El Festival de Toronto inaugura la carrera por los premios Oscar

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espectáculos

| Jueves 5 de septiembre de 2013

El Festival de Toronto inaugura la carrera por los premios Oscar cine. El encuentro canadiense es una vidriera inmejorable

para los films que darán que hablar en los próximos meses Viene de tapa

Este año, la apertura tendrá un altísimo perfil en términos de conexiones con la actualidad, porque el título de presentación será el estreno mundial de El quinto poder (The Fifth Estate), de Bill Condon, el primer acercamiento cinematográfico a la vida de Julian Assange y a la gestación de los WikiLeaks. La expectativa es enorme por la propia dimensión del tema y porque el mismo Assange (personificado aquí por Benedict Cumberbatch) ya manifestó su disgusto por el modo en que su figura y la de su iniciativa aparecen tratadas en este film, que tiene estreno confirmado en la Argentina para mediados de noviembre. En materia de actualidad también alcanzarán el primer plano un par de documentales: The Unknown Known, en donde Errol Morris mantiene un largo diálogo con el ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld, y The Armstrong Lie, en donde el renombrado ciclista se enfrenta a las denuncias sobre doping luego de ganar su octavo Tour de Francia. El ingrediente secreto Cameron Bailey, director artístico del festival, habló hace pocas horas del “ingrediente secreto” que convierte a Toronto en un encuentro único en su tipo. Ese toque aparece conectado al hecho de que Toronto es el único entre los grandes festivales de cine del año que no tiene carácter competitivo. Esto estimula a realizadores, productores e intérpretes a dar a conocer sus flamantes trabajos sin tanta presión sobre los hombros, mientras el interés se desplaza al gigantesco mercado de compras, ventas y adquisiciones de derechos que alcanza aquí su apogeo: títulos de realización independiente pueden ser proyectados desde aquí a la más alta consideración internacional a partir del interés despertado en ellos por los grandes estudios, que ven potencial para obtener premios y alcanzar enorme visibilidad internacional. Curiosamente, este mismo festival que dos años atrás dedicó al cine argentino una sección completa (City to City, consagrada a Buenos Aires), esta vez no incluye en su programación títulos argentinos. Igualmente llegarán hasta aquí ejecutivos, distribuidores y autoridades del Incaa, cuyo stand ya está estratégicamente instalado en el centro de prensa e industria. Es por todo eso que Toronto ofrece la mayor vidriera de toda la temporada en materia de lanzamientos: 146 de los 366 títulos pro-

El quinto poder, con Benedict Cumberbatch

Julianne Nicholson, Meryl Streep y Julia Roberts en Agosto

A Long Walk to Freedom, sobre Nelson Mandela

gramados este año, llegados de 70 países, tienen su lanzamiento mundial absoluto. En este sentido, además de El quinto poder, se espera con enorme expectativa la versión cinematográfica de Agosto (August, Osage County), la celebrada pieza teatral de Tracy Letts, con Meryl Streep y Julia Roberts en los mismos papeles que interpretaron en la Argentina Norma Aleandro y Mercedes Morán. También llegarán con ese carácter Mandela: Long Walk to Freedom, adaptación de la autobiografía del líder sudafricano, dirigido por Justin Chadwick y protagonizado por Idris Elba y Naomi Harris; Rush, de Ron Howard, recreación de la lucha por el campeonato de Fórmula 1 de 1976, con Chris Hemsworth como James Hunt y Daniel Brühl como Niki Lauda; The Dallas Buyers Club, en el que un sorprendente (e irreconocible) Matthew McConaughey interpreta a un enfermo de SIDA que contrabandea medicamentos desde México en los albores de esa epidemia. A la vez, se esperan con mucho interés títulos basados en acontecimientos reales y exhibidos hace pocos días en los festivales de Venecia y Telluride (EE.UU.), respectivamente, con tempranos y fuertes rumores de futuras nominaciones al Oscar: Philomena, de Stephen Frears, con Judi Dench en la piel de una mujer empeñada en recuperar a su hijo, robado medio siglo atrás por una comunidad religiosa, y el drama histórico 12 Years a Slave, de Steve McQueen (Shame), en el que Chiwetel Eljiofor interpreta a un hombre negro nacido libre que es secuestrado y confinado a la esclavitud en la Nueva York de 1841. Como se ve, la atracción de Toronto tal vez descanse en esa habilidad impar alcanzada aquí, que permite mezclar lo mejor de los grandes festivales del año y las novedades que no faltarán en la próxima competencia por el Oscar. Por esto también llegarán a la muestra los films más aplaudidos de Berlín, Cannes y Venecia. Como la ganadora del festival francés (La vie d’Adele, de Abdellatif Kechiche), y las nuevas películas de François Ozon (Young & Beautiful), Paolo Sorrentino (La grande belleza), Alfonso Cuarón (Gravedad), Ashgar Farhadi (The Past) y Hazao Miyazaki (Wind Rises), entre muchísimas otras. Esa combinación única en su tipo se refleja de múltiples maneras. También en la virtuosa convivencia entre notables títulos y directores de la escena independiente (y vanguardista internacional) y la llegada, a partir de hoy, de un centenar de estrellas clase A de Hollywood (Hugh Jackman, George Clooney, Sandra Bullock, Scarlett Johansson, Ewan McGregor, Jennifer Aniston, Clive Owen, Pierce Brosnan y las citadas Streep y Roberts son apenas un puñado de ejemplos). Se espera que también ellos sean protagonistas del centenar de fiestas y celebraciones programadas para los próximos 11 días. Algo que también ya forma parte esencial de la identidad del festival de Toronto y de la espléndida ciudad que lo alberga.ß

Rueda y Darín, padres en crisis

fox

cine

Darín, un héroe hitchcockiano séptimo (argentina-españa/2013). ★★★

buena. dirección: Pa-

txi Amezcua. guión: Patxi Amezcua y Alejo Flah. fotografía: Lucio Bonelli. música: Roque Baños. edición: Lucas Nolla. sonido: Martin Litmanovich. dirección de arte:

Cristina Nigro. elenco: Ricardo Darín, Belén Rueda,

Luis Ziembrowski, Osvaldo Santoro, Jorge D’Elía y Guillermo Arengo. distribuidora: Fox. duración: 88 minutos. calificación: apta para mayores

de 13 años.

B

uenos Aires luce imponente e impactante en las múltiples tomas aéreas que se aprecian en varios pasajes de Séptimo. Pero la ciudad y, sobre todo, el viejo edificio de la calle Brasil donde transcurre casi toda la primera mitad del relato, también son un infierno para el protagonista, encerrado dentro de esas paredes a la espera de alguna novedad sobre el paradero de sus dos hijos, misteriosamente desaparecidos tras un inocente juego familiar. Ese padre al borde de un ataque de nervios es Sebastián, un abogado recientemente divorciado de la española Delia (Belén Rueda) y ligado a casos extremos como los que Ricardo Darín ya interpretara en Carancho, El secreto de sus ojos y la reciente Tesis sobre un homicidio. Y Darín es, por supuesto, la gran carta de triunfo (al menos en el terreno comercial) que tiene este correcto y bastante eficaz thriller psicológico coescrito y dirigido por el catalán Patxi Amezcua. Aún a riesgo de convertirse en figurita repetida (es el segundo policial del año que protagoniza), Darín resulta siempre convincente en este papel de héroe hitchcockiano (un hombre común en circunstancias extraordinarias). La película trabaja en las escenas iniciales la posibilidad de que

Sebastián –que durante esas escasas y tensas horas en las que transcurre el relato tiene una decisiva audiencia de un caso de corrupción con fuertes connotaciones económicas y políticas– esté siendo manipulado con el secuestro de sus hijos, pero no conviene adelantar nada más sobre la evolución y derivaciones de la trama. Lo que sigue es un típico juego de gato y ratón, con varias vueltas de tuerca (más o menos) inesperadas, que Amezcua maneja con profesionalismo, pero sin demasiado virtuosismo ni capacidad de sorpresa (hay un buen uso de la cámara en mano para sostener el nervio y la tensión). Más allá de su impecable factura técnica, Séptimo repite buena parte de la fórmula padre-dispuesto-a-todo-por-salvar-a-hijos (una niña de 7 años y un chico de 9) que el cine ha trabajado en numerosas oportunidades. Y la experiencia se parece bastante a la de apreciar un episodio doble de cualquier serie televisiva (y no estamos hablando de gemas como Breaking Bad). De todas formas, la apuntada presencia de Darín –favorito del público desde hace ya varios años– y el fuerte lanzamiento (213 copias en todo el país) deberían ser argumentos suficientes como para que ese romance no se interrumpa justo ahora.ßDiego Batlle

cine

El arte del disparate el ataque (white house dow n , e sta do s u n idos/2013). ★★★ buena. dirección: Roland Emmerich.

guión :

James

Vanderbilt. fotogr a fí a : Anna J. Foerster. edición: Adam Wolfe. música: Harald Kloser y Thomas Wan-

der. elenco: Channing Tatum, Jamie Foxx, Maggie Gyllenhaal, Jason Clarke, Richard Jenkins, Joey King, James Woods. distribuidora : UIP. duración: 131 minutos. calificación:

apta para mayores de 13 años.

E

l ataque es una película loca. Su director, el alemán Roland Emmerich, pasó de ser un director de bodrios apilados y caóticos en el siglo XX (su Godzilla de 1998 como máximo ejemplo, pero también Stargate) a ser el responsable (palabra poco indicada) de películas gigantes y amantes del disparate, aptas para ser disfrutadas como entretenimientos gigantescos y trepidantes, pero ya sin la confusión del bochinche y el ruido clase A de su cine anterior. El Emmerich siglo XXI, menos preocupado por hacer un cine “de efectos especiales”, construyó una gran película con ellos y el fin del mundo, otra película loca: 2012. Era imposible tomarla en serio, y para eso bastaba con observar al estrafalario personaje de Woody Harrelson. Es conveniente acercarse a El ataque con una actitud apta para presenciar un relato chiflado. Una película de 150 millones de dólares de costo, pero de espíritu clase B, o menos. Un guardaespaldas (policía del Capitolio) que estuvo en Afganistán y que está divorciado y que tiene una hija de once años. Con la hija tiene problemas de relación, por supuesto. Y la hija es fan –como se es fan de Justin Bieber– de la Casa Blanca y del presidente al estilo Oba-

ma interpretado por Jamie Foxx. Sí, fanática de esos temas. El guardaespaldas en cuestión es Channing Tatum, bonito y fortachón. Y quiere entrar en el Servicio Secreto, pero tiene una entrevista y una ex de la facultad que ahora es jefa allí (Maggie Gyllenhaal) no lo acepta. Pero nuestro héroe se queda con su hija a la visita guiada de la Casa Blanca, justo cuando unos tipos muy armados toman el lugar. La película se pone en llamas, literal y metafóricamente hablando: tiros, tiros y tiros (con un verosímil balístico muy bajo), hackeos, intrigas de “alta política” con un nivel de complejidad digno de un póster adolescente. Es tan bestial y tan simplona la trama de intereses y de intenciones que cualquier proyecto de tomarla en serio choca con planos de banderas, chistes toscos, arsenales nucleares a punto de reventar el planeta con claves anotadas en papelitos y un largo etcétera. El ataque tiene toda la apariencia de una gran broma muy autoconsciente guionada por James Vanderbilt (el mismo de Zodíaco, es decir, son pocas las chances de que haya escrito esto desde la ingenuidad), con el agregado de actores extraordinarios en los papeles secundarios: la mencionada Gyllenhaal, más los enormes James Woods y Richard Jenkins. Y si la película no hace un aporte mayor al gran arte del disparate es principalmente porque las peleas cuerpo a cuerpo no son todo lo potentes e imaginativas que prometían y porque después de la secuencia de la persecución automovilística en los jardines de la Casa Blanca (digna del Coyote y del Correcaminos) ya nada llega a esas alturas. El ataque, finalmente, es una de esas películas sobre las que es más lógico preguntar si está buena antes que si es buena.ß Javier Porta Fouz