lunes 19 de enero de 2015
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Cuando los ConduCtores se toman vaCaCiones en enero, llegan los reemplazos en todas las emisoras
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Barenboim retó al público por sacar fotos en españa. Dijo que los
flashes desconcentran a los músicos
La actriz siente que Casi diva, la obra que protagoniza en Villa Carlos Paz, llegó en su momento de madurez
Florencia Peña. “Está bueno gritar fuerte en lo que uno cree” Textos norberto Chab | Fotos Hernán Zenteno
U
na reminiscencia al yin y el yang atraviesa el confortable y luminoso espacio palermitano que habita Florencia Peña. El misticismo oriental está enmarcado entre imágenes de Buda, tapices y cuadros alusivos, mobiliario cuidadamente négligée, una discreta y a la vez voluptuosa araña de la que pende una lluvia de lágrimas de vidrio macizo. Hasta Jorge Lanata y Horacio Verbitsky conviven armoniosamente, aunque más no sea a través de sus libros, compartiendo un anaquel de la biblioteca, junto a géneros que remiten a sus pares –los artistas–, y al crecimiento interior, como una búsqueda incesante. Pero no pasiva. Peña se asume como un torbellino. Como lo define el Tao, ésa es la dualidad que rige nuestros destinos. El relax y la exaltación. En su búsqueda encuentra la posibilidad de burlarse de sí misma. Ella es su propia referencia
en Casi diva, la obra que presenta en el Teatro Del Sol, de Villa Carlos Paz. Dirigida por el “macoco” Daniel Casablanca y acompañada por Noralíh Gago, Sebastián Almada, Leo Bosio, Seku Faillace y Mariela Rosso, la pieza producida por Corner Producciones (del empresario de la salud Claudio Belocopitt y Gerardo Rozín) parte de una secuencia ideada por la propia actriz, que alterna momentos de felicidad con desgarros. –¿Una autobiografía, a la manera de las divas? –No, no tengo ningún componente de divismo. No podría tener esa construcción porque no me sienta: se me notarían los hilos. En cambio, me río de los estereotipos. Uno de los cuadros alude al armado de una diva. Es muy gracioso ver cómo se va construyendo esa imagen: me ponen un perro, una capelina, una cartera y unos lentes caros. Continúa en la página 2
Mosquetero con tonada cordobesa
teatro. Hernán Espinosa estrena una versión
musical del libro de Alejandro Dumas Algunos estaban arriba del escenario pasando letra y marcaciones, otros entre las butacas practicando la lucha de espadas, unos más vocalizaban en los camarines, los nervios y la ansiedad se palpitaban en el ambiente. Así se vivía uno de los últimos ensayos de Los tres mosqueteros, comedia musical de origen cordobés que por primera vez llega a los escenarios porteños. Luego de ver el revuelo que causó la obra en el Festival CTM (Colectivo de Teatro Musical), Damián Mahler, quien luego se encargaría de la música de la puesta, convence finalmente a Hernán Espinosa, director y libretista, para traer el exitoso musical cordobés a la Capital Federal. Un año después de un arduo trabajo de concretar salas, horarios y elenco, llegó el día de subir a escena. “Soy un agradecido, un privilegiado, porque tengo muchos compañeros que creyeron en mí, en el producto”, dice Espinosa. “Desde Córdoba se ve todo muy loco porque es el primer musical cordobés que llega a Buenos Aires”. Con la típica tonada cordobesa, Hernán cuenta la historia de cómo comenzó este sueño. Con sólo 18 años ya investigaba sobre el género musical y, a medida que pasaba el tiempo, se fue formando de manera autodidacta. Al ser el único que se
dedicaba a este tipo de disciplinas, llegó a convertirse en el sinónimo cordobés de teatro musical. “Era el Pepito (Cibrián) cordobés sin tantos anillos ni perros, a pesar de que mi mamá también se llame Ana María”, dijo entre risas el director. Tiene muy clara la diferencia que hay entre Buenos Aires y Córdoba en el ámbito teatral: “En primer lugar, allá no hay tanta competencia ni tampoco se hace temporada como aquí, son un par de funciones y listo, y en segundo lugar, la preparación de la gente. Allá tenía el bailarín que hacía la coreografía o el cantante que podía actuar. Aquí el mismo que actúa, canta, baila y hace piruetas. En Buenos Aires están súper preparados”. Cabe preguntarse por qué no se instala en Buenos Aires, pero él afirma que Córdoba es su lugar y es donde se desarrollarán sus proyectos. “Siento que esto de tener puestas aquí y allá es lo que me va a diferenciar de los demás.” Sin embargo, ya no es el único que se encarga de las puestas de musicales en la capital del cuarteto. Espinosa afirma que muchos actores que estuvieron en sus elencos ya tienen sus propios proyectos. “Ahora hay nuevos hacedores y son increíbles. Ellos son maestros y me encanta que no hagan lo mismo que yo. Cada
Espinosa y el elenco de Los tres mosqueteros uno tiene su estilo, su sello propio. Me invitan a sus obras y soy feliz, me sorprende que haya crecido tanto el género”, cuenta. “Con el primer «tan» te caés, con el segundo «tan» lo mirás.” Hernán se refiere a los acordes al marcarles a los intérpretes cada movimiento. Arriba del escenario y repitiendo cada cosa que hacen los artistas, el director se convierte en un símil espejo que, a pesar de que falten unas cuantas horas para estrenar por primera vez en la ciudad de la furia, sonríe sin parar y se divierte. Cuenta con un gran elenco: Patricio
V. GESUALDI/AFV
Arellano, Diego Rodríguez, Emmanuel Degracia, Pablo Flores Torres, Damián Iglesias, Ana Victoria de Vincentiis y Horacio Vay, entre otros. Los tres mosqueteros comenzarán la lucha de espadas de la temporada esta noche, a partir de las 21, en La Comedia, para hacer vibrar al público con la versión musical de este histórico clásico de Alejandro Dumas.ß Julieta rovaletti
Los tres mosqueteros De H. Espinosa y D. Mahler Lunes, a las 21 La Comedia, Rodríguez Peña 1062.
Anteanoche, en el segundo concierto de su gira europea de invierno, en el Auditorio Nacional de Madrid, el director Daniel Barenboim interrumpió su acto para llamarle la atención al público por sacar fotos con sus celulares. Fue justo antes de que Barenboim y sus músicos israelíes-palestinos-árabes-españoles de la West-Eastern Divan inicien una seguidilla de cuatro composiciones de Maurice Ravel. El maestro argentino pidió una pausa en la ondanada de fotografías “porque está prohibido, porque desconcentra a los músicos tanto flash” y, coqueteando con humor, “porque si ocupan las manos apretando los correspondientes botoncitos no pueden aplaudir a la orquesta”. Días atrás, también en el marco de la presentación madrileña de “Música por la paz”, Barenboim habló con la prensa internacional, con la masacre jihadista de París como telón de fondo, ciudad a la que casualmente esta noche recalará junto con su orquesta para continuar con la gira. “Cuando se habla de este proyecto como un proyecto para la paz –señaló–, me temo que pueda dar ideas falsas. La música, siendo importantísima, no puede traer la paz en el Medio Oriente. Hay muchas cosas que hacer antes de poder hablar de la paz. La seguridad y la justicia... La música no puede dar ni la justicia a los palestinos ni la seguridad a Israel.” Allí entonces, una periodista francesa le preguntó si él también era Charlie (Hebdo), como dicen los mensajes solidarios en todo el mundo (“Je suis Charlie”), pero el director se negó a pronunciar la ya famosa frase y remarcó: “Es un tema muy complejo. Se trata en primer lugar de hablar de la libertad de prensa, la libertad de opinión, que es absolutamente esencial, y en el hecho que quien no esté de acuerdo con eso no tiene ningún derecho a ir a matar a otra gente no hay duda. Pero tenemos que ver cómo se desarrolla todo esto. Creo que lo más importante es que se tenga una idea clara de qué representa la libertad de prensa y pensamiento y cuáles son las consecuencias...” ß