¿Cómo puedo convivir con mi esposo no creyente? Por Gillian Ferwerda Usado con permiso Vivir con un esposo no creyente puede resultar difícil. Ojalá tuviera el poder para hacer que las cosas fueran mejor en tu vida. Ojalá tuviera más sabiduría para compartirte. Ojalá pudiera darte la fortaleza que necesitas. Ojalá pudiera hacer que tu esposo fuera cristiano. No puedo hacer ninguna de estas cosas, pero sí sé a quién puedes llevarle esta carga. Es probable que estás cansada, irritada, temerosa del futuro y de las consecuencias de las malas decisiones de tu esposo y que anheles su salvación. Sé que lo amas a pesar de que él te haga la vida difícil. Sólo puedo imaginar la mezcla de emociones que tienes. Reconoce quien es Dios, tu identidad, y su provisión. Pido a Dios que recuerdes que no estás sola. En la Biblia, Dios habla de Israel y de la iglesia como su esposa. Él ama profundamente a su esposa, al igual que tú amas a tu esposo. Pero Israel también se rebeló contra él y cometió adulterio espiritual. En tu caso, ya sea que tu esposo haya o no cometido adulterio en el sentido literal, tú y él son diferentes de una manera importante— ambos tienen valores diferentes; su fuente de poder también es diferente—y esto puede traer a tu vida sentimientos de abandono y soledad. Es posible que haga burla de ti y te haga la vida difícil. Pero recuerda que Jesús también sintió el acoso de quienes no creían en él, también sufrió la tentación, la traición, el cansancio, el dolor.... y muchos de los sentimientos que tal vez tengas ahora. Sólo quiero que sepas que no estás sola, que nuestro Dios Todopoderoso está contigo. Él comprende tu dolor y te acompaña. Pero además, el Señor no solo está contigo, sino que él es tu verdadero esposo – quien te ama profundamente, quien se preocupa verdaderamente por ti, y quien satisface completamente tus necesidades. Nunca debemos esperar que nuestros cónyuges puedan darnos nuestra identidad, o proporcionarnos la vida perfecta y feliz, que nos haga sentir “plenas.” En un sentido, el matrimonio es solo una alegoría, un bosquejo, y anticipo de una realidad mucho más grande en la que esperamos, nuestra unión con Dios (Efesios 5:21-30). Tú solo puedes tener una idea de esto en esta tierra, pero inmagínate lo maravilloso que es saber que ¡Cristo es tu esposo perfecto! y que compartes ese inmenso amor que echa fuera el temor, que te consuela en tus pruebas y desilusiones, y que además te llena de un profundo gozo. El Señor está contigo, y te eligió como su novia, pero él también te está dando la capacidad de amar a tu esposo. Al pertenecerle, Dios te ha dotado de una vida nueva y te ha dado su Espíritu, quien te da la gracia para obedecerle y soportar cualquier prueba. Él te fortalece para responder de manera piadosa, (como lo haría Cristo) ante los sufrimientos: como cuando tu esposo se burla de ti, cuando toma decisiones imprudentes o impías, cuando te provoca, etc. Hoy te pido que compruebes, vivas, y dependas solo de Dios y su gran poder. Pero, es posible que digas que tu matrimonio y sufrimiento solo sean la consecuencia de tu propia decisión equivocada, antes de que conocieras a Cristo. Sin embargo, eso no afecta la presencia y el cuidado del Señor en ti. ¿Crees que Dios no sabía lo que ibas a hacer, incluso antes de la fundación del mundo, y aún así determinó dar su vida por ti? Él está contigo en tu sufrimiento. Él te llama a ser su amada. Además, el Señor utiliza tus pruebas y sufrimientos para
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perfeccionarte y transformarte en su novia perfecta. Cada vez que te muestras paciente ante las palabras ásperas e hirientes, cada vez que le demuestras amor a tu esposo, a pesar de no sentirte amada por él, cada vez que te niegas a ser dominada por tus temores y los pones de nuevo en las manos del Señor, él usa tu fe y confianza como hilos de plata pura que entreteje en tu túnica real y añade otro joya a tu corona. Jesús mismo te está limpiando y purificando, y te está preparando para ser su esposa (Efesios 5:26-27). Vive de acuerdo a su llamado Dios te ha equipado para hacer lo que él te ha llamado a ser, pero ¿a qué te ha llamado? En primer lugar, él te ha llamado a honrarle. Nuestra relación con el Señor afecta nuestras relaciones con los demás. Puede haber momentos en que sientes que quisieras volar, o tirar tu anillo, o salir corriendo. Sin embargo, la Biblia nos llama a permanecer con nuestros esposos no creyentes, a menos que ellos decidan terminar el matrimonio (1 Corintios. 7:10-16). Honrar tu compromiso con tu cónyuge es honrar al Señor que te ha colocado en esa situación, ese lugar, y esa relación matrimonial (1 Corintios 7:17; Hechos 17:26-28). Dios ama el matrimonio y odia el divorcio (Hebreos 13:4; Malaquías 2:15-16; Génesis 2:18-25; Mateo 5:32; Mateo 19:1-12). Al honrar tu compromiso estás reflejando en ti la imagen del Señor, el Dios que cumple su palabra y mantiene su pacto y fidelidad. Por otra parte, recuerda también que el Señor es tu defensor, tu protector, tu proveedor, tu amado—todo lo que el marido perfecto debe ser. Así que ante tu situación adversa, ¡pon tus ojos en el Señor! En segundo lugar, Dios nos llama a honrar y respetar a nuestros esposos. Es posible que algunas veces tu marido no parezca ser un hombre digno de respeto. Pero el Señor te pide amarlo y respetarlo. Sin embargo, es bueno aclarar que este tipo de circunstancias se presentan de forma diferente en cada matrimonio y situación. Lo que quiero decir, es que no siempre tienes que actuar como un objeto inanimado, sufriendo en silencio; o que nunca expongas la verdad, o un consejo constructivo, desde luego, haciéndolo con amor. Tampoco significa que aceptes la anulación total de tu persona, o el no hacer nada para tu propio beneficio, o que nunca expreses una opinión y siempre cedas a sus caprichos. Que no te niegues firmemente a obedecerlo si te induce al pecado. Es por esto que resulta crucial aprender a pensar discernir bíblicamente sobre lo que tu marido te pide o te exige. El significado de “honrar,” es no devolver mal por mal, o cobrar ojo por ojo (Proverbios 26:4; 2 Timoteo 2:23-26). Pide al Señor que te muestre lo que es amar, respetar, honrar, y dar gracia a tu marido—en tu situación particular, en tu vida. Podrías animarlo, dirigir sus energías, elogiarlo cuando él hace las cosas bien y al mismo tiempo honrar a Dios por su gracia, que te permite devolver bien por mal. A menudo, la clave para honrarlo es convencerte de que no puedes cambiarlo. Tratar de cambiarlo puede conducirte a la manipulación, a palabras airadas, a exigir, a dictar, etc. Sólo Dios puede cambiar a una persona. Por tanto, ora por él y por su salvación. Esto es parte de honrarlo y amarlo—así estás trabajando por su bien eterno. Por otra parte, tu comportamiento puede hablar con más fuerza que tus palabras. Tal vez por la forma en que vives, lo amas, le respondes, o tienes paciencia con él, el Señor use estas cosas para traer la salvación a tu marido. Sólo piensa: ¡Puedes ser parte de la respuesta a tu propia oración, su salvación! ¡Puedes ser parte de la obra eterna de Dios en la vida de tu marido! ¡Qué privilegio, hacer lo que pesa más (aunque no minimiza) que el dolor de tu sufrimiento! Como Pedro escribió:
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Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa. Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor (1 Pedro 3:1-6). Ruego a Dios que también puedas encontrar aliento y ayuda en tu comunidad cristiana. Es importante para tu propio ánimo. Tienes un duro camino por delante, —deja que Cristo, tu novio, te ame y te anime a través de su cuerpo que es la iglesia. Pido al Señor que otros hombres del cuerpo de Cristo también se acerquen a tu marido, le ofrezcan su amistad y le animen. Ellos también pueden ser parte de la gloriosa obra de Dios en la vida de tu esposo para atraerlo a la salvación. Por último, ruego a Dios que descanses en Cristo. Nunca serás la esposa perfecta, así como tu esposo jamás será el cónyuge perfecto aún si fuera cristiano. Cuando no puedes ser “la esposa perfecta" o incluso una buena esposa; cuando respondes a su pecado de maneras pecaminosas, Cristo cubre tus fracasos. Él te perdona cuando confiesas que te equivocaste. Cristo te da la fuerza para ir con tu marido, admitir que has pecado contra él y pedirle perdón, aun si tu marido estuviera más equivocado que tú. De la manera en que manejes tus fracasos y pidas perdón, dependerá más que nada el que acerques a tu esposo cada vez más a la gracia de Dios. Sigo orando por ti, por tu amor, sabiduría, fortaleza, ánimo y perseverancia. Y oro por la salvación de tu esposo. Ciertamente tienes un camino difícil, pero con ello también el gran privilegio de ser el instrumento de Dios en la vida de tu esposo, día con día y momento a momento. Tú has sido transformada y equipada por Dios para hacerlo.
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