Asociación de palabras, enigma revisitado

26 sept. 2009 - Un dinosaurio con cuatro alas. LONDRES (EFE).– Científicos chinos han descubierto el fósil de un di- nosaurio con cuatro alas y plumas,.
2MB Größe 5 Downloads 104 vistas
PSICOLOGIA / CIENCIA

Sábado 26 de septiembre de 2009

I

FUE PLANTEADO POR FREUD Y JUNG s HOY LO ESTUDIAN DESDE LA ESTADISTICA

Pastilla

Asociación de palabras, enigma revisitado

HALLAZGO EN CHINA

Físicos y matemáticos lo exploran con métodos de computación, a partir del análisis de un banco de 50.000.000 de términos NORA BÄR LA NACION Hace un siglo y medio, un neurólogo austríaco llamado Sigmund Freud decidió bucear en las profundidades de la mente utilizando la hipnosis y la asociación libre de palabras. En ese momento, Freud avanzó hasta cierto punto, pero finalmente se dio por vencido y decidió tomar otros caminos. Hoy, los físicos y matemáticos argentinos Mariano Sigman, Martín Elías y Flavia Bonomo, todos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), retomaron el problema ancestral de la asociación de palabras, pero esta vez armados de nuevos instrumentos. Lograron vislumbrar imágenes, por lo menos, curiosas. Sus reflexiones y esas inesperadas postales del pensamiento acaban de publicarse en Frontiers in Integrative Neuroscience. “Los pioneros de la psicología, como Freud y Jung, pensaban que si uno entiende las asociaciones, está comprendiendo algunas reglas de juego del pensamiento –explica Mariano Sigman–. Nosotros volvimos a ese problema. Queremos hacer algo así como un mapa de las rutas del pensamiento a partir de analizar fotos del tráfico de ciertas áreas. Pero no podemos fotografiarlo, no hay manera de hacer eso en vivo.” Freud y Jung trabajaban con lápiz y papel, tratando de inferir cuál era el sentido oculto de las asociaciones. Los científicos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA adoptaron otra perspectiva. Como se hace en otros campos de la ciencia, Sigman, Elías y Bonomo quisieron empezar por tratar de medir. Medir la distancia que existe entre palabras. “Casi todo lo que hacemos tiene que ver con medir. La pregunta es cómo se hace para establecer una métrica entre vocablos.”

HERNAN ZENTENO

Mariano Sigman y Martín Elías, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA Decidieron construir una gran estructura estadística, y para eso era necesario contar con un enorme corpus de palabras. Lo encontraron en el banco de LA NACION online y, para compensar el sesgo, trabajaron en el Proyecto Gutenberg, un conjunto de libros que ya pasaron al dominio público y que están disponibles en Internet. “Lo que necesitábamos era mucho texto para saber cuándo las palabras aparecen juntas, porque esa era la medida que teníamos para establecer similitud”, explica Sigman. Una manera de hacerlo es aplicar alguno de los sistemas que se utilizan para la navegación en Internet y buscar conjunciones de palabras. “Trabajamos con 50.000.000 vocablos y, básicamente, les aplicamos algorit-

mos de conteo. El sistema toma una frase y se fija cuántas veces aparece «perro» y también «jirafa», o «gato», por ejemplo”, explica Elías. Obtuvieron algo así como un gran “diccionario de asociaciones” o, más estrictamente, un plano que muestra la “distancia” que cada palabra tiene de las demás. Las que están en el centro –es decir, más cerca de todas las otras– son las que designan partes del cuerpo (“cabeza”, “brazo”, “cerebro”, “corazón”). “Ahora, imaginémonos que las asociaciones son un paseo por ese espacio. Yo te digo «carne»; vos me decís «papas»; de «papas», él salta a «pescado»… De «pescado» nos vamos a «playa»; de «playa» a «mar»… De «mar» a «tiempo»…”, continúa diciendo Sigman. Esas trayectorias

dibujan un camino en el universo multidimensional de las palabras. Lo que hicieron los investigadores fue tratar de ver si se quedan en algunos barrios, si saltan, si se van muy lejos o se quedan cerca... Y lo hicieron a partir de un juego que organizaron por Internet. “Participaron 120 personas de entre 15 y 85 años –cuenta Elías–. Uno se anotaba y recibía palabras de otros jugadores, asociaba lo primero que se le ocurría y se las mandaba a otro. Una especie de «teléfono descompuesto» en el que había que anotar lo primero que se les ocurría.” El resultado fue, en cierto modo, previsible: la mayoría de las personas asocia las palabras del mismo modo en que están relacionadas en el corpus,

aunque a veces mencionan una palabra muy lejana, algo que podría estar relacionado con la metáfora. “Son algo así como saltos en el hiperespacio, autopistas que permiten ir de un lado a otro del lenguaje –dice Sigman–. Por ejemplo, cuando uno dice «cabeza de gobierno», esa especie de antropomorfismo es lo que nosotros pensamos que permite hacer un pensamiento más compacto. Usar ideas de un dominio y llevarlas a otro.” Los investigadores también vieron que las trayectorias habituales en el universo de las palabras tienen una geometría que en matemática se conoce como Lévy flights. Es lo que hacen las personas en sus viajes habituales: van de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, y cada tanto hacen un viaje largo, se toman un avión y están en Madrid. “Te movés cortito en un barrio, y cada tanto te vas del otro lado del mundo y te quedás en otro barrio durante un tiempo –dice Sigman–. Las asociaciones de palabras hacen eso: por ejemplo, decís «martillo», «clavo», «yunque», hasta que llegás a una palabra que te manda a «River», «gallina», y de golpe estás en el barrio de los animales.” “Este corpus podría usarse como una métrica, como una norma, a partir de la cual uno podría plantearse entender las asociaciones de palabras para comprender la estructura de la narrativa o de la poesía, por ejemplo, o detectar cuáles son patológicas, cuáles convencionales y cuáles más creativas –especulan Sigman y Elías–. Lo más llamativo de todo esto es que volvemos a hacernos las mismas preguntas que algunos se hicieron muy temprano, en la oscuridad, y que abandonaron porque no tenían herramientas. Hoy pueden ser revisitadas con la metodología adecuada. No resolvimos el problema, pero ahora podemos trabajar con números.”

19

Un dinosaurio con cuatro alas LONDRES (EFE).– Científicos chinos han descubierto el fósil de un dinosaurio con cuatro alas y plumas, que puede constituir el eslabón perdido en la transición de estos animales prehistóricos en su salto de la tierra a los cielos. Según publicó ayer la revista Nature, el hallazgo permite comprender mejor la evolución original de las plumas en los antiguos pobladores de la tierra, un aspecto evolutivo

AP

Restos fósiles de plumas poco conocido debido a la falta de fósiles bien conservados. El Anchiomis huxleyi hallado en China es un fósil en el que ha quedado grabado un dinosaurio con largas plumas en las cuatro patas y en la cola. Esto sugiere, según Xing Xu, de la Academia China de Ciencia, que “pudo haber existido una fase en la que los dinosaurios tuvieron cuatro alas en su transición para convertirse en aves”.

Agenda Cambio climático Pasado mañana, a las 19.30, disertará en Rosario el investigador Luis Seguessa. Con el título de “Alerta global 2012”, el presidente de la Fundación Códigos se referirá al cambio climático. La conferencia se realizará en el Teatro La Comedia, de Rosario (Mitre esquina Ricardone); la entrada es libre y gratuita. Más información: (0341) 449-5983.