ArteBA. Una recorrida por la feria de la mano de Rogelio Polesello

23 may. 2014 - y su infaltable foulard de seda, encaró, previsor, la visita con zapatillas blan- cas. Tuvo permiso para criticar obras ajenas, amparado en el ...
2MB Größe 10 Downloads 43 vistas
24

|

Sociedad

| Viernes 23 de mayo de 2014

SOCIEDAD Edición de hoy a cargo de Javier Navia | www.lanacion.com/sociedad

@LNsociedad

Facebook.com/lanacion

[email protected]

ArteBA. Una recorrida por la feria de la mano de Rogelio Polesello

Interés por acercarse a las nuevas tendencias

la nacion extendió un simbólico “cheque en blanco” al gran artista para que seleccionara las obras que

Macri y Oxenford lideraron la inauguración formal de la exhibición

compraría para su propia colección en la muestra, que desde hoy estará abierta al público en La Rural

Loreley Gaffoglio LA NACioN

Un “cheque en blanco” para cimentar la Colección R.P. con obras de arteBA y la autonomía de su depositario para “comprar” allí las diez piezas más afines a su gusto y sensibilidad creadora. Con esa premisa, la nacion recorrió ayer la feria de arte, que hoy se abre al público general en La Rural, junto con el maestro de la abstracción geométrica Rogelio Polesello, reconocido a sus 75 años como uno de los máximos exponentes latinoamericanos del op-art. “Pole”, como lo llaman sus amigos, hizo de las distorsiones visuales junto a su irreverente uso del color la gramática distintiva de una obra que abreva en múltiples soportes: del colorido Plexiglas a las transparencias del acrílico, del objeto en madera a la tela y, de allí, al mural, sus creaciones engrosan el acervo de instituciones como el MNBA, el MoMA y el Guggenheim de Nueva York. En cinco horas de trajín por los 86 espacios, Polesello corrió, cómodo, con ventaja: casi un vanguardista en el vestir, además de joggings grises de lana, a tono con su suéter animal print y su infaltable foulard de seda, encaró, previsor, la visita con zapatillas blancas. Tuvo permiso para criticar obras ajenas, amparado en el rigor de una justificación teórica. Pero con su natural bonhomía hizo suya aquella frase de Truffaut que invitaba a debatir “solamente de las cosas que nos gustan”. Y así fue. Silencio ante lo que desaprobaba y lacónicos “me gusta” o “me maravilla” ante sus elecciones, nunca meditadas, siempre impulsivas. A pesar de su confesado narcisismo (“soy leonino, ¿qué esperás?”, se despachó), enarboló de entrada un límite ético: “No compraré ninguna de mis obras”, dijo, al encontrarse con Marta Minujín en Vasari, y jugar juntos a las deformaciones del cuerpo humano con uno de sus acrílicos expuestos allí. Fue ella quien lo condujo hasta Nido de hornero, la obra en barro que reeditó 38 años después de exponerla en el CAyC, cuando con 30 kilos de tierra traída del Machu Picchu imitó las formas de la naturaleza. “Existe para cada uno de nosotros una casa onírica, una región de los sueños… Sin nido, el hombre sería un ser disperso”, leyó sobre la pared Polesello y se adentró en el obra como un niño que juega a las escondidas. Al salir, selló su primera compra. El volumen y el espacio Allí mismo, en la galería Faría, le puso otro punto rojo a Prisma de aire, la histórica estructura cúbica de hierro que, a partir de su vacuidad, desafía la percepción espacial, según la concibió el vanguardista rosarino Juan Pablo Renzi. “La idea de abordar el volumen y limitar el espacio con el cubo me parece maravillosa. Hasta le pondría el nido de hornero dentro”, justificó Polesello. Juicio final, polémica obra de León Ferrari, en la que la Capilla Sixtina, decorada por Miguel Ángel, aparece “repintada” por heces de palomas, como si fueran chorreaduras de óleo, fue otra de sus adquisiciones. “Festejo como creación estética el cambio de sentido en la obra de Ferrari –argumentó–. La polémica no me interesa. La quiero para mi colección.” A medida que recorría los 86 espacios y saludaba a sus conocidos, entre ellos Yuyo Noé, Polesello preguntaba dónde se hallaban las obras de Vik Muñiz y de Alejandro Puente. Nadie lograba orientarlo hasta que una volumétrica cabeza esculpida en carbón, acompañada por 36 pinturas

sobre seda, detuvo su marcha. En Cabinet LAN, la instalación de Vicente Grondona, Memorias del carbón, y la secuencia de recuerdos que sobre la pared simulan proyectar el inconsciente, lo cautivaron. “¿Cuánto? ¿US$ 50.000? La compro”, disparó. Mediaba ya la mitad del recorrido, cuando Pole pidió una tregua y un café. La pausa invitó a las confidencias y entonces, a raíz de la muestra que prepara para Malba el año próximo, contó un recuerdo que, dijo, nunca antes había compartido: “De chico vendía bloques de hielo en Villa Urquiza. Una mujer los partía y yo los entregaba. Pero antes de hacerlo, miraba todo a través de esos bloques. Ése, junto con los prismas, es el otro origen de las distorsiones ópticas en mi obra, que ahora vuelven a la pintura”. En la galería Liprandi sumó una de una mujer enmascarada al lado de dos iglesias ortodoxas construidas con fósforos: instalación de Fabián Bercic. “Esa tensión entre la vanguardia y el conservadurismo religioso me resulta interesante, además de la destreza escultórica para crear esos templos en miniatura”, encomió. “Reventa” New York Times, obra de Liliana Porter de 1970, que exhibe la foto de una anciana vietnamita amenazada por una ametralladora sobre su sien junto a la leyenda en inglés de que ésa mujer es… “mi madre, mi hermana, vos, yo”, sumió al artista en silencio. Al señalarla, el galerista en el U-Turn explicó que ya había sido vendida a una colección colombiana. A Polesello no le importó y le adosó un segundo punto rojo de “Revendido”. Al pasar por el stand del Museo Xul Solar, preguntó: “¿Puedo comprar como si fuera sólo una obra todas estas acuarelas de Xul? Son pequeñas y quedaríanmuybienconlasdeBerni,Seguí, De la Vega, Macció y Aizemberg que cuelgan en casa”, bromeó. Pero se quejó como un niño ante el recordatorio de que debía ceñirse sólo a diez obras. El arte social de Antonio Berni en Sur y, con él, una gema pocas veces vista en el país, ya que el lienzo del 56 que lo cautivó permaneció “oculto” desde entonces en Suiza, acicateó su avidez coleccionista. Se trataba del óleo Los inmigrantes, en el que la incertidumbre y la esperanza se enlazan entre cuerpos dormidos en la proa de un barco que capea un temporal. Berni había enviado esa obra al Salón Nacional bajo el seudónimo, al dorso, de Carlitos Chaplin. Ni aquella humorada rosarina logró sortear el rechazo, por escrito, de la institución, que se negó a exhibirla. Pero Polesello lo redimió y compró la obra por US$ 800.000. De paso, se llevó un taco de Juanito Laguna Pescador, del 61, exhibido junto a su gofrado. La perseverancia da frutos y Polesello lo supo bien cuando, luego de mucho caminar, se topó con el puzzle de la Mona Lisa del paulista Vik Muniz. En Xippas anotó ese otro punto rojo para la deconstrucción de la enigmática sonrisa de Lisa Gherardini. “¡Ahí está, por fin!” Sonó casi un grito de júbilo cuando Polesello halló la ristra de plumas, agrupadas por colores, sobre una tela de arpillera. Era ése su objeto de deseo: la obra de Alejandro Puente, fallecido el año pasado, quien con racionalidad cromática dibujó franjas de negro, rojo, blanco y negro con plumas de avestruz. ArteBa cerraba sus puertas, pero la colección R.P. y, con ella, también un recorrido antológico, había quedado finalmente plasmada. La firma es la del maestro sensible de la geometría.ß

María Elena Polack LA NACioN

Hay mucho interés por comprar obra, de distinto formato y de distinto estilo. Y aunque la inflación parece afectar el bolsillo de manera cotidiana, en arteBA se trasluce que la tendencia es mantener los valores de los artistas, muchos en pesos y pocos en dólares, y que no hay diferencias fuertes en relación con la feria del año pasado. Con entusiasmo y muchos invitados especiales, la 23ª edición de arteBA abrió oficialmente sus puertas anoche, en La Rural, con un acto breve en la que hubo presencias políticas y artísticas, pero no discursos. Encabezados por el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y el presidente de arteBA Fundación, Alec oxenford, el simbólico corte de cintas sobre un pequeño escenario reunió a los responsables de Cultura de la ciudad, Hernán Lombardi, y de Buenos Aires, Jorge Telerman; a integrantes de la organización de la feria como Luis incera y Alejandro Corres. También participaron la presidenta de la Fundación Banco Provincia, Karina Rabolini; la primera dama porteña, Juliana Awada; el CEo de Petrobras en la Argentina, Rolando Batista Assuncao; la subsecretaria de Gestión Cultural de la Nación y responsable del Museo Nacional de Bellas Artes, Marcela Cordillo, y el director nacional de Patrimonios y Museos, Alberto Petrina. Ayer fue la última de las dos jornadas de visitas privadas y del programa de adquisiciones por parte de entidades culturales que, en esta oportunidad, alcanzó un récord: 11 museos de nuestro país y del exterior compraron obras. Muchos diplomáticos recorrieron la feria, que se realiza en La Rural, y se interesaron por las distintas ten-

Memorias del carbón, de Vicente Grondona, elegida por Polesello

Alberga unos 500 artistas y 82 galerías de nuestro país y del exterior dencias exhibidas, entre las cuales llama mucho la atención la propuesta de Eduardo Basualdo, con tres trabajos inusuales de transparencias e hilos que simulan suturas. El Barrio Joven fue uno de los más recorridos y Tierra Mala, de Santiago Licata, premio adquisición de Chandon, llamó la atención de muchos artistas plásticos que también dedicaron la tarde a visitar la feria. En esta edición, la feria alberga unos 500 artistas en 82 galerías de la Argentina, de países de la región, de los Estados Unidos y de Europa. Entre las novedades, se destaca el espacio propio que se ha brindado a la fotografía de la mano de Photobooth Citi y la posibilidad de hacer un recorrido guiado especial, organizado por Cabinet LAN. Nicola Costantino participa de la feria con Luminiscencia, una instalación artística-gourmet en el Espacio Chandon. Allí el público puede disfrutar de una experiencia lúdica que incluye una copa de champagne y bocados dulces y salados.

El puzzle de la Mona Lisa, del brasileño Vik Muniz, también “comprada”

Nuevo director en Malba El historiador y curador español Agustín Pérez Rubio fue designado ayer nuevo director artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), según anunció en una conferencia de prensa el director de la colección, Eduardo Costantini. Pérez Rubio será el máximo responsable de la colección y nuevas adquisiciones, del programa de exposiciones y de la supervisión general de los programas de publicaciones, educación y extensión cultural, cine y literatura del museo. “La incorporación de un director artístico responde a una mirada orgánica e integral de Malba. Se trata de una decisión institucional estratégica para consolidar el futuro del museo y reforzar sus vínculos con el mundo, a través de una programa-

ción que se ponga en sintonía con los problemas y desafíos del siglo XXi”, señaló Costantini. El curador español, nacido en Valencia, en 1972, tiene a su cargo estos días el espacio U Turn Project Rooms, auspiciado por Mercedes-Benz, que se exhibe en arteBA. “Me siento muy honrado de venir a Buenos Aires y formar parte de esta nueva e importante etapa del Malba, porque ha sido un museo que he visto crecer y que siempre ha sido un referente no sólo en América latina, sino a nivel mundial”, afirmó Pérez Rubio. El español fue director del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, y realizó la curaduría de más de 70 exposiciones, como la Bienal de Venecia, el Centro George Pompidou de París y el iCi Nueva York.ß

Nido de hornero, creación de Marta Minujín con barro de Machu Picchu

fotos de fabián marelli

Más adquisiciones Dentro del programa de adquisiciones de la feria, Citi donó US$ 25.000 al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) con los que adquirió Es tarde, de la artista plástica argentina Margarita Paksa, de 1976, y que forma parte de la serie Escrituras Secretas. El trabajo de Paksa, que puede apreciarse en el stand de la galería Document Art, donde fue comprado, se suma al patrimonio de museo que ya cuenta con otra obra suya, un acrílico sin título de 1967. La Rural, por medio de su programa impulsarte, sumó este año cuatro obras a su patrimonio: Familia Boldten, de Claudia del Río; Inventario número 1, de Agustín Sirai; N° 15, de Carolina Magnin, y Etiqueta, de Nicolás Mastracchio. Durante este fin de semana, se sucederán las actividades en el open Forum, que incluyen paneles de debate sobre coleccionismo, espacios independientes y herramientas para un museo contemporáneo. La feria permanecerá abierta hasta el próximo lunes, de 14 a 21. La entrada cuesta 90 pesos, pero hay promociones y descuentos.ß