¿Crisis? Millonarios rusos salieron a comprar las mansiones de Miami

15 sept. 2012 - ... escenario es que la oferta sea atractiva y Miami lo es. ... quirir otra propiedad en Star Island ... Star Island, en la bahía de Biscayne, el refugio predilecto de los famosos en Miami ... grabar música a un estudio, muy in- tenso.
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SÁBADO

| Sábado 15 de Septiembre de 2012

Lujo

¿Crisis? Millonarios rusos salieron a comprar las mansiones de Miami Un magnate aún desconocido pagó el récord de US$ 47 millones por una gran propiedad Juan José Fernández EL PAIS

MIAMI.– ¿Hay algo llamado crisis? Según para quién. Ocurre en todas partes. Siempre hay ricos y sucesores. Mientras unos se mantienen en la cumbre del dólar, no hay problema con que otros se retiren a cualquier cuartel de invierno ante un panorama aún incierto incluso para ellos. Continuamente aparecen más. El dinero no ha desaparecido. Alguien lo tiene. La única razón para irrumpir en un escenario es que la oferta sea atractiva y Miami lo es. Nuevos hacendados dispuestos a pagar no sólo muchos millones de dólares por mansiones, sino impuestos de la propiedad anuales que suenan a escándalo porque se trata de cifras equivalentes a otras casas o apartamentos de buen nivel. Es decir, por palacios de US$ 10 millones, impuestos rondando los US$ 300.000, como mínimo. El mercado inmobiliario de Miami sufrió también la tremenda crisis mundial, pero su propuesta es mucho más llamativa que en otros sitios. De ahí que no sólo famosos confirmados, sino ciudadanos adinerados de países emergentes, estilo ruso o brasileño, han llegado para salvarla. La mayor seguridad jurídica y los recursos estadounidenses, con un buen clima, sol y mar caliente caribeño todo el año resulta una buena garantía. Y eso se paga. Es lo que ha hecho un nuevo y desconocido ruso (aún misterioso), que ha batido el último récord por una mansión en Indian Creek, la isla en la costa interior de Miami Beach. Ha pagado US$ 47 millones, un buen negocio en el fondo, pues los constructores empezaron pidiendo 60 y luego tuvieron que bajar a 52. Rusos y Julio Iglesias, parece, son de los que están más boyantes. En un guiño a La vida sigue igual, el cantante compró en abril una casa al lado de la que ya tenía por 15,2 millones. Amplía sus dominios y planea tras-

ladarse por Navidad. Punta Cana es otra cosa y nunca será Miami ni Estados Unidos. Los niños y su educación también mandan. Chabeli, Enrique y Julio José, segunda parte. Todo el emporio Iglesias quizá superaría ya los 40 millones que pagó el año pasado por su palacio aledaño Edward Lampert, el dueño del conglomerado de empresas Sears y Kmart. No es extraño, ante tanto poderío, que la seguridad privada de Indian Creek, con apenas un kilómetro cuadrado de extensión, sea incluso con botes por su costa. Otro mercado que se ha movido en los niveles más altos es Star Island, frente a South Beach. Allí está la casa más conocida de Gloria y Emilio Estefan, que mantienen siempre aunque ahora cuidan mucho su hotel Costa d’Este, en Vero Beach, 215 kilómetros al norte de Miami. La actriz y presentadora Rosie O’Donnell sí vende su mansión de 1100 m2 por US$ 19,5 millones. La compró en 1999 por 6,75. Doce habitaciones y 11 baños y medio. Quizá

Tres tipos de vecinos Historia reciente de los que llegan y se van de Miami Los que compran Vladislav Doronin pagó 16 millones de dólares por una casa; Julio Iglesias, un comprador que les sigue a los rusos, pagó 15,2 millones por una casa. Los que siguen Gloria y Emilio Stefan conservan su casa y el hotel Costa d’Este. Los que vendieron Madonna, Sylvester Stallone, Ricky Martin y el jeque Tarek el Fassi.

demasiado para su corazón. Acaba de desvelar casi seguido un ataque que sufrió y su matrimonio secreto el pasado mes de junio con su novia Michelle Rounds. Al lado, tras divorciarse, el ya retirado gigante de la NBA Shaquille O’Neal vendió en 2009 por US$ 16 millones la suya, que le costó 18,8 cinco años antes. El comprador, nada raro, otro ruso, Vladislav Doronin, el novio de Naomi Campbell y presidente del emporio inmobiliario Capital Group. Otro vecino, confirmando que los rusos son los grandes multimillonarios del momento, aunque su gran centro está más al Norte, por Sunny Isles (donde pulula el inefable Donald Trump), ha sido su compatriota Roustam Tariko , dueño del Russian Standard Bank y del Russian Standard Vodka. El verano de 2011 batió la plusmarca entonces al adquirir otra propiedad en Star Island por 25 millones. No fue una ganga como la subasta de la residencia del empresario venezolano Claudio Osorio, a raíz de su quiebra también el año pasado. Alfonso Rey, un desconocido empresario, la compró por 12,7 millones. De Miami se fueron hace años Madonna o Sylvester Stallone. Y también se siguen yendo, o los echan, como a Osorio. Por distintos motivos, pero quizá siempre al fondo empujados porque no se puede mantener tanto valor inmobiliario y sus impuestos en los nuevos tiempos de crisis. Ricky Martin tiene residencias en Nueva York, Puerto Rico y en una isla en Río de Janeiro. Pero en abril vendió su casa de Miami en North Bay Road, que da al intracoast, a la bahía de Vizcaya, por US$ 10,6 millones. La había comprado en 2005 por 10, pero llegó a tenerla a la venta en 2007 en 16,9 y hasta en 19,5 en 2008. Supuestamente, porque no aparece en los registros del condado, también vendió otra casa de casi 1000 metros cuadrados en Golden Beach, al borde del Atlántico, por

Star Island, en la bahía de Biscayne, el refugio predilecto de los famosos en Miami

en algún lugar del mundo Por Juana Libedinsky

Un parto en el ojo del huracán

H

nueva york

ace un año el huracán Irene azotaba la Gran Manzana. En realidad, nunca llegó a ser un huracán, y quedó en la categoría de tormenta tropical. Posiblemente, como el terremoto que esa misma semana sacudió a Manhattan (¿quién dice que en el Primer Mundo no pasan cosas?) para muchos ya quedó en el olvido. Para mí no, porque, bajo la lluvia torrencial y el viento que arrastraba chapas gigantes y tachos de basura, en el medio de la calle desierta de la madrugada, yo estaba teniendo un bebe. Todo empezó al caer la tarde. Vivo

en un barrio tremendamente burgués que mezcla hospitales, señoras mayores con mucho spray en el pelo y escuelas religiosas con niñas de trenza y uniforme. Claramente no es la zona más cool de Nueva York pero tiene un café milanés donde se junta el “eurotrash”. Así llaman los americanos despectivamente a los visitantes europeos que usan mocasines lustrados en vez de zapatillas, sweater de cashmere sobre los hombros en vez de polar y bailan tecno ibizenco en vez de hip-hop. El eurotrash tiene fama de no temerle a nada con tal de pasar un buen rato. Suponíamos que, si bien la mayor

parte de los comercios de la ciudad estaban con las ventanas tapiadas, este café iba a estar abierto para tomar un sorbete de pera y ver volar los autos y demás cosas que anticipaba el servicio meteorológico. Sorprendentemente estaba cerrado, así que seguimos hasta el almacén de la zona. En todos los mercaditos de la ciudad colgaban carteles en la puerta que decían “tenemos pilas, velas, agua, arroz”, las necesidades básicas que mandó el alcalde Bloomberg comprar, más estampitas en los barrios latinos. Aquí el cartel decía (y no era irónico) “tenemos caviar”. Claramente las necesidades básicas de la gente mayor distinguida son distintas a las del resto de la humanidad. Nosotros, naturalmente, compramos un pote de dulce de leche, helados de dulce de leche (viva la globalización de productos), e intentamos volver a casa. Cuando pasábamos a la altura de uno de los hospitales rompí bolsa, pero estábamos tan empapados de lluvia que no podía jurarlo. Las enfermeras llamaron a mi obstetra prestigioso de Park Avenue y, a fin de agosto, él estaba, por supuesto, de vacaciones. Llamaron a su reemplazo más modesto, que

US$ 6,3 millones. Un mal negocio, pues la compró en 2007 por 16,5 y también se arrepintió pronto al ponerla a la venta ese mismo año por 22,5. Ha acabado en un bajón espectacular. Pero esos eran los precios por la zona en septiembre de 2011. Otro ruso, Sergey Solonin, dueño de Qiwi, una empresa de pago aplazado, compró otra en diciembre con 200 metros cuadrados menos por los mismos 6,3 millones. Un poco más al Norte, en La Gorce, otra gran isla desgajada hacia el interior del cayo principal que es Miami Beach, ha puesto a la venta su casa de más de 800 metros cuadrados el cantante Billy Joel. Pide 14,7 millones, más de los 13,5 que pagó hace seis años, lo que a veces sí demuestra el repunte de los precios. Al parecer, le compensa mantener su mansión de Nueva York y venir sólo de hotel a Miami. Deja sus siete dormitorios y ocho baños, aparte de la piscina y el embarcadero que todas tienen. En febrero, Anna Kurnikova vendió por 7,43 millones su casa más pequeña de 600 metros cuadrados, en Sunset Island, más al Sur. Su plan es construir otra con Enrique Iglesias, su pareja consolidada. Pero difícilmente en Indian Creek, cerca del padre. Una venta más sorprendente, pero real, fue la del jeque Tarek el Fassi, miembro de la agitada familia saudí en el poder y uno de los dueños de la potente corporación kuwaití Al-Jumaa. Por sólo 8,5 millones se desprendió el pasado mayo de las dos casas que había unido en Pinetree Drive. El mismo mes, sin embargo, el récord lo marcó la venta del mucho más moderno penthouse de tres pisos en el Continium sur, situado en la punta de South Beach. Del piso 40 al 42 es una auténtica caja de cristal de oro en el cielo. Este es un detalle de apenas algunas de las últimas operaciones entre muchas más que sacaron del letargo las terminales bancarias de ricos y poderosos en Miami. ß

Foto: corbis

vive en Brooklyn, y no pudo llegar porque cerraron los puentes. Llamaron al reemplazo del reemplazo más modesto aún y a éste le cerraron el túnel que venía de Nueva Jersey. Mandaron a una señorita que estaba haciendo su (supongo que primera) pasantía y dijo que, como todavía tenía restos de líquido amniótico, “el manual” decía que debía enviarme de regreso a casa. Ya habían pasado unas tres horas y era el momento pico de Irene, con Bloomberg en la televisión diciendo ¡No abandonar viviendas, evacuación terminada! Pero nos mandaron a la calle; logramos hacer, en 40 minutos, unos 150 metros. No tanto por el viento y la lluvia sino por las contracciones finales. Al volver al hospital, encontramos la puerta cerrada porque Irene le daba en el frente; finalmente dimos con la entrada de personal en otra calle y, en un suspiro, el niño salió a conocer la Gran, y mojada, Manzana. “Hurricane baby”, como lo bautizaron en el hospital, acaba de tener su primer cumpleaños. Satisfecho con su dramática llegada al mundo, resultó de lo más plácido. Pero, si llueve aunque sea una gota, la mamá ahora se queda bajo techo.ß

Lady Gaga, sin ropa, fotografiada por Faena

Estilo

El argentino que retrata el glamour Sebastián Faena, la cámara detrás de CR Juana Libedinsky PARA LA NACION

NUEVA YORK.– Es el lanzamiento editorial más esperado de la temporada. Carine Roitfeld, la legendaria editora de la Vogue francesa, sacó a la venta su propia revista. Lleva sus iniciales, CR, como título, y promete que será “el quién es quién de la próxima generación, así como una oda a las leyendas y los íconos de la moda”. Naturalmente, además, asegura que reflejará el “toque de irreverencia” que es su marca registrada y que la hizo famosa como la eterna enfant terrible de la moda parisina, aunque tenga 57 años y sea una flamante abuela. La revista será bianual, y sólo tendrá extraordinarios ensayos fotográficos largos para que sea para guardar. La principal cámara detrás de todo esto –al punto de que es suya la imagen de la hija de Roitfeld embarazada sobre la cual ésta escribió la primera editorial de la revista– es de un argentino, Sebastián Faena. A los 31 años, es considerado una de las estrellas de la fotografía contemporánea. Sus retratos de Lady Gaga, Celine Dion en topless o supermodelos jugando a ser botineras argentinas salieron en las principales revistas del mundo, de Vogue y Harper’s Bazaar a las más alternativas, como Pop o V Magazine. En medio de los preparativos para el lanzamiento de CR, el fotógrafo, de 31 años, y que estudió literatura en Columbia, dialogó con la nacion. “Saco fotos desde que tengo 16 años. Trabajé en la Argentina haciendo campañas y sacando fotos para Para Ti hasta los 18, antes de irme a vivir a Nueva York. Pero mi carrera internacional sucedió de la noche a la mañana –contó–. En la Argentina, dirigí una película, La mujer rota, con Dolores Fonzi. Mario Testino la vio y me pidió que lo ayudara y trabajase para él unos meses en Londres.” Faena dice que allí aprendió de cerca sobre el rol del fotógrafo de moda. “Ahí conocí a Carine. Meses

después Stephen Gan, fundador de V Magazine, también vio mi película y me pidió que hiciera algo parecido para V. Quería fotos épicas y cinematográficas, que no se traten solamente de la moda, que cuenten una historia. Después me llamaron para hacer una serie de monjas, dirigida por Miucca Prada, para una revista de culto entonces, Pop. Fueron mi primer big break.” –¿Cómo fue trabajar con Carine? –Fue un sueño hecho realidad, pero con presión, porque era su vuelta a la cancha después de Vogue París y no podía salir mal. Fue como ir a grabar música a un estudio, muy intenso. Carine es una estrella de rock y un hada de cuento de Disney. –Carine Roitfeld me dijo que iba a hacer con vos una de las producciones de fotos en Buenos Aires. –Sí, ella estaba ilusionada con la sensación de melancolía de la gran belleza de nuestra ciudad. Pero alertaron a la producción que la ropa que trajéramos de afuera iba a quedar demorada en la Aduana y no se puedo hacer en Buenos Aires. La movimos a París, que se parece bastante.ß

De Para Ti a Testino La ascendente carrera de un fotógrafo de moda diferente

sebastián faena fotÓgrafo

Empezó su carrera a los 16 años. Mario Testino vio una película suya y lo llevó a trabajar con él. Retrató a Lady Gaga desnuda y a Celine Dion en topless.

objeto de culto

Sobre ruedas eléctricas Como todo secreto cuando empieza a correr, es imparable. Por eso quien posee una Lucky Lion conoce lo que se siente que lo paren para preguntarle detalles todo el tiempo. Este vehículo motorizado eléctrico –tipo carrito de golf–, pero con forma de moto es la vuelta de tuerca a la movilidad ciudadana sin tener que aferrarse a los pedales de una bicicleta. Cuenta con varios diseños, como el Cute, que podría pasar por una elegante Vespa (8500 pesos). Funcionan a batería recargable en un enchufe hogareño y, según un cálculo, el costo de combustible se reduce en el mismo recorrido de $ 300 a 51 entre el auto y una de estas motos.