¿PUEDO EDIFICAR MI SALVACIÓN CON MIS BUENAS ... - ObreroFiel

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¿PUEDO EDIFICAR MI SALVACIÓN CON MIS BUENAS OBRAS? Aprendiendo a confiar en la base del plan de Dios para nuestra salvación Tal vez se deba a mi trasfondo como arquitecto y a mis años en la escuela de diseño, pero siempre me ha fascinado la industria de la construcción. Cuando me acababa de graduar como arquitecto, realmente no tenía clientes para quienes trabajar, ¡así que me convertí en mi mejor cliente! Trabajaba constantemente en mi casa, y recuerdo lo satisfactorio que era. Por esos primeros años en mi matrimonio, puedo decirles que “mejorar la casa” ¡era realmente mi Dios! Gasté gran cantidad de dinero y gran cantidad de horas tratando de arreglar mi casa. Sólo en ello pensaba. LAS BUENAS CONSTRUCCIONES REQUIEREN DE BUENOS PLANOS Si hay algo que aprendí en la escuela de arquitectura, fue la importancia del diseño. Aquellos de ustedes que hayan hecho adiciones o remodelaciones a sus casas saben de lo que hablo. Pueden gastar gran cantidad de dinero y no estar seguros de que tendrán un hermoso producto terminado cuando lo concluyan. Todos hemos visto adiciones costosas que estuvieron bien hechas, pero muy feas. También puedes trabajar muy duro y producir construcciones feas. Es claro que no es el dinero o la habilidad lo que determina la belleza del producto terminado. Un buen diseño es la base de las buenas construcciones. EL DISEÑADOR ES LO MÁS IMPORTANTE Si cualquier diseño es la base para una buena construcción, entonces tenemos que reconocer el valor de la fuente del diseño. Y si el diseño es lo más importante, entonces ¡el diseñador es el centro de todo! Ciertamente los constructores son importantes, los cimientos son importantes, también lo son los trabajadores, pero el diseño es el fundamento para el éxito de la edificación. Sin un diseñador original, toda nuestra labor sólo producirá una fea construcción. El notable arquitecto inglés Sir Christopher Wren estaba supervisando la construcción de una magnífica catedral en Londres. Un reportero pensó que sería interesante entrevistar a algunos de los trabajadores, así que eligió a tres de ellos y les hizo esta pregunta, “¿qué estás haciendo?” El primero respondió, ‘Estoy cortando piedra por 10 chelines al día,’ El siguiente contestó, ‘Estoy invirtiendo 10 horas diarias en este trabajo.’ Pero el tercero dijo, ‘Estoy ayudando a Sir Christopher Wren a construir una de las más grandiosas catedrales de Londres.’ Como ven, el último obrero comprendió que aunque él tenía un importante propósito en el proceso de construcción, a última instancia, ¡su éxito, estaba ligado al diseñador original! DIOS NOS ADVIERTE DE NO PENSAR QUE SOMOS EL CENTRO La Escritura nos dice que no nos dejemos envolver en nuestra propia obra y logros. Cuando nos centramos en nosotros mismos, comenzamos a caminar por un camino de religiosidad que eventualmente erosionará nuestra salvación. Colosenses 2:16-17 (LBLA) “Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo; cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo.” PREPARÁNDONOS PARA CONSTRUIR ¿Alguna vez te has preguntado sobre la condición espiritual de alguien? ¿Hay gente que conoces en tu vida que está en un punto diferente en su caminar con Dios? Yo creo que está en nuestra naturaleza el ser curiosos acerca de los demás, y puesto que estamos atrapados en este mundo físico y material, es fácil tratar de imaginarnos cómo es la gente, basándonos en lo que vemos. Así que, vemos la condición exterior de la persona sentada a nuestro lado y la juzgamos. calculamos. Tratamos de averiguar si la persona tiene lo que se necesita. ¡medimos! Lo mismo que si

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estuviera tratando de imaginarme si una pieza de madera podría abarcar una distancia determinada; en algún momento tendré que sacar la cinta de medir y comprobarlo por mí mismo. Pero la gente es un poquito diferente a la madera. Puesto que a menudo nos vemos impulsados a buscar una norma objetiva para medirnos mutuamente, con frecuencia nos basamos en las obras que esa persona hace para acreditar a su cuenta. La gente mide los logros. Todos nos medimos mutuamente todo el tiempo. A menudo nos encontramos en la situación de medirnos mutuamente para ver si somos tan espirituales como el de al lado. ¡Tratamos de determinar quien tiene la medida “correcta,” por la que califican para el cielo! ¿No te has encontrado haciendo eso con los demás, aun en el nivel social? Hombres y mujeres a menudo usan diferentes estándares para compararse mutuamente, pero parece que está en nuestra naturaleza el medirnos unos a otros. En una reunión los hombres se saludan y se presentan a otro y no pasa mucho tiempo antes que surja la pregunta sobre la ocupación: “Hola, ¿cómo te llamas?” “¿Qué dijiste que hacías?” Los hombres quieren saber qué es lo que hace el otro para ganarse la vida, en un intento por ver dónde se encuentran ellos dentro del grupo, en cuanto a la posición de estatus y poder. Las mujeres no son muy diferentes; ellas simplemente tienen una cinta de medir diferente. Cuando dos mujeres se saludan, no pasa mucho antes que se pregunten si están casadas y cuántos hijos tienen. Mientras que los hombres se miden por el estatus desde la perspectiva de trabajo y los logros, las mujeres se miden desde la perspectiva de las relaciones. TAMBIÉN MEDIMOS LA SALVACIÓN DE LOS DEMÁS Bien, cuando surge el tema de la espiritualidad en una conversación, no pasa mucho antes que comencemos con el mismo juego de las mediciones. Queremos ser al menos tan espirituales como la persona con quien estamos hablando, y es importante para nosotros tener la oportunidad de demostrar nuestra espiritualidad. Después de todo, compramos carros lujosos para demostrar nuestra posición material en el mundo, y a menudo nos encontramos necesitando también una cartelera espiritual. ESTABLECEMOS UNA SERIE DE MEDIDAS POR LAS QUE NOS MEDIMOS UNOS A OTROS Si vamos a medirnos espiritualmente unos a otros, vamos a necesitar algunas marcas concretas en la cinta de medir que podamos señalar a todos y decir, “¡Vean, sí doy la medida!” Así que, como seres humanos a menudo nos encontramos aferrados a las trampas y las “obras” del comportamiento religioso, ¡para poder contar con una forma de medir a los demás y justificarnos a nosotros mismos! Podrás notar algo interesante en Colosenses 2:16: Colosenses 2:16 (LBLA) “Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo.” ¿Notaste que Pablo no dice que los colosenses no deben dejar que la gente los juzgue basados en su observancia de EL día de reposo, sino por su observancia de UN día de reposo? Mira, mientras que Dios había ordenado que se observara EL día de reposo, al paso del tiempo, los judíos habían añadido muchos más días que ellos sintieron que necesitaban guardarse como el Sabbat! Ahora no había UN día para observar en la semana, sino ¡muchos más que habían sido añadidos por los hombres! Usualmente los judíos trataban los primeros y últimos días de sus festividades religiosas como si fueran Sabbat, y había muchos otros días que fueron elevados también a este estatus.

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Parece que nosotros deseamos tanto medirnos mutuamente y medir nuestra intensidad religiosa, que ni siquiera estamos satisfechos con las marcas en la cinta de medir que nos fue dada por Dios. ¡Queremos añadir incrementos adicionales! Dios puede darnos las marcas de los metros, pero está en nuestra naturaleza añadir a los centímetros, y también a todos los milímetros! Como resultado, los judíos añadieron todo un grupo de requerimientos adicionales a la ley, y éstos¡se convirtieron en sus tradiciones! Esta clase de cosas es conocida como “religiosidad” y es ofensiva para Dios: Mateo 15:3-9 (LBLA) “Y respondiendo Él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición? Porque Dios dijo: “honra a tu padre y a tu madre,” y: “quien hable mal de su padre o de su madre, que muera.” Pero vosotros decís: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado, no necesitará más honrar a su padre o a su madre.” Y así invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros cuando dijo: “Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí.” “mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres.” Ahora, miremos de nuevo Colosenses 2:17 por un momento: Colosenses 2:17 (LBLA) “Cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo.” Las sombras son una distorsión. En la Escritura, la palabra usada para sombra (skia) a menudo es usada para expresar cualquier cosa imperfecta o insubstancial, mientras que el término usado para cuerpo (sooma), era usado en el sentido opuesto para expresar cualquier cosa substancial, sólida y firme. LAS SOMBRAS DISTORSIONADAS SON EL RESULTADO DE NUESTRA PROPIA OBSTRUCCIÓN Cuando comenzamos a celebrar todas las cosas que hacemos en pro de nuestra propia espiritualidad, cuando comenzamos a celebrar nuestras propias tradiciones y hechos, estamos distorsionando la verdad de Dios. Entonces obtenemos algo imperfecto e insubstancial. Estamos, en efecto, estorbando el camino del verdadero plan de Dios para la salvación, y cuando lo hacemos creamos una distorsión de su plan. ¡La sombra aparece cuando nos interponemos en el camino del Hijo! El resultado es algo que es más frío, más oscuro, y engañoso ¡porque distorsiona la imagen original! Y cuando nos encontramos ante Dios de esta manera, ¡comenzamos a centrarnos en nosotros mismos! Esa sombra no está revelando nada acerca de Dios; ¡está revelando algo acerca de nosotros! Colosenses 2:18-19 (LBLA) “Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal, pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios.” CUANDO NOS INTERPONEMOS EN EL CAMINO DEL DISEÑADOR, COMENZAMOS A CENTRARNOS EN NOSOTROS MISMOS Lamentablemente, las sombras no reflejan la luz, sino el objeto que se interpone en el camino de la luz. Y eso es lo que Pablo está tratando de decirnos en este pasaje. Es fácil centrarnos en el objeto de la creación de Dios y perder de vista a Dios mismo. Más que eso, cuando comenzamos a centrarnos en nosotros mismos y en lo que hacemos para ser ‘religiosos’ ¡automáticamente también dejamos de interesarnos en los demás!

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EL ENFOQUE EN NUESTRO PROPIO DESEMPEÑO RELIGIOSO, NOS ALEJA DE DIOS Y SU FAMILIA Cualquier cosa que cause que nos centremos en nosotros mismos, quitará nuestra atención de todo y todos lo demás. Los constructores tienen que hacer muchas cosas. Tienen que medir y planificar, y a veces aun deben demoler viejas áreas de construcción para dejar lugar a la creación de algo nuevo. Pero como cristianos necesitamos reconocer que la religiosidad tiene en sí misma una poderosa fuerza destructiva: La religiosidad arruina las relaciones. Lee Colosenses 2:18 y mira lo que sucede cuando nos centramos en las cosas religiosas, en vez de en el Dios que es la fuente de toda religión: Colosenses 2:18-19 (LBLA) “Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal, pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios.” ¿Qué quiere decir Pablo aquí cuando habla acerca de la adoración a los ángeles? Históricamente ha habido un par de formas en que los cristianos han interpretado las palabras de Pablo. La primera es el ver a los ángeles como objeto de nuestra devoción. Ya sabes, significaría que nos encontraríamos adorando a los ángeles en lugar de a Dios. Muchos de nosotros ya lo hemos hecho, cuando celebramos y veneramos nuestras tradiciones religiosas más de lo que adoramos a Dios quien es la fuente de estas tradiciones. Tengo un amigo católico, por ejemplo, quien está más preocupado por tomar la comunión que por cualquier otra cosa que pueda relacionarse con Dios. Casi nunca abre la Escritura, pero jamás deja de asistir a misa. OBJETOS DE ADORACIÓN Permítanme ilustrar cuán tonto es esto. My abuelo murió el año pasado y él era el constructor más consumado del mundo. No puedo imaginar a alguien que sea un carpintero más talentoso y dedicado. Al pasar los años, él me dio varias chucherías importantes y objetos personales que guardo en casa. Éstos tienen un significado para mí. Pero mientras él vivía, y aun ahora que está muerto, el pasar tiempo con estos objetos, ¡nunca se compara con el tiempo que pasaba con él! De hecho, la única razón por la que estos objetos eran importantes para mí es porque me lo recuerdan a él. Pero, si se diera la oportunidad, yo nunca escogería pasar tiempo con los objetos si pudiera en vez de eso pasar tiempo con mi abuelo. Cuando desarrollamos una religiosidad que se centra en la creación de Dios (incluyendo sus mandamientos y seres creados), es similar a adorar todas las cosas de mi abuelo, pero nunca querer conocerlo realmente. ¡Esta es la clase de religiosidad que nos aleja de Dios! ¡Encierra en un círculo la frase “pero no asiéndose a la Cabeza..” en el verso de arriba! La otra interpretación tradicional de la adoración a los ángeles, es ver esta adoración como un tipo de adoración que es similar a la adoración ¡efectuada por los ángeles! En otras palabras, Pablo nos está advirtiendo que no pretendamos ser como los ángeles en la forma en que adoramos a Dios. Esto es como re-escribir el pasaje y decir: “Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en mortificar su cuerpo y andar con la aparente modestia de un ángel, imitando la santidad superior, con el fin de ganar discípulos…”

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Como ves, este tipo de falsa devoción nos aleja de los demás. Es divisiva. Nos hallamos a nosotros mismos tratando de superar al de al lado en nuestra aparente devoción a Dios. Nos llenamos de orgullo de nuestro propio comportamiento comparándonos con los demás, dividiendo a la familia de Dios. Y solo en caso de que no estés enterado, Dios odia las divisiones: Romanos 15:7 (LBLA) “Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios.” Gálatas 5:19-21 (LBLA) “Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” EL DESTRUCTIVO PODER DE LA RELIGIOSIDAD Verán que cuando nos enfocamos en nuestros propios esfuerzos para adorar en vez de en el objeto de la adoración, ya no estamos alineados con otros creyentes hacia una meta común. Ya no somos parte de la familia de la iglesia que está enfocada hacia Dios. En cambio hemos permitido que la religiosidad desbarate nuestra unidad y nuestras relaciones, al crear una serie de individuos que están concentrados en su propia conducta religiosa, comparándola con la de los demás. Dios desea hacer alguna obra de demostración dentro de la iglesia, pero su obra de demostración tiene menos que ver con el cuerpo de Cristo que con el corazón del hombre. Dios quiere demoler tu antigua manera de pensar acerca de él. Dios quiere demoler tu religiosidad ¡para que puedas enfocarte en él! 2 Corintios 5:16-17 (LBLA) “De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne; aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.” DIOS QUIERE TU CORAZÓN A Dios no le interesa todo tu aparente comportamiento religioso. ¡Dios quiere que primero cambies tu corazón! Luego el comportamiento eventualmente le seguirá. Pero como humanos no podemos medir la condición del corazón. Después de todo, ni siquiera podemos ver la condición de nuestros corazones. Y nuestra naturaleza humana está enfocada en lo que podemos ver. Nos enfocamos en lo que está en el exterior. En el departamento de policía debemos contratar docenas de nuevos reclutas anualmente, y como parte de este proceso entrevistamos a todos y cada uno de los candidatos. Ahí descubres que muchos de estos nuevos contratados, solicitan el trabajo simplemente porque quieren usar el uniforme. Ellos quieren la apariencia del poder. Quieren que la gente los vea diferentes. Si esta gente es contratada, tienden a ser muy “blanco y negro,” y muy sentenciosos. Después de todo, ellos están enfocados en la apariencia del poder y en la nueva autoridad que esta apariencia les proporciona. Los muchachos y muchachas como estos tienden a ser muy mezquinos y ególatras. Se basan en su propia autoridad y capacidad. Eso es por lo que necesitamos ser muy cuidadosos en el proceso de contratación para examinar las verdaderas intenciones y el corazón de cada candidato. Si no somos cuidadosos como cristianos, nosotros también nos enfocamos en nuestra apariencia exterior e ignoramos la naturaleza de nuestros corazones. Y podemos fácilmente comenzar a pensar que nuestra apariencia exterior y nuestra actuación tienen algo que ver con nuestra salvación. Lee la parte final de este pasaje en Colosenses: Colosenses 2:20-23 (LBLA)

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“Si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: no manipules, ni gustes, ni toques (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso), según los preceptos y enseñanzas de los hombres? Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne.” LAS BUENAS OBRAS NO PUEDEN COMPENSAR EL PECADO En la traducción de La Biblia de Las Américas, se nos dice que esta clase de comportamiento de buena apariencia, conductas “religiosas” - “carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne.” ¡Eso parece no tener sentido! Pablo nos está diciendo que el buen comportamiento ¡no tiene valor en vencer un mal comportamiento! Bueno, si nos estamos comportando bien, ¿no estamos eliminando el mal comportamiento? Parecería que el buen comportamiento sería la cura para el mal comportamiento. Pero Pablo es claro aquí; nada de lo que hagamos puede acabar con nuestro problema del pecado. El pecado nos separa de Dios. En su santa perfección, él es muy diferente a nosotros. Él tiene el poder perfecto para hacer lo que le plazca y nosotros no tenemos un poder de esta naturaleza. Por tanto, no podemos construir un puente hasta él; quien como constructor maestro es él quien debe construir un puente hasta nosotros…. SOLO DIOS CONSTRUYE UN PUENTE De hecho, hay una fricción entre el llamado a la perfección y la gran comisión. Creo que hay una realidad práctica en nuestra inhabilidad para ser tan perfectos como Dios. Si es que has vivido más de 10 años o algo así, te das cuenta de que no puedes controlar todo el pecado en tu vida. Podrías tratar y aun desear eliminar el mal comportamiento, pero es imposible. Aun Pablo batallaba con la imposibilidad de la perfección: Romanos 7:14-15 (LBLA) “Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino lo que aborrezco, eso hago.” ¿Por qué crees que Pablo luchaba con esto? ¡Creo que porque él era de esa clase de hombre de la “gran comisión!” De hecho, creo que entre más rodeado estés de inconversos mucho más batallarás con el pecado. Entre más te muevas dentro del mundo perdido con el Evangelio de Jesucristo, más vas a ser tentado por el mundo perdido. Los apóstoles eran los más agresivos de los misioneros de Dios, y como resultado, muchos de ellos llegaron a entender su propia naturaleza pecaminosa. Mira lo que el apóstol Juan dijo: 1 Juan 1:8-10 (LBLA) “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros.” DIOS QUIERE QUE LO VIVAS PARA QUE PUEDAS DIFUNDIRLO Así que ¿cómo lidiamos con nuestra continua exposición a los no creyentes y nuestra continua tentación a pecar? Dios nos está llamando a no depender de nuestro propio poder para construir, sino de su poder para construir. Dios nos está llamando a no depender de nuestra habilidad para obedecer los diez mandamientos que le dio a Moisés, sino depender del don gratuito que nos dio en Jesucristo: Hebreos 3:1-6 (LBLA)

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“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. El cual fue fiel al que le designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque Él ha sido considerado digno de más gloria que Moisés, así como el constructor de la casa tiene más honra que la casa. Porque toda la casa es hecha por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios. Y Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde; pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.” ¿Y cuál es esa esperanza? Es la fe que tenemos en el don gratuito que nos ha sido ofrecido por Dios. Como cristianos, todos debemos entender que no tenemos nada de qué gloriarnos, ni la habilidad para ser perfectos por nosotros mismos. Todos nosotros, debemos vivir una vida en la cual dependamos de la gracia de Dios, y perdonemos a los demás cuando demuestren una necesidad similar. RESPONDIENDO A LAS CRÍTICAS Ahora, todos conocen a gente que negarán que haya un Dios, pero alegan que si Dios existe en el cielo, entonces su propio buen comportamiento algún día los haría merecedores. Afirmarán que ellos han sido ¡lo “suficientemente buenos!” La gente así tiende a creer que cada buena acción es motivada por algo. Les cuesta trabajo creer que alguien haría algo bueno, si es que no hubiera nada que ganar para ellos. Recientemente recibí un correo electrónico de alguien que visitó nuestra página web de “Convénceme Por Favor.” Y no podía creer que quisiéramos alcanzar al mundo si es que no hubiera algo de ganancia para nosotros. El correo se titulaba, “Dinero, Dinero, Dinero” y contenía este mensaje: Oiga Pastor Jim, Usted no necesita avergonzarse. Yo sé por qué hace lo que hace, por dinero. Es simple – la nueva vida para los ministerios actuales es para obtener dinero de la congregación. Niéguelo y le mostraré los datos fiscales del IRS (Servicio de Impuestos sobre la Renta), sin mencionar que ustedes les ocultan las ganancias reales para hacer más dinero. Venga a mi campamento, Pastor Jim, y dígales a los niños cuánto dinero hace usted. Sí, los ministerios son una excelente forma de hacer dinero y todo bajo el pretexto de que usted ‘ama’ a Dios. Buena suerte con todo lo que hace por dinero…. o quiero decir por Dios. No se moleste en negarlo. Estoy seguro de que se merece esos ingresos ¿no? Después de todo, usted fue a la universidad, así como los Apóstoles lo hicieron y estudió al igual que lo hizo Jesucristo,…. ¿o no fue así? De cualquier manera, estoy seguro de que se merece el dinero que usted invierte en las largas horas de los domingos y vacaciones entre semana, excepto por el día que da estudios bíblicos, seguro no querría que se publicaran números en su congregación que significarían una pérdida de ganancias ¿correcto? Es curioso cómo hace usted dinero cuando ninguno de los Apóstoles lo hizo, y curiosa la forma en que si le diera a su congregación la responsabilidad, usted podría tener un trabajo de verdad y dejar de vivir de los ingresos de ellos. Vaya y reflexione en esto, ya que tiene todo ese tiempo libre para ‘estudiar.’ Adiós, hijo de Satanás. Desde luego, él no se da cuenta de que tengo que trabajar como oficial de policía, para poder financiar todos los ministerios que hacemos como familia. Verán, está en nuestra humana naturaleza el ver una conexión entre el trabajo y la recompensa. Si no creemos en Dios para nada, entonces sospechamos del porqué alguien haría cualquier cosa que implique un sacrificio. ¡Queremos saber qué es lo que sacan ellos con eso! Pero si sí creemos en Dios, aún debemos ser cuidadosos de no caer en una manera de pensar basada en las obras. Debemos tener cuidado de recordar que hay una diferencia entre recompensa y salvación. Mientras que la Biblia es clara en que nuestras buenas obras nos harán ganar una recompensa en el cielo,

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la Biblia también es clara en que esta recompensa no tiene que ver nada con la salvación. Dios quiere que sepamos que las buenas obras aquí en el planeta tierra tienen un valor para nosotros como humanos, pero él no quiere que pensemos que tienen algún valor para nuestra salvación: Tito 3:1-9 (LBLA) “Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra; que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres. Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es ésta, y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Éstas cosas son buenas y útiles para los hombres.” Este pasaje es uno de los muchos que describen con claridad la relación entre las obras y la fe. Las buenas acciones son realmente buenas y valiosas ¿para quién? ¡Son buenas y valiosas para los hombres! Pero no son valiosas para Dios en el sentido de que éstas puedan salvarnos: “Él nos salvó, no en base a las obras de justicia que pudiéramos haber hecho, sino de acuerdo a su misericordia.” NO PUEDES SUBIR LA ESCALERA Ésta es una nación difícil, porque como humanos estamos inclinados a continuar asociando las buenas obras con la recompensa. Así que no debe sorprendernos que cualquier otra religión del mundo requiera que trabajes por tu entrada al cielo. Cuando trabajamos con los mormones, ellos describen el plan de salvación como rellenar la brecha que hay entre Dios y el hombre de una manera que convierte lo que deberían ser “buenas noticias” en otro poco de “malas noticias.” En su manera de pensar, Jesús, a través de su muerte y resurrección, simplemente hace posible que nosotros seamos resucitados. Su muerte en la cruz no es un regalo de salvación; su resurrección posterior es simplemente la esperanza de una nueva vida. En esencia, es como si Jesús estuviera ofreciéndonos una puerta para el cielo pero una puerta que se encuentra en la cima de una escalera que debemos subir con nuestro propio esfuerzo. Pero el problema es que las buenas obras son requerimiento para subir la escalera, y cada vez que cometemos un error, especialmente cuando repetimos los errores de los que ya nos hemos arrepentido en el pasado, nos deslizamos un peldaño hacia abajo. No tenemos que haber vivido mucho como para darnos cuenta de que esta es una meta inalcanzable. Es imposible ser lo suficientemente perfecto para estar calificados para el cielo. Pablo sabía eso y les advierte a los gálatas que no traten de alcanzar la perfección por sí mismos. Gálatas 3:3 (LBLA) “¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?” Gálatas 3:10-11 (LBLA) “Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: maldito todo el que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque el justo vivirá por la fe.” TUS OBRAS NUNCA PODRÁN SER SUFICIENTES

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Dios claramente quiere que entendamos que no hay nada que podamos hacer por nosotros mismos, para rellenar el hueco que nos separa de él. Imagínate a Dios de pie al otro lado de un abismo de siete metros de ancho, y a ti, tratando de idear una manera de llegar hasta él. Has pensado saltar la brecha, pero es claro que jamás lo lograrías. Caerías al profundo barranco y te matarías. Bueno, si crees que tus buenas obras pueden hacer que lo atravieses, estás calculando mal la naturaleza de la distancia y la profundidad del barranco, así como la naturaleza de tus propias buenas obras. A los ojos de un Dios santo y perfecto tus buenas obras no son la cuerda que se requiere para atravesar el abismo. Tus buenas obras son más como un hilo dental, y tú y yo sabemos que no podemos confiar en un hilo dental para cruzar un barranco. Así que Dios nos ofrece una gran cuerda y dice, “Yo haré que cruces el barranco.” ¿Pero te imaginas a ti, ahí de pie, insistiendo en usar tu hilo dental? “¡No, Dios, insisto!” “Sencillamente debo usar este hilo dental para poder cruzar el barranco.” Pero, desde luego, mientras piensas acerca de ello, te das cuenta de que tu hilo dental no será lo suficientemente fuerte para sostenerte. Pero cuando Dios te tira la cuerda, tú, en tu terquedad, le dices, “¡No, Dios, yo insisto en que yo tengo que participar en mi salvación!” “¡Déjame usar la mitad de mi hilo dental y atarla a tu cuerda!” Ahora, mientras terminas de tratar de atar la cuerda a tu hilo dental, y acercas a la orilla esta combinación de cuerda e hilo sobre el barranco, retrocedes y te das cuenta de que aunque la mitad de lo que te sostendrá es la fuerte cuerda de Dios, la parte del hilo dental fallará y provocará tu caída hacia tu muerte. “¡Ay Señor!, ¿podré usar tal vez un poco menos de mi hilo?” le preguntas. Así que, enredas de nuevo tu hilo dental un poco, hasta que sólo le dejas un metro para usarlo en cruzar el barranco. Pero al verlo, aún te das cuenta de que el hilo dental fallará y te precipitarás a tu muerte si tratas de atravesar la distancia con la combinación de la cuerda y el hilo. Así que enrollas más de tu hilo, hasta que le dejas solo unos centímetros. Pero ves que el problema aún subsiste. Así que sólo le dejas tres centímetros. El mismo problema. Un milímetro. El mismo problema. Oye, aunque utilices el hilo solo por un milímetro, ¡es seguro que caerás y te matarás! En algún momento, llegas a la conclusión de que tienes que usar la cuerda de Dios para poder atravesar el barranco. ¿Por qué? Porque tu hilo dental, tan bonito como pueda ser, es simplemente insuficiente. Para empezar, Dios es la razón por la que existe ese barranco. Es su santa perfección lo que causa que nosotros estemos separados de él. Así que no debe sorprendernos que Dios sea el único remedio para el problema: Efesios 2:8-9 (LBLA) “Porque por gracia habéis sido salvador por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Romanos 3:27-28 (LBLA) “¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley.” No te quedes atrapado en el error de no ver la diferencia entre recompensa y salvación. Solo Dios es el Constructor Maestro. Él nos dice que solo y únicamente Él es quien nos salvará si simplemente ponemos nuestra fe en él. Sin embargo, al mismo tiempo, él nos promete recompensar nuestras buenas obras cuando lleguemos al cielo: 1 Corintios 3:10-15 (LBLA) “Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. Ahora bien, si sobre el fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará evidente;

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porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.” “Él será salvo…..” Pablo nos dice claramente que las buenas obras son de valor para nosotros, pero ellas no determinan tu salvación. Si no existe el fundamento de la gracia, ni la entrega al Señor Jesucristo, entonces las buenas obras no hacen nada para proporcionarte ni la vida eterna, ni la recompensa en el cielo (después de todo, tienes que estar en el Cielo para recibir la recompensa celestial). LAS BUENAS OBRAS MARCAN UN PUNTO DECISIVO DE CAMBIO A menudo la gente batalla para entender la relación entre las obras y la fe. Tal vez es porque una vida rendida a Cristo, una en la que confiamos en él para nuestra salvación, da como resultado una vida de ¡buenas obras! Simplemente debemos tener cuidado de recordar el orden de la ecuación matemática. Veamos Efesios nuevamente: Efesios 2:8-9 (LBLA) “Porque por gracia habéis sido salvador por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Nota que si divides este verso por la mitad, verás que la fe y la salvación están en un lado del verso, mientras que las obras están en la otra mitad. En esencia, debemos recordar que una vida de fe salvadora produce buenas obras, pero las obras, por sí solas, jamás podrán proporcionar una vida con salvación. La ecuación es: Salvación + Fe = Obras, no

Fe + Obras = Salvación

Cuando una persona llega a una fe salvadora y rendida a Jesús, el resultado natural será una vida y un comportamiento personal que comience a parecerse más a la de Jesús. Si una persona realmente ha entregado su vida al Señor Jesucristo, esperarás ver un cambio en su comportamiento. Cuando no vemos un cambio en su comportamiento, podríamos preguntarnos si realmente hubo alguna vez un momento de entrega a Cristo. SE MUESTRA EN UN CALENDARIO Aunque las buenas obras no nos salvan, éstas ciertamente marcan un punto en el tiempo en el que nuestras vidas fueron entregadas a Dios. Cuando por primera vez entregué mi vida a Jesús la gente con la que trabajaba comenzó a notar que había algo diferente en mí. Aún tenía temor de decirles que había tenido una experiencia que cambió mi vida, pero rápidamente fue obvio para ellos. Ya no hablaba de la misma forma. Ya no era tan iracundo y sarcástico. Ya no era tan vulgar. Ya no era tan cínico. Si a cada uno de ellos se le hubiera dado un calendario, fácilmente habrían podido estimar el día de mi conversión por el cambio tan obvio en mi comportamiento. En este sentido, las buenas obras sirvieron a su apropiada función. Éstas no eran el medio por el cual yo era salvo, sino simplemente la evidencia de que yo era salvo. NO PUEDES SER EL DISEÑADOR MAESTRO Puedes ser capaz de construir, pero el Diseñador Maestro es la fuente de toda belleza y la fuente de nuestra salvación. Salmo 127:1 (LBLA)

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“Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.” RAZÓNALO Piensa por un momento. Si hay un Dios, él es lo suficientemente poderoso para crear todo en nuestro mundo. Si él es lo suficientemente poderoso para crear todo lo que vemos, entonces él también es lo suficientemente poderoso para ser perfecto (lo suficientemente poderoso como para eliminar el pecado). Si Dios es perfecto, entonces él no está impresionado con nuestra imperfección (de hecho, ¡él es ofendido por ella!) Y si él no está impresionado con nuestra imperfección, entonces nuestros mejores esfuerzos realmente no lo impresionan. Si no podemos impresionarlo con nuestras buenas obras, vamos a tener que depender de los esfuerzos de Dios para salvarnos. Y si vamos a tener que depender sólo del esfuerzo de Dios, vamos a tener que recurrir a un sistema de fe que se base en la noción de la gracia. Y si vamos a tener que depender de la gracia de Dios, entonces tendremos que volvernos al cristianismo como la solución, porque el cristianismo es el único sistema de fe en el planeta que describe la salvación de Dios como un don gratuito de un Dios santo que sabe que tú jamás podrás merecer tu camino a la perfección. ¡Es el único sistema de fe que ofrece la gracia! Yo no puedo llegar al cielo basado en nada de lo que haya hecho. Necesito venir a Dios con un corazón sincero, y confesar que no es por quien soy yo, sino por lo que él ha hecho; no por lo que yo haya hecho, sino por lo que él es. Únicamente Dios. Únicamente por fe. Cualquier otra cosa sería un insulto para el Dador de la Vida. Material traducido de www.pleaseconvinceme.com Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

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