8
|
SÁBADO
Dónde y cuánto cuesta Silvana Dato Médica nutricionista, especialista en dermatoestética. Realizó más de 600 procedimientos. La sesión parte de los $ 3500 (Báez 570) Lasermed El director del centro, Sergio Korzín, es especialista en cirugía estética y fue el primero en traer la aparatología al país. Desde $ 4000 por sesión (Uriburu 1471) Velia Lemel Piel & Láser Médica dermatóloga, su centro acaba de incorporar aparatología única en el país. Desde $ 5390 por sesión (Tagle 2786) Paz Galvez y la doctora Silvana Dato, en una sesión de coolsculpting en cadera; Pablo Martínez Rial reduce centímetros de su abdomen en Lasermed
Estética
El frío es un nuevo aliado para quienes buscan llegar en forma al verano Con aparatos de última generación, las bajas temperaturas congelan la grasa y ayudan a reducir centímetros y modelar el cuerpo Laura Reina LA NACiON
De todas las eras existentes, Paz Galvez tal vez prefiera la del hielo. Madre, publicista y productora de eventos, empezó con la depilación definitiva para deshacerse del vello y siguió con algunas sesiones de Velashape para combatir pocitos. Hasta que llegó al frío para reducir centímetros. Y entonces sí, Paz sintió que había alcanzado la era que tanto había estado esperando. La era del hielo acaba de empezar. Al menos en los tratamientos estéticos. Hoy las máquinas que combaten ese molesto exceso de grasa corporal que se manifiesta en los rollitos, no la queman, la congelan. Según la ciencia, la grasa profunda, de reserva, es más vulnerable al frío que al calor, que si suele ser efectivo en las capas más superficiales. Pero en la batalla entre el calor y el frío por eliminar la adiposidad localizada, las bajas temperaturas también ganan porque demostraron que pueden eliminar la grasa de forma selectiva, sin dañar otros tejidos, algo que los procedimientos basados en el calor no son capaces de hacer. La criolipólisis para reducir centímetros y modelar el cuerpo es una de las técnicas más elegidas acá y en todo el mundo no sólo por su eficacia sino también porque forma parte del menú de tratamientos exprés, que prometen resultados en una, dos o a lo sumo tres sesiones. En el mundo, ya hay más de medio millón de tratamientos de coolsculpting rea-
lizados en hombres y mujeres. Los resultados, aseguran, son visibles y notables. Galvez, de 32 años, fue la primera sorprendida: “Los resultados no son inmediatos, se ven al mes, mes y medio de haber hecho el ciclo que es el tiempo que le lleva al cuerpo eliminar la grasa. Yo fui madre hace poco, en el embarazo había engordado mucho, 25 kilos, y la verdad no tengo tiempo de ir a un gimnasio ni de hacer actividad física en forma regular. Pero tampoco estaba tan mal para pasar por el quirófano y hacerme una liposucción con todos los riesgos que eso tiene. Hoy noto un cambio muy grande, logré reducir varios centímetros y me veo realmente mejor”. Sin agujas Lo que Paz menciona sobre las cirugías no es un dato menor. En estética, lo más demandado hoy son los tratamiento cortos y de alto impacto, que incluso pueden hacerse en el horario del almuerzo, en medio de una jornada laboral. Pero lo más atractivo, es que son procedimientos en los que no hay agujas ni anestesias de por medio. “No hay necesidad de cirugías ni inyecciones ni posoperatorio. No es un tratamiento invasivo y no provoca dolor. Hoy podemos destruir hasta un 40% del panículo adiposo logrando que la grasa localizada eliminada no se recupere, sin intervenciones, sin efectos adversos ni contraindicaciones”, asegura la doctora Silvana Dato, médica nutricionista y especialista en dermatoestética que dirige
un centro propio en Las Cañitas. Dato, que lleva más de 600 procedimientos de coolsculpting en la Argentina (el 90% en mujeres) es una de las más experimentadas en esta técnica que tienen muy pocos centros del país porque la aparatología con que se trabaja es muy cara. Una sesión de coolsculpting parte de los 3500 pesos. Otra de las especialistas y pioneras en esta técnica es Velia Lemel, médica dermatóloga, directora del centro Velia Lemel Piel & Laser, ubicado en Barrio Parque. La médica, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología, destaca que lo positivo del coolsculpting es que no es invasivo. “Los resultados no son tan drásticos y rápidos como con la liposucción porque se trata de un procedimiento más natural –explica–. La exposición al frío hace que las células grasas comiencen su ciclo natural de eliminación a través del proceso metabólico normal del cuerpo. Esto redunda en una reducción gradual de la capa de grasa, que se va a notar entre uno y cuatro meses después de realizado el tratamiento.” Pero los especialistas dicen que no se trata sólo de reducir centímetros, sino de esculpir el cuerpo: “Diseñamos un plan para cada paciente que nos permite esculpir todo el cuerpo logrando una trasformación real y armónica”, asegura Dato. Por eso, los especialistas hablan de transformación corporal: “Se utilizan diferentes aplicadores para cada zona del cuerpo –dice Lemel–. El objetivo es proporcionar aplicadores
adicionales que se adapten mejor y que traten una gama más amplia de pacientes. Proporciona a los médicos más opciones al evaluar pacientes y el desarrollo de planes de tratamiento verdaderamente personalizados para lograr los resultados”. Entre los aplicadores, Lemel acaba de incoorporar el CoolFit: “Somos el único Centro en América latina que lo tiene. Cuenta con un aplicador plano y placas de refrigeración más grandes,que maximiza el área de tratamiento en un 38 por ciento”. Salvo los tiempos, los especialistas aseguran que los resultados son similares a los que se logran con una liposucción, y con la ventaja de no haberse sometido a una cirugía. Lo interesante es que no lo dicen sólo los médicos dermatólogos, sino incluso cirujanos plásticos como Sergio Korzin, director de Lasermed y el Centro Médico Uriburu, que fue el primero en traer el equipo al país, en 2011. A pesar de ejercer una especialidad quirúrgica, Korzin siempre se preocupó por utilizar técnicas no invasivas en medicina estética, como el láser. Pero el médico asegura que a pesar de los buenos resultados, la criolipólisis tiene sus límites y no está indicada para todos. “Hay que aclarar que no es una técnica para reducir peso, tampoco es una técnica recomendada para personas con un sobrepeso importante, pero sí para aquellas que a pesar de cuidarse, hacer dieta y ejercicio tienen zonas de grasa localizada que no pueden eliminar”, aclara Korzin. Después de su primera experiencia en la zona del pantalón de montar, donde logró reducir dos centímetros en cada pierna, Paz va por más y en pocos días será el turno de atacar con frío la zona de los flancos y la cintura: “No es que quiero estar espléndida, pero para mí el tema de la presencia es importante tanto a nivel personal como laboral. Antes de hacerlo investigué mucho, evalué costos y me decidí. Es una inversión en uno mismo, en tu cuerpo y hay que informarse”, recomienda Galvez, que hizo el tratamiento con Dato. Pablo Martínez Rial hizo su primera sesión hace aproximadamente un mes y le toca la segunda en 15 días. Quiere reducir centímetros de su abdomen, la zona más conflictiva para
fernando massobrio
ellos. Conoció Zeltiq a través de su mujer, que iba a Lasermed a hacerse tratamientos faciales. “Ella siempre está atenta a este tipo de cosas y cuando lo vio dijo: Gordo, esto es para vos. Sabe que no tengo tiempo ni constancia para ir al gimnasio y a mí me pareció genial. Me escapo al mediodía por 45 minutos y lo hago”, dice Pablo, que acaba de cumplir 40 años y es gerente financiero. Lejos de ocultarlo, Pablo blanqueó
entre sus amigos que su nueva figura no es el resultado de horas de entrenamiento sino de unos pocos minutos de una compleja aparatología estética. La respuesta no tardó en llegar: “Me preguntaban dónde me lo había hecho, cuánto costaba... Hay más de uno que quiere hacer el tratamiento”, cuenta Martínez Rial, que reconoce que la reducción de centímetros tiene que ir acompañada de una dieta balanceada y, en lo posible, con algo de ejercicio.ß
Salidas
EXPERIENCIAs Leonardo Tarifeño
La primera vuelta en bici de un adulto que vuelve el tiempo atrás A los cuarenta y largos años, un cronista decide remediar una falencia infantil: aprender a andar en bicicleta
N
o sé andar en bicicleta. En general, no es algo que se diga a los cuatro vientos. En una época donde los gobiernos de las principales ciudades del mundo tienen la gentileza de poner bicis a disposición de quien necesite una, creo estar ante una falta grave. Nunca creí que aprender fuera especialmente necesario, aunque es cierto que me miraron raro las veces que admití mi total inexperiencia en el asunto. El tema no estuvo entre las razones de mi divorcio, no siento que mi infancia haya sido traumática a causa de esto, jamás pensé que necesitara andar sobre dos ruedas para ser feliz. Pero ahora que veo a niños, adolescentes, adultos y ancianos pasar delante de mí a toda velocidad, más rápidos que el viento en su incesante pedaleo, me pregunto por qué no podría sumarme al alegre pelotón. O mejor dicho: ¿qué tienen ellos que yo no tenga? ¿Lo que no
se hace de niño no se hace nunca más? ¿O sólo basta con animarse para vivir de grande lo que uno se perdió de chico? En mis casi 50 años, la locomoción siempre me ha resultado algo de lo que se ocupa otro. No sólo no sé andar en bicicleta; tampoco podría manejar una moto o un coche. Tal vez algún psicoanalista podría decir algo al respecto. El control no es lo mío. Nunca he sido el que conduce o guía a los demás. Ninguna forma de liderazgo me emociona. Si quiero ir a algún lado, lo primero que pienso es en caminar un poco. Además de Walter Benjamin, los filósofos Immanuel Kant, Sören Kierkegaard y Ludwig Wittgenstein escribieron hermosas páginas sobre las virtudes de ir de un lado al otro con los pies como únicos aliados. El cineasta Werner Herzog ha construido su maravillosa obra cinematográfica alrededor de la idea del caminante, por cierto una figu-
ra que aparece en todas las religiones. Al caminar se generan ideas y se descubre el paisaje, ya que la velocidad de los pasos evoca el ritmo de la mirada. Caminar es una de las grandes actividades sencillas del ser humano, y si la megalópolis exige otra forma de moverse, para eso están los colectivos, los trenes y los taxis. Sin embargo, cualquiera que viva en Buenos Aires sabe que el transporte público representa la peor pesadilla imaginable. El caos es tal, que en nuestra ciudad la bicicleta ya se ha convertido en el salvavidas que mantiene a flote a los sobrevivientes del naufragio. Eso es algo que salta a la vista. Lo que no me pareció tan evidente es el espíritu que permea al ciclista, explicado con todas las letras por David Byrne en su Diarios de bicicleta. “Al hacerme mayor consideré que pedalear era una buena forma de hacer un poco de ejercicio, pero al principio no pensaba en eso –escribe–. Me sentía más conectado con la vida de la calle: podía pararme cuando quisiera; a menudo (muy a menudo) era más rápido que un coche o un taxi para desplazarme entre dos puntos, y no tenía que seguir ninguna ruta fija. El ambiente y la vida de la calle me envolvían. A mí me resultaba adictivo.” Las horas dedicadas al libro de Byrne me hicieron pensar que quizá me perdía de algo bueno por culpa de mi rampante indiferencia al mundo de la locomoción. Y ahora que lo pienso, creo que por la lectura no aprendí a andar en su momento, y gracias a la lectura me animé a hacerlo hoy. De niño, mi madre me regaló un skate para que jugara con los chicos de mi calle. A los pocos días de usarlo me rompí la crisma en una pendiente espectacular, y entonces ella creyó que la mejor manera de tranquilizarme era llenarme de libros. Cuando terminaba 20.000 Leguas de viaje submarino, me daba La isla del tesoro; si liquidaba Sandokán en una tarde, a la mañana siguiente aparecía con una lindísima edición ilustrada de Las Mil y una Noches. Mientras mis amigos montaban en sus bicis, yo me quedaba en casa inmerso en la actividad pacífica e inmóvil que había descubierto. Cuando me visitaban, les contaba los asombrosos relatos que había leído. Y a la hora de salir juntos, los acompañaba con mi skate. Años más tarde, mis amigos y yo crecimos, y uno consiguió una moto. El mismo a quien durante años me abracé en la parte de atrás de la moto, a los 16 años comenzó a usar un coche. Siempre con él al volante, me parecía absolutamente innecesario arriesgar mi integridad física –como ya lo había
RicaRdo PRistuPluk
Primero navegar y, después, salir a andar Durante la década del 90, la Bici Escuela Argentina enseñó a muchos adultos a dar sus primeras vueltas. Aunque hoy no hay cursos de ese tipo, en Internet abundan consejos prácticos para animarse
hecho con el skate– arriba de una bicicleta. Con el vértigo de la lectura o en el asiento trasero del auto de mi amigo, lo que a mí mejor me salía era dejarme llevar. Hasta que el libro de David Byrne pasó por mis manos. Convencido de que había llegado el momento culminante, le pregunté a mi amigo Matías Kalwill, innovador cívico y creador del proyecto La vida en bici (www.lavidaenbici.com), adónde podía ir a aprender a andar. Él, que lo sabe todo sobre la bicicleta, me dijo que no conocía ningún lugar de ayuda al bicinovato porteño en estado adulto, y sin que se lo pidiera se ofreció a enseñarme. A mitad de camino entre el entusiasmo y la desconfianza hacia mí mismo acudí a la cita que me propuso Mati, el mediodía del jueves último en la plazoleta Miguel Abuelo.
El rodado que marcaría un antes y un después de mi vida locomotriz era una bici blanca, plegable, que mi amigo había conseguido para hacer más sencillo el proceso de enseñanza. Antes de que me subiera dobló los pedales hacia arriba, bajó el asiento y me explicó que su método consistía en hacer que yo montara sobre la bicicleta y me impulsara con los pies, con pasos cada vez más espaciados para practicar el equilibrio. Con la fuerza cruel del sol sobre los brazos con los que intentaba dominar el manubrio, di mi primera vuelta. Los pasos que daba no eran espaciados, pero al menos no me había caído en el suelo ni sobre el primero que se me cruzara. A ambos lados del camino había dos señores sentados y una señora con un perro; al fondo, un árbol frondoso, y detrás, ni más ni menos que una vidriería. En la segunda vuelta tomé confianza y fui un poco más rápido; en la tercera sentí que en algún momento no muy lejano lograría mantener el equilibrio, aunque los hechos indicaban que si el manubrio se torcía ya no podía enderezarlo. De a poco sentí que no debía hacer fuerza con los brazos, sino guiarme por el pulso que partía de mi cintura. En el fondo tenía que hacer lo único que sé hacer muy bien: dejarme llevar. El esfuerzo y la buena voluntad me alcanzaron para pasar la primera prueba. La segunda implica-
ba que casi no diera pasos para impulsarme (“perdés un punto cada vez que des uno”, me exigió Mati), para que sintiera el equilibrio y no dependiera de nada que me sostuviera. A mí me parecía que iba cada vez mejor, hasta que la mujer con el perro me gritó: “¿Es muy necesario que pases por acá?” Concentrado en la alta misión suicida en la que me encontraba, no permití que las críticas malintencionadas perturbaran mi mente y como respuesta di una vuelta, y otra, y otra más, hasta que Mati creyó oportuno someterme a la prueba de fuego. Subió los pedales, me dijo que primero apoyara el derecho y me animó a que pedaleara bien sin mirar a quien. Yo no temía por la gente sentada, que había huido en masa; lo que me hacía vacilar era la vidriería del fondo, por la que ya había pasado a los tumbos demasiado cerca de la puerta. “¡Esaaaa!”, me gritó Mati cuando di mi primera pedaleada y choqué contra unas piedras. Volví a intentarlo, tembloroso, pero lleno de ánimo. Cuando además del pie derecho logré subir el izquierdo, me sentí tan orgulloso de mí mismo que no me importó caerme sobre un costado. “La vida es como andar en bicicleta: para mantener el equilibrio debés seguir en movimiento”, dicen que dijo Albert Einstein. Desde la tarde del jueves, sé que vivir de grande lo que se perdió de niño es otra forma de no detenerse jamás.ß
Placeres
Ahora, los millennials van por el vino de alta gama Con tecnología y música, Wine Revolution Expo es la primera feria de este tipo pensada especialmente para jóvenes Sebastián A. Ríos LA NACiON
intimidante, excesivamente formal y con una jerga inexpugnable que plantea más obstáculos que puertas de entrada, el mundo del vino es para los jóvenes millennials que miran desde la vereda de enfrente (la de los tragos, la de la cerveza) un lugar al que quisieran llegar, pero que sienten como lejano y esquivo. Allanarles al camino hacia el disfrute del mejor vino es el objetivo con el que se realiza hoy Wine Revolution Expo, la primera feria de vinos premium pensada para jóvenes de entre 25 y 35 años de edad. “Muchos sienten que el vino es una bebida que requiere un manual de instrucciones para tomarla –dice Javier Menajovsky, cofundador del portal GlamOut.com y coorganizador de Wine Revolution–. La idea de la expo es buscar un código de comunicación que no sea intimidante, de modo tal que quienes se acerquen encuentren en los vinos una experiencia placentera, pero también técnicamente correcta, ya que si el vino se toma en forma desordenada, se desluce.” Generar una experiencia de degustación placentera, apta para no iniciados, pero a la vez técnicamente correcta es lo que ha llevado a los
SÁBADO | 9
| Sábado 16 de noviembre de 2013
| Sábado 16 de noviembre de 2013
Cada vez más jóvenes participan de las ferias de vinos de alta gama
archivo
reforzar negativamente sus taninos es una mala experiencia, que profundiza el alejamiento del mundo del vino”, advierte Javier, y agrega: “Por eso, la única regla en esta expo es empezar por los blancos, después los tintos, e ir siempre en orden de complejidad ascendente. La idea es degustar los vinos en orden correcto, para poder disfrutarlos, pero sin
que tampoco sea algo complicado”. Destacados exponentes de bodegas como Casarena, Domaine Bousquet, Ojo De Vino o El Hijo Pródigo, serán unos cien vinos y espumantes de alta gama los que se podrá degustar en Wine Revolution. Los asistentes de la expo –que se realizará inicialmente en el Sheldon Bar de Palermo, pero que se propone
creadores de esta expo a organizar los vinos que integran la feria no por bodegas (como suele ser lo habitual), sino por cepas y, según una clasificación de complejidad de cuatro categorías, que van de menor a mayor. “Tomar primero un chardonnay que tiene cierto nivel de azúcar y luego un tannat en el que esa azúcar va a
a partir de marzo de 2014 como un evento mensual– contarán además con la posibilidad de descargar una aplicación para smartphones que permitirá registrar cuáles son los vinos favoritos descubiertos en el evento. “Cuando uno va a una feria de vinos y encuentra uno que le gusta, luego prueba otros y se termina olvidando cómo se llamaba el primero. Y si bien existen aplicaciones sobre vinos, en su mayoría son tan complejas que la gente se asusta y no las usa.” La app de Wine Revolution se propone como una sencilla herramienta hecha a medida de millennials: ¿te gustó un vino? Dale un like y quedará registrado para cuando necesités recordar aquella etiqueta que te sorprendió. Para completar la experiencia, la expo contará también con la asistencia musical de DJ, y breves y amenas Wine Talks, en las que expertos aportarán tips útiles para ingresar en el mundo del vino de una forma descontracturada, amena y divertida. Por último, vale aclarar que todo el evento se realizará bajo criterios de consumo responsable (en el marco del programa Wine in Moderation, que lleva adelante Bodegas de Argentina), que apuntan, claro está, a que el vino sea objeto de disfrute y no de excesos.ß
Otras ocasiones para degustar Los últimos eventos de 2013, aptos para todo público Wine Revolution Expo La cita es hoy, de 14 a 20, en Sheldon Bar (Honduras 4969, CABA). Más info en www.winerevolutionexpo. com Jumbo Deli & Wine Opciones gourmet para disfrutar. Se realizará del 20 al 22 de noviembre en el espacio Tribuna Plaza (Av. del Libertador 4401, CABA). Más info en www. jumbodeliandwine.com.ar Vinos de Lujo Bs. As. Este encuentro ideal para paladares entendidos tendrá lugar del 2 al 6 de diciembre en el Alvear Palace Hotel (Alvear 1891, CABA) Festival Gastronómico de Mar del Plata Una verdadera fiesta de sabores se desarrollará en la Ciudad Feliz del 11 al 15 de diciembre en la Plaza del Agua (Güemes, entre Roca y San Lorenzo, Mar del Plata). Más info en www.gastronomia-mdp.com.ar
Los mejores autos clásicos se ven en la Patagonia Las 1000 Millas Sport reúnen a los modelos más bellos de la historia en una competencia que desafía caminos y clima Jorge Pandini
ENVIADO ESPECIAL
SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Año 1918. Con las heridas de la Primera Guerra todavía abiertas, Europa intentaba encaminarse hacia tiempos de paz y muchas de las industrias que durante el conflicto se habían reconvertido para abastecer la demanda de maquinaria bélica volvían a lo suyo. Cerca de Bristol, Gran Bretaña, otro nuevo automóvil estaba listo para salir de la fábrica. Terminado y ensamblado, sólo faltaba el último OK de los mecánicos. Pusieron el motor en marcha y con el primer ronquido supieron que el trabajo estaba terminado. Una joya mecánica salía a las rutas. Casi un siglo después, tras un largo viaje en el tiempo y ahora en el extremo sur de otro continente, el motor de un Straker Squire 1918 volvió a ponerse en marcha como la primera vez para dar comienzo a las 1000 Millas Sport de la República Argentina por los maravillosos paisajes de la Patagonia. Se trata de la prueba de autos clásicos más importante del continente, que convoca a entusiastas no sólo de la Argentina, sino también de otros países; este año hay 20 tripulaciones extranjeras
participando de la competencia. Aquí todo es amor por los automóviles, y muchos de los modelos más bellos e importantes de la historia desafían clima y caminos durante tres días. Participan vehículos de distintas marcas y modelos, con el requisito de ser anteriores a 1982. Hay exponentes de las décadas de 1920, 1930, 1950, 1960 y 1970; todos y cada uno de ellos lucen como 0 km. Bugatti, Bentley, Mercedes-Benz, Porsche, Alfa Romeo, Audi, Fiat, Jaguar, Maserati, Lotus y BMW son algunas de las marcas aquí representadas. Como cada año, hay caras conocidas y nuevos participantes, que no dejan de sorprenderse ante el despliegue de un mundo que no conocían. “Esto es fantástico y estoy asombrado por la organización de un encuentro de esta magnitud”, dijo Stephane Connery, quien dejó su negocio de arte en Nueva York por unos días para disfrutar de la carrera. Stephane lleva el apellido de Sean Connery, quien se caso con su madre cuando él era pequeño. El actor tomó desde siempre el lugar de padre. La pregunta era inevitable: ¿acaso de aquellos films protagonizados por su padre, como el agente 007, heredó la pasión por los autos? “En verdad mi pasión es más por el arte, pero ahora, acá, entiendo lo
Hoy, la edición 25 de la competencia culminará con la entrega de premios que los autos son capaces de despertar y lo disfruto enormemente”, respondió Stephane, quien participa con Thomas Seydoux en el auto 64, un Porsche 911 S de 1968. Unos metros más allá, la charla se daba entre un grupo de mujeres. Más allá de las numerosas damas que participan como copiloto, hay 5 tripulaciones femeninas.
“Nos divertimos muchísimo. Aunque el primer día fue con lluvia y frío, forma parte de esta aventura”, contó Valeria Beruto, que corre con un Triumph TR2 junto con Gloria Silva. Su vida está marcada por los autos clásicos. Siente por ellos el mismo amor que sentía su papá y que hoy comparte con sus hermanos. Pero la cosa no termina ahí, porque en
gentileza de Pablo schillaci
las 1000 Millas de 1997 conoció a Manuel Eliçabe, actual presidente del Club de Automóviles Sport, organizador de la competencia, y nació el amor. Ya casados, y con hijas, Valeria y Manuel siguen animando la prueba. También estuvo André Lotterer, piloto de Audi Sport, dos veces ganador de Las 24 Horas de Le Mans (2011
y 2012, junto con Marcel Fässler y Benoît Tréluyer) quien llegó desde Shanghai, donde el domingo último ganó la sexta fecha del Campeonato Mundial de Enduro con el Audi R18 e-tron quattro. Lotterer, que visita nuestro país por primera vez y corre con un Audi 859 Quattro de su propiedad, se mostró sorprendido por la belleza de los paisajes. “Esta una prueba muy importante no sólo en el país sino en el calendario mundial. Somos por tercer año consecutivo main sponsor de la competencia y con el apoyo de Audi Tradition trasladamos, desde el museo de Alemania, un Audi Sport quattro y un Wanderer W 25 K Roadster”, declaró el gerente general de Audi Argentina, Conrado Wittstat, que corre en un Audi coupé Quattro con su esposa como copiloto. Esta noche, la prueba culminará con la cena y entrega de premios. Pero no será una noche más. Este año se corre la edición número 25 de la competencia. Por eso, las copas se alzarán no sólo por los ganadores de las distintas categorías y las bodas de plata de las 1000 Millas Sport; también será por tantos soñadores y animadores que hicieron grande a esta competencia como Lory Barra, los hermanos Dellepiane, Luciano Viaro, Bitito Mieres y Germán Sopeña, entre otros. Ellos ya no están aquí, pero sus nombres reviven cada vez que un motor empieza a rugir, el olor a nafta inunda el aire y se pone en marcha otra prueba de clásicos. La pasión por los autos tiene esa caprichosa costumbre de burlar a la muerte.ß