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espectáculos
| Viernes 26 de julio de 2013
Una pieza con prestigio internacional El gran circo podría expandirse a otros países
El puntapié inicial fue con La bella y la bestia (izq.); luego el Grupo de Titiriteros del San Martín, del gran Ariel Bufano, creó esa maravilla que es El gran circo
El gran circo y los títeres de Don Floresto, de festejo aniversarios. 30 años de la obra de Ariel
Bufano y 40 del grupo con sede en Belgrano Viene de tapa
“Tuvo que ver con una gran celebración de un cambio fundamental para todos –recuerda Mangani–. Así nació y así llegamos hasta el día de hoy.” Actualmente en cartel, sigue agotando localidades. ¿Cuál es el secreto de su vigencia? “Creo que El circo establece una complicidad al rescatar la inocencia del adulto”, explica Mangani. “Los números terminan casi todos con una vueltita en que se le cuenta al público cómo se hizo. Mostrar cómo el forzudo levanta una pesa de 1000 kg, pero luego sale un títere chiquitito y se la lleva livianamente es un juego circense, pero que tiene que ver con la cuestión de creer en la doble convención, no sólo que un actor representa a un personaje, sino que un objeto de telgopor y tela está vivo. Creer eso emociona. Cuando levanta las pesas, toda la sala expresa su admiración, no sólo los niños...” El gran circo fue en ese sentido un espectáculo bisagra en la trayectoria del Grupo de Titiriteros y del arte de
los títeres en general en nuestro país. Actuar sobre un gran escenario, para un público de todas las edades, con muñecos de todos los tamaños y con el titiritero a la vista, sin retablo, significaba varios cambios copernicanos en uno. Ya lo había anticipado un año antes La bella y la bestia. “Pero con El circo llega a su elaboración máxima”, sintetiza Mangani. Una de las condiciones que lo posibilitaron, además del genio de Ariel Bufano, fue la constitución en 1977 del elenco estable de titiriteros en el San Martín, que permitió investigaciones artísticas de largo aliento. La posterior creación de la Escuela de Titiriteros, dependiente del mismo teatro, aseguró su permanencia y renovación en el tiempo, mucho más allá del fallecimiento de su creador, en 1992. “Cuando comenzamos, el arte de los títeres era un arte absolutamente marginal, no existía hacer temporada y predominaba el títere de guante tras el retablo”, recuerda la directora del Grupo de Titiriteros. “Los colegas de Ariel
Un tesoro de pirata, de Los títeres de Don Floresto
Cuentos de la selva, del grupo Libertablas decían de La bella y la bestia que era muy linda, pero que no era una obra de títeres. Hoy hay una proliferación de gente y de grupos fantásticos, que se dedican sobre todo a hacer obras para adultos”, dice Mangani. El Grupo de Titiriteros incorporó en sus primeros años a artistas con trayectoria previa, como Roberto Docampo, quien se encargaría del complejo diseño de la mecánica de los títeres desde El gran circo hasta su
prematura muerte, en mayo de este año. Docampo había formado en 1973 el grupo Los Títeres de Don Floresto, junto con Miguel Fontana, Susana Andrián y María del Carmen Hernández. Sin romper con la tradición del retablo, fue un grupo precursor en programar su actividad en una sala teatral fija. “Se decía que los títeres no pueden hacer temporada, que la gente no iba al teatro a ver títeres”, rememora Hernández, que sigue en el grupo que
celebra este año el 40 aniversario de esa ruptura con la itinerancia en su sala de Belgrano. Miguel Rur y Helena Alderoqui venían del grupo La Galera Encantada cuando ingresaron en el Grupo de Titiriteros para el estreno de El gran circo. “La idea de la prolijidad y el rigor en la concepción artística de Ariel Bufano es algo que uno se lleva para siempre”, señala Rur, hoy responsable de producción del canal infantil PakaPaka. También integraron el primer elenco de El gran circo dos jóvenes que se habían formado con Bufano en el Instituto Vocacional de Arte: Sergio Rower y Luis Rivera López. Ya habían formado entonces el grupo que adoptó el nombre de Libertablas. Por varios años trabajaron en forma paralela en ambos elencos, hasta que alcanzaron una proyección propia que exigía dedicación plena, en particular a partir del éxito de Sueño de una noche de verano, en el Teatro Cervantes. “Bufano nos transmitió su ímpetu y profesionalismo”, dice Rower, “y abrió el acceso de los títeres a los grandes escenarios, al canjear el espectáculo ambulante por las grandes puestas en escena para miles de espectadores”.ß
Para agendar El gran circo Teatro San Martín (Sala Martín Coronado), Corrientes 1530. Viernes, sábado y domingo, a las 16. $ 20 y $ 35. Floresto, Pototo y la mar en coche Auditorio Asociación Italiana de Belgrano, Moldes 2157. Sábado y domingo, a las 15 y a las 16.30. $ 50.
El Grupo de Titiriteros salió varias veces de gira por el mundo. El gran circo fue a Alemania y España, a los Festivales de Nancy, en Francia, y de Guanajuato, en México, así como a una serie de ciudades y festivales en Canadá, desde Montreal hasta Edmonton. También a Puerto Rico y los Estados Unidos. “Pasmoso, mágico, hechizante”, escribió el diario parisino Le Monde sobre El gran circo. Ariel Bufano fue invitado a dar conferencias en Moscú, en Nueva Delhi y en el célebre Instituto Internacional de la Marioneta de Charleville-Mezières. El Grupo de Titiriteros también atrajo visitas importantes como la del titiritero ruso Serguei Obratzov con su elenco y la del alemán Michael Meschke, director entonces del Marionetteatern de Suecia, quien dirigió al Grupo de Titiriteros en una puesta en escena de El príncipe de Homburgo, de Heinrich von Kleist, en 1988. Otra obra del Grupo de Titiriteros, El Pierrot negro, dirigida por Adelaida Mangani, representó a la Argentina en la Expo Sevilla 92. Pero ésa fue la última salida del elenco. “Cada año nos llega alguna invitación para El gran circo, pero no se concreta”, dice Adelaida Mangani. “Nos dicen que El circo requiere de mucha gente, son 16 titiriteros, pero tampoco salimos con obras más pequeñas.” El director del Teatro San Martín, Alberto Ligaluppi, confirma que El gran circo “sigue siendo la favorita”. En ese sentido, “se están llevando adelante gestiones para volver a lanzar la obra al ruedo internacional. Los primeros contactos con representantes teatrales de Chile y Colombia para llevarla a esos países están bien encaminados”, señala.
Instrumentos del humor Hugo varela. Famoso por sus desopilantes creaciones como
luthier, presenta 33 son mejores, homenaje a sus años en escena
El día que se le ocurrió contar los años que lleva dedicados al humor, Hugo Varela se encontró con un número maestro de la numerología, el 33, que aparte de ser la edad de Cristo tiene significaciones muy curiosas. Por esto decidió que ese sería el nombre de su último espectáculo, 33 son mejores. Y lo inicia con un monólogo sobre este número: el que los médicos mandan repetir a sus pacientes al auscultarlos, la cantidad de vértebras de la espina dorsal, las películas en las que apareció Elvis Presley, y otros ejemplos que aligeran el ambiente para lo que seguirá ocurriendo. Igual de ligero e informal recibe a la nacion en su casa, un lugar muy especial en el que el escenario ubicado en medio del living no deja duda de que es el hogar de un artista fuera de lo común. Junto al escenario, con piano y luces incluidas, está el prolijo taller donde fabrica sus originales y famosos instrumentos. “Este espectáculo que estoy presentando no es la historia de mi vida, ni un raconto de mis otros shows; tiene de mi pasado cosas que la gente pedía volver a ver, pero contadas de manera diferente, con nuevas canciones, nuevos instrumentos”, afirmó. Hugo Varela diferencia claramente dos roles en su vida, el del que sube a escena para hacer reír a la gente y el hombre “de civil”. Así habla de sí mismo y así cuenta que construir su personaje, definirlo, le costó un tiempo. “Al principio, cuando buscaba trabajo me preguntaban si era cuentista o imitador, y a mí me resultaba complicado describir lo que hacía. Hoy digo con orgullo que soy un artista humorista, y que para mí lo más importante es el vínculo con el público, poder jugar y comunicar cosas”, explicó. Si hay algo que lo identifica son sus desopilantes instrumentos: saxo telescópico, infladores, bolsa acordeón, tabla de planchar, sartén a cuerdas, y muchos más. Afirma haber construido más de
Junto a una de sus creaciones marcelo gómez
60, lamentablemente algunos ya no están, porque los ha modificado o porque no los cuidó lo suficiente. “Hoy soy mucho más cuidadoso, debería registrarlos a todos, creo no les di el valor que se merecen”, dice, aunque si hay algún instrumento que lo identifica, no duda en afirmar que es la guitarra. “Ella es mi escudo, desde que empecé con la cosa del humor ella me acompaña, salgo al escenario con ella; los demás instrumentos aparecen como sorpresas. La guitarra es lo que me inspira, la uso para componer. Es como el almohadoncito del nene”, afirmó. Afirma ser casi autodidacta en cuanto a su formación musical, que fue gracias a su capacidad de observación y a su oído que aprendió a tocar instrumentos más complicados como el saxo, violín y bandoneón. Esto le dio el entrenamiento para otros de mayor dificultad aún, como una miniguitarra, en la que casi no entran los dedos y con la que toca
un vals complicado, o como la sartén que tiene un huevo frito dentro que ejecuta en “Zorba el griego” “Mi objetivo es unir a las personas, por eso me cuido de no hacer referencia a la política, ni a la religión y mucho menos al fútbol, temas que siempre dividen. Yo, como civil, puedo tener mis opiniones, pero mi personaje en escena no debe ser sino motivo de unión”, dice antes de afirmar que no hace nada especial antes de salir a escena. “Soy antimístico, anti cábala, no tengo ningún ritual, soy muy libre, además confío mucho en la improvisación, eso es fundamental a la hora de una presentación, hay que estar dispuesto a jugarse lo que sea, no puede ser uno tímido”, describe. Le han pasado muchas cosas desde aquel primer trabajo de verano en Villa Gesell. “Allí perdí mi virginidad en el espectáculo, no lo olvido, hoy sueño con darles oportunidad para apreciar teatro a aquellos que no pueden pagarlo”. Se entusiasma al hablar sobre sus planes: “Desde una película de humor con mucha calidad, hasta escribir más, además de mis canciones y monólogos. Me gustaría escribir cuentos también, pero nunca dejaría el teatro, que es donde mejor me desarrollo, hasta fantaseo a manera de desafío con armar un espectáculo con mis instrumentos, con las cosas de mimos para un público sin idioma, que lo pueda mostrar por el mundo entero” afirmó. “Si hago un balance, lo que más me gusta es haber logrado la aceptación de la gente, que me quieran; me asombra que hasta los chicos y adolescentes me busquen, quizá se deba a que no soy un tipo armado, sino mas bien algo transgresor, no doy el adulto tradicional, más bien uno medio tocado por la desorientación”.ß Helena
Brillembourg
33 son mejores De Hugo Varela ND Ateneo, Paraguay 918. Hoy y mañana, a las 21. Desde $ 120.