Espectáculos
Página 4/LA NACION
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RADIO (Breves)
Falleció Ronnie James Dio
(Protagonistas)
Un Miller muy ajustado en manos de Veronese
Por Alicia Petti
Buena
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El descenso del monte Morgan. De Arthur Miller. Con Oscar Martínez, Carola Reyna, Eleonora Wexler, Ernesto Claudio, Malena Figó y Gaby Ferrero. Dirección: Daniel Veronese. Escenografía: Alberto Negrin. Iluminación: Eli Sirlin. Vestuario: Laura Singh. Teatro Metropolitan 2. Duración: 100 minutos.
La cartelera porteña estrenó, con diferencia de días, dos obras del gran dramaturgo norteamericano Arthur Miller, Todos eran mis hijos, que pertenece a su primera etapa productiva, y El descenso del monte Morgan, escrita en 1991. Es una oportunidad casi única para el espectador de comparar dos épocas en el proceso creativo de uno de los autores teatrales claves del siglo XX. Es como si se pudiera ver al Miller inicial y final. ¿Son distintos estos dos autores? En una medida importante, lo son. El Miller de El descenso del monte Morgan ha perdido la grandeza trágica de las historias que lo convirtieron en un dramaturgo referencial de su tiempo. Este Lyman Felt, empresario exitoso que al tener un accidente automovilístico y recalar en un hospital es descubierto por sus dos esposas como un flagrante bígamo, es un personaje pequeño frente al recuerdo de Joe Keller, Willy Loman o Eddie Carbone. Ha desaparecido en este texto el impugnador implacable del “sueño americano”, pero este Miller está igualmente preocupado por los eternos dilemas de la condición humana: la soledad, la infelicidad, la imposibilidad del deseo, el dolor. Pero su mirada ha olvidado la injusticia del mundo como generadoras de esos estigmas para concentrarse sólo en la hipocresía de sus reglas morales como fuentes del fracaso. Reflexiona más, en un giro que lo aproxima a lo autobiográfico y a lo psicoanalítico, en las desventuras del “yo”. A diferencia de Loman, Lyman Felt ha triunfado como vendedor de seguros, ha apostado todo al esfuerzo individual y le ha ido bien. Un poco como a Miller en la vida y en su condición de autor. Incluso, Felt calma sus culpas de antiguo creyente en las ideas del progreso diciendo que le ha dado trabajo con su empresa a mucha gente. De cualquier modo,
Galar ganó un Martín Fierro al mejor locutor DIEGO MARTINEZ
Gabriel Galar, señor locutor Conduce segmentos en FM Blue y es la voz oficial de Radio del Plata
Fox Life cambia Desde hoy, la señal Fox Life abandona las series y películas para dedicarse al “estilo de vida”, con ciclos centrados en cocina, salud, decoración y reality shows. Entre los estrenos están los ciclos de los dos chefs televisivos británicos más famosos, Jamie Oliver y Nigella Lawson, y el reality Kitchen Nightmare, con el irascible cocinero escocés Gordon Ramsay, entre muchos otros.
Un susto para Cerati Gustavo Cerati “sufrió una descompensación”, tras ofrecer el último concierto de su gira, anteanoche en Caracas, informó en la madrugada de ayer la página web del músico, que también destacó que éste se “recupera favorablemente”. Según la prensa local, el ex vocalista de Soda Stereo tuvo que recibir asistencia médica “a causa de un fuerte dolor en el pecho y la pérdida del conocimiento”. Con este concierto, Cerati puso fin al tramo 2010 de su gira Fuerza Natural.
Lunes 17 de mayo de 2010
TEATRO
“Mi corazón está roto. Ronnie falleció a las 7.45 del 16 de mayo. Amigos y familiares pudieron darle un privado adiós antes que que se fuera en paz”. Así, Wendy Dio, esposa y mánager de Ronnie James Dio anunció oficialmente ayer la muerte del cantante en su página oficial, pocas horas después de desmentir rumores de su deceso que se publicaron en la Red. Considerado una de las voces más representativas del heavy metal, Dio hizo historia al frente de grupos como Elf, Rainbow, Black Sabbath y, de 1983 en adelante, con el proyecto que llevó su nombre. El cantante, que visitó el año pasado el país con la gira de Heaven and Hell (algo así como Black Sabbath sin Ozzy Osbourne) murió a los 67 años a causa de cáncer de estómago que le diagnosticaron el año pasado.
Dio, una leyenda del metal
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Gabriel Galar tiene 45 años, se enorgullece en señalar que es nacido y criado en Lincoln, provincia de Buenos Aires, posee más de 25 años de trayectoria como locutor, se ha desempeñado en casi todas las emisoras, y hoy, por la potencia de su voz y por su cálido estilo, revalida esta tarea fundamental en el micrófono. Es la voz institucional de Radio del Plata, de América TV, América 24, de Radio Brisas de Mar del Plata y conduce por FM Blue (100.7) Radio Edit (de lunes a viernes, de 10 a 14) y Jazz y Blue (los domingos, de 20 a 22). Es la voz de muchas publicidades y de un ciclo televisivo inolvidable como Sorpresa y media. Hace unos días, ganó un Martín Fierro al mejor locutor. –Hay un gran reconocimiento hacia tu trabajo... –Lo que más percibí fue el cariño de los colegas. Me parece que esa es la gran satisfacción del premio, que pone en escena algo que ya estaba entre los colegas, el reconocimiento profesional. –¿Siempre quisiste ser locutor?
–Desde chico. En Lincoln había una radio por circuito cerrado y yo era compañero de colegio del hijo del dueño de esa radio. Después de mucho insistir, me abrieron las puertas. Así, empecé a trabajar a los 16 años, era realmente mi vocación, una que nació de tanto escuchar a Antonio Carrizo, a Fernando Bravo, a Juan Alberto Badía y a Graciela Mancuso. En estos días, mucha de esa gente que yo escuchaba, y que fue mi referente, me llamó para felicitarme. –Tus armas son la voz, la técnica, años de profesión y tus conocimientos musicales... –Uno va aprendiendo. Siempre me gustó mucho el tema de la música y retengo la información. Me gustan los programas que cuentan algo y eso es lo que hago: una pequeña historia. Este fin de semana, por ejemplo, salió una historia de Johnny Hutch, trompetista de Duke Ellington. Se odiaban, pero era maravilloso verlos juntos. Esa pequeña historia le pone un sabor especial al programa. –Fue muy emotivo tu recuerdo para Ricardo Jurado.
–Son esos maestros que uno tiene a la distancia. Siempre lo admiré, aunque nunca lo conocí. Pienso que fue el mejor locutor comercial y de relatos que he escuchado. –¿Cómo fueron tus inicios? –Los inicios fueron en informativos. En Radio Belgrano, en la que estaban Magdalena Ruiz Guiñazú, Guinzburg y Abrevaya; después pasé a Del Plata, estuve en Splendid, Rivadavia, en La Red, y después fui pasando por distintas FM, muchas de ellas de la mano de Julio Lagos. Hoy mi agradecimiento es hacia él, hacia Fernando Bravo y Alberto Veiga, que fueron hombres que me dieron muchas oportunidades en una profesión que está sufriendo un deterioro importante. También es cierto que el medio ya no considera al locutor como lo consideraba antes, cuando determinadas voces identificaban a las radios. Me da pena por la profesión, porque creo que hizo que la radio argentina tuviera un altísimo nivel. El locutor antes era un frontón que devolvía todo al periodista y para eso hace falta experiencia.
vive una existencia partida y cuando se revela la verdad se da cuenta de lo poco que le ha servido ser tan poderoso en lo económico, que la opulencia que da el dinero no siempre calma los nervios. Miller parece apostar en el comienzo de la obra a la comedia. Pero no; Miller se acuerda de quién es y conduce la comedia hacia los bordes de lo dramático y allí logra sus mejores momentos. Es cierto que algunas parrafadas del protagonista a veces suenan demasiado rebuscadas, pero la maestría del autor para pintar caracteres y describir situaciones de confrontación sigue intacta. Así, la obra tiene pasajes muy entretenidos. Pero, a decir verdad, contribuye también mucho a esta circunstancia una dirección muy ajustada de
Se lucen Eleonora Wexler y Oscar Martínez
Daniel Veronese, que no baja jamás el ritmo de la puesta. Y muy en especial, el extraordinario trabajo actoral de Oscar Martínez y Carola Reyna, que se llevan todas las palmas de la noche. Eleonora Wexler está también excelente en un papel difícil, pero no tan exigido. Acompañan con mucha idoneidad a este trío Ernesto Claudio, Malena Figó y Gaby Ferrero. Mención especial merece además la escenografía de Alberto Negrín, concebida con paneles transparentes de tela celeste, que reflejan, en gran parte gracias a la virtuosa iluminación de Eli Sirlin, la liviandad de ese mundo tan ordenado, pulcro y, a la vez, tan frágil.
Alberto Catena
MUSICA POPULAR José Teixido
Con la sencillez de la canción El guitarrista presentará mañana el nuevo álbum de su grupo Amores Tangos Viene de una familia de músicos. Es el que creó el sonido sobre el cual se apoya la voz de Soledad Villamil en sus muy buenos discos (especialmente el último, Morir de amor) y quien mañana presentará Orquesta de carnaval, CD del grupo Amores Tangos, que comparte con varios colegas. A primera vista y a primera escucha, José Teixido parece un tipo simple como el café que acaba de pedir (solo, apenas con un poco de azúcar) mientras acomoda su guitarra al costado de la silla de un bar para disponerse a la charla. A los 32, es de esa generación tanguera que estudió (en su caso en el Sadem) y que fue a las raíces de este género, pero, por edad e influencias, trae consigo otras músicas, otra información. De no ser así, sería improbable que en el álbum de Amores Tangos se escucharan temas propios, de Goran Bregovic, de Vinicius, clásicos tangueros de todos los tiempos con ciertas licencias rítmicas y tradicionales de otros tiempos que hay que recuperar a fuerza de buenas versiones, como la de “Marioneta”, que aquí aparece en la voz de Osvaldo Peredo (una joyita). Teixido no se alista en ningún intento de vanguardia ni de experimento. Dice que sus músicas (sus arreglos, especialmente) son simples; dice que se terminan de cocinar en la sala de ensayo, con un grupo de amigos que se conocen de tocar en distintas tanguerías y que luego de un tiempo terminaron coincidiendo en este proyecto.
Yendo del rock al tango Teixido cuenta que lo que le interesa son las canciones. Tal vez por eso se escuche “Marioneta” o “Romance de barrio” en el disco y no algún título de Piazzolla. Mañana, a las 21, en Café Vinilo, Gorriti 3780, será la presentación en vivo. “Los Amores Tangos son amigos, básicamente –dice Teixido–. Somos músicos de la escena tanguera que nos conocíamos de trabajar con algún cantante, en un festival, en una casa de tango. Tenemos inquietudes similares y armamos el grupo. Digamos que primero fuimos amigos.”
FERNANDO MASSOBRIO
El instrumentista presenta Orquesta de carnaval
A su vez, hay vías de escape desde el tango hasta otras músicas. “Son un estímulo. Pero cuando uno toma por mucho tiempo esa vía quiere volver al tango tocado de la manera más tradicional. De chico tocaba el bajo. Hacía rock. Pero mi viejo me llevaba a tocar tango y folklore. A los 18 o 19, me metí a estudiar y me enfoqué al tango.” –¿Y cómo es el trabajo con Villamil? –Arrancamos juntos. Desde el minuto cero. Ahí también la idea es valorar las canciones. Se respeta, se busca que crezca en nosotros. Y me parece que a veces lo logramos. Además, ella tiene una manera muy interesante de trabajar que te contagia; es apasionada por las cosas bien hechas. Se ensaya mucho. Eso está bueno porque es muy vivido. De alguna manera, con el grupo pasó lo mismo. Nos juntamos con tres canciones y empezamos a probar, a tocar en vivo. Por eso, el repertorio fue creciendo con nosotros. No hay pretensión de nada. Sólo que sea un grupo que esté enmarcado
dentro del tango, pero que pueda tocar un tema de Bregovic. La idea es trabajar a favor de la melodía. También la valoración de lo rítmico. Me gusta prestarle atención a eso. Antes escuchaba la síncopa de Tanturi y no me gustaba, me parecía demasiado inocente. Ahora pienso en qué puedo encontrar en esa inocencia. Y me encuentro con un ritmo más cantable y bailable, más liviano. En la búsqueda de ese material, hay una reelaboración. Uno va yendo de un lado a otro, de Pugliese a D’Arienzo. –Llama la atención, últimamente, cómo se está reivindicando a D’Arienzo, incluso por parte de los músicos veteranos. –[Se ríe] No sé. Puede ser. Te pongo otro ejemplo. Hace diez años te hubiera dicho «dame Pugliese, yo quiero rocanrol». Ahora escucho a la orquesta de Caló y me encanta. Quizá porque me estoy amigando con mi abuelo, quizá porque fui padre. No sé, pero me estoy reconciliando.
Mauro Apicella