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ELLOS tienen que aceptar a este Hijo de Dios Jesucristo. No es que es MALO llevarles a la iglesia, ni malo contarles o leerles historias de la Biblia, ni tener un ...
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ENTRENANDO A NUESTROS HIJOS Escrito por Arturo Phillips Adaptado por Beti Hanna Usado con permiso ¿QUÉ ES LO QUE DESEAMOS MÁS QUE NADA PARA NUESTROS HIJOS? I.

PRIMERO QUEREMOS GANARLOS PARA CRISTO. Dios no tiene nietos, ¿lo sabían? A. Juan 1:12 esto es para nosotros también. Si no conocemos a Cristo como nuestro salvador, no podemos ganar a nuestros hijos. Entonces, lo PRIMERO es aceptar a Cristo personalmente, DESPUÉS ganar a los hijos para Cristo. B. Esto es más que contarles historias de la Biblia, es más que llevarles a la iglesia, es aún más que tiempo devocional con la familia. Es enseñarles las verdades de la Biblia y enseñarles lo que nos enseña 1 Juan 5:12. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Esto se aplica tanto a nosotros como a los hijos. ELLOS tienen que aceptar a este Hijo de Dios Jesucristo. No es que es MALO llevarles a la iglesia, ni malo contarles o leerles historias de la Biblia, ni tener un devocional, pero tiene que ir más allá. Tenemos que hablar directamente a nuestros hijos, haciéndoles entender que es SU responsabilidad aceptar a Cristo. Claro, no queremos presionarles. “Oye hijo, tienes que hacerlo AHORITA”. ¡NO! Pero sí hay que ayudarles a reconocer su necesidad y en su tiempo, cada niño va a sentir su necesidad.

II.

SEGUNDO, QUEREMOS ENTRENARLOS PARA CRISTO. Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino: y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” A. Tenemos la autoridad de Dios para entrenar a nuestros hijos. ¿Qué dice Efesios 6:1? “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” ¡SI! ¡Dios nos da la autoridad! Cuando algún día tu hijo te dice, ¿Y yo por qué tengo que obedecerte?, ¿qué le contestamos? ¿Porque YO DIGO?? ¡NO! ¡Porque la Biblia lo dice! ¡Porque es un mandato de Dios para ti! Pero tú tienes que ser el que se encarga de que obedezcan. No les tengas miedo, entrénalos en las cosas de Dios. Al que ha aprendido a obedecer a sus padres, le es mucho más fácil obedecer a Dios. B. Es nuestra responsabilidad entrenar a nuestros hijos moralmente. Que sean corteses, que sean honestos, que sean puros en su vida y en su mente. El mundo los jalará, como muchas de ustedes ya saben. Y por eso tenemos que seguir entrenándoles, sin parar. Y a veces los hijos no lo quieren. Pero hay que seguirle. Cuando mi hijo estuvo en la preparatoria, NO QUERÍA tener el tiempo devocional con nosotros, y fue muy obvio. No quería ir a la iglesia con nosotros, pero iba, despeinado, con su ropa sucia y arrugada, porque insistíamos que fuera con nosotros. Nosotros seguimos leyendo la Biblia, orando con él. Y ¿saben qué? Ahora que tiene 26 años de edad, me da las gracias por haberlo hecho, por haberlo soportarlo cuando estuvo tan rebelde. Y me ha pedido perdón por esos días tan difíciles para su papá y para mí. ¡Hay que seguir aunque pienses que el niño no le guste! ¡No importa! Yo - y tu - tenemos la responsabilidad, y debemos hacerlo quiera el hijo o no. ¡Nosotros somos responsables ante DIOS, no ante nuestros hijos! C. Entrena a tus hijos a ser responsables. Muchos creen que los niños pequeños no pueden ayudar en la casa, que no pueden trabajar, que mamá tiene que hacer todo. ¡No es cierto! ¡Entrena a tus hijos a tomar decisiones, a trabajar, a ayudar en la casa, en la iglesia! Sí pueden, y les hará mucho más feliz viendo que tienen valor como parte de la familia.

D. Entrena a tus hijos a buscar la voluntad de Dios para sus vidas. Hebreos 13:21, “Os haga aptos en toda obra buena para que habáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Dios quiere que sepamos su voluntad para nosotros, tanto nosotros como nuestros hijos. Y no siempre es la voluntad de Dios para TÚ HIJO lo que TÚ QUIERES. Tal vez ande en otro camino totalmente de lo que pensabas. Es nuestra responsabilidad aceptar que Dios guía a nuestros hijos igual que nos guía a nosotras. Muéstrales por tu ejemplo. Muéstrales que tú también estás buscando la voluntad en tu vida, y ellos te seguirán. Más que nada anímalos a buscar siempre a Dios, buscar siempre Su voluntad para sus vidas. Entrena a tus hijos en todo, no sólo en lo espiritual. Léeles libros buenos, que escuchen música buena, música cristiana, que la familia pase tiempo jugando - y hay que hacer lo que ELLOS quieren, ¡no siempre lo que los papás quieren! Pasa tiempo con tus hijos. Habla con tus hijos. Escucha a tus hijos—ESTO ES TAN IMPORTANTE. CUANDO TE ESTÁN HABLANDO, NO LES INTERRUMPAS. NO LES DES CONSEJOS. ESCÚCHALOS SOLAMENTE. Habla con tus hijos de cosas espirituales que se aplican a la vida. MÁS QUE NADA, ora por tus hijos y pídele a Dios que te dé sabiduría. En la Biblia nos aconseja que lo hagamos. Santiago 1:5-7, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada: porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” Diez buenas reglas. Susana Wesley, esposa de un famoso teólogo de días pasados, tenía estas reglas para su con sus hijos. Y ¡tenía 19 hijos! Todos llegaron a conocer a Cristo como salvador y dos de ellos fueron grandes evangelistas. Primero subyuga (domina) la voluntad fuerte de tu hijo, y después guíalo a Cristo como su salvador. En cuanto aprenda a hablar, enseña a tu hijo a orar. Para que no aprenda a mentir tu hijo, si confiesa y se arrepiente de una falta, no le castigues. Nunca dejes que un hecho pecaminoso quede sin castigar. Nunca castigues a tu hijo por la misma falta dos veces. Alaba y premia buena conducta. Cualquier intento de complacer, aunque mal hecho, debe ser alabado. Respeta los derechos de propiedad de tu hijo, aún en cosas pequeñísimas. Cumple rigurosamente todas las promesas que has hecho a tu hijo. Enseña a tu hijo a temer la vara.

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