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SÁBADO
| Sábado 9 de marzo de 2013
Estilos de vida
El placer de desafiar los límites Boot camp, bikram yoga o power jumps son algunas de las actividades que eligen los que desean confrontar con sus propias barreras físicas y mentales; según los especialistas, es importante conocer la frontera que conviene no cruzar
Un entrenamiento creativo y funcional la opinión Daniel Tognella PARA LA NACION
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l hombre es adepto a los cambios y esto hace que siempre esté en la búsqueda de cosas nuevas. En el área del entrenamiento y de las actividades físicas esto se representa por nuevos métodos de entrenamiento o por desafíos muy exigentes que implican una mejora de la forma física y una revaloración personal por lograr esos objetivos. Dentro de todas las posibilidades para hacer actividad física, en los últimos años han surgido variantes que se caracterizan por tener un componente motivador de superación personal, por ser de alta intensidad y en muchos casos de corta duración. Las nuevas variantes vienen acompañadas por importantes campañas de marketing que las posicionan en un alto nivel. Esto, sumado al boca en boca, el afán por superarse y la posibilidad de pertenecer a una élite, hace que haya una mayor tendencia a sumarse. Son entrenamientos muy creativos, ya que se utilizan materiales no convencionales como ruedas de tractor, cabos o sogas gruesas y trineos de empuje. Por otro lado son variados, al combinar distintos tipos de ejercicios y materiales, y a la vez son funcionales, en la medida en que involucran a todos los grupos musculares y ejecutan gran
Puerto Madero, lunes, a las 20: Carolyn, Nathan, Sietske y Pablo, en plena clase de boot camp
variedad de movimientos con un intenso trabajo cardiovascular. Así encontramos variantes de entrenamiento, parecidas a las que realizan en campos militares con circuitos de ejercicios de alta intensidad y con un tiempo de rotación activo entre uno y otro, que son dirigidos con una voz de mando enérgica. Entre los exigentes desafíos a los que se enfrenta el hombre podemos citar las carreras de aventura de varios días, las carreras non stop, jornadas de supervivencia, ascensos a montañas y los triatlones, más precisamente el ironman. Todos tienen un número creciente de adeptos y suponen un entrenamiento previo muy duro y a la vez estricto, algo que es fundamental para poder llegar a la meta exitosamente, sin que las experiencias se conviertan en frustraciones o nos causen lesiones de importancia. Considero muy buenas todas estas nuevas propuestas, ya que a través de ellas cada vez más gente realiza actividad física. Pero no todos estamos inicialmente preparados para realizarlas de la forma que muestran los videos que las publicitan o como las hace aquel que las recomienda. Como dije, son muy exigentes, por lo que debemos empezar sí o sí de una manera gradual, supervisados por un profesional y, sobre todo, no dejándonos llevar únicamente por el entusiasmo y el deseo de superación.ß El autor es profesor de educación física
Emociones intensas y adicción a la adrenalina el escenario Marcelo Roffé PARA LA NACION
S Tamara Braustein practica yoga en una sala calefaccionada a 42°C, en el centro Bikram Yoga Buenos Aires Viene de tapa
“Las clases de boot camp son diferentes de otras formas de ejercicio, como correr o nadar, porque utilizamos entrenamiento de intervalos de alta intensidad, que son generalmente más intensivos que correr a un ritmo constante y son mejores para disminuir la cantidad de grasa corporal y aumentar la masa muscular”, afirma Carolyn Banner, manager y entrenadora de Boot Camp Buenos Aires, que ofrece clases grupales e individuales en las que se combinan siempre de forma distinta diferentes técnicas de entrenamiento (ejercicios de fuerza y resistencia, pero también aeróbicos y de estiramiento). “Es exigente por el tipo de entrenamiento, que son ejercicios continuos que le dan mucha dinámica a la clase, y en los que se busca desarrollar una mayor resistencia, pero también el mayor rango de movimiento en los ejercicios de estiramiento, como en el yoga”, cuenta Agustín Cesarsky, administrador de sistemas de 28 años, que en septiembre llegó a Boot Camp Buenos Aires a través de las redes sociales. “Yo venía de cinco años de hacer gimnasio (cinta, musculación, aeróbico) y en 2012 había empezado a correr. Pero tenía ganas de salir un poco del gimnasio, de salir de la rutina y de hacer un entrenamiento que me vincule con un grupo. Así llegué al boot camp bastante entrenado de correr y hacer spinning, y encontré algunos desafíos específicos, como tener que hacer muchos abdominales o brazadas en el piso –dice Agustín–. Es un entrenamiento exigente, pero en el que la exigencia está en relación con el nivel de cada uno.” Carolyn reconoce que “el boot camp puede ser más exigente que otras formas de ejercicio si los clientes se empujan a su límite. Varios me dicen que pueden hacer mucho más en las clases de boot camp que lo que pueden hacer por sí solos sin entrenador. Nosotros, como entrenadores, alentamos a los clientes a que den lo mejor de ellos y siempre traten de llegar un poco más lejos”. Es que tratar de empujar un po-
co más allá las fronteras del propio cuerpo parece ser un denominador común entre muchos de los adeptos a disciplinas superexigentes. “El lugar común llevaría a hablar de la búsqueda del non plus ultra, del esfuerza máximo, del límite de los límites –afirma Martín De Ambrosio, periodista y coautor del libro Por qué corremos. Las causas científicas del furor de las maratones (Debate)–. Y en verdad algo de eso hay, porque si alguna cosa caracteriza a la especie humana es la necesidad de ir a los extremos, de llevar su curiosidad a ver qué hay más allá; sea tras el bosque, en otros planetas o en las ultramaratones, el principio es el mismo.” El ansia por sobrepasar los propios límites puede incluso tener como escenario el gimnasio, el mismo al que acudimos muchos por motivos como querer bajar de peso, ahuyentar el estrés o pasarla bien. En cualquier gimnasio no cuesta mucho hallar a alguien que comienza con su clase de spinning con la carga máxima, que pasa horas y horas alternando diferentes disciplinas, o que una vez dentro de la pileta se comporta como una jetsky con antiparras. “Si bien la mayoría de las clases se pueden practicar con diferente grado de intensidad, dentro de un mismo grupo muchas veces te encontrás con personas que entrenan con más intensidad que otras –comenta Javier Petit de Meurville, gerente de Marketing y Relaciones Institucionales de la cadena de gimnasios Megatlon–. La intensidad es una actitud que la persona puede tomar para encarar y graduar su entrenamiento, y por lo tanto, también está relacionada con los resultados que esperan.” Quienes tienen una actitud intensa ante el ejercicio hoy pueden encontrar dentro de los gimnasios una amplia oferta de disciplinas capaces de satisfacer hasta al espíritu más autoexigente: opciones como power jumps, body pump, local max, aero combat o body combat son sólo algunos de sus nombres. En Megatlon, agrega Petit de Meurville, el 30% de las clases son actividades “concebidas como clases
más demandantes y con una mayor intensidad”. Elogio del sudor Del mismo modo en que ajustarse pesas en torno de las muñecas y los tobillos puede convertir una mañana de running en un suplicio para muchos amantes de este cada vez más masivo deporte, subir la temperatura de la sala donde se practica yoga hasta alcanzar los 42°C bastaría para ahuyentar a muchos de los seguidores de esa disciplina. Pero es justamente ese aditivo el que atrae –primero en Estados Unidos y desde hace unos pocos años en la Argentina– a quienes hoy practican bikram yoga. Las sesiones de
Empujar las fronteras del cuerpo es lo que tienen en común estas disciplinas La intensidad es una actitud a tomar para encarar y graduar el entrenamiento este hot yoga, en las que durante 90 minutos los participantes siguen una suerte de coreografía de 26 posturas, pueden resultar un desafío incluso para muchos adeptos al yoga. “La clase empieza con un ejercicio de respiración para activar los pulmones, y ese solo ejercicio genera a veces mareos porque no estamos acostumbrados a usar toda nuestra capacidad pulmonar”, comenta Carla Cristófori, directora e instructora de Bikram Yoga Buenos Aires, que aclara que el nivel de exigencia de las clases depende del alumno. “En la clase siempre pedimos a todos los alumnos que se tomen su tiempo, que la adaptación al calor no es inmediata, y que hagan lo que puedan hacer”, agrega. La práctica de bikram requiere, además de ganas de transpirar, una
fotos: fabián marelli
cuota extra de preparación y ciertos cuidados especiales: “Aconsejamos venir con dos horas de ayuno antes de cada clase, y recalcamos siempre la importancia de cuidar la hidratación”, dice Crisófori, que expresa que es común que las personas que se acercan al bikram comiencen por dos clases semanales, pero luego pasen a tres o incluso cuatro. Para Cristina Burigotti, empresaria textil, cada clase de bikram le permite sentir que a sus 57 años todavía puede. “Me genera una sensación de mucha salud el saber que puedo entrar en una sala a 42°C y poder respirar. Al principio, cuando empecé, lo más difícil era vencer la sensación de que no vas a poder, pero se trata justamente de eso, de vencer a la cabeza que dice no puedo. Hoy, lo que más me cuesta son las horas de ayuno antes de entrar, pero cuando estoy adentro, ya está.” Pero sea cual fuere el desafío físico elegido, ¿existe algún límite a partir del cual el ejercicio deja de ser saludable? “El limite lo va a poner el individuo cuando se lesione o fatigue demasiado rápido, porque está haciendo ejercicio de una forma no controlada o porque está haciendo más de lo que debería hacer en función de lo que en ese momento le permite su organismo”, responde el doctor Oscar Mendoza, médico cardiólogo y deportólogo del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). “En el consultorio veo a muchos que vienen a consultar porque corren, pero ahora quieren correr ultramaratones, o porque hacen trekking y cada vez buscan poder hacer más distancia en la montaña... Se ve que la gente busca ir cada vez más allá –reconoce Mendoza–. Uno lo que trata de transmitir es que, en principio, uno puede hacer actividad física intensa, pero primero hay que evaluar médicamente qué se puede hacer sin riesgo para la salud, y después entrenar quemando etapas sucesivas.” De lo contrario, concluye, “puede sobrevenir la lesión, lo que lleva a muchos a replantearse lo que se está haciendo y a pasarse al otro extremo: al sedentarismo.”ß
i bien es importante trazar una línea que separe a la práctica intensiva de un deporte (yoga a 42°, natación con pesas, etcétera) de los deportes extremos, existen ciertos factores en común a ambos lados: la necesidad de experimentar nuevas sensaciones, el gusto por el peligro que plantea el riesgo físico, la generación de adrenalina, la autoexigencia (no sólo física, sino también mental) y la búsqueda constante de desafiar los propios límites. Tanto quienes disfrutan de los deportes extremos como de la práctica intensiva de nuevas y modernas disciplinas son personas que, básicamente, aman los desafíos, que necesitan emociones intensas, pero que también poseen la capacidad para manejar sus propios miedos. De lo contrario, sería imposible siquiera plantear la posibilidad de “jugar” allí, en el límite. De alguna forma, estamos frente a personas que, del mismo modo que el adolescente que se sube al skate, necesitan permanentemente nuevas emociones. Claro que aquí estamos ante personas adultas, en las que en muchos casos es posible desde la psicología sugerir que se trata de individuos que tienen algún vacío en su vida que intentan llenar a fuerza de adrenalina. Quizás el día a día, tanto el de la rutina laboral, vida afectiva como
el de la rutina deportiva, no les alcanza, y es por eso que necesitan poner el cuerpo en nuevos desafíos, que empujan siempre un poco más hacia adelante los límites. En principio, si quienes deciden adoptar esa visión de la práctica deportiva lo hacen tomando los recaudos necesarios (control médico, deportológico, psicológico), no habría nada que objetar. De hecho, el lugar de la psicología del deporte es el de colaborar en la optimización del rendimiento mental del deportista, a sabiendas de que el 25% de ese rendimiento (tanto en el amateur como en el profesional) depende de su mente: está en la motivación, en la concentración, en el manejo de los miedos y las presiones, en la autoconfianza, la tolerancia a la frustración y en el manejo de la ansiedad. En todo caso, lo que sí debe hacer sonar la alarma es si la persona no puede vivir sin la adrenalina que le genera estar jugando siempre al límite, si la búsqueda de confrontar los límites se convierte en una adicción. Entonces, por más que los controles médicos hayan dado bien, estamos jugando con fuego. Si el apego por la práctica intensiva del deporte asume una forma patológica, siempre estará planteada la posibilidad de que llegue el momento en que uno no esté a la altura del desafío. Y de que entonces sobrevenga la percepción de fracaso, y de allí a la depresión no es muy largo el camino.ß El autor es presidente de la Asociación de Psicología del Deporte Argentina
Manual para evitar lesiones Cuatro claves para que el ejercicio no atente contra la salud
Visita al médico Consultar al clínico, al cardiólogo o al especialista en medicina del deporte es el punto de partida para comenzar a hacer actividad física o para pasar a un entrenamiento de alta intensidad Chequeos Además de evaluar factores de riesgo cardiovascular, el médico indicará en varones de más de 35 años y en mujeres de más de 40 un test de esfuerzo (ergometría)
Calzado adecuado En deportes como el running, por ejemplo, es aconsejable un control ortopédico para determinar la pisada y adaptar el calzado en función de la misma Paso a paso En todos los casos, pero en especial si se aspira al alto rendimiento, es fundamental incrementar la intensidad del ejercicio en forma paulatina, y planificar el entrenamiento en función de la meta