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espectáculos
| Sábado 26 de abril de 2014
teatro
Comedia brillante sobre la identidad ¿Quién es el sr schmitt? (Qui est monsieur schmitt). ★★★★ muy buena . autor :
Sebastien Thiéry. director: Javier Daulte. elenco: Gabriel
Goity, Laura Oliva, Carlos Defeo, Fabián Minelli y Mauricio González. diseño de escenografía: Alicia Leloutre. diseño de iluminación: Matías Sendón. diseño de vestuario: Ana Markarian. productor: Pablo Kompel. versión: Fernando Mas-
llorens y Federico González Del Pino. teatro: La Plaza (Corrientes 1660, sala Pablo Picasso). funciones: miércoles, jueves y domingos, a las 20 45; viernes, a las 21; sábados, a las 20 y a las 22. duración: 95 minutos.
U
na noche como cualquier otra, durante una insípida cena, suena el teléfono en la casa de un matrimonio burgués, gris y desapasionado. Los personajes reaccionan de modo atroz dado que la pareja no tenía teléfono. Este absurdo abre el telón del relato. La voz desconocida insiste en comunicarse con un tal Schmitt, que no
vive allí. Así comienza ¿Quién es el Sr. Schmitt?, del francés Sebastien Thiéry, autor de moda en su país y el mismo de Lluvia de plata, que también cuenta con una versión porteña. Sobre ambas piezas se teje un pedido explícito: no develar el final. A su vez, en el caso de ¿Quién es el Sr. Schmitt? se debería exigir que no se develen los giros de la trama. El
Laura Oliva y Gabriel Goity, pilares de una obra vertiginosa espectador se irá sorprendiendo y, a modo de detective, irá uniendo las piezas para comprender qué ocurre en escena. ¿Quién es el Sr. Schmitt? es una comedia brillante, vertiginosa y plena de acción; ontológica, pero sin ampulosidad intelectual, la pieza se ocupa de un tema complejo: la
identidad. Desde el título se plantea una pregunta, interrogante que se extiende a todo el género humano, y que carece de respuesta unívoca. La construcción de la personalidad (y de héroes terrenales), la mirada del otro y la mirada que cada uno tiene sobre sí mismo son los temas sobre los que se problematiza,
sin abandonar nunca la comedia. Gabriel Goity realiza un excelente trabajo compositivo, en el que se advierten tantos años de oficio. Es su perturbación, su miedo, su parálisis lo que atrae al espectador, que asiste a la crisis de un hombre común, tan común como el espectador mismo. Laura Oliva es una estupenda par-
tenaire, efectiva y precisa. Hay que destacar el gran trabajo del resto del elenco: Carlos Defeo, versátil actor, quien cada vez que irrumpe en escena –no sólo en esta pieza, sino en otras como Estado de ira– crea un clima diferente; Fabián Minelli, a cargo de deliciosas escenas junto a Goity; y Mauricio González, gran revelación. Javier Daulte ubica a menudo a las criaturas en el proscenio, debajo de una luz cenital, como si de un interrogatorio se tratase. Las hace desplazarse con saltitos, casi a modo de caricaturas, y acompaña la sorpresa de los personajes con efectos sonoros. Éstos son sólo algunos de los elementos de una dirección inteligente y original, en una obra en la que no abundan las acotaciones escénicas –a diferencia de otras piezas del teatro del absurdo, en especial las beckettianas– y de un texto edificado, en mayor medida, sobre líneas que son látigos, en lugar de extensos monólogos. A su vez, suma a la comicidad una versión bien rioplatense, alejada de nombres franceses y galicismos, con un léxico cercano al del espectador.ß Laura Ventura
clásica
Voces para el fervor religioso musicaQuantica -voces de cámara. ★★★★ muy bueno. dirección:
Camilo Santostefano. obras: motetes de Bach, Mendelssohn y Rhein-
berger; Himno a Santa Cecilia, op 27, de Benjamin Britten; Leonardo dream of his flying machine, de Eric Whitacre, De profundis, de John Pamintuan, y Misa criolla, de Ariel Ramírez. En el Auditorio de Belgrano.
M
usicaquantica suena curioso, estrafalario. Bizarro, dirá un snob del idioma, que desconoce que en inglés y francés es lo insólito y extraño. Y que en español y alemán significa espléndido. Porque nada nos dice “quantico” en música. Es sólo ocurrencia y fantasía. Quántico (del alemán “quantum-cantidad”) designó el alemán Max Karl Plank a su teoría física de la energía y su onda de radiación, tan compleja como la teoría de la relatividad. Claro que, en este caso, el grupo coral Musicaquantica haría buenas migas con “Variaciones”, lema que para esta temporada propone Festivales Musicales. No obstante que “variación” también llama a conjetura, ya que en música existen varios tipos, si bien lo más conocido es la forma “tema con
en canal 26
Esas pequeñas cosas El ciclo que en los noventa produjo Néstor Machiavelli volvió a tener pantalla en el Canal 26. Hoy, a las 14, se emitirá el programada dedicado a Rulo Fernández, un empresario hotelero y último habitante de Epecuén (pueblo desaparecido por la inundación).ß
en palermo
El festival del vinilo Hoy, desde las 11 de la mañana y hasta las 10 de la noche, se realizará la segunda edición de la fiesta Buenos Aires en Vinilo, una propuesta que reúne tanto a coleccionistas como a nuevos adeptos al viejo y querido elepé. En The Roxy Palermo, Niceto Vega 5542.ß
variaciones”. Pero aunque “variedad” fuese la palabra justa, el real hilo conductor de este concierto es la intrínseca religiosidad que animó a compositores tan disímiles como el Bach del motete y el Ariel Ramírez folklórico de la Misa criolla, o el salmo de Mendelssohn que canta la gloria de Jehová y anuncia al Mesías, con el disparatado tributo poético a la apócrifa música Santa Cecilia, al que puso interesantes notas Britten. Lo cierto es que estas veintitantas “voces de cámara” nos sorprenden por su sólida preparación, compacto ensamble, la eufonía de sus timbres y la ductilidad expresiva para abordar, de la mano de su creador y director, Camilo Santostefano, un repertorio exigente. Habrá que señalar, no obstante, que ya desde los dos motetes
iniciales se advierte una sobrecarga de énfasis en las articulaciones, el fraseo y los contrastes que a veces rozan el expresionismo. Felizmente no sucede lo mismo con el tercer motete, de Rheinberger, ya que la misma partitura exige un sereno discurrir. Tal impronta y tendencia del director hacia cierta grandilocuencia sonora encuentra su empatía en el proteico Himno a Santa Cecilia. En esta veta el coro también refulge con sus flexibles voces en la música contemporánea que Eric Whitacre dedicó a otro texto surrealista en tributo al genio de Leonardo Da Vinci y su fallido intento de volar a lo Ícaro. El coro asume un tour de force en el despistado “De profundis” con el que John Pamintuan dio golpe mortal al duende de García Lorca. En el final, la Misa criolla de Ariel Ramírez conquistó una acertada versión, pese al riesgo de tergiversarla con la tremenda garganta del solista Leo Garzón, tentado de vociferaciones.ß rené Vargas Vera
Mozart, Beethoven y una copa de tinto mendoza. Nueva edición del festival
Música Clásica por los Caminos del Vino
Hace catorce años surgió, tímidamente, un proyecto que proponía compartir música clásica en teatros y en bodegas. Ni las mentes más fantasiosas podrían haber previsto que, con el correr de los años, el Festival Internacional de Música Clásica por los Caminos del Vino, que se lleva adelante a lo largo y ancho de toda la provincia mendocina, habría de consolidarse como uno de los proyectos musicales más sólidos del país. Por lo demás, solidario en su esencia, en las casi dos semanas que dura el Festival, se “recaudaron”, más de cuatro toneladas de leche en polvo. La enumeración puntual de cada uno de los lugares en los cuales flotaron los sonidos clásicos excede cualquier razonabilidad. Simplemente alcanza con señalar que fueron diecisiete las bodegas en las cuales, propiamente, se entrelazaron virtuosamente Mozart y Malbec, Brahms y Sirah. Pero como no sólo de la buena bebida se nutre el festival, hubo también música en ambientes cerrados o al aire en iglesias y santuarios, en reservas naturales, en museos, en salas de cine, teatros y auditorios de quince municipios repartidos por toda la provincia. Nada más que por consignar un momento de abundancia y calidad, en una noche muy musical, los mendocinos tenían para optar, al mismo tiempo, por diferentes ofertas. En la capital provincial, en el Teatro Independencia, tenía lugar una gala de pianistas argentinos en la que participaban el mendocino Gustavo Gatica, la santafecina Alicia Correas y Valentín Surif, apuntado como porteño por procedencia, pero hombre de viajadísima historia por miles de paisajes. A algunas cuadras, en el auditorio de la Facultad Regional Mendoza de la Universidad Tecnológica Nacional, el Alliance Quartett de Viena hacía coexistir a Philip Glass con Mendelssohn y Piazzolla. Y a poco más de doscientos kilómetros al Sur, en
la Casa Burgos, de San Rafael, la pianista chilena Evelia Sabatini, en un recital de alto valor simbólico, entreveraba, saludablemente, obras de Scarlatti y Chopin con creaciones de tres compositores mendocinos, Julio Perceval, Susana Antón y Mirtha Poblet. Por supuesto, y esto fue una constante que atravesó todos los espectáculos del festival, los tres ámbitos estuvieron colmados. En este sentido, este cronista pudo comprobar cómo cuatrocientas personas se abigarraron con particular felicidad en las Bodegas López, en Maipú, para disfrutar de un concierto exigente por parte del Cuarteto Gianneo que eligió interpretar obras de Mozart, Eric Satie y Janácek. Cierta prudencia hubiera aconsejado elegir un repertorio más accesible para un público que no dejó de aplaudir al final de cada movimiento. Sin embargo, gracias a las buenas explicaciones previas de Sebastián Masci, uno de los integrantes del cuarteto, las obras fueron pasando con gran aceptación y mucho entusiasmo. Del mismo modo, una multitud se congregó en el Teatro Independencia para asistir a un muy emotivo concierto de clausura en el cual tocó la Orquesta de Cámara Caminos del Vino –integrada por músicos de diferentes ensambles que participaron del evento general, más invitados especiales mendocinos–, dirigida por Luis Gorelik. Al comienzo hubo discursos de Marizul Ibáñez, ministra de Cultura de la provincia, y de Dora de Marinis, directora artística y verdadera alma máter del festival. Después pasaron Prokofiev, Haydn y Mozart y, al final, hubo muchísimos aplausos. Y alegrías. No porque el festival hubiera concluido sino por la certeza de que el año que viene seguramente habrá nuevas oportunidades para disfrutar de la música y el vino, una combinación más que saludable que se da en perfectas proporciones sólo en Mendoza.ß Pablo Kohan