POLÍTICA | 9
| Viernes 21 de marzo de 2014
Cristina eludió la polémica sobre los intelectuales invitados al Salón del Libro en parís. Inauguró la muestra con un llamado a defender las
“diferencias políticas”; los referentes culturales cercanos al Gobierno se mostraron molestos por los cuestionamientos
Mariana Verón ENVIADA ESPECIAL
PARÍS.– Hubo frases dedicadas al Papa, Mafalda, Juan Perón y Charles de Gaulle. Para evitar darle vuelo a la polémica que despertó la lista de escritores invitados al Salón del Libro de París, Cristina Kirchner obvió explícitamente el tema y apenas sobrevoló la discusión para concentrarse en defender las “diferencias políticas” en la cultura. “Lo importante no es cómo se piensa”, apuntó durante su discurso de inauguración de la muestra literaria en el predio de Porte de Versailles, que compartió con el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, con quien se había reunido media hora antes en el palacete Hotel de Matignon. La discusión sobre quiénes habían sido invitados a la feria literaria que este año tiene a la Argentina como invitada de honor sobrevoló la tarde en la que la Presidenta cerró su gira. Por el esguince de su tobillo, llegó al pabellón en un carrito de golf. La Presidenta calificó de “una delegación muy importante” a los 46 autores invitados que ayer se concentraron frente a las caricaturas de Julio Cortázar en el trazo del dibujante Miguel Rep para fotografiarse con Cristina. Las quejas de quienes no habían sido convocados tuvo a Martín Caparrós en el centro de la escena y a Ricardo Piglia envuelto en un duro cruce de acusaciones con el director de la Feria, el francés Vincent Montagne. Caparrós denunció que estaba dentro de la comitiva, pero que el Gobierno decidió excluirlo por su pensamiento político, mientras que el autor de Respiración artificial se bajó a último momento por sus diferencias con Montagne. A las críticas se sumaron Beatriz Sarlo, que dijo que nunca asistía a ferias como parte de una delegación oficial, y Jorge Asís.
La comitiva terminó finalmente con una mayoría de escritores sin afiliación política, o por lo menos, no kirchnerista. De los 46 invitados, sólo cinco tienen una clara pertenencia al oficialismo: son Ricardo Forster, Horacio González, María Pía López, Ernesto Laclau y Hernán Brienza, que se defendieron de las críticas y consideraron que sus obras iban más allá del gobierno actual. Con la inauguración de la Feria ayer por la tarde, la Presidenta cerró su gira que la tuvo casi una semana entre Roma y París, y anoche volaba nuevamente rumbo a Buenos Aires. Sólo quedó aquí el canciller Héctor Timerman, que irá hacia Venezuela para una reunión de cancilleres. En el acto, tumultuoso y desordenado ante la celosa custodia del primer ministro francés, Cristina Kirchner volvió a mostrarse en complicidad con el papa Francisco. Contó que el jefe del Vaticano le había pedido que recordara a Leopoldo Marechal. A juzgar por las palabras de la jefa del Estado, el Papa parece mantener su corazón peronista. “Como era un hombre muy identificado con el peronismo, fue muy invisibilizado, muy ocultado y el Papa me decía: «Qué bueno sería que se acordaran de ese gran autor». Vaya como un pedido de Su Santidad”, contó la Presidenta. Cristina destacó a Cortázar, especialmente homenajeado por cumplirse este 2014 100 años de su nacimiento. Dijo que más allá de su clásico Rayuela, escrito aquí, prefería el cuento “La autopista del Sur”. Sumó a su lista de destacados a Juan Gelman, Héctor Oesterheld, Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato. Durante su discurso, dedicó elogios a Joaquín Lavado, más conocido como Quino, el padre de Mafalda, historieta favorita de su hija Florencia. Cuidando las formas, esta vez el Gobierno evitó las referencias partidarias en el pabellón que montó para la muestra, en una clara diferencia de
lo que fue el stand en la feria de Fráncfort, hace tres años, sobrecargado de iconografías del kirchnerismo. Los libros de los ausentes estuvieron visibles en las mesas del pabellón. Con la discusión sobre los invitados aún fresca, el secretario de Cultura, Jorge Coscia, negó que haya participado en la confección de la nómina (ver aparte), en tanto que los intelectuales cercanos al Gobierno consultados por la nacion se defendieron de las críticas. “Hay enormes escritores que no están en la lista, pero no diría que se debe a motivos políticos”, apuntó María Pía López, que dijo que era una ofensa sostener que su presencia se debía a su pertenencia a Carta Abierta. Lo mismo respondió Forster, que consideró una “estupidez” el debate. Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, dijo que tenía una relación de amistad con Caparrós, y apuntó: “La verdadera cuestión es si las diferencias políticas hay que tratarlas aquí o no. Las invitaciones fueron muy amplias”. Cuando se enredaba en un debate con los medios, se acercó Laclau. “Déjenlo tranquilo”, pidió. “Por qué no se dejan de molestar con estupideces. Hay cosas más importantes en la cultura argentina que ver a quiénes invitaron”, agregó el intelectual, bastante molesto. Con posiciones políticas lejanas al kirchnerismo, la escritora Claudia Piñeiro consideró válida la denuncia de Caparrós, aunque tomó distancia. “Me parece muy válido que si a Caparrós alguien le dijo que estaba en la lista y lo bajaron por cuestiones políticas lo cuente, y habría que haber investigado. Ahora eso derivó en consideraciones de los que estábamos en la lista que excedió el debate como si fuésemos todos K”, explicó. Para entonces, Cristina ya había dejado el predio en medio de un tumulto de cámaras que la siguió hasta la salida y que terminó con un fotógrafo en el piso en medio de la maraña de cables y custodios.ß
Cristina, rodeada de intelectuales, en la apertura de la muestra literaria
AP
Jorge Coscia: “A los medios los ofenden ciertas presencias” PARÍS (De una enviada especial).– Molesto por las críticas sobre la elección de los escritores invitados a participar del Salón del Libro de París, el secretario de Cultura, Jorge Coscia, responsabilizó a los medios de comunicación por los cuestionamientos y defendió la lista de autores que formaron parte de la delegación oficial. También se desentendió de la conformación de la nómina de autores y dijo que fue confeccionada por la Dirección Nacional de Industrias Culturales. –¿Qué responde a las críticas de quienes, como Martín Caparrós, denunciaron que lo excluyeron por cuestiones políticas? –Respeto la pregunta, pero me aburre tener que explicar lo que se explica de por sí con la lista de escritores invitados. Las críticas tienen que ver no con los que no invitamos sino con los que invitamos. Tienen que ver con algunos medios de comunicación que se sienten in-
vadidos en un espacio que creen les pertenece a ellos, y entonces más que ofenderles las ausencias los ofenden ciertas presencias. –¿Cuáles serían esas presencias? –Son las que de alguna manera tienen una adhesión al gobierno nacional, una minoría notable de los 46 invitados. Eso es lo ofensivo. Yo he sido un excluido cultural de las páginas de los diarios por mí pertenencia política, por quienes de alguna manera han practicado la exclusión, o la omisión, que desde mi punto de vista es peor que la mentira y el falseamiento. Lo único que uno puede hacer frente a la omisión es contrarrestarla humildemente con una capacidad de comunicación infinitamente menor a los medios que excluyen. –¿Pero acepta las críticas de Caparrós? –Tiene todo el derecho del mundo a decirlo, pero hay muchos más que no están invitados. No sólo no fue la
Presidenta la que determinó la lista; tampoco fui yo. –¿Y qué injerencia tuvo el Gobierno entonces? –Fue la Dirección Nacional de Industrias Culturales [a cargo de Rodolfo Hamawi]. Yo por supuesto me notifiqué de la lista y no hice ningún cambio. Simplemente pregunté por qué no viene José Pablo Feinmann. Me enteré y me preocupó, pero no incluí ni saqué a nadie de la lista. –¿No se podría haber agregado a los que querían estar acá? –Todo es probable. Hay quienes están y quienes no. Yo llamo a esta altura a quienes están preocupados por esto cazadores de ausencias. No puede alegarse razones ideológicas. Usted tiene todo el derecho a preguntar. Mi respuesta es que cualquier sospecha y consideración en torno a un sesgamiento (sic) ideológico está desmentida por las listas existentes. Si insisten en hablar de quién no vino, no tengo más nada que decir.ß
Un enviado de Obama Kicillof se presentó en Ahora la Presidenta llegó con un mensaje la asamblea societaria sabe que su suerte de apoyo al Gobierno del Grupo Clarín depende del mundo deuda. Ostick, responsable para el Cono Sur,
comprometió su aval ante los desafíos externos
medios. Con dos custodios armados, participó
del debate sobre la adecuación del holding
el pulso político Fernando Laborda LA NACION
Martín Dinatale LA NACION
El clima de optimismo generalizado y las coincidencias que hubo entre los comensales de la oposición y del oficialismo llamó la atención a los anfitriones. En este contexto, el secretario de Estado norteamericano para Brasil y el Cono Sur, William Ostick, se animó a expresar ayer que Washington “apoyará al actual gobierno argentino en todos los desafíos que tiene ahora en el plano internacional”, porque cree que la Argentina es un “socio estratégico fuerte” para los Estados Unidos. En tren de respaldos, el enviado de Barack Obama a Buenos Aires añadió que Washington seguirá el mismo camino que mostró Francia en su apoyo a la Argentina para negociar la deuda que tiene en el Club de París. Se refería al apoyo explícito que recibió Cristina Kirchner del presidente francés, François Hollande. Todo esto ocurrió ayer al mediodía en la coqueta residencia de la diplomacia norteamericana, en Palermo, donde Ostick y el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, Kevin Sullivan, almorzaron con representantes de la oposición y del oficialismo y ex embajadores argentinos. Allí estaban, entre otros, la macrista Gabriela Michetti, el radical Julio Cobos, el denarvaista Gustavo Ferrari, el sciolista Ricardo Lagorio, el duhaldista Carlos Brown, el kirchnerista Jorge Landau y el ex embajador José Octavio Bordón. Ostick llegó ayer a Buenos Aires para realizar una rauda visita con autoridades argentinas, legisladores y empresarios. Por la mañana estuvo con el secretario de Comercio, Augusto Costa, y con la subsecretaria de Relaciones Internacionales de la Cancillería, María Squeff. Según relataron a la nacion cuatro fuentes presentes en el almuerzo, Ostick escuchó a una oposición bastante medida y cauta. Ajena a las confrontaciones y cuidada en su discurso. Ferrari hizo alusiones
a la problemática del narcotráfico y la conflictividad social en el país. El anfitrión escuchó los discursos y se entusiasmó con el clima de coincidencias entre oficialistas y opositores. Incluso Landau se mostró receptivo a las críticas y sorprendió al señalar que el Gobierno deberá “ahora” enfrentar los desafíos de la inflación, la inseguridad y la negociación por la deuda, para “no dejarle una bomba al gobierno que viene en 2015”. A su vez, Ostick destacó la necesidad de que ambos países confluyan en una “agenda positiva”. Fue allí cuando desnudó el mensaje que traía bajo el brazo: Estados Unidos apoyará a la Argentina “en todos los desafíos del plano internacional que encaró porque este Gobierno empieza a reconocer ahora esos problemas”, según pudo saber la nacion. Luego, Ostick destacó que las diferencias que pudieron existir en los últimos tiempos “son hechos comunes en la relación de amistades históricas”. Evitó entrar en detalles sobre la polémica suscitada por el canciller Héctor Timerman cuando en 2011 impidió el ingreso de un avión norteamericano que llegaba a dar cursos de instrucción a la policía. Prefirió resaltar el pleno apoyo de Washington de cara al futuro.ß
Una visita desde España ^b^b^ Por primera vez desde que estalló el episodio YPF-Repsol un emisario de España llegó a Buenos Aires. El director de Iberoamérica Pablo Gómez Olea se reunió ayer con el vicecanciller Eduardo Zuain y con autoridades de Comercio Internacional de la Cancillería. “Fue una reunión muy amistosa”, dijo ayer un diplomático argentino.
Adrián Ventura LA NACION
El Grupo Clarín, en una asamblea extraordinaria de accionistas, aprobó ayer el plan de adecuación a la ley de medios audiovisuales y decidió continuar adelante con ese proceso de división del multimedio en seis unidades de negocios. La reunión contó con la imprevista participación del ministro de Economía, Axel Kicillof, quien fue en representación del Estado, que tiene el 9% de las acciones del grupo empresario. La asamblea societaria, que había sido convocada hace un mes y que duró casi tres horas, terminó aprobando todos los temas que estaban previstos: se aceptó el plan de adecuación que había diseñado el directorio del Grupo Clarín –y que ya fue convalidado por el Gobierno– y se autorizó a seguir ejecutándolo. Pero en varias oportunidades llamaron la atención las actitudes de Kicillof, quien estuvo acompañado por el titular de la Sindicatura General, Daniel Reposo; por el director de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli; por una decena de colaboradores, y, también, por dos custodios armados. En primer lugar, cuando llegó a Piedras al 1700, a las tres de la tarde, Kicillof increpó duramente al personal de la empresa que no quería dejar ingresar a su nutrido grupo de acompañantes. Kicillof está habilitado para participar en representación del Estado, pero sus colaboradores no estaban anotados. Finalmente, se les permitió ingresar. También llamó la atención que, pese a sus muchas obligaciones como ministro, haya permanecido en la asamblea tres horas. Pero hubo otro dato extraño, que dejó mal parada a la Autoridad Federal de Servicios Audiovisuales (Afsca), aunque Kicillof
parecía no haber advertido el alcance de lo que decía. En efecto, llamó la atención que Kicillof blanquease, frente a todos los accionistas, que horas antes se había reunido con el presidente de la Afsca, Martín Sabbatella, para “coordinar” la posición que el gobierno nacional tendría en la asamblea de accionistas del Grupo Clarín y fijar “una estrategia común”, según lo afirma un cable de Télam y, también, la página oficial del organismo. Sabbatella había sido criticado porque no manejó la Afsca con la imparcialidad que le exige la ley de medios. Ahora fue el propio Kicillof el que confesó que el Gobierno coordina estrategias con la Afsca. En octubre, la Corte Suprema declaró constitucional la ley 26.522, tras lo cual el Grupo Clarín presentó su plan de adecuación: le comunicó a la Afsca, a cargo de Sabbatella, que se dividirá en seis unidades de negocios, que serán propiedad de distintos accionistas. El 17 de febrero último la Afsca, por medio de la resolución 193, aprobó ese plan y ayer lo hizo la asamblea de accionistas. Según un comunicado del Grupo Clarín, la asamblea extraordinaria otorgó facultades a un grupo de ejecutivos para continuar con la adecuación y para realizar, ante cualquier organismo, todos los trámites necesarios para lograr las autorizaciones y remover los obstáculos que requiera la efectiva implementación del plan. Ahora comienza el momento en que el Grupo Clarín tiene que reorganizar todas sus sociedades, por lo cual la asamblea de accionistas debía darle instrucciones al directorio de la empresa para que cumpla con ese objetivo teniendo en cuenta “el desarrollo sustentable de las nuevas unidades, el resguardo de las fuentes de trabajo y la preservación del valor de todos los accionistas”.ß
P
or momentos, actores económicos creen ver en el Gobierno algunas señales positivas, aun cuando les resulten llamativamente tardías. Si bien era esperado, el apoyo que comprometió el presidente François Hollande para que la Argentina pueda avanzar en las gestiones por la deuda con el Club de París fue un dato alentador. No menos auspicioso fue que, tras ese encuentro, fuentes del gobierno de Barack Obama dejaran trascender que “compartían la intención” del mandatario francés de acompañar al gobierno de Cristina Kirchner en la búsqueda de soluciones a sus problemas con los organismos financieros internacionales. “Somos optimistas de que a mediano plazo se resolverán esos asuntos y esto ayudará a dejar atrás las fricciones”, señalaron representantes de Washington, que ponderaron la determinación de la Argentina de condenar el avance ruso en Crimea. Pero si esta semana pudo haber marcado un comienzo para una normalización de las relaciones de la Argentina con el mundo financiero internacional, el panorama interno siguió dando cuenta de las dificultades económicas que enfrenta el gobierno kirchnerista y de las dificultades políticas para llevar a cabo correcciones. La prolongación del paro por tiempo indeterminado de los gremios docentes bonaerenses –aun cuando haya quienes sostengan que pueda estar parcialmente fogoneado por la Casa Rosada para esmerilar al gobernador Daniel Scioli– es una muestra del grado de conflictividad laboral que podría verse en las próximas semanas. Dos caciques sindicales enfrentados con el kirchnerismo, como Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, procuran sumar fuerzas en procura de un plan de lucha que les confiera protagonismo de cara al armado político para el proceso electoral de 2015. Y, en la otra vere-
da, no pocos líderes gremiales más cercanos al Gobierno temen quedar desacreditados ante sus bases si aceptan complacientemente los pedidos oficiales para moderar las demandas salariales. Los últimos datos económicos no ayudan. El 7,2% de inflación que marcó el Indec para el primer bimestre del año se comió la mayor parte del aumento del 11% dispuesto para los jubilados por el período de seis meses que se inició en marzo. De acuerdo con estadísticas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la canasta básica de alimentos subió en los primeros dos meses del año el 10,5% y más del 40% entre febrero de 2013 y el mismo mes de este año. Al mismo tiempo, el fuerte aumento del costo de vida amenaza con devorarse la mayor parte de la mejora del tipo de cambio real. La suba de las tasas de interés, incentivada por el Banco Central para contener la fuga hacia el dólar paralelo y la pérdida de reservas, estaría induciendo una caída del consumo y el derrumbe de los planes de contratación de personal en la industria. Mientras el Gobierno busca ganar tiempo con la suba de las tasas de interés, el gasto primario del Estado nacional creció en enero casi el 46% respecto de un año atrás, contra el 42% de los ingresos tributarios. Según datos recabados por el economista Agustín Monteverde, los intereses de la deuda subieron en idéntico período el 60%, merced a la devaluación del peso; los subsidios al sector privado treparon el 73% y el déficit de las empresas estatales creció nada menos que el 643% en términos interanuales. El primer interrogante, entonces, es si el Gobierno será consciente de que la ansiada ayuda internacional no será inmediata y de que, si no utiliza este tiempo de relativa calma cambiaria para poner en marcha un verdadero plan antiinflacionario que ataque los desbordes del gasto público, llegará un momento en que la tasa de interés no podrá seguir deteniendo al dólar ni al pesimismo inversor.ß