espectáculos | 7
| Jueves 18 de octubre de 2012
Ignacio Sánchez Mestre tuvo buen ojo al elegir a estos dos actores interesantes: David Szechtman y Paula Grinszpan
Foto: telam
teatro
Dos que se juntan, pero se independizan demo. ★★★
buena. texto y dirección: Ignacio Sánchez Mestre. intérpretes:
Paula Grinszpan, David Szechtman. voces en off: Sofía Brihet, Verónica Llinás, Florencia Patruno. vestuario y escenografía: Victoria Chacón. iluminación:
Brenda Bianco. música original: Julián Larquier Tellarini, Julián Tello.
asistencia de dirección:
Sofía Brihet. funciones: jueves, a las 21.30. sala: Ca-
marín de las Musas, Mario Bravo 960. duración: 75 minutos.
E
n algún pueblo de la costa atlántica, una chica devastada emocionalmente por el final de una relación y un adolescente que quiere dejar la casa materna se encuentran y deciden ir a vivir juntos. No los une el amor, sino las circunstancias: él está buscando un nuevo espacio y a ella no le viene nada mal decirle a su ex que ahora vive con otro (qué importa que eso signifique, de alguna u otra manera, manipular información).
Ahí, entonces, están ellos. En el departamento que ahora subalquila Paula. En un cuarto que hasta hace poco estaba sin uso y que ahora aloja una torre compuesta por cajas de vino y una planta que a Lucas, el inquilino, le regalaron porque “cuando uno se quiere independizar, está bien cuidar algo”. En ese lugar semivacío, transitorio, pero con posibilidades de mejorar –en definitiva, un lugar parecido a ellos–, se inicia
la acción, o más bien el recorrido conjunto de esas vidas que van a cruzarse por un rato. Estrenada a mediados de año con Inés Efrón en el rol de Paula, Demo tuvo que cambiar, sólo un par de funciones más tarde, a su protagonista. La elección de Paula Grinszpan como nueva actriz de esta puesta confirma el talento de Ignacio Sánchez Mestre para la formación de elencos. Grinszpan (que ya había actuado a las órdenes de Sánchez Mestre en Corresponsal) no sólo tiene una energía cándida muy similar a la de Efrón y la docilidad que la obra pide para abordar un abanico de registros que va de la comedia al drama: igual que su antecesora, ella logra formar una encantado-
ra dupla actoral con David Szechtman, gran revelación de este trabajo. Gracias al trabajo de los actores se sostiene esta obra que, desprovista de un conflicto central que avive la progresión del relato, se detiene en el vínculo entre los personajes y hace de esa descripción su fuerte. Con algo de ese espíritu generacional que caracterizó al film Nadar solo, la relación con los padres, la búsqueda de un futuro promisorio –o de un futuro a secas– y el amor, ese tema omnipresente, también contribuyen a colorear la trama de esta historia que, sin dudas, suscitará identificación y entusiasmo entre los espectadores de veintitantos años. ß Natalia Laube