La corrupción está aceptada por los intelectuales ...

31 may. 2008 - Uno de los artículos de El presente absoluto, “Piratería y derechos humanos”, escrito en 2005, empieza así: La defensa de los derechos ...
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PENSAMIENTO | ENTREVISTA

“La corrupción está aceptada por los intelectuales progresistas” Pensador y ensayista, Tomás Abraham reflexiona acerca del modo oportunista en que se ejerce el poder en la Argentina y afirma que la mayor crisis del país no es política ni económica sino cultural y educativa POR JORGE URIEN BERRI De la Redacción de La Nacion

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omás Abraham habla como escribe, y habla y escribe como piensa, sin temor a pisotear lo políticamente correcto ni a enemistarse con las vacas sagradas de la intelectualidad, los derechos humanos y los medios. Filósofo ideal para los tiempos de hipocresía y doble discurso, Abraham concibe la filosofía como una vocación –no una profesión– en la que aún se puede crear. Es un renacentista en el sentido de que todo le interesa y lo azuza: la política (“Es el político el que debería asesorar a los intelectuales”), la televisión (afirma que allí y en el cine se recluyó la ficción), la historia (“Lo que más me interesa de la cultura son los historiadores”), la economía y también la literatura, aunque diga que ya no le importa la ficción argentina de hoy y que no lee suplementos ni revistas culturales. Abraham nació en Rumania hace 61 años y llegó a Buenos Aires cuando aún era un bebé. En 1995, Historias de la Argentina deseada mostró cómo un ensayista puede atravesar y aprovechar lo mejor de varios géneros. En sus páginas arremetió contra políticos y periodistas consagrados y contra las cruzadas morales y los microfascismos. Fricciones (2004) dio prueba de su versatilidad. En uno de sus tres ensayos demolió a Ricardo Piglia con humor e ironía. El presente absoluto (2007) es otra crítica de una Argentina estancada. Allí cuenta que en 1999 votó a la Alianza y defiende algunas de las primeras medidas de Néstor Kirchner antes de cuestionarlo. Uno de los artículos de El presente absoluto, “Piratería y derechos humanos”, escrito en 2005, empieza así: La defensa de los derechos humanos se ha convertido en un botín para uso de piratas. Denunciar torturas, manifestarse en contra del avasallamiento de las libertades del hombre, protegerse de los abusos del poder sirve para que políticos e ideólogos se sientan impunes, se arroguen prerrogativas vitalicias y ejerzan todo tipo de arbitrariedades legitimadas porque alguna vez se han pronunciado o han militado contra las opresiones políticas.

Su estudio es el mismo de la primera entrevista que mantuvimos en 1995, titulada con una frase suya: “El pasado no debe repetirse”. En una pared, la foto de Michel Foucault, su maestro de filosofía en París; la de Woody Allen y un autorretrato del escritor Bruno Schulz en la tapa de La Caja, la revista que dirigió Abraham.

24 I adn I Sábado 31 de mayo de 2008

Sin transiciones, la charla inicial se convierte en entrevista antes de encenderse el grabador, cuando Tomás dice “Hoy la corrupción está totalmente aceptada. Por la sociedad y por los intelectuales progresistas”. –Pero los intelectuales se indignan con la corrupción. –Se indignan cuando la corrupción viene de la derecha, pero si no, es un medio para obtener un poder necesario para un fin sentenciado como bueno. ¿Vos creés que a Hebe de Bonafini le importan los fondos de Santa Cruz? Si son para la causa. Pero ese es un sector de la sociedad. El otro, el mayoritario, acepta la corrupción como una fatalidad inevitable del país y lo único que le importa es que las cosas avancen. No interesa cómo, pero que avancen. Hay tal resignación.

Hay mucha gente que tiene miedo de hablar porque teme la descalificación pública y la exclusión. En cierto universo la gente lo que menos quiere es que le digan que es de derecha. Hay mucho miedo a la palabra derecha”

–¿Que avance la economía? –Claro, es lo que más daño produjo en los últimos años. Que no haya una crisis como la de 2001. –¿No es comprensible desde el punto de vista humano? –Es comprensible pero no aceptable porque es un dilema falso. Se cree que se puede hacer una cosa bien sin la otra y en realidad no funciona ninguna. –La gente tampoco se da cuenta de que la corrupción afecta su bolsillo. –No se da cuenta de una cosa de la que es muy difícil darse cuenta: del daño educativo, que no es la escolaridad y tiene que ver con cómo se organiza una sociedad. Si vos querés una sociedad de bienestar general donde haya ejercicio de la libertad y respeto a la autoridad, no podés tener un modelo educativo de farsantes y mentirosos porque no funciona. El Estado hace educación. –Cuando decís modelo de farsantes... –Claro, esta aceptación de la corrupción es el engaño. ¿Qué es la corrupción? El engaño. Cuando hay engaño, hay algo más que la corrupción que no se ve. En la sociedad del engaño, el engaño está explicitado y

no hay resistencia. Cuando vivís donde la trampa es la ley, también el sistema cultural y educativo se sostiene sobre eso. Un político es un tipo elegido que asume la responsabilidad de ser el vocero de la sociedad. Si elijo a un farsante y lo vuelvo a elegir, hay algo que no funciona, que es la relación entre política y educación. La educación no es el Ministerio de Educación. Es el jefe de Estado, los ministros, la Corte Suprema. Es la autoridad, y la autoridad modela, conduce, orienta. No es lo mismo estar en un ejército en el que hay un general en el que confiás que estar en uno con un general al que tenés que mirar todo el tiempo para ver qué te hace. Al no haber relaciones de confianza, solo hay relaciones de conveniencia. No se trata de ser honesto sino de qué tipo de orientación educativa quiero. Vos ponés computadoras en las escuelas y al mismo tiempo tenés una organización política de gente que engaña, y eso lo ves permanentemente. Por ejemplo, los índices del Indec. Pero no tenemos que renunciar a pedir algo mejor. –Parece que la sociedad renunció. –Eso lo ves en lo cultural. –¿En qué sentido? –En los llamados jefes de la cultura, que van desde el observatorio de medios de los profesores de ciencias sociales hasta cómo se diagrama el tema de los derechos humanos desde el poder, el uso de la simbología. Es cómo lo cultural busca la legitimidad ética en el pasado, en los años 70. Ahí el poder busca su legitimidad ética y vive de la ilegalidad de 2000, la de los gobiernos que manipulan, y de la legitimidad de los años 70. “Nosotras somos las madres de los que murieron.” Están los políticos que hacen los monumentos a la memoria y todo eso va fabricando una memoria que legitima la ilegalidad de hoy. Aquí falla algo. –¿La falla está en la connivencia de algunos organismos de derechos humanos con el Gobierno? Las violaciones de los derechos humanos continúan, la voladura de Río Tercero fue terrorismo estatal ejecutado por un Estado democrático, pero ningún organismo abre la boca. El que se sale del período 1976-1983 queda como un reaccionario. –El chantaje y la extorsión funcionan así. Si hablás de la piratería que hicieron con los derechos humanos para estos fines, te dicen que estás con los genocidas. Hay una apropiación política de los derechos para legitimar una construcción de poder. Ese fue el pacto que hizo Kirchner en 2004 con las organizaciones de derechos humanos: “Yo les abro los juicios y ustedes me apoyan en todo”. Y las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas