Vandálico festejo de egresados en Belgrano

18 oct. 2014 - Vandálico festejo de egresados en Belgrano. Alumnos del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz hicieron un pozo en un paseo público para ...
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BUENOS AIRES

| Sábado 18 de octubre de 2014

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Edición de hoy a cargo de Luis Moreiro www.lanacion.com/seguridad | @LNseguridad | Facebook.com/lanacion [email protected]

ESpAcIO púBlIcO | PASEO DE LAS AMÉRICAS

Vandálico festejo de egresados en Belgrano Alumnos del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz hicieron un pozo en un paseo público para revolcarse en el barro Mauricio Giambartolomei LA NACiON

Con insólitos fundamentos, los alumnos que cursan el último año del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz quisieron justificar el festejo del jueves pasado y los daños que provocaron sobre una porción del terreno del Paseo de las Américas, donde realizaron un pozo para zambullirse en el barro. “Es tan grande el espacio y se fijan en un pedazo de 15 metros cuadrados”, decían. “Se están talando árboles en el norte argentino y se preocupan por esto”, se defendían. “El gobierno de la ciudad nos permite hacerlo: pagamos la multa y ya está, lo hacemos”, explicaban. Algunos, aún con barro en las orejas y las uñas, decían sentirse “indignados” por la repercusión “de una tradición que se repite hace 20 años”. Ayer, en el paseo de Figueroa Alcorta y Monroe, en el barrio de Belgrano, un cerco de tejido plástico encerraba el fango aún fresco del día anterior, provocado por unos 120 alumnos y algunos preceptores del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz, una de las escuelas privadas más caras de la ciudad. Tomaron así la posta de los festejos realizados el año anterior, en el mismo lugar, por los que ya habían sido multados. Esta vez el gobierno porteño adelantó que la institución deberá hacerse cargo de los gastos para dejar en condiciones el parque y, además, la Procuración General de la Ciudad analizará el caso, que podría terminar con una denuncia penal al Jean Mermoz. “Fue un hecho de vandalismo similar al que ocurre en el Obelisco cuando los hinchas festejan algún título”, comparó el subsecretario de Mantenimiento de Espacio Público, Rodrigo Silvosa, en diálogo con la nacion. Se espera que hoy o el lunes puedan comenzar los trabajos para poner en condiciones el lugar. Habrá que emparejar y afirmar el terreno. Los arreglos no demandarán más de un camión de tierra negra y varios panes de césped. “El costo no es muy grande, pero el colegio tendrá que hacerse cargo. No se trata del dinero, sino del poco respeto por el patrimonio de la ciudad. Es un delito grave destruir el espacio público”, agregó Silvosa. A pesar de que de los festejos participaron preceptores y, según cuentan los alumnos, algunos profesores, las autoridades del Liceo prefirieron hacer silencio. la nacion se comunicó telefónicamente y a través de un correo electrónico

con la institución, pero no recibió respuestas. El jueves, después del barro, las autoridades del Liceo manifestaron su desacuerdo con el modo de celebrar de los alumnos, pero no hicieron públicas sus declaraciones. Y ayer, según fuentes del gobierno, dejaron abierta la posibilidad de que los alumnos que participaron de los festejos sean sancionados. La noticia llegó a Francia “¡No te puedo creer! ¡La noticia llegó a Francia y a Ecuador! ¿Por qué no se encargan de temas más importantes?”, rogaba en un grito una jovencita que egresa a fin de año. Lo hacía en charlas de adolescentes indignados, incomprendidos, acusados de cometer un delito “cuando en realidad sólo se arruinó un pedazo de tierra”. Entre ellos surgía alguna voz más cauta, con fundamentos más acordes con la situación. “Sabemos que está mal, pero lo íbamos a arreglar”, dijo una de las chicas. Cuando la charla se volvía más nutrida comenzaban los diálogos en francés, entre ellos, y luego el silencio. “No tenemos nada contra vos, pero después podés poner cualquier cosa”, se excusaban ante el cronista. Durante la tarde muchos de ellos habían estado recogiendo los trozos de césped que habían sido levantados y colocándolos en bolsas negras. El círculo de las respuestas insólitas se cerró con la aparición de algunas madres que acompañaban a los adolescentes y también tenían sus argumentos. “Las cámaras no están en los lugares donde existe la inseguridad. Están acá, en un festejo de egresados”, se justificaron.ß

en el barro

El jueves, los egresados en pleno festejo (ar.); el pozo quedó cercado (ab.)

La tradicional vuelta olímpica ^b^b^ En los colegios Carlos Pellegrini y Nacional de Buenos Aires las vueltas olímpicas de los egresados se habían convertido en una tradición hasta que trajo varios problemas. En 1999 hubo 85 alumnos que quedaron libres por los destrozos que provocaron en el edificio del Nacional y, desde entonces, se prohibió el festejo. Un año antes, otros 13 alumnos recibieron la misma sanción en el Pellegrini por ocasionar diversos daños. hernán zenteno

Selfie urbana

agresión a un guarda

La línea C, interrumpida

Pintor del Obelisco. Como un pájaro, a setenta metros de altura sobre la ciudad Leandro Jaime es integrante de una “familia de silleteros” que, desde hace más 30 años, se especializan en colgarse de edificios Texto María Pagano

E

n la punta del Obelisco, Leandro y Maximiliano Jaime comienzan su día de trabajo, que consiste en la inusual tarea de cubrir de blanco, desde la cima hasta la base, las cuatro caras del ícono arquitectónico porteño. A casi 70 metros de altura, y con las piernas colgando en el aire, se acomodan en sus silletas y disfrutan una vista única a la que sólo se accede a vuelo de pájaro: el Río de la Plata, la 9 de Julio en toda su extensión, las torres de Puerto Madero y la seguidilla de edificios que, sobre la avenida Corrientes, se despliegan hacia el Oeste. Junto con su primo Daniel y sus tíos Hugo, Rubén y Carlos, pertenecen a una “familia de silleteros” que, desde hace más de 30 años, se dedican a hacer trabajos en altura. El trabajo empieza un sábado por la mañana. El primer desafío es lle-

Leandro Jaime, colgado del Obelisco gar hasta la punta, lo que implica subir los más de 200 peldaños de una escalera marinera anclada a una suerte de túnel vertical que se va estrechando a medida que se llega a la cima. En menos de 15 minutos están en la cúspide y los baldes de pintura, de unos 25 kilos cada uno, se suben con sogas y poleas. El segundo desafío es salir del Obelisco a través de una de las cuatro ventanas de menos de un metro de ancho por un metro de largo, y esquivar las cámaras de seguridad instaladas debajo de cada una de ellas. Desde la Plaza de la República se ve asomar una de las piernas de Maximiliano que, como en un salto al vacío, se apoya en la silleta, sostenida por una soga principal, de unos 3000 kilos de resistencia, amarrada a un punto fijo en la ventana opuesta. El equipamiento es ligero: un arnés, un rodillo, un cabo de segu-

ridad al que también llaman “soga de vida”, que va atado al arnés a la altura de la cintura. Con una soga le alcanzan el balde de pintura, que él cuelga de un gancho a un costado del asiento. Lo sigue Leandro. Se apoyan contra el muro con las rodillas o con las plantas de los pies, y como dos acróbatas en el aire van meciéndose el uno al otro desde el centro hacia los extremos, hasta alcanzar los bordes laterales de la pared. De derecha a izquierda, Maximiliano dibuja un serpenteo con el rodillo y después reparte la pintura en franjas verticales y horizontales hasta cubrir toda la superficie. Lo mismo repite Leandro, de izquierda a derecha. En menos de una hora llevan pintada la mitad de la cara que da al Sur, pero se les termina la pintura. Con una de las sogas les alcanzan un balde, esta vez de abajo hacia arriba. Maximiliano gira la silla en el aire

como un contorsionista, apoya la espalda en la pared y vuelca la pintura en el balde de Leandro, y se lo entrega para que él haga lo mismo. En la base, Daniel sostiene las sogas y las ata a las rejas que rodean el Obelisco para que queden firmes, aunque no tirantes. Para Daniel, quien tiene 37 años y hace más de 20 se dedica a los trabajos en altura, “no hay una escuela para aprender y organizás el trabajo en el momento: cada fachada es diferente, derecha, con terraza o con balcones. Cada edificio es un desafío, pero el Obelisco es único”. Antes de subir, Leandro contó con naturalidad: “No tenemos miedo”. Sin embargo, conoció el riesgo de cerca. Mientras limpiaba los vidrios de un hotel en Mar del Plata, cayó del piso 13 al 10 y quedó suspendido en el aire atado a la “soga de vida”. A los 17, su padre, Hugo, de 49 años, tuvo otro accidente desde un piso 13, mientras

limpiaba los vidrios de un edificio se doblaron los parasoles donde estaba parado y cayó al vacío. A ese episodio, por el que pasó meses internado, hoy le quedan los recuerdos y dos cicatrices. “Nunca tuve miedo después del accidente y volví a trabajar como si no hubiera pasado nada. Lo que más me gusta es la adrenalina, la cosquilla, la sensación de que la panza se te va para arriba. Ves a tus hijos y hermanos que se cuelgan y no te querés quedar afuera. Ésta es la primera vez que pintamos algo tan grande, y es un orgullo para toda la familia”, cuenta Hugo. Después de dos horas y media, Leandro y Maximiliano retocan los últimos tramos de la base con el rodillo. Leandro resume la experiencia: “Desde arriba no pensás en nada. Pensás en bajar, pero la sensación es tan linda, que si no, no lo harías”.ß

La línea C de subterráneos, que une la estación de Retiro con la de Constitución, estuvo detenida ayer por un reclamo gremial, ante la supuesta agresión de un pasajero a un guarda. “El hecho ocurrió cuando una de las formaciones se detuvo en la estación San Juan y se les pidió a los pasajeros que bajaran. Una de las personas habría agredido al guarda y comenzó la medida de fuerza”, indicaron voceros de Metrovías, que operan el subte porteño. A los trastornos en esta línea se sumó que la línea D hacía, en hora pico, un recorrido reducido entre las estaciones Agüero y Congreso de Tucumán.ß

florencio varela

Edesur suma dos transformadores La empresa eléctrica Edesur sumará dos transformadores de 40 MVA en Bosques, en la provincia de Buenos Aires. El nuevo equipamiento, adquirido por la distribuidora a la empresa holandesa EMCO, llegó a la Argentina procedente de la india junto a otros tres de mayor capacidad de potencia. “Este arribo permitirá a Edesur incorporarle más capacidad a la Subestación Bosques, que atiende la demanda de unos 80.000 clientes de los distritos de Florencio Varela, Berazategui y Quilmes”, indicó la empresa mediante un comunicado de prensa.ß