Entrevista a Plinio Apuleyo Mendoza “El secreto de las novelas está ...

A través de la literatura Mendoza se responde para sí ¿qué hubiese pasado si? Reconstruye en ... gobierno democrático del novelista Rómulo Gallegos. La pauta ... escritora inglesa de comienzos del siglo XX causaron mayor impresión en.
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Ejercicio de entrevista en profundidad con el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza para la clase Pensando como un escritor del prof. Mario Diament.

Entrevista a Plinio Apuleyo Mendoza “El secreto de las novelas está en lo que hubiese deseado vivir” (Tunja, Colombia, 1932) Escritor y periodista colombiano. Graduado de Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona de París. Ganador del Premio de Novela Plaza y Janés por la obra Años de Fuga en 1979. Ha colaborado con medios impresos y televisivos de Colombia, labor por la cual obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Por César Noriega Ramos Cuando niño Plinio Apuleyo Mendoza vivió de interno en un colegio donde no había internado. El padre, dedicado de lleno a la carrera diplomática y al derecho pasaba más tiempo como personaje público que como hombre de hogar, convenció a los directivos del Colegio Cervantes de proveerle cobijo al hijo después de la jornada de clases. Lo acomodaron en un cuartico arriba de los garajes, comía en un inmenso comedor acompañado por unos pocos empleados fijos de la escuela. A las cinco de la tarde, el gran edificio quedaba vacío, sólo lo habitaba el joven Plinio, encerrado en su cuarto, rodeado de libros. El personaje principal de su más reciente novela „Entre Dos Aguas‟, heredó recuerdos de la solitaria y aislada infancia de su creador, Plinio.

Como Martín, el personaje principal de la historia, Plinio decidió partir a París empujado por las ansías de encontrar su voz literaria en una ciudad que se ha preciado por macerar varios de los escritores y poetas más geniales del mundo occidental. Pero los caminos del autor y su personaje se bifurcan y la realidad autobiográfica cede el escenario a los juegos de la imaginación y los deseos. A través de la literatura Mendoza se responde para sí ¿qué hubiese pasado si? Reconstruye en negro sobre blanco episodios de su vida pero con desenlaces alternativos. Por ejemplo, en su nueva novela, recrea a través de su personaje una relación con una retraída chica suiza que residía en una casa de campo en Berna. Un encuentro que sí ocurrió, pero que nunca pasó de una despedida melancólica y una promesa de retorno para siempre pospuesto. “Una muchacha muy linda, encerrada entre libros y creo que nuestra primera charla fue sobre el Lobo Estepario, que lo acababa de leer ella. Esa muchacha que vivía encerrada, que no quería tener ninguno contacto con el mundo, encerrada con los libros para preocupación de sus padres. Cuando me despedí de ella en la verja de su casa, tenía una casita de campo en las afueras de Berna, me dijo: „Nos volveremos a ver‟. Y era casi como una petición; „Vuelve, no te vayas‟. Yo, era un muchacho tímido y no fui capaz de volver, se me quedó ese sueño allí perdido”. La frustración acumulada va formando la idea de escribir, una especie de “desquite” literario al inmutable pasado. “Ahí está el secreto de las novelas, no en lo que he vivido, sino lo que hubiese dejado vivir”.

Una venganza que al principio se le presentó difusa, perdida en un marasmo de recuerdos, ideas vagas. La tarea del escritor, al menos cómo Mendoza afronta el arte de la narrativa, es despejar la historia de los escombros que la oscurecen. Antes de conseguir esta claridad en su relato, Mendoza se sentó a escribir con unas inquietudes imprecisas. Es su método de trabajo, desconfía que alguien tenga la novela lista antes de pulsar la primera tecla. “Uno tiene una idea vaga. Yo me planteé recoger las experiencias esas de Colombia, de Europa y también de los sitios más duros de mi país, que no la conocía desde Bogotá. Pues tenía esa idea y va saliendo la narrativa, mira cómo va saliendo y va tomando esos rumbos completamente inesperados”. A la medida que la ilación de palabras iba engrosando la lógica de “Entre dos Aguas”, Mendoza se dio cuenta del problema de contar la historia en dos tiempos; el pasado y el presente. “Esas dos dimensiones conviven con uno, porque uno vive en el presente en lo que está haciendo, pero también cada vez que recordamos algo, el pasado resucita en cada momento”. Para zanjar el problema narró la historia de Martín usando la tercera persona para la parte de las pesquisas del personaje sobre la muerte de su hermano. El pasado compuesto de los recuerdos e impresiones es rescatado por Martín en su diario escrito en primera persona. Una estructura que nunca había usado sino hasta este último libro, reconoció Mendoza.

“No basta contar qué hace y qué dijo el personaje, sino que es importante para que tengan cierta vida saber qué siente y qué piensa. De modo que eso le da una dimensión mucho más completa al personaje”. La amistad de Mendoza y Gabriel García Márquez ha resistido las distancias ideológicas que los separan. El Gabo se ha mantenido consecuentemente leal con su amigo Fidel Castro. El eje político de Mendoza se ha movido de partidario de la izquierda más revolucionaria en su temprana adultez a un apasionado defensor del liberalismo político y económico, cuyas tesis las ha documentado en obras de las que ha sido co-autor como “El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” o “Fabricantes de Miseria”. Pero no hubo una pizca de reproche las veces que Mendoza mencionó al Gabo en la entrevista, quien también es su compadre, ya que el Gabo apadrina a uno de sus hijos. Si hubo chispas de complicidad y alegría, cuando Mendoza recordó del hambre que pasaron los dos en París. La persecución política del gobierno del presidente Rojas Pinilla desembocó en el exilio del padre de Mendoza y la consecuente pérdida de la ayuda paterna con la que el joven Plinio se ayudaba en París. Los tentáculos de Rojas Pinilla también vaciaron los bolsillos del Gabo, al cerrarle el periódico El Espectador, medio que lo tenía como corresponsal en Europa. Incapaces de mantenerse en Francia, vuelan a Venezuela donde el papá de Mendoza dirigía la revista Momento y podría ofrecerles empleos como reporteros.

En esos menesteres, los dos amigos les asignan cubrir el día después de la caída del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez en el palacio presidencial de Miraflores en Caracas. Allí conocieron al que había sido mayordomo del coronel Pérez Jiménez y de los presidentes anteriores hasta Juan Vicente Gómez - todos militares herederos del sillín de mando, con la excepción de los tres años de gobierno democrático del novelista Rómulo Gallegos. La pauta original cambió en el camino, porque el mayordomo se esmeró en mostrarles cómo vivía no el más reciente dictador, sino otro que llevaba 22 años muerto, el general Juan Vicente Gómez, el dictador más longevo en la historia republicana de Venezuela. “Cuando salimos de ese encuentro Gabo se volvió hacia mí en el carro y me dijo: „Sabes qué, no se ha escrito todavía la verdadera novela del dictador. Hay que escribirla, yo voy a meterme en eso‟. Se metió y escribió „El Coronel no Tiene Quien le Escriba‟. Esa fue una labor como de 17 años. Pero el punto de nacimiento fue ése, en ese cuento”. A través del Gabo, Mendoza conoce y se maravilla con la literatura de los autores americanos William Faulkner, John Dos Pasos o Ernest Hemingway. También estudiaron las obras de Virginia Woolf, y especialmente los diálogos de esta escritora inglesa de comienzos del siglo XX causaron mayor impresión en Mendoza. Otros autores que identificó como sus mayores influencias son el primer Nóbel de Literatura no europeo el indio Rabindranath Tagore, Azorin, Doistoievski, Flaubert y Saint Exupery.

A la vez que escritor, diplomático y columnista Mendoza ha ejercido el periodismo continuamente. Considera que el periodismo impreso colombiano no ha logrado asimilar las transformaciones que generan las nuevas tecnologías de la información. Cree que el nicho de la prensa actual ya no es informar sino interpretar y analizar. “En Colombia no ha llegado a eso, para cubrir esa deficiencia ha crecido el periodismo light hay páginas enteras sobre frivolidades, estupideces, de cómo hacer el amor en una hamaca y cosas por el estilo”.