P REPARING FOR THE C ONSECRATION OF THE A RCHDIOCESE OF S AN F RANCISCO TO THE I MMACULATE H EART OF M ARY Part 5 AS THE CHILDREN OF FATIMA, instructed by the angel, passed the autumn and winter months of 1916-1917 in prayer and penance, Europe fell deeper into blind and senseless war, with the United States soon to enter the fray on Good Friday of 1917. Meanwhile, with the death of the demonic Rasputin and the abdication of the eviscerated Czar Nicholas II, the foundations of Russia were crumbling quickly, allowing an opening for the Communist revolution. On April 15, 1917, Easter morning in the Julian Calendar, Vladimir Lenin returned to Russia. The Heart of Mary, Peterskirche, Vienna, Austria, by Leopold Kupelwieser (1796-1862)
One bright light in the darkness was Blessed Charles II of Austria, who became Holy Roman Emperor at the end of 1916. Blessed Charles would do his best in 1917 to achieve peace in Europe and an end to the war, to no avail. Eventually, left without a state by the Treaty of Versailles, he would die in 1922 in exile on the Portuguese island of Madeira. Fifty years later, his body was found incorrupt and he was beatified by the Catholic Church in 2004. The cause for the canonization of his devoted wife, Zita, is also in process.
Stained glass, Our Lady of Fatima Chapel, Pequannock, New Jersey
Charles and Zita prayed the Rosary together daily. Pope Benedict XV, who denounced the Great War from its beginning in strong and eloquent preaching and writing, also turned to the Holy Rosary as the instrument for bringing peace to the world. He had especially asked for the children of the world to pray for peace, a plea which reached the shepherd children of Fatima through their faithful local priests. Lucia added three Hail Mary’s for the intentions of the Holy Father to their daily Rosary. On May 5, 1917, the Month of Our Lady, Pope Benedict XV solemnly directed that the title “Queen of Peace” be added to the Litany of Loreto. In that act of his supreme and universal authority as Shepherd of the Flock of Christ on Earth, he invoked the Mother of God, “omnipotent by grace,” and entrusted to her special intercession the peace of the world. Eight days later, she came, in person, to bring peace. †
MIENTRAS LOS NIÑOS DE FÁTIMA, instruidos por el ángel, pasaron los meses de otoño y de invierno de 19161917 en oración y penitencia, Europa cayó más profundamente en una guerra ciega y sin sentido, con los Estados Unidos para pronto entrar en la batalla del Viernes Santo de 1917. Mientras tanto, con la muerte del demoníaco Rasputín y la abdicación del eviscerado zar Nicolás II, los cimientos de Rusia se desmoronaban rápidamente, permitiendo una apertura para la revolución comunista. El 15 de abril de 1917, la mañana de Pascua en el calendario juliano, Vladimir Lenin regresó a Rusia. Una luz brillante en la oscuridad fue el Beato Carlos II de Austria, que se convirtió en emperador del Sacro Imperio Romano a finales de 1916. El Beato Carlos haría todo lo posible en 1917 para lograr la paz en Europa y acabar de la guerra, sin éxito. Eventualmente, abandonado sin posesiones por el Tratado de
Versalles, moriría en el exilio en 1922 en la isla Portuguesa de Madeira. Cincuenta años más tarde, su cuerpo fue encontrado incorrupto y él fue beatificado por la Iglesia Católica en 2004. La causa de la canonización de su devota esposa, Zita, también está en proceso. Carlos y Zita rezaban el Rosario todos los días. El Papa Benedicto XV, quien denunció la Gran Guerra desde su comienzo en una fuerte y elocuente predicación y escritura, también se volvió al Santo Rosario como el instrumento para traer la paz al mundo. Él también había pedido especialmente a los niños del mundo que oraran por la paz, una súplica que llegó a los pastores de Fátima por medio de los fieles sacerdotes locales. Lucía añadió tres Avemarías para las intenciones del Santo Padre a su Rosario diario. El 5 de mayo de 1917, el Mes de Nuestra Señora, el Papa Benedicto XV ordenó solemnemente que se añadiera el título de "Reina de la Paz" a la Letanía de Loreto. En ese acto de su autoridad suprema y universal como Pastor del rebaño de Cristo en la Tierra, invocó a la Madre de Dios, "omnipotente por la gracia", y confió a su intercesión especial por la paz del mundo. Ocho días después, ella vino, en persona, para traer la paz. †