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SÁBADO
| Sábado 20 de octubre de 2012
Día de la Madre
Cuando el primer hijo llega a los 40
Para quienes desafiaron el reloj biológico, la maternidad llegó en un tiempo de madurez y estabilidad; los pros y los contras Viene de tapa
Pero no esconde la otra cara de la moneda, y Mitar observa: “Cuando se enfrentan con un embarazo, más allá de los temores normales de cualquier mujer, suelen sentirse más vulnerables. Haber dejado de lado la maternidad durante ese tiempo les dio una mayor independencia, pero, a la vez, cuanto más independientes son, la angustia posparto suele afectarlas más”. Romina Niess es azafata, tiene 37 años y está embarazada de su primer hijo. Está feliz, desborda de alegría por la llegada de Milo, que nacerá en apenas dos meses. “Estudié dos carreras, viajé muchísimo por mi trabajo y no me quedé con ganas de nada”, cuenta a la nacion. A los 35 confiesa que “ya tenía ganas de bajar un cambio”, y decidió poner los pies en la tierra. “Quería estar en pareja y formar una familia, pero ahí te das cuenta de que el reloj empieza a correr y las cosas no salen como las esperabas –reconoce–. Estás más exigente, no te conformás fácilmente y exigís más, y eso también juega en contra. La ansiedad te mata, pensás que tal vez tu destino no es ser madre, te agarra culpa y es angustiante, algo que no sucede cuando tenés veintipico. Pero, en este momento, siento que estoy lista para entregarme a la maternidad. Al parto no le tengo miedo, tal vez me preocupa más el después, no poder dormir, estar agotada... Pero no estoy sola en esto y el papá de Milo me acompaña en todo”, confiesa. En líneas generales, la mayoría de las mujeres hablan de sus compañeros como un par, el gran sostén. “Eso es algo de esta época y positivo. Antes la mujer se apoyaba más en otras mujeres, su red era femenina. Hoy se valora la soledad de la pareja como un ideal, pero a veces el matrimonio se siente sofocado, sin espacio para
su intimidad, desconectado, y también surgen problemas. Detectar cuando se necesita ayuda es tan importante como animarse a pedirla”, dice Mitar. De la mano con el retraso de la maternidad y el continuo avance de la ciencia, el fenómeno de la mujer que enfrenta un embarazo sola también crece. Sin parejas, ya sea por elección o por otras situaciones de la vida como separación o viudez, conservan tenaces el deseo de ser madre y formar una familia. “Es ahí donde las preguntas y algunos cuestionamientos toman más fuerza –interviene Marisa Russomando, directora de La Cigüeña, un centro especializado en maternidad, crianza y familia–. «¿Podré cuidar de mí y de mi bebe sola?» Muchas mujeres llegan con esta preocupación, pero es importante tener presente que estar sin pareja no implica estar sola frente a la crianza de un hijo. Se trata de armar una red de contención que acompañe a la madre soltera a vivir este proceso de la manera más saludable y alegre posible.” Cuando la pareja no está Vera Scattini tiene tres meses y lleva el apellido de su mamá. María Susana la tuvo a sus 45 años, por ovodonación, y cuenta que en la crianza de su hija, a pesar de no estar en pareja, no está sola. “Todas mis amigas están presentes y me ayudan. Es como si Vera tuviera muchas tías y abuelas. Están felices y se pelean por cuidarla. Mi vida fue muy vertiginosa, demasiado trabajo y proyectos personales –cuenta Susana a la nacion–. No me imaginaba ser madre antes de los 40, y creo que el deseo de tener un hijo y formar una familia no está ligado sí o sí a una pareja. El de un hijo es un amor que trasciende y es para toda la vida.” Para Lancuba, las “primerizas con
más de 25 años suelen ser mujeres muy involucradas, con una capacidad enorme de disfrute. Las veo, por mi experiencia, como mamás serenas, seguras de sí mismas y de la capacidad de entrega hacia sus hijos. No hay que olvidar que estos niños son muy deseados y muy buscados, y que la mujer pone todo su empeño en lograr un embarazo”. Pero la experta también revela algunos síntomas clásicos de las madres añosas. “A los 20, uno no se hace tantos planteos como a los 40. Cuanto más grande, más temerosas y, generalmente, ellas piensan que todo puede sucederles. Se cuestionan las posibles enfermedades, los riesgos genéticos y las complicaciones durante el embarazo que, de hecho, son más factibles que ocurran cuanto mayor es la mujer. Muchas veces, y ante las dificultades para concebir, se culpan por no haber tenido un hijo antes.” “Con la inserción en el mundo laboral, la mujer posterga la maternidad y es la causa de que las mujeres sintamos una enorme presión, y a veces angustia, por intentar cumplir todos los roles”, agrega Russomando. “Algunas pueden disfrutar de su maternidad y atravesar las buenas y malas situaciones, pero otras no. Sienten que criar un bebe es más difícil que tener una empresa con 200 empleados a cargo. Muchas mujeres se desbordan, lloran, se angustian y si sienten culpables por sentirse de esa manera. Y de eso, a veces, no se habla. La maternidad se construye, y está bien tropezar, tener temores e inseguridades”, concluye Mitar. Con una vida armada, consolidadas profesionalmente, solas o en pareja. Al borde de los 40, buenos años, dicen ellas, para entregarse a la maternidad. Felices, con sus dudas y sus aciertos, mañana celebran su día.ß
Sin pareja, Susana Scattini (45) tuvo a su hija Vera por ovodonación
Foto: soledad aznarez
La madurez emocional y la edad cronológica opinión Ileana Berman PARA LA NACION
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ada vez más las mujeres encontramos lugares de identidad, en el mundo laboral ganamos territorio, brillamos a la par del hombre, somos reconocidas. Y un día planificamos nuestro primer hijo creyendo que estamos más maduras y con mayor solvencia en todo sentido. Sin embargo, suele pasar que toda esa fuerza que creíamos tener se desvanece ante el primer llanto de nuestro bebe recién nacido. Sentimos que no sabemos cómo calmarlo, cómo entenderlo, cómo interpretarlo. Nos sentimos perdidas y la sensación es que hemos dejado escapar algo que creíamos muy preciado, que es el reconocimiento que viene de afuera, de ese jefe que felicitaba nuestros actos, de ese marido que admiraba cuando le contábamos otro logro profesional o qué negocio estábamos por cerrar ese día. Hemos estado tan ocupadas tratando de obtener brillo afuera que, cuando una situación como la maternidad nos invita a conectarnos desde otro lugar, básicamente no conocemos ese código, como si lo hubiéramos olvidado. Entrar en conexión con un bebe requiere dejar de buscar reconocimiento en el afuera, empatizar con las necesidades básicas de un recién nacido que son las mismas necesidades que han estado cubiertas durante nueve meses en el útero materno. Ser madres alrededor de los 40 puede tener ciertas ventajas, y sería injusto no reconocerlas. Hay un espacio propio creado, una logística afianzada, una estructura más armada y sólida para recibir a ese nuevo integrante que llega. Pero eso no es suficiente, y aunque una mujer pueda sentirse en su mejor momento para entregarse plenamente a la maternidad, eso no nos garantiza una mejor calidad de maternaje, ya que la posibilidad de empatizar con ese bebe no tiene que ver con la edad cronológica. Tampoco con ser exitosas en el mundo laboral ni con los recursos logísticos. La madurez emocional es la protagonista, la que brindará la chance de integrar a este nuevo ser que llega sin sentir que viene a devorar toda otra posibilidad y tiempo personal. Esta madurez emocional la mayoría de las veces no viene de la mano de la edad, sino más bien de la propia historia, del origen, de cómo transitamos la infancia y cómo hemos sido maternadas de niñas. También entra en juego el papel del hombre, clave en este escenario como sostén de la dupla mamá-bebe. Y, si bien es cierto que el padre cada vez más interviene y colabora con el cuidado del niño, la fusión durante los primeros meses de vida de un recién nacido es de carácter exclusivo con la madre. El rol social de la mujer ha cambiado, y en este nuevo camino habrá que descifrar cómo integrar el afuera que nos da reconocimiento con el adentro que nos lleva a encontrarnos con nuestras propias virtudes, y también con las propias miserias. Ésa parece ser la tarea de esta década. No es fácil, pero sí posible.ß La autora es psicóloga y especialista en maternidad y posparto
Romina Niess (37), azafata, espera a Milo
Foto: g. bosco
De J. Lo a Viviana Canosa, las famosas marcan tendencia Podría decirse que marcan tendencia o que, por el contrario, son los emergentes de un fenómeno mucho más abarcativo que atraviesa a la sociedad. Pero lo cierto es que los casos de celebridades que tienen a su primer hijo ya cumplidos los 40 años de edad le dan al fenómeno una visibilidad incuestionable. Por lo reciente del caso, el que más rápido viene a la mente es la confirmación, en vivo y en directo, de que la conductora y pe-
“Estoy embarazada de siete semanas y unos días”, reveló Canosa en la TV riodista Viviana Canosa, a sus 41 años, está embarazada de unas pocas semanas. “Sí, estoy embarazada de siete semanas y unos días. Estoy superfeliz, es una hermosa noticia, es el fruto del amor y la pasión que sentimos Alejandro [Borensztein, su pareja] y yo”, dijo el lunes en su programa, dando sustento a las versiones sobre su aparente maternidad que circularon por los medios durante el fin de semana previo. Su caso es uno más de los numerosos embarazos de celebridades maduras que se conocieron en los últimos años. Entre éstos pueden mencionarse el de la locutora Elizabeth Vernaci, que tuvo a Vicente a los 40 años de edad, el de la actriz Emilia Mazer, madre por primera vez a los 42, o el de la ac-
triz Patricia “Pata” Etchegoyen, que fue mamá a los 40, gracias a un tratamiento de fertilización asistida. “Con mi pareja, nos topamos con que no era tan fácil quedar embarazada, más allá de la edad. Influyen un montón de aspectos negativos, como el estrés o la vida que llevás, y cuanto más te obsesionás, es peor. Estuvimos tres años y medio buscando”, cuenta “Pata” Etchegoyen, en la página del centro de fertilidad al que recurrió para cumplir con su sueño. En el ámbito internacional, algunos casos relativamente recientes fueron los de la actriz mexicana Salma Hayek, que a los 41 años dio a luz a Valentina Paloma Pinault-Hayek; la actriz norteamericana Halle Berry, que fue madre en 2008 a los 41 años; o el de la cantante y actriz neoyorquina J. Lo, (Jennifer Lynn López Rodríguez), elegida “la mujer más bella del mundo” por la revista People en 2011, que fue madre de gemelos poco antes de cumplir los 40; Susan Sarandon: su primer hijo Jack nació cuando tenía 43 años, y su segundo hijo, a los 46 años. Otro caso que atrajo en su momento la atención de la prensa internacional fue el de la actriz australiana Nicole Kidman, que en 2008 dio a luz a su primer hijo biológico, de nombre Sunday Rose Kidman-Urban. Años antes, cuando aún se encontraba en pareja con el actor Tom Cruise, Kidman había adoptado a Isabella Jane y Anthony Connor.ß