Palabras de verdad

21 feb. 2015 - Cuando el pródigo vino al hogar, “su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas ...
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Lección 9

Palabras de verdad Sábado 21 de febrero Somos responsables tan solo por la luz que brilla sobre nosotros. Los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús nos están probando. Si somos fieles y obedientes, Dios se deleitará en nosotros, y nos bendecirá como su pueblo escogido y peculiar. Cuando la fe y el amor perfectos y la obediencia abunden y obren en el corazón de los que siguen a Cristo, éstos ejercerán una poderosa influencia. Difundirán una luz que disipará las tinieblas circundantes, refinará y elevará a todos los que caigan dentro de la esfera de su influencia, e impartirá un conocimiento de la verdad a todos los que estén dispuestos a ser iluminados y a seguir en la humilde senda de la obediencia (Joyas de los testimonios, tomo 1, p. 285). Insto a todos los que pretenden creer la verdad presente que practiquen esa verdad. Si lo hacen tendrán una influencia más fuerte y poderosa para el bien. El mundo verá que el amor expresado por los creyentes es el principio central y controlador en los seguidores de Cristo. Un amor como el de Cristo une corazón con corazón. La verdad atrae a los hombres entre sí. Introduce armonía y unidad en todos los que tienen una fe ferviente y viva en el Salvador. Es el plan de Cristo que aquellos que creen en él se desarrollen y lleguen a ser fuertes al unirse el uno con el otro. Todos los que trabajan abnegadamente en el servicio del Maestro llevan al mundo credenciales que atestiguan que Dios envió a su Hijo a esta tierra (Alza tus ojos, p. 102). Domingo 22 de febrero: El conocimiento de la verdad ... No hay nada tan ennoblecedor y vigorizador como un estudio de los grandes temas que conciernen a nuestra vida eterna. Procuren los jóvenes comprender estas verdades dadas por Dios, y su mente se expandirá y se fortalecerá con el esfuerzo. Pondrá a todo alumno que sea hacedor de la Palabra en un campo más amplio de pensamiento, y le asegurará una riqueza imperecedera de conocimiento. La ignorancia que ahora aflige al mundo acerca de los requerimientos de la ley de Dios, es el resultado de haber descuidado el estudio de las Escrituras. Es plan estudiado de Satanás absorber y engolfar la mente de tal manera que el gran Libro guía de Dios no sea considerado como el Libro de los libros, y que el pecador no sea desviado de la senda de la transgresión a la de la obediencia (Consejos para los maestros, p. 427). 62

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Es nuestro privilegio elevamos más y más en busca de revelaciones más claras del carácter de Dios. Cuando Moisés oró diciendo: “Ruégote que me muestres tu gloria”, el Señor no le desatendió, sino que le concedió lo que le pedía. Dios declaró a su siervo: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti” (Éxodo 33:18,19). El pecado entenebrece nuestras mentes y ofusca nuestras percepciones. Cuando el pecado es eliminado de nuestro corazón, la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, que ilumina su Palabra y es reflejada por la naturaleza, declarará en forma más y más cabal que Dios es “misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad” (Éxodo 34:6). En su luz veremos luz, hasta que la mente, el corazón y el alma estén transformados a la imagen de su santidad. Para quienes así se afirman en las divinas seguridades de la Palabra de Dios, hay maravillosas posibilidades. Ante ellos se extienden vastos campos de verdad, vastos recursos de poder. Cosas gloriosas serán reveladas. Se les manifestarán privilegios y deberes que no sospechaban en la Biblia. Cuantos anden por el sendero de la humilde obediencia, cumpliendo el propósito de Dios, sabrán más y más de los oráculos divinos. Tome el estudiante la Biblia por su guía, permanezca firme en los principios, y entonces podrá aspirar a alcanzar cualquier altura. Todas las filosofías de la naturaleza humana han venido a parar en confusión y vergüenza, siempre que no han reconocido a Dios como el todo en todo. Pero la preciosa fe inspirada por Dios comunica fuerza y nobleza de carácter. Al espaciarse en su bondad, su misericordia y su amor, la percepción de la verdad será cada vez más clara; el deseo de la pureza de corazón y de la claridad de pensamiento será también más elevado y santo. Al morar el alma en la atmósfera pura del pensamiento santo, se transforma por su comunión con Dios mediante el estudio de su Palabra. La verdad es tan amplia, de tanto alcance, tan profunda y tan ancha, que el hombre se anonada. El corazón se enternece y se rinde a la humildad, la bondad y el amor. Las facultades naturales también se amplían como resultado de la santa obediencia. Por el estudio de la Palabra de vida los que a él se dedican verán sus mentes dilatarse, elevarse y ennoblecerse. Si, a semejanza de Daniel, son oidores y hacedores de la Palabra de Dios, adelantarán como él adelantó en todos los ramos del saber. Siendo de limpio entendimiento, llegarán a ser hombres de vigorosa inteligencia. Todas las facultades intelectuales se avivarán. Podrán educarse y disciplinarse de tal manera, que cuantos entren en la esfera de su influencia verán lo que puede ser y hacer el hombre cuando se relaciona con el Dios de sabiduría y poder (El ministerio de curación, pp. 370, 371).

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Lunes 23 de febrero: Robar al pobre Todo despilfarro debe ser suprimido de nuestra vida; porque el tiempo que tenemos para trabajar es corto. En derredor nuestro, vemos necesidades y padecimientos. Hay familias que necesitan alimentos, pequeñuelos que lloran por pan. Las casas de los pobres carecen de los debidos muebles y ropa de cama. Muchos de ellos viven en tugurios, casi completamente privados de las cosas necesarias. El clamor de los pobres llega al cielo. Dios ve y oye. Pero muchos se glorifican a sí mismos. Mientras que sus semejantes pasan hambre y miseria, gastan mucho en sus mesas y comen más de lo necesario. ¡Qué cuenta tendrán que dar pronto los hombres por el uso egoísta del dinero de-Dios! Los que desprecian las medidas que Dios dispuso para los pobres, encontrarán que no solo robaron a sus semejantes, sino también a Dios y malversaron sus bienes (Joyas de los testimonios, tomo 3, p. 36; Testimonios para la iglesia, tomo 6, p. 385). No cabe la menor duda acerca de los pobres del Señor. Se les debe ayudar en todos los casos en que ello sea para su beneficio. Dios quiere que su pueblo revele a un mundo pecaminoso que no lo ha dejado perecer. Debemos esmeramos en ayudar a aquellos que por causa de la verdad son expulsados de sus casas y obligados a sufrir. Cada vez más, habrá necesidad de corazones grandes y generosos, que, llenos de abnegación, se encarguen de esas personas a quienes el Señor ama. Los pobres que haya entre el pueblo de Dios no deben ser dejados sin que sus necesidades sean suplidas. Debe hallarse alguna manera por la cual puedan ganarse la vida. A algunos será necesario enseñarles a trabajar. Otros que trabajan arduamente y se ven recargados hasta lo sumo para sostener sus familias, necesitarán auxilio especial. Debemos interesamos en esos casos, y ayudarles a conseguir empleo. Debe haber un fondo para ayudar a estas familias pobres dignas, que aman a Dios y guardan sus mandamientos. Debe ejercerse cautela para que los recursos que se necesitan para esta obra no sean desviados hacia otros fines. Auxiliar a los pobres que, por observar los mandamientos de Dios, se ven reducidos a padecer necesidad, es cosa muy diferente de lo que sería dejarlos en el abandono para ayudar a personas blasfemas que pisoteen los mandamientos de Dios. Y Dios ve la diferencia. Los observadores del sábado no deben pasar por alto a los dolientes y menesterosos del Señor, para asumir la carga de sostener a aquellos que continúan transgrediendo la ley de Dios, a aquellos que se han acostumbrado a esperar ayuda de cualquiera que los quiera sostener. Esta no es la debida clase de obra misionera. No está en armonía con el plan de Dios. Donde quiera que se establezca una iglesia, sus miembros deben hacer una obra fiel por los creyentes menesterosos. Pero no deben cesar con esto. Deben ayudar también a otros, sin tener en cuenta su fe. Como re64

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sultado de un esfuerzo tal, algunos de éstos recibirán las verdades especiales para este tiempo (Joyas de los testimonios, tomo 2, pp. 507, 508; Testimonios para la iglesia, tomo 6, p. 272). Martes 24 de febrero: Celosos de los impíos ... Cuando el pródigo vino al hogar, “su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas; y llamando a uno de los criados, preguntóle qué era aquello. Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo. Entonces se enojó, y no quería entrar”. Este hermano mayor no había compartido la ansiedad y los desvelos de su padre por el que estaba perdido. No participa, por lo tanto, del gozo del padre por el regreso del extraviado. Los cantos de regocijo no encienden ninguna alegría en su corazón. Inquiere de uno de los siervos la razón de la fiesta, y la respuesta excita sus celos. No irá a dar la bienvenida a su hermano perdido. Considera como un insulto a su persona el favor mostrado al pródigo. Cuando el padre sale a reconvenirlo, se revelan el orgullo y la malignidad de su naturaleza. Presenta su propia vida en la casa de su padre como una rutina de servicio no recompensado, y coloca entonces en mezquino contraste el favor manifestado al hijo recién llegado. Aclara el hecho de que su propio servicio ha sido el de un siervo más bien que el de un hijo. Cuando hubiera debido hallar gozo perdurable en la presencia de su padre, su mente descansaba en el provecho que provendría de su vida prudente. Sus palabras revelan que por esto él se ha privado de los placeres del pecado. Ahora si este hermano ha de compartir los dones de su padre, el hijo mayor se considera agraviado. Envidia el favor mostrado a su hermano. Demuestra claramente que si él hubiese estado en lugar de su padre, no hubiera recibido al pródigo. Ni aun lo reconoce como a un hermano, sino que habla fríamente de él como “tu hijo”. No obstante, el padre arguye tiernamente con él. “Hijo –dice– tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas”. A través de todos estos años de la vida perdida de tu hermano, ¿no has tenido el privilegio de gozar de mi compañía? Todas las cosas que podían contribuir a la felicidad de sus hijos estaban a su entera disposición. El hijo no necesitaba preocuparse de dones o recompensas. “Todas mis cosas son tuyas”. Necesitas solamente creer en mi amor, y tomar los dones que se te otorgan liberalmente. Un hijo se había ido por algún tiempo de la casa, no discerniendo el amor del padre. Pero ahora ha vuelto, y una corriente de gozo hace desaparecer todo pensamiento de desasosiego. “Este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado”. ¿Se logró que el hermano mayor viera su propio espíritu vil y desagradecido? ¿Llegó a ver que aunque su hermano había obrado perRECURSOS ESCUELA SABÁTICA

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versamente, era todavía su hermano? ¿Se arrepintió el hermano mayor de sus celos y de la dureza de su corazón? Concerniente a esto, Cristo guardó silencio. Porque la parábola todavía se estaba desarrollando, y a sus oyentes les tocaba determinar cuál sería el resultado. El hijo mayor representaba a los impenitentes judíos del tiempo de Cristo, y también a los fariseos de todas las épocas que miran con desprecio a los que consideran como publícanos y pecadores. Por cuanto ellos mismos no han ido a los grandes excesos en el vicio, están llenos de justicia propia. Cristo hizo frente a esos hombres cavilosos en su propio terreno. Como el hijo mayor de la parábola, tenían privilegios especiales otorgados por Dios. Decían ser hijos en la casa de Dios, pero tenían el espíritu del mercenario. Trabajaban no por amor, sino por la esperanza de la recompensa. A su juicio, Dios era un patrón exigente. Veían que Cristo invitaba a los publícanos y pecadores a recibir libremente el don de su gracia -el don que los rabinos esperaban conseguir solo mediante obra laboriosa y penitencia- y se ofendían. El regreso del pródigo, que llenaba de gozo el corazón del Padre, solamente los incitaba a los celos (Palabras de vida del Gran Maestro, pp. 163-165). Miércoles 25 de febrero: Lo que ponemos en nuestra boca Le ruego que vea este asunto tal como es realmente. Cuando usted se una con aquellos que desprecian a Dios para beber cerveza, vino o bebidas más fuertes, imagine que Jesús está frente a usted padeciendo de hambre intensa para poder deshacer el poder de Satanás y hacer posible que el hombre venza mediante él. Cuando esté usted levantando en alto el vaso de cerveza espumante en compañía de los infieles que rechazan la verdad y rehúsan la salvación, recuerde que Jesús está allí, el mismo Jesús que usted dice que es su Salvador, en quien está centrada su esperanza de vida eterna. ¡Oh, cómo puede, cómo puede usted ser tan débil en su percepción moral que no ve la influencia que ejerce todo esto sobre usted y sobre los demás! ¡No cumple su cometido más solemne, y luego se queja de que lo persiguen! (Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 481). ... Hay que mantener una conexión viva con el cielo, buscando tan a menudo como lo hacía Daniel -tres veces al día- la gracia divina para resistir al apetito y la pasión. Luchar contra el apetito y la pasión sin la ayuda del poder divino será un fracaso; pero haga de Cristo su fortaleza y el lenguaje de su alma será: “En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Dijo el apóstol Pablo: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Que ninguno crea que puede vencer sin la ayuda de Dios. Usted debe tener la energía, la fortaleza y el poder de una vida desarrollada en su interior. Entonces llevara fruto para santidad y aborrecerá el vicio intensamente. Usted necesita ejercer un constante esfuerzo para separarse de la 66

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mundanalidad, de la conversación barata, de todo lo sensual y elevarse a la nobleza del alma y a un carácter puro y sin mancha. Su nombre puede guardarse tan puro que llegue a estar desligado de cualquier cosa deshonesta o injusta, que se le respete por todo lo bueno y lo puro, de tal forma que pueda estar inscrito en el libro de la vida del Cordero, para ser inmortalizado entre los santos ángeles (El ministerio médico, p. 188). Cristo sabía que para poder llevar a cabo con éxito el plan de salvación, debía comenzar la obra de redimir al hombre precisamente donde comenzó la ruina. Adán cayó en el terreno del apetito. Su primera prueba fue en el mismo punto donde Adán cayera. Mediante la tentación dirigida al apetito Satanás había vencido a gran parte de la raza humana, y su éxito le había hecho pensar que el dominio de este planeta caído estaba en sus manos. Pero en Cristo halló a alguien que podía resistirle, y dejó el campo de batalla como un enemigo vencido. Muchos que profesan ser piadosos no investigan la razón del largo período de ayuno y sufrimiento de Cristo en el desierto. Su angustia no se debió tanto a los tormentos del hambre como a su comprensión de los terribles resultados, en la raza humana, de la complacencia del apetito y la pasión. Sabía que el apetito sería el ídolo del hombre y lo induciría a olvidar a Dios y que le estorbaría directamente el camino de su salvación. Satanás fue derrotado en su intento de vencer a Cristo en el terreno del apetito. Y allí en el desierto Cristo alcanzó una victoria en favor de la raza humana en el terreno del apetito haciendo posible que en su nombre, en toda ocasión futura, el hombre pudiese vencer la fuerza del apetito para su propio provecho. Nuestra única esperanza de recuperar el Edén es por medio de un firme dominio propio. Si el apetito pervertido tenía un poder tan grande sobre la humanidad, que, a fin de quebrantar su dominio, el divino Hijo de Dios hubo de soportar un ayuno de casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra está delante del cristiano! Sin embargo, por grande que sea la lucha, éste puede vencer. Con la ayuda del poder divino que soportó las más fieras tentaciones que Satanás pudo inventar, él también puede ser completamente victorioso en su guerra contra el mal, y finalmente podrá llevar la corona de victoria en el reino de Dios (La temperancia, pp. 18, 19). Jueves 26 de febrero: Nuestras responsabilidades En vista de esto, ¿cuál es el deber del mensajero de la verdad? ¿Llegará tal vez a la conclusión de que no se debe predicar la verdad, puesto que a menudo no produce otro efecto que el de empujar a los hombres a burlar o resistir sus exigencias? No; el hecho de que el testimonio de la Palabra de Dios despierte oposición no le da motivo para callarlo, como no se lo dio a los reformadores anteriores. La confesión de fe que hicieron los santos y los mártires fue registrada para beneficio de las generaciones RECURSOS ESCUELA SABÁTICA

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venideras. Los ejemplos vivos de santidad y de perseverante integridad llegaron hasta nosotros para inspirar valor a los que son llamados ahora a actuar como testigos de Dios. Recibieron gracia y verdad, no para sí solos, sino para que, por intermedio de ellos, el conocimiento de Dios iluminase la tierra. ¿Ha dado Dios luz a sus siervos en esta generación? En tal caso deben dejarla brillar para el mundo. Antiguamente el Señor declaró a uno que hablaba en su nombre: “La casa de Israel empero no querrá escucharte a ti, porque no quieren escucharme a mí.” Sin embargo, dijo: “Les hablarás mis palabras, ora que oigan, ora que dejen de oír” (Ezequiel 3:7; 2:7, V.M.). Al siervo de Dios en nuestros días se dirige la orden: “¡Eleva tu voz como trompeta! ¡Declara a mi pueblo su transgresión, a la casa de Jacob sus pecados!” En la medida de sus oportunidades, pesa sobre todo aquel que recibió la verdad la misma solemne y terrible responsabilidad que pesara sobre el profeta a quien el Señor dijo: “Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; por tanto, oirás de mi boca la palabra, y les amonestarás de mi parte” (Ezequiel 33:7, V.M.)... ... Debemos escoger lo justo porque es justo, y dejar a Dios las consecuencias. El mundo debe sus grandes reformas a los hombres de principios, fe y arrojo. Esos son los hombres capaces de llevar adelante la obra de reforma para nuestra época (El conflicto de los siglos, pp. 512, 513). Viernes 27 de febrero: Para estudiar y meditar Testimonios para la iglesia, tomo 1, pp. 193-198.

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