Espectáculos
Jueves 24 de julio de 2008
LA NACION/Sección 4/Página 5
CINE
Chabrol, el thriller y la comedia Con La mujer partida en dos, el director francés logra una de sus obras más acabadas de los últimos tiempos Muy buena
★★★★
Una mujer partida en dos (La fille coupée en deux, Francia-Alemania/2007, color; hablada en francés). Dirección: Claude Chabrol. Con Ludivine Sagnier, Benoît Magimel, François Berléand, Mathilda May, Caroline Silhol, Marie Bunel, Valeria Cavalli. Guión: Cécile Maistre y Claude Chabrol. Fotografía: Eduardo Serra. Música: Matthieu Chabrol. Edición: Monique Fardoulis. Presentada por Alfa Films. 115 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años, con reservas.
Partida en dos. Así se siente (y lo ilustra la disonante escena final en clave casi farsesca) la seductora y un poco ingenua Gabrielle, que anuncia el pronóstico meteorológico por la TV, es consciente de su encanto sexy y sabe cómo mantener a distancia a los acosadores que revolotean a su alrededor. De un lado, el escritor famoso y bon vivant que bien podría ser su padre, cuyo deseo confunde con amor al punto de prestarse a sus juegos más perversos; del otro, el joven millonario, inmaduro, caprichoso y violento, con quien se consuela del rechazo y que la persigue tanto como la cela. Uno y otro están habituados a obtener lo que se les antoja. Parece uno de esos viejos melodramas sobre chicas incautas que resultan víctimas de los libertinos, pero en manos del maestro Chabrol, la historia (inspirada en el caso real de un triángulo que terminó en crimen) transita por esa equívoca mezcla de thriller y comedia negra que él suele utilizar para practicar algunas de sus especialidades: la implacable disección de las conductas humanas, en especial las pasiones, dobleces e hipocresías que detecta en la alta burguesía provincial (Lyon, en este caso), y su observación de las manifestaciones más o menos sesgadas de la lucha de clases. Nada nuevo, dirán quienes conocen su filmografía. Puede que tengan razón, pero también es cierto que esa indagación tanto puede estan-
ALFA FILMS
Ludivine Sagnier, cada vez más expresiva
carse en obras relativamente menores como cristalizar en obras maestras, como La ceremonia o Gracias por el chocolate. Sin llegar a esas alturas, La mujer partida en dos bien puede anotarse entre sus obras más logradas de los últimos años.
Mano maestra El film tiene, claro, su maestría formal. Está, por ejemplo, en la precisa descripción de los personajes y la economía de recursos empleados para concretarla: bastan cinco minutos en el comienzo para definir al escritor y el pequeño mundo en el que reina; la presencia del acompañante-valet-chofer-mucamo del mi-
llonario aspirante a dandy dice de éste tanto como su pose artificiosa y sus bruscos cambios de humor; Gabrielle misma, con su determinación, sus seguridades y sus carencias, queda expuesta en un par de charlas con su jefe y con su madre (y mucho más en la primera visita a la garçonnière). La pincelada exacta también asiste a Chabrol al pintar el elocuente cuadro de la familia rica (con su elegante y manipuladora reina madre a la que Caroline Silhol confiere temible señorío) o al insinuar la perversión apenas en el plano de una escalera. La cámara subraya, a veces mediante el uso de espejos, los doble-
ces y las falsas apariencias, un tema presente a lo largo del film, lo mismo que un humor generalmente oscuro. Pero los puntales decisivos están en el elenco: de Ludivine Sagnier, ingenua o maliciosa, siempre sensual y cada vez más expresiva, al sorprendente Benoît Magimel, que hace una creación de su chiquilín consentido y psicópata, y del impecable François Berléand a la sugestiva Mathilda May, que observa el drama desde afuera y en cuyo aire de sardónica madurez parece replicarse la mirada del gran cineasta francés.
Fernando López
El catch está de regreso en la pantalla grande La pequeña historia les gana a las pequeñas luchas Buena
★★★
100% Lucha, la película. Dirección: Juan Iribas. Guión: Josefina Di Toto y Eduardo Husni. Fotografía: Fabián Giacometti. Con: Carlos Kaspar, Fernanda Neil, Naim Sibara, Cecilia Bonelli, Osvaldo Príncipi, Eduardo Husni, Leo Montero, Vicente Viloni, La Masa, Juan Abbate, Rubén Peucelle, entre otros. Hablada en español, presentada por Primer Plano. Calificación: para todo público. Duración: 85 minutos.
No se puede negar que todos los intentos posteriores a Titanes en el Ring fracasaron. Con la excepción de 100% Lucha, que alcanzó la repercusión que el mítico programa de Martín Karadagian tuvo en las temporadas 1972-73. Es decir: TV, muñequitos, figuritas, remeras, golosinas, casi tantos anuncios publicitarios como luchas... y una película. El armenio lo había logrado en 1973
con una película (hoy de culto), que dirigió Leo Fleider. En ella se intercalaban momentos de los “titanes” en los vestuarios, escenas muy logradas de luchas en el Luna Park (una artesanía aquella del Caballero Rojo con Ulises, el Griego) y el secuestro del niño amigo de la troupe, que salía rauda y dispuesta a rescatarlo. Aquí pasan cosas parecidas. De hecho, los villanos recuerdan a aquellos “malosos” de películas de los años 70, y los luchadores que no saben actuar son una gracia bien aprovechada. Aquí la trama les gana a las luchas. Y serán los chicos los que expresen si esto está bien o no. Tres mafiosos como salidos de una película de Disney comienzan a secuestrar, uno a uno, a los luchadores del programa para que participen en peleas clandestinas por dinero. Entonces, un chico fanático, la hermana de uno de los luchadores y toda la troupe (buenos y malos) se lanzan al rescate de los secuestrados,
PRIMER PLANO
Los ídolos en acción: Vicente Viloni y La Masa, contra uno de los villanos
con el afán de desbaratar la banda y reivindicar la lucha profesional. Algunas situaciones resultan divertidas, pero todo está puesto en un plano inocente. Incluso las escenas de peleas: cortas, sin demasiados artilugios y algo inverosímiles. En una época tan mediática, en la que las coreografías de combate son tan frecuentes, uno se queda con la sensación de que se podría haber hecho la película sin tantas apuradas. Del mismo modo, los cuadros de lucha en estudio son escasos, las escenas seleccionadas no son las mejores y los chicos pueden quedarse con las ganas de ver un poco más a los personajes de la TV. Es que el
film hace foco sólo en algunos: Viloni, La Masa, el Delivery Boy, Fabrizio Delmónico y Tito Morán. Carlos Kaspar hace bien su versión masculina de Cruella de Vil, y tanto Husni como Príncipi y Montero resultan simpáticos en sus participaciones. De todos modos, los fanáticos disfrutarán de ver a sus ídolos en otro contexto, en el marco de otra ficción que no es la de la tele. Y, en definitiva, para disfrutar del catch hay que dejar la incredulidad en otro lado y sumergirse en ese mundo de fantasía.
Pablo Gorlero