Conmovedor retrato familiar amazonaws com

15 mar. 2007 - Faithfull, escrito y dirigido por Gus van. Sant; “Tuileries”, con Steve Buscemi, escrito y dirigido por Joel y Ethan Coen;. “Loin du 16e”, con ...
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Espectáculos

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Jueves 15 de marzo de 2007

Conmovedor retrato familiar Muy buena

✩✩✩✩ Mis gloriosos hermanos (C. R. A. Z. Y.) (C. R. A. Z. Y., Canadá/2005). Dirección: Jean-Marc Valleé. Guión: François Bula y Jean-Marc Valleé. Dirección de fotografía: Pierre Mignot. Montaje: Paul Jutras. Vestuario: Ginette Magny. Con Michel Coté, Marc-André Grondin, Danielle Proulx, Emile Valleé y PierreLuc Brillant. Presentada por Alfa Films. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 16 años.

IMPACTO CINE

Nick Nolte y Ludivine Sagnier, en el corto dirigido por Alfonso Cuarón

La llegada del pequeño Zac al seno de una familia de clase media de Montreal, el día de Navidad de 1960, parece llena de portentos para su devota madre católica, quien está convencida de que Jesús lo ha salvado no en una sino en dos ocasiones para que comparta su particular don con el resto del mundo. O por lo menos –piensa ella– con el resto del vecindario, ya que este franco e inspirado relato de iniciación de Jean-Marc Valleé no necesita un lienzo más extenso que las cuatro paredes de la casa que los Beaulieu comparten con sus cinco hijos varones –cuya cambiante geografía refleja tanto el paso de los años como la turbulenta relación que comparten los hermanos– ni otras armas que la fina observación para pintar un vívido retrato familiar que se reparte entre la comedia, el drama y el fino apunte generacional con el mismo corazón e inteligencia. Pero la concordia de este pequeño paraíso –a Valleé, también responsable del guión, le bastan un par de pinceladas plenas de humor y tolerancia para transmitir su importancia en la vida de sus personajes– pronto deja-

Cineastas que buscan inspiración en París Buena

✩✩✩

ALFA FILMS

El dúctil Marc-André Grondin se luce como Zac, el protagonista de este notable relato canadiense

rá paso a las turbulencias que traen aparejadas los grandes cambios que se avecinan. Transformaciones que, como casi todo en el film, reflejan lo que ocurre fuera de su hogar pero se encarnan dentro de ella, en la difícil relación entre Zac y su padre. Sus desencuentros tienen al despertar homosexual del primero y a la incomprensión del segundo como campo de batalla, mientras que “Crazy”, de Patsy Cline, y “Emmènemoi a bout de la terre”, de Charles Aznavour, funcionan como perfectos

leitmotifs de sus desavenencias a lo largo de las dos décadas de historia que recorre este film. Su director se toma el tiempo necesario para urdir una trama tan sólida como entretenida en su desarrollo, que dota a cada una de sus criaturas de un peso dramático propio sin por ello sacrificar los considerables hallazgos visuales que –merced a la iconoclasta imaginación de su protagonista– redondean un universo tan original como compartido, gracias a la puntillosa reconstrucción de época que crean el

expresivo vestuario de Ginette Magny y la banda de sonido de la película, con temas de David Bowie, Pink Floyd y los Rolling Stones. Las dúctiles actuaciones de Emile Valleé y Marc-André Grondin (como Zac de niño y de adolescente) y los contundentes retratos de Michel Coté y Danielle Proulx como sus confundidos pero amorosos padres son los puntales de lo que es, sin dudas, una pequeña gran película.

Dolores Graña

Entre el desgano y una luz de esperanza Buena

✩✩✩ Terapias alternativas (Argentina/2007). Dirección: Rodolfo Durán. Con Manuel Callau, Graciela Stefani, Mausi Martínez, Juan Carlos Puppo, Pablo Cerri y otros. Guión: Axel Nacher, Fernando Schmidt y Rodolfo Durán, sobre una idea de Rodolfo Durán y Axel Nacher. Fotografía: Fabián Giacometti. Música: Sergio Cruz. Presentada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Hablada en español. Duración: 100 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.

La existencia del psiquiatra Carlos Ugarte transita día a día cumpliendo con desgano y total desinterés un trabajo que requiere de él una abnegación que ya ha perdido. Proclive a la soledad, se desempeña en un hospital para ancianos y, paralelamente, evalúa a aspirantes a emplearse en el Estado, pero ambas tareas las siente como una misión imposible debido al poco interés de las autoridades por mejorar la salud de los pacientes que tiene a su cargo. Comprende que nada puede hacer para cambiar esas circunstancias cuando su vida da un vuelco inesperado: impide el intento de suicidio de un joven casi marginal y, al mismo tiempo, debe hacerse cargo de su pequeño hijo, ya que su pareja viajará a los Estados Unidos.

Ugarte, que ya había hecho de su soledad un hábito, se enfrenta con responsabilidades que siempre trató de eludir. Sin embargo, la mirada de esos dos seres con los que ahora comparte su casa le va descubriendo un nuevo modelo de virtudes y de esperanzas. Tanto el joven que había elegido la muerte como solución a sus problemas como su hijo, al que había descuidado por mucho tiempo, van transformando a este psiquiatra en alguien que había usado una máscara para defenderse de la mediocridad que lo rodeaba y de la realidad de su propia crisis. En torno de esta historia cálida, el director Rodolfo Durán elaboró un entramado aparentemente sencillo en el que, entre líneas, puede descubrirse un país poco dispuesto a la comprensión y a la solidaridad. La existencia irresponsable de la que no puede salir ese psiquiatra que dedica sus momentos de ocio a beber cerveza y a ver en su televisor películas de otros tiempos se va convirtiendo en una luz de esperanza cuando, y cada vez más, el joven que convirtió su necesidad de morir y su hijo le hacen comprender que siempre existe una luz de esperanza para quienes apostaron a recorrer sus días entre una lucha que no puede ganar y un trabajo que realiza mecánica y desganadamente. El cambio que le plantea el nuevo entorno le permitirá

TEATRO ámbitos escénicos de Buenos Aires T UN SIMIO OSCURO Drama cotidiano de María Rosa Pfeiffer, dirigido por Cecilia Pion. Viernes, a las 20.30, en Espacio Colette, La Plaza, Corrientes 1660, 6320-5346. Entrada: $ 20. T FONTANARROSA CONCERT, LA COSA ES ASI Dirigida por Pablo Silva. Viernes, a las 21.30, en Terraza Teatro Bar, La Plaza. $ 15. T EXTRAÑA MORADA MAGNIFICA De Elba Degrossi y Héctor Oliboni. Viernes, a las 20.30, en El Búho, Tacuarí 215, 4342-0885. Entradas: $ 8 a $ 12. T CAIDA CRONICA De Bea Odoriz. Viernes, a las 23, en el Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943, 4326-3606. Entradas: $ 10 a $ 20. T RODANDO Unipersonal de Germán Rodríguez. Viernes, a las 21, en el Teatro del Abasto, Humahuaca 3549, 4865-0014. $ 15.

Eines. De miércoles a sábados, a las 21, y domingos, a las 20.30, en la Casacuberta, del San Martín, Corrientes 1530. $ 15. T UN NIÑO HA MUERTO De Fernando Rubio. En la Plaza Sicilia, Av. del Libertador y Av. Sarmiento, junto al lago. 4958-0540. Entradas: $ 10. T INCREIBLEMENTE BELLA Revista con Zahyra Amat. Viernes, a las 23, en el Variedades Concert, Corrientes 1218, 4382-3992. Entradas: $ 25 a $ 30. T ES ASI Unipersonal de Juan Sasiaín. Viernes, a las 23, en El Piccolino, Fitz Roy 2056, 4779-0353. Entrada: $ 15. T VERONA De Claudia Piñeiro. Viernes y sábados, a las 21, en El Piccolino. Entradas: $ 18. T ACTO ESCOLAR De Eva Egido Leiva y Rubén Vejabalbá. En Centro Cultural Adán Buenosayres, Parque Chacabuco. A la gorra. 4923-5876. T AUTOAYUDA De Julieta Petruchi. Sábados, a las 19, en Elkafka, Lambaré 866, 4862-5439. Entradas: $ 12 a $ 18. T DESDE IRINA De Julieta Alfonso. Domingos, a las 19, en Patio de Actores, Lerma 568, 4772-9732. Entradas: $ 12 a $ 15.

T ACASSUSO De Rafael Spregelburd. Viernes y sábados, a las 20.30, en el Margarita Xirgu, Chacabuco 875, 4300-8817. $ 15 a $ 25. T CAMINO DEL CIELO (HIMMELWEG) De Juan Mayorga, dirigida por Jorge

T PALABRAS QUE DICEN Unipersonal de Osvaldo Bermúdez, dirigido por Julián Howard. Miércoles, a las 21, en Velma Café, Gorriti 5520. Desde $ 15. T PAULATINA SOLEDAD De Esteban Bruzzone. Domingos, a las 20, en La Máscara, Piedras 736. $ 15.

INCAA

Manuel Callau, en la piel del psiquiatra Carlos Ugarte

modificar su relación con los afectos y con el micromundo que lo rodea. Sabrá, entonces, que a pesar de las dificultades para hallar la felicidad siempre hay una posibilidad de cambio y un faro luminoso que harán de él un hombre nuevo. El entramado del film no buscó el camino del intelectualismo para retratar a su personaje central, sino que apeló a la simple pintura cotidiana y a los más íntimos sentimientos imbricados en situaciones que recorren con igual fervor cierta pizca humorística

y un sentimiento que se apoya en la sencillez y en la ternura. La labor de Manuel Callau acierta en la personalidad de su personaje central, en tanto que los buenos trabajos de Graciela Stefani, de Mausi Martínez y, sobre todo, de Pablo Cerri apoyan con sinceridad esta historia que habla sin altisonancias de la necesidad de apoyarse en quienes se tienen a su lado para poder lograr un cambio en el alma y en el pensamiento.

Adolfo C. Martínez

Paris, je t’aime (Francia/2006, color; hablada en francés e inglés). Film en episodios: “Montmartre”, con Bruno Podalydès, escrito y dirigido por Podalydès; “Quais de Seine”, escrito y dirigido por Gurinder Chadha; “Le Marais”, con Marianne Faithfull, escrito y dirigido por Gus van Sant; “Tuileries”, con Steve Buscemi, escrito y dirigido por Joel y Ethan Coen; “Loin du 16e”, con Catalina Sandino Moreno, escrito y dirigido por Walter Salles y Daniela Thomas; “Porte de Choisy”, con Barbet Schroeder, escrito y dirigido por Christopher Doyle; “Bastille”, con Sergio Castellito, escrito y dirigido por Isabel Coixet; “Place des Victoires”, con Juliette Binoche, escrito y dirigido por Nobuhiro Suwa; “Tour Eiffel”, escrito y dirigido por Sylvain Chomet; “Parc Monceau”, con Nick Nolte, escrito y dirigido por Alfonso Cuarón; “Pigalle”, con Fanny Ardant y Bob Hoskins, escrito y dirigido por Richard LaGravenese; “Quartier des Enfants Rouges”, con Maggie Gyllenhaal, escrito y dirigido por Olivier Assayas; “Place des Fêtes”, escrito y dirigido por Olivier Schmitz; “Quartier de la Madeleine”, con Elijah Wood, escrito y dirigido por Vincenzo Natali; “Faubourg Saint-Denis”, con Natalie Portman, escrito y dirigido por Tom Tykwer; “Père-Lachaise”, con Emily Mortimer, escrito y dirigido por Wes Craven; “Quartier Latin”, con Gena Rowlands y Ben Gazzara, escrito por Rowlands y dirigido por Gérard Depardieu y Frederic Auburtin; “14e arrondissement”, con Margo Martindale, escrito y dirigido por Alexander Payne. Fotografía: Christopher Doyle, Denis Lenoir, Pierre Aim, Tetsuo Nagata y otros. Música: Pierre Adenot. Presentada por Impacto. 120 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.

Todos, incluidos los que residen en la ciudad, tienen su propia idea de París. Una idea que a veces puede parecerse a la real y a veces sólo toma de París algunos de sus rasgos. Los visibles –lugares vividos, recorridos o vistos en cuadros, postales y películas– y los más indefinibles, múltiples y cambiantes con los que la historia, el arte y el tiempo han ido definiendo su espíritu. Los productores Claudie Ossard y Emmanuel Benbihy tomaron los primeros al ofrecer esa incomparable escenografía para que veinte directores partieran de sus respectivas visiones y desarrollaran breves historias. Quizá buscando atrapar en esa conjunción de miradas ajenas el verdadero rostro de París; quizá sólo para componer la más completa y entrañable declaración de amor por la ciudad. Si no alcanzaron ninguno de los dos propósitos, ambos ambiciosos, lograron en cambio un film atractivo y placentero, de rara fluidez a pesar de tratarse de una obra colectiva y con el suficiente encanto como para

que aquellos episodios anodinos o disonantes –que los hay– incidieran poco en el balance final.

Variedad Un barrio de París para cada uno y cinco minutos tuvieron los cineastas para contar sus historias. De los veinte distritos, dos –el 11º y el 15º– quedaron sin representación cuando los episodios de Raphaël Nadjari y Cristoffer Boe no pasaron de la sala de montaje. Pero los restantes tienen variedad suficiente. Hay altibajos, pero nunca tedio. Hay una edición hábil que da a la sucesión de cortos una ilusión de continuidad. Y hay un comienzo prometedor gracias al humor agridulce de Bruno Podalydès. Los despistes más notorios vienen de Christopher Doyle y su ñoña aventura entre una modista y un vendedor; de Sylvain Chomet, que cambió sin suerte la animación por la mímica; de Wes Craven, que visitó Père Lachaise con poca imaginación, y de Nobuhiro Suwa, cuyo dramático esbozo sobre la pérdida de un hijo parece sólo la excusa para ver cabalgar a un cowboy por las calles de París. Algunos cineastas pensaron más en sí mismos que en la ciudad, como Gus van Sant y su anodina pincelada sobre un flechazo gay; Adolfo Cuarón, con su largo plano secuencia en Parc Monceau, o Vincenzo Natali, cuya fantasía vampírica tiene, al menos, final cómico. Entre quienes apuntaron a un París multicultural, el melodrama de Oliver Schmitz contrasta con la sutileza de Walter Salles y Daniela Thomas y con la tierna sensibilidad de Gurinder Chadha. También con Olivier Assayas, que observa diferencias y recelos en la relación entre una actriz y su dealer. Y con el romance literario entre un ciego y una norteamericana contado por Tom Twyker. Isabel Coixet pulsa el drama amoroso con ayuda de grandes actores y hay algún eco de Truffaut en la relación teatral de la pareja madura que pinta Richard LaGravenese. Lo que justifica de veras la visión del film está en los restantes tres cortos. El muy divertido de los hermanos Coen, que hace realidad la paranoia de un turista (Steve Buscemi); el de Depardieu y Frederic Auburtin, que trae ecos de John Cassavetes y cuenta con el talento de Gena Rowlands y Ben Gazzara, y, sobre todo, el de Alexander Payne, que concreta la declaración de amor a París con la letra graciosamente escolar de una turista madura, transparente y encantadora. Es la admirable Margo Martindale: la única que parece captar la inasible magia de París en la escena de más intensa emoción.

Fernando López

Un puesta blanca, blanquísima Bueno

✩✩✩ Las mujeres entre los hielos, de Agustina Muñoz. Con Laura Gamberg, Priscila Zelasco y María Zorraquín. Vestuario: Flavia López Foco. Escenografía: Clara Díaz. Vestuario: Flavia López Foco. Iluminación: Leo D’Aiuto. Música original: Pablo Heredia. Dirección: Agustina Muñoz. En El Camarín de las Musas.

Tres mujeres abrigadas con tapados de piel recuerdan al paisaje blanco (blanquísimo) de cuando vivían en Alaska junto a sus respectivos maridos. De algún modo parece ser que el haber habitado una lejana y solitaria base científica de un país de sombras largas las ha transformado en mujeres frías, distantes y con la mente en blanco en medio de un entorno blanco (blanquísimo). Superadas por la situación, de ahí huyeron hacia tierras tropicales, coloridas y cálidas. Por eso una de ellas se pinta las uñas de rojo, la otra habla de comer tomates y la tercera (o todas, poco importa) fantasea con irse ya mismo al Mato Grosso. Sin embargo, hay que reconocer que en Las mujeres entre los hielos, el trabajo en cuestión, nada es tan lineal. Por lo pronto, ninguna de las tres parece haber zafado de aquel período de sus vidas ni de aquellos amores. Es más, nunca se sacan los abrigos y el paisaje blanco (“el limbo”, como lo llama la autora) parece perseguirlas y constituirlas. Lo cierto es que a medida que avanza la obra el pasado y el presente se confunden cada vez más. Es así

Visualmente, la obra de Agustina Muñoz se anota un punto de enorme solidez

que ni Lisa ni Lourdes ni Clara saben si volvieron o siguen allá en ese paisaje blanco (sí, blanquísimo). En esa confusión radica una de las virtudes de este sugestivo montaje creado y dirigido por Agustina Muñoz, una joven de 21 años ganadora del primer nacional de dramaturgia que acaba de entregar el Instituto Nacional del Teatro. Si bien a la obra le cuesta arrancar y la reflexión sobre el recuerdo y el

amor (posibles ejes dramáticos de esta historia) por momentos se desdibuja un poco, la obra claramente se afianza en otros aspectos. Por ejemplo, en las sólidas interpretaciones de Priscila Zelasco, María Zorraquín y –fundamentalmente– en el trabajo de Laura Gamberg. Para la puesta, Muñoz crea una especie de instalación (blanca sobre fondo negro) de una fina conexión entre cada una de las partes. En ella

se luce el espectacular vestuario de Flavia López Foco, la escenografía de Aduki y Clara Díaz, y la iluminación de Leo D’Aiuto que constantemente va cambiando de intensidades. En ese limbo transcurre una acción basada en los recuerdos, en una evocación de fotos blancas (blanquísimas), algunas palabras de amor y un pasado que no cierra.

Alejandro Cruz