetivo la cohesión de la población civil ante un inminente ataque, y con la intención de alentar a la misma a que resistiera el ataque. Las características que deberían tener eran: un color que identificara a Inglaterra, un símbolo que identificara a la familia real y una frase cautivante. Se presentaron tres modelos. El primero llevaba la leyenda Your courage, your cheerfulness, your resolution will bring us victory (“Tu coraje, tu alegría, tu resolución nos darán la victoria”). El segundo diseño llevaba como texto Freedom is in peril, defend it with all your might (“La libertad está en peligro, defiéndela con toda tu fuerza”) y el tercero, del que sólo se imprimieron unos pocos, versaba Keep calm and carry on (“Conserva la calma y sigue adelante”). Era de fondo rojo, tenía una corona, que representaba al rey, y la frase y tipo de letra eran claras y cautivadoras.

El frase original, omnipresente en la moda La realidad es que tuvo poca difusión en su momento, pero era sólo cuestión de tiempo. En el año 2000, uno de estos viejos posters fue localizado en el interior de una librería inglesa, y como el copyright había expirado a los 50 años de su creación, se inició de inmediato su camino a la fama, y su introducción en la moda. Salió de su ostracismo definitivamente en un show televisivo sobre antigüedades en 2012 y desde ese momento no se han detenido sus reproducciones. Hoy se disputan los derechos de su uso el dueño de la librería que lo encontró y los dueños de la página web que comercializa todo tipo de merchandising con la leyenda. Por esas cosas que tiene la globalización, se trata de una moda

que no explotó sólo en Inglaterra. El momento de fama del Keep calm se puede observar en muchos países, entre ellos, la Argentina. Las vidrieras de diferentes lugares del mundo y de rubros variados tienen su lugar para exponer productos con esta frase. De hecho, hasta a las islas Malvinas ha llegado. En marzo de este año, el cartel más usado durante el plebiscito para determinar si los isleños deseaban seguir bajo soberanía británica, rezaba: Keep calm and keep the Falklands British (“Conserva la calma y las Falklands británicas”). Para explicar el fenómeno basta con decir que esta frase histórica hoy de moda se utiliza para completar innumerables productos, apelando a la creatividad para

Como el Routemaster Jorge Rodríguez, docente de la UADE, resume en pocas palabras algo que agrega valor a esta frase: “El Keep calm es el reflejo de la cultura británica. Algo simple que logra perdurar, que a sola vista demuestra que es algo tan inglés como hablar de Harrods, casi un ícono de Londres, como el Routemaster (el típico bus rojo de doble piso)”. Todos sabemos que las empresas proponen, pero es el público el que dispone. Si algo en este negocio tiene éxito, hay que aprovecharlo. Cuando en la industria la efectividad está marcada por la tendencia, hay que saber jugar las reglas, implementar a tiempo, aprovechar el fenómeno mientras dure y tratar de extender la vida del producto todo que se pueda. Hay negocios que brindan mejores posibilidades; hay ideas brillantes que logran permanecer por más tiempo, pero el secreto está en explotarlas hasta donde el mercado responda, regionalizarlas –por ejemplo, Keep calm and have a choripán (el mejor imán visto en una heladera)– y, en términos de moda, saber que todo siempre puede servir para algo más y convertirse en un ícono, como una cara sonriente se transformó en el eterno smile.ß

Magazine. “Retrataste a Lady Gaga desnuda para una revista, ¿te parece que luce mejor con ropa o sin ella?”, le pregunté. Y su respuesta fue contundente: “La verdad es que no había mucha diferencia, casi no tenía nada puesto en el escenario, pero tocó de sus temas nuevos, que son menos pop y más rockanroleros. Se acerca a David Bowie y es muy espectacular”. La gran ausente entre los argentinos fue la “it girl” Sofía Sánchez Barrenechea. “Me estoy tomando unas vacaciones de la Fashion Week –confesó por e-mail–. Pero a mí me gusta cuando se hacen reuniones íntimas después de los desfiles, así uno puede charlar tranquilo con amigos y ponerse al día. O hacer la propia fiesta y escaparse de la locura. ¡Los días de show son tan intensos que a la noche uno termina muerto!” Por supuesto, para la temporada próxima, promete volver.ß

ideas y personas

Keep calm... y sigue otro ícono de moda El origen de una frase inglesa, hoy presente en remeras, tazas y vidrieras de todo el mundo

nyt

Julieta Sopeña

De Mau Mau a Tequila, la noche es la misma

C

ada septiembre parecería duplicarse la cantidad de gente en la calle. Es un mes deja una cosa en claro: el ocaso del invierno le cede el paso a un frenesí nocturno tan simpático como agobiante. Anteanoche, ni la llovizna logró acobardar a varios a la hora de ir a Tequila, aunque en un horario poco acostumbrado para el reconocido boliche: a las 10 de la noche se abrían las puertas para una comida de 200 personas. Sólo a partir de la madrugada las mismas se volverían, como cada jueves, un infierno. Apenas entré, una moza muy amable me ofreció empanadas de ají de gallina. “¿De pollo?”, le pregunté. Con algo de fastidia o quizá resignada –seguramente había aclarado lo mismo varias veces en lo que iba de la noche– me contestó: “Sí, de pollo”. Sólo después aprendí que es una receta típica de la cocina peruana. En ese momento admito que pensé que se trataba de otro nombre cool con el que ahora llaman a los platos más básicos. Inconexo o no, ese hecho me disparó algunos interrogantes: ¿por qué toda esa gente se daba cita en Tequila y no en otro lugar? ¿Por qué ellos y no otros? Y la triple analogía no tardó en llegar: ¿qué tiene Tequila de lo que fue Mau Mau o hasta el Studio 54 de Nueva York? El tiempo no sólo todo lo cura, sino que también mucho lo glorifica. Hoy es común referirse a Mau Mau o a Studio 54 como verdaderos templos de la noche, formadores de tendencias y cunas de estilos musicales, porque llevan consigo el beneficio del pasado. Pero en un corte al presente, Tequila se yergue como el referente por excelencia de la noche porteña. Su dueño, Osvaldo Brucco, replicó la fórmula de los hermanos Lata Liste, fundadores de la boite de la calle Arroyo, al recrear un living para 300 personas. Otra figura clave de ambos recintos es el portero. Fraga, en Mau Mau, era conocido como “el insobornable”, y algo parecido sucede

con “El Pelado”, que está en la puerta de Tequila desde hace muchísimos años marcando a dedo quién entra y quién no. Son figuras que se vuelven algo místicas, al gozar, por unas horas, del poder absoluto de aprobación o de veto. Los DJ también cumplen un rol protagonista: si bien Mau Mau ha llegado a editar 20 compilados de la música que allí se escuchaba, en Tequila el DJ Chiwi Baynaud es algo así como una estrella nacional dentro de un universo de personas chico, pero influyente. Su nombre se ha vuelto una suerte de garantía. De todas formas, algo que caracteriza a ambos lugares es que, amén de bailar, muchos de los habitués acuden sólo para mirarse, los unos a los otros, en la terraza de Tequila como en los livings con animal print de Mau Mau. Ambos pusieron, además, un pie en el exterior: Mau Mau en España y Tequila en Punta del Este (es allí prácticamente el único boliche en su categoría). ¡Y los VIP! Aquellos espacios diminutos repletos de personalidades importantes que mezclan los mundos del show-business y de la paquetería más clásica. Los solteros codiciados de la televisión no se cansan de ir: Tinelli, en su momento, y ahora parece que hasta Lanata recurre a Tequila. Fue sabio Steve Rubell, fundador de Studio 54, cuando explicó que mezclar “don nadies” con glamorosas celebridades es la clave del éxito, en el sentido de que los extremos son el camino a la perfección. Este hombre, que en 1979 llegó a facturar 7 millones de dólares, entendía el negocio. También los hermanos Lata Liste, quienes declararon a menudo que ellos jamás bebieron o bailaron en Mau Mau. Lo mismo sucede con Brucco. Son personas que entendieron la lógica de un momento. Que supieron imponer un código y al mismo tiempo adaptarse a determinadas costumbres. Que lograron profesionalizar un negocio y mantenerlo en el tiempo con liderazgo indiscutido.ß