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El desarrollo sostenible como elemento central de la Asociación Estratégica UEALC: Respuestas europeas, respuestas latinoamericanas
Marc GIACOMINI Embajador de Francia en Chile Fundación Konrad Adenauer, Santiago de Chile, 23 de julio de 2012
Introducción Conviene, primero, señalar la anterioridad del «desarrollo sostenible» con respecto a la Asociación Estratégica. Este tema se inscribe por primera vez en la agenda pública en el informe Bruntland (1987), preparatorio a la Cumbre (mundial) de la Tierra (Río de Janeiro 1992). La Cumbre de Río constituye la consagración de este concepto y el inicio de los malentendidos: se sustituye a la promoción equilibrada de los tres pilares (económico, social y medio ambiental) del desarrollo sostenible, un acuerdo político: medio ambiente (con el lanzamiento de los tres convenios clima, biodiversidad, desertificación) versus desarrollo (con el compromiso de los países desarrollados de llegar a 0,7% de su PIB en Ayuda Pública al Desarrollo). Esto será el origen de los malentendidos posteriores, ya que el medio ambiente muchas veces se concibe en los países en desarrollo como un problema de ricos (y desde luego no es así: ver los 5 millones de muertos cada año a causa del agua contaminada) y un obstáculo al desarrollo de los más pobres, mientras que se recrimina a los países desarrollados por no respetar el objetivo de 0,7 %. Sin embargo, está claro que el tema del desarrollo sostenible, hoy día ampliamente inscrito en la agenda pública, plantea un problema de arbitrio político, difundiéndose según las zonas geográficas. La escasez de los recursos naturales y el costo de la formación de los recursos humanos llaman a una intervención de lo político en la economía y en lo social, desde una perspectiva reguladora. Este arbitraje no presenta las mismas condiciones en Europa, donde un crecimiento débil va a la par con
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una conciencia medio ambiental bien establecida, que en ALC, donde la tentación de explotar sobremanera los recursos naturales para sostener el desarrollo es fuerte. En el fondo, considerar el desarrollo sostenible como elemento central de la Asociación estratégica UE-ALC es analizar lo complejo de los problemas que resultan de este concepto, según las áreas geográficas y la pluralidad de las posibles respuestas. Es allí donde la cooperación bi-regional toma sentido, pues busca hacer surgir una política común cuando las soluciones y los problemas son múltiples.
1/ Un concepto que estructura progresivamente la relación bi-regional La Asociación estratégica nace en 1999 y ya la preocupación por el desarrollo sostenible se vislumbra entre los desafíos de la cooperación entre ambas regiones. El plan de acción de Madrid (2010) ha instituido al desarrollo sostenible como pilar de la Asociación estratégica UE-ALC, pero este último cubre sobre todo la problemática medio ambiental y los aspectos conexos (cambio climático, biodiversidad, energía). No obstante, en la medida en que el objetivo “desarrollo sostenible” es un aspecto transversal de la Asociación, su campo se amplía: - uno de los objetivos de la Asociación es potenciar una cooperación económica y comercial para promover los modelos de desarrollo sostenible y una mejor inserción en el sistema mundial (1999); desde una perspectiva más amplia, la cooperación bi-regional debe servir al desarrollo (2008), donde el lanzamiento del programa EUrocLIMA siga a la Cumbre UE-ALC de 2008; - otro es la responsabilidad social, es decir, tomar en consideración las consecuencias de este desarrollo sobre la sociedad. La Unión Europea adopta de esta manera un Libro Verde, precisando los pasos de la RSE (Responsabilidad Social de las Empresas). A escala bi-regional, la Cumbre de Guadalajara (2004) pone énfasis en la cohesión social y la integración regional.
2/ Iniciativas que contribuyen a dar al concepto un contenido cada vez más concreto Las varias cumbres bi-regionales, en general, y el Plan de Acción de Madrid, en particular, han dado origen a diferentes tipos de programas, donde la centralidad del desarrollo sostenible es impresionante. Por ejemplo, el Plan de Acción de Madrid (2010) sostiene explícitamente la iniciativa REDD de la Organización de las Naciones
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Unidas, que busca conciliar el desarrollo y la durabilidad de los recursos forestales, ilustrando la interdependencia de las dos agendas, mundial y bi-regional. Sin embargo, es evidente que el « desarrollo », y por lo tanto la cuestión de su durabilidad, no han tenido el mismo sentido en las dos regiones; una, caracterizada por fuertes tasas de crecimiento, mientras que la otra está buscando este dinamismo perdido. El interés de la cooperación bi-regional reside en que puede permitir sobrepasar estas divergencias aparentes explotando las complementariedades: -
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el crecimiento latinoamericano es fuerte pero en gran medida dependiente del boom de las materias primas y limitada por la insuficiencia de las infraestructuras; el crecimiento de Europa es reducido pero sus empresas, en busca de mercados más dinámicos, pueden ofrecer soluciones para la diversificación de las economías sudamericanas y para la construcción de infraestructuras modernas y sustentables, en un contexto en el cual las exigencias de la sociedad civil son cada vez más frecuentes (Cajamarca, Hidroaysen, etc.).
El papel del sector privado y de la inversión es entonces esencial en la cooperación bi-regional. Por ejemplo, los programas de cooperación bi-regional en materia de promoción de energías limpias (BIOTOP, JELARE, SETATWORK, etc.) se traducen concretamente a través de inversiones: es el caso de la firma brasileña ABENGOA, que promueve la producción de bioetanol a partir de la caña de azúcar, o de EDF y GDF, empresas francesas que invierten en Brasil, Chile, México, Panamá y Perú en las áreas de energías renovables. Al mismo tiempo, la cooperación bi-regional orienta la tendencia hacia la sustentabilidad de la ayuda de la LAIF (Facilidad de la Inversión en América Latina), cuyas numerosas dimensiones están consagradas a este objetivo: por ejemplo en Nicaragua con el Programa nacional de electrificación sustentable y de energía renovable. De esta manera, el modelo de cooperación a mediano plazo (2007-2013) une la transferencia de tecnologías a la repartición de responsabilidades, para preservar el desarrollo sostenible.
3/ La Cumbre de Santiago debería marcar una profundización de la relación en el sector clave y de interés mutuo de la inversión En los años 2000, la Unión Europea fue la principal fuente de IDE en ALC (43% del total del flujo).
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Desde este punto de vista, el impacto global de la crisis europea es fuerte en la medida en que acrecienta la disyunción entre las perspectivas de crecimiento: para el período 2012-2015, indican una inferioridad numérica de 2 puntos del crecimiento del PIB anual europeo (27 países), en relación al de América Latina y el Caribe. En este sentido, la crisis europea y la relativa resistencia de las economías latinoamericanas a esta última jugarían un papel catalizador. De esto puede derivar un doble debilitamiento del concepto de desarrollo sostenible que la Asociación debe paliar. Por el lado latinoamericano, la incitación a sobreexplotar sus recursos naturales y transgredir los imperativos de sustentabilidad para mantener su crecimiento es fuerte mientras que, por el lado europeo, el flujo de las inversiones en los sectores sostenibles corre el riesgo de agotarse. Por ejemplo, entre 2008 y 2010, los flujos netos de IDE que venían de la Unión Europea disminuyeron en más de 30%, mientras que los que provenían de Estados Unidos permanecieron constantes. Si las soluciones latinoamericanas y europeas aportadas al problema del desarrollo sostenible pueden diferir, parece, en todo caso, fundamental que se complementen. La Cumbre de Santiago, cuyo tema central es la cuestión de las inversiones en pos del desarrollo sostenible entre las dos regiones, ofrece al respecto la oportunidad de un aggiornamento teórico –se tratará de tocar el tema en sus aspectos económicos como sociales y medio ambientales– pero también práctico: las condiciones económicas han cambiado, el flujo de inversiones es ahora bi-direccional y América Latina necesita cada vez más tecnología de vanguardia. El aporte intelectual de la CEPAL es esencial para orientar la discusión hacia una visión renovada de las relaciones entre ambas regiones. Conclusión Para que esta Cumbre sea un éxito, se necesitará: -
Salir de un enfoque demasiado ideológico y estrecho del «toma y daca», como el que contribuyó a limitar los resultados de Río + 20; en efecto, Europa tiene cada vez menos medios para investir a fondo perdido y asumir sola la problemática medio ambiental (por ejemplo, representa solamente 12% de las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero). Algunos países latinoamericanos están alcanzando rápidamente al Primer Mundo (México y Chile, miembros de la OCDE, o Brasil, nuevo gigante económico).
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Poner de manera más clara el acento sobre la cooperación de interés mutuo, ya que Europa crece lentamente ahora pero sigue siendo el primer inversionista en América Latina y dispone de mano de obra capacitada y de tecnologías de vanguardia (50% de las patentes verdes, por ejemplo). En cambio América Latina es rica en recursos naturales pero no son inagotables y su aporte al desarrollo es cíclico.
Ambos continentes están absolutamente complementarios y hay que potenciar esta complementariedad con un enfoque equilibrado de los tres pilares del desarrollo sostenible: un crecimiento a largo plazo debe no solo ofrecer un marco propicio a la iniciativa económica sino también ahorrar recursos naturales y potenciar de la mejor manera posible los recursos humanos. Con sus tecnologías verdes, sus programas de formación de alto nivel, su modelo social, Europa puede aportar a América Latina su fuerte potencial y ayudarle a diversificar su economía. Esta última, gracias a la abundancia de sus recursos naturales y al dinamismo de sus mercados, puede también favorecer una recuperación del crecimiento europeo.
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